05
Abr 20

La plaga de Milán

¡Chispas!, como dejé de leer los Harvard Classics -por andar con la cabeza en otras cosas- se me pasó que el lunes pasado era el día de leer acerca de la plaga de Milán (1630), en I promessi sposi o Los novios, de Alessandro Manzoni.

Sospecho que dentro de unos lustros nos pasará algo así como lo que cuenta Manzoni:

I promessi sposi, Harvard Classics, Vol. 21.

De los muchos relatos contemporáneos, no hay uno que sea suficiente por sí solo para transmitir una idea distinta y conectada del mismo; como tal vez no haya uno que no nos brinde ayuda para formar esa ideaEn todos, sin exceptuar el de Ripamonti [Josephi Ripamontii] que excede considerablemente a todos los demás, tanto en copiosidad como en su selección de hechos, y aún más en su método de verlos, se omiten hechos esenciales que se registran en otros; en cada uno hay errores de importancia material, que pueden detectarse y rectificarse con la ayuda de algún otro, o de los pocos actos impresos o manuscritos de autoridad pública que aún permanecen; y a menudo podemos descubrir en una, esas causas, cuyos efectos se encontraron parcialmente desarrollados en otra. En general, también prevaleció una extraña confusión de tiempos y cosas, y un perpetuo vagabundeo hacia atrás y hacia adelante, como si fuera al azar, sin diseño, especial o general.

Me pregunto, ¿cómo se enterarán nuestros nietos y bisnietos del virus chino? ¿Cuáles serán sus fuentes? ¿Qué sabrán del rol del régimen de Pekin y el de los socialistas y comunistas españoles durante la pandemia? ¿Qué versiones leerán de lo que ocurrió en México, Nicaragua, Venezuela y Cuba? ¿Y en Guatemala? ¿Leerán? Es natural que las fuentes sean diversas y que unas pongan énfasis en tal, o cual detalle; pero, las generaciones que nos sucedan, ¿se esforzarán por entender qué ocurrió y por qué?

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


27
Mar 20

La verdad en la comunicación

La dificultad de la literatura no es escribir, sino escribir lo que quieres decir; no para tener efecto en tu lector, sino para tener –exactamente- el efecto que deseas, dice Robert Louis Stevenson en un ensayo titulado Truth in Intercourse.

Harvard Classics, Vol. 28.

Me llamó mucho la atención esa frase porque en este espacio, en mi columna y en otros espacios, ¡¿Cuántas veces alguien ha entendido algo distinto a lo que quise decir?!  ¡¿Cuántas veces he fallado en comunicar lo que quería comunicar?!

Algunos escritores acuden a la idea de que soy responsable de lo que digo, no de lo que tu entiendes; y a veces se aplica muy bien cuando hay deshonestidad intelectual.  Pero eso no quiere decir que uno no deba hacer su mejor esfuerzo por escribir bien lo que uno quiere decir. Y lo dejo aquí para no enredarme.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


26
Mar 20

El hombre y el bosque, y otras fábulas

Que sabroso fue encontrarme con fábulas de Esopo en un día que fue emocionalmente intenso para mí. Estos relatos y sus moralejas son cándidos y ricos en sabiduría, y yo tenía añales de no leer varios, uno tras otro, ¿cuántos añales? No se…quizás desde los años 80.

Mi abuela, Frances, y el volumen 17 de Harvard Classics.

Te comparto El hombre y el bosque:

Un hombre entró en un bosque un día con un hacha en la mano y rogó a todos los árboles que le dieran una pequeña rama que deseaba para un propósito particular. Los árboles eran bondadosos y le dieron una de sus ramas. ¿Qué hizo el hombre sino fijarlo en la cabeza del hacha, y pronto se puso a trabajar cortando árbol tras árbol? Entonces los árboles vieron lo tontos que habían sido al darle a su enemigo los medios para destruirse a sí mismos.

