El domingo pasado, el coronel activo Edgar Rubio Castañeda iba a presentar su libro Guatemala: narcoestado y oligarquía en la Feria Internacional