Esta me parece muy atinada porque me recordó a aquellos que están dispuestos a sacrificar la libertad a cambio de algo se seguridad; me recordó a los empresarios que promueven impuestos y privilegios; a los sindicalistas que se entregan al socialismo; a los periodistas que celebran dictaduras; a los curas que apoyan guerrilleros; y así.  Gentes que les dan a sus enemigos los medios para destruirse a sí mismos.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


25
Mar 20

Ser, o no ser…y mi padre como ejemplo

La lectura de hoy me trajo uno de los monólogos más célebres de toda la literatura universal: el que empieza con Ser, o no ser, ese es el dilema.

Harvard Classics, Vol. 46.

Esa frase de Hamlet me lleva al hecho de que el dilema fundamental es vivir, o morir.  Si morimos, ahí todo se acaba, no hay nada que discutir y está todo dicho y hecho.  Pero si vives la vida debe ser vida digna, vida floreciente, vida plena o vida feliz.  Como para los seres humanos la vida no sólo es biológica (como  para las amebas, las tortugas y los árboles) necesariamente tenemos que tomar las decisiones que favorezcan aquel tipo de vida.  Decisiones que no dañen aquel tipo de vida.  Vivir es lo que hacemos y nos pasa, escribió José Ortega y Gasset. Aquella toma de decisiones debe ser racional y ese es el origen no sólo de la necesidad de códigos éticos racionales que favorezcan el florecimiento; sino de los derechos que facilitan la cooperación social y, por ende, aquel florecimiento.

Dicho lo anterior, una de las cosas que más disfrutaba de mi padre era encontrarlo sentado en la sala de la casa, libro en mano, en las tardes cuando yo regresaba de jugar en la calle con mis amigos.  Ahí estaba él, en un rincón y acomodado.  Y se veía tan bien, galán como era.  Sereno y absorto.  Yo quería ser así…o, por lo menos, hacer eso.

Una tarde de aquellas me senté junto a mi padre con Hamlet en mano y lo empecé a leer. No recuerdo por qué elegí  Hamlet en particular; pero cuando mi padre me vio con eso me dijo que quizás debería leer algo más como para mi edad.  Yo calculo que tendría unos 10, u 11 años, entonces.  Y me dió Vida y combates de Luis Angel Firpo (un boxeador argentino).  Y me explicó que el libro había sido de mi abuelo, y que a él le gustaba mucho el boxeo. Recibí el libro e hice lo posible por leerlo, mas nunca lo terminé; y tampoco volví a Hamlet.  Pero empecé a cultivar un hábito de lectura.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


24
Mar 20

Hoy conocía a Guenevere

Pues hoy conocí a la reina Guinevere que, siendo esposa del rey Arturo tuvo un affaire trágico con sir Lancelot, que era caballero y amigo del Rey. Como las cosas se pueden poner muy mal, se pusieron mal y aquello terminó en la muerte de Arturo y la caída del reino.

Harvard Classics, Vol. 42.

El poeta William Morris escribió The Defence Guenevere, y te comparto las estrofas que más me gustaron:

“‘The thing they seem to mean: good friend, so dear

To me in everything, come here to-night,

Or else the hours will pass most dull and drear;

 

“‘If you come not, I fear this time I might

Get thinking over much of times gone by,

When I was young, and green hope was in sight:

 

“‘For no man cares now to know why I sigh;

And no man comes to sing me pleasant songs,

Nor any brings me the sweet flowers that lie

 

“‘So thick in the gardens; therefore one so longs

To see you, Launcelot; that we may be

Like children once again, free from all wrongs.

El poema se dejó leer rico y en el volumen que me tocó leer hoy está incluido The Lady of Shallot, por Alfred Tennyson poema del cual Loreena McKennit hizo una hermosa canción.

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¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


23
Mar 20

Una gacela, dos perros negros y una mula

No hay duda de que Las mil y una noches es uno de los más grandes libros de todos los tiempos; y hoy me tocó La historia del mercader y el genio.  De la lectura, la frase que me gustó, dice: Sow good, even on an unworthy soil; for it will not be lost wherever it is sown.

No la pude traducir a mi gusto; pero ahi te la dejo.

Harvard Classics, Vol, 16.

De paso, conocí Las mil y una noches y a Scherezade por Scheherazade del compositor ruso Nikolai Rimsky-Korsavov ca. 1973 y esa música me fascinaba.  Mi padre me contó la historia de aquella chica desafortunada y la música me fascinó más.  Esa música me transportaba y la oía con mucha frecuencia.

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Espero que la disfrutes.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


22
Mar 20

La tragedia de Fausto y una buena filosofía

¡Ay!, la Filosofía,
Medicina, Jurisprudencia también,
Y a mi costa la Teología,
Con trabajo ardiente, he estudiado.
Y aquí estoy, Pobre tonto,
No más sabio que antes.

Harvard Classics, Vol. 19.

Así se lamenta el doctor Fausto al comenzar La tragedia de Fausto, por Johann Wolfgang von Goethe.  Goethe a quien Federico Nietzsche llamó El Superhombre o Übermensch por sus virtudes, según me ha contado mi maestro, Warren Orbaugh.

Ayn Rand explicó que la filosofía estudia la naturaleza fundamental de la existencia, del hombre y de la relación del hombre con la existencia. A diferencia de las ciencias especiales, que se ocupan solo de aspectos particulares, la filosofía se ocupa de aquellos aspectos del universo que pertenecen a todo lo que existe. En el ámbito de la cognición, las ciencias especiales son los árboles, pero la filosofía es el suelo que hace posible el bosque; de modo que lo importante no es estudiar filosofía, sino estudiar una buena filosofía. No que no haya que estudiar filosofías, para ponerlas en evidencia cuando no son buen suelo.

La tarea de la filosofía es proporcionar al hombre una visión integral de la vida. Esta visión sirve como base, marco de referencia, para todas sus acciones, mentales o físicas, psicológicas o existenciales. Esta visión le dice la naturaleza del universo con el que tiene que lidiar (metafísica); los medios por los cuales debe lidiar con eso, es decir, los medios para adquirir conocimiento (epistemología); los estándares por los cuales debe elegir sus metas y valores, con respecto a su propia vida y carácter (ética) y con respecto a la sociedad (política); los medios para concretar este punto de vista le son dados por la estética, explica Rand.  Luego, ¿cómo puede, un doctor de la talla de Fausto, ser más sabio que antes, si no ha encontrado buen suelo, y buena filosofía?

¿Por qué supongo que Fausto no ha encontrado una buena filosofía? Porque anda buscando respuestas y poder en la magia y el misticismo.  ¿Ves que ha estudiado teología? ¡A su costo! Y en un espíritu más ligero, ¿qué sabemos de la teología? Es como estar en una habitación oscura buscando un gato negro que no está ahí; pero afirmarles a los demás, con seguridad: ¡Lo he encontrado!

Aunque La tragedia de Fausto está escrita en versos, como La Eneida, de ayer, me fue muchísimo más fácil leer aquella, que esta.  Mucho más fácil.

I HAVE, alas! Philosophy,
Medicine, Jurisprudence too,
And to my cost Theology,
With ardent labour, studied through.
And here I stand, with all my lore.

Poor fool, no wiser than before.

La lectura de hoy conmemora la muerte de Goethe el 22 de marzo de 1832.

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


21
Mar 20

Un escudo para Eneas

“Hijos míos, dijo Vulcano, “deja a un lado vuestras tareas; ahora debéis probar vuestra fuerza y ​​vuestra destreza magistrales. Forjad armas para un héroe; armas que requieren de vuestra fuerza, vuestra velocidad y todo vuestro fuego en formación”, dijo. Pusieron a un lado sus trabajos anteriores, y sus nuevos trabajos dividieron ansiosamente. Un torrente de plata fundida, bronce y oro, y acero mortal, en el gran horno pusieron; De esto, sus ingeniosas manos preparan un escudo, sólo lo suficiente como para sostener la guerra. Varios orbes dentro de una ronda espaciosa se cierran: uno agita el fuego y el otro sopla el fuelle. El acero silbante está en la herrería ahogada; La gruta con yunques golpeados gime alrededor. Por turnos sus armas avanzan, al mismo tiempo; Por turnos, sus manos descienden y los martillos repican. Convierten la masa brillante con pinzas torcidas; El ardiente trabajo continúa, con canciones rústicas, dice Virgilio, en LaEneida, al relatar cómo es que Vulcano y sus hijos forjan un escudo prodigioso para Eneas, a solicitud de Venus, padre del héroe troyano.

Harvard Classics, Vol. 13

¡Ah, chispas!, cómo me costó leer aquellos versos en inglés y admito que la traducción al español está fatal. Empero, es notable que en el Día mundial de la poesía, la asignación de lectura haya sido La Eneida; que es una epopeya que describe la destrucción de Troya y la  posterior fundación de Roma.

Con ocasión de esta conmemoración, es oportuno recordar algo que John Keating les dijo a sus estudiantes en La sociedad de los poetas muertos; No leemos y escribimos poesía porque es lindo; leemos y escribimos poesía porque somos miembros de la raza humana. Algo que no debemos olvidar en tiempos difíciles, digo yo. Y en esa dirección les comparto el poema If, de Rudyard Kippling, leído por Michael Caine.

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¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


20
Mar 20

Voltaire, Sir Isaac Newton y mi telescopio Clementine

Hallándose [Sir Isaac Newton] retirado en 1666, a causa de la peste, en soledad cerca de Cambridge; mientras caminaba un día en su jardín, y veía caer algunas frutas de un árbol, cayó en una profunda meditación sobre la gravedad, cuya causa había sido buscada durante mucho tiempo, pero en vano, por todos los filósofos, mientras que el vulgo pensaba que no hay nada misterioso en ello, cuenta Voltaire en una de sus Letters to the English, titulada On Attraction

Voltaire expresó algunos de sus intereses científicos y filosóficos en una serie de cartas en las que también mostraba su admiración por la tolerancia y la libertad de expresión que había en Inglaterra, mismas que el se esforzaba por introducir en Francia, explica Charles W. Eliot.

Harvard Classics, Vol. 34.

La lectura de hoy, con la pluma genial de Voltaire, me llevó a la teoría de la atracción, por medio de la cual Newton desvirtuó la teoría de los vórtices y la materia sutil que había sostenido René Descartes; y probó que la gravedad, la atracción y la cantidad de materia en los cuerpos eran lo que generaba las órbitas y mantenía a los cuerpo celestes en movimiento y en sus lugares unos con respecto a los otros.

Los vórtices pueden llamarse cualidades ocultas porque su existencia nunca fue probada. La atracción, por el contrario, es real porque se demuestran sus efectos y se calculan sus proporciones., escribió Voltaire al referirse a los descubrimientos de Newton.

Sir Isaac Newton, por cierto, murió el 20 de marzo de 1727

La lectura de hoy también incluyó On Sir Isaac Newton`s Optics; y Voltaire nos cuenta cómo es que Galileo, Kepler, Descartes y Newton, cambiaron el rostro de la naturaleza con respecto a nosotros.  Una naturaleza que para ser gobernada, tiene que ser obedecida, como nos ha advertido Ayn Rand y que, particularmente en estos tiempos, requiere de la mayor racionalidad y del método científico (no de lo oculto, ni del misticismo) para ser comprendida en algún grado de utilidad.

En fin, Voltaire nos lleva por el célebre experimento newtoniano del prisma para descubrir los colores de los que se compone la luz blanca. Sir Isaac Newton ha demostrado a simple vista, con la simple ayuda del prisma, que la luz es una composición de rayos de colores que, unidos, forman un color blanco. Él divide un solo rayo en siete, todos los cuales caen sobre un lino o una hoja de papel blanco, en su orden, uno encima del otro, y a distancias desiguales. El primero es rojo, el segundo naranja, el tercero amarillo, el cuarto verde, el quinto azul, el sexto índigo, el séptimo un violeta violeta. Cada uno de estos rayos, transmitidos luego por otros cien prismas, nunca cambiará el color que lleva; de la misma manera, como el oro, cuando se purga completamente de su escoria, nunca cambiará después en el crisol. Como prueba superabundante de que cada uno de estos rayos elementales tiene inherentemente en sí mismo lo que forma su color en el ojo, tome un pequeño trozo de madera amarilla, por ejemplo, y colóquelo en el rayo de un color rojo; esta madera se teñirá de rojo al instante. Pero póngalo en el rayo de un color verde, asume un color verde, y así de todo lo demás. ¿De qué causa, por lo tanto, surgen los colores en la naturaleza? No es más que la disposición de los cuerpos para reflejar los rayos de cierto orden y absorber todo el resto, escribió Voltaire.

Clementine y yo, cuando vivía en La Antigua, ca. 1994.

Al final, Voltaire explica que Sir Isaac Newton inventó el telescopio reflectario y he tenido dos.  A mi favorito lo llamaba Clementine, en honor al  Deep Space Program Science Experiment lanzado en 1994.  Newton inventó un telescopio que descubre objetos por reflexión y no por refracción. Los telescopios de este nuevo tipo son muy difíciles de fabricar y su uso no es fácil; pero, según los ingleses, un telescopio reflector de solo cinco pies tiene el mismo efecto que otro de cien pies de largo, apuntó Voltaire. Ahora no tengo telescopio…pero en una de esas…

¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.

El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.


19
Mar 20

Heródoto en Egipto

Las pirámides también eran más grandes de lo que las palabras pueden describir, y cada una de ellas es igual a muchas obras de los helenos, por grandes que sean; pero el laberinto supera incluso a las pirámides, dice el historiador griego, Heródoto en su descripción del antiguo Egipto; y luego añade que el lago que se llama lago de Moiris, a lo largo del cual se construye este laberinto, causa una maravilla aún mayor.

Harvard Classics, Vol, 33

Nunca he estado en Egipto; pero la primera vez que estuve en Nueva York sólo tenía una mañana libre y tuve que decidir qué hacer con ella en la Gran Manzana.  Lo que decidí fue ir al Metropolitan Museum of Art y concentrarme en la sección egipcia.  Quería ver momias y tenía en mente una pieza en particular: William el hipopótamo, aunque en aquel tiempo no sabía que se lo conocía con ese nombre. Esa pieza, su color y su textura, me llamaban la atención desde que era niño y la había visto en mi legendaria Enciclopedia estudiantil.
La sección egipcia no me decepcionó y aún tuve tiempo de pasar rápidamente por una exhibición temporal sobre arte bizantino.
Es fascinante que, ya para la época de Heródoto (siglo V antes de la era común) , la civilización egipcia era una civilización antigua. Cicerón se refirió a Heródoto como El padre de la historia.  En la actualidad nada se sabe del laberinto descrito por Heródoto ni del lago.
¿A qué viene esto? A que en estos días de recogimiento, por decir algo, dispuse leer lo que toque de The Harvard Classics, de acuerdo con su guía de lectura Fifteen Minutes a Day.  Dicha guía le permite, al lector viajar por las mentes y los escritos de algunos de los más fascinantes pensadores de todos los tiempos…y algunos no tan fascinantes.
El editor, Charles W. Eliot, que fue presidente de la Harvard University, más de una vez dijo en público que, en su opinión, un estante de cinco pies, podría contener suficientes libros para permitir un buen sustituto para una educación liberal, a cualquiera que los leería con devoción, incluso si sólo dispusiera de quince minutos al día para leer.  En fin, The Five-Foot Shelf of Books fue uno de los regalos que mi abuela, Frances, me regaló cuando me gradué de bachillerato en 1979.  De cuando en cuando acudo a la colección para consultas en casa; pero hoy decidí leer las lecturas asignadas cada día durante el distanciamiento social, para leer temas distintos a los que suelen ocupar mis momentos de lectura por trabajo y por placer, que al final resultan ser lo mismo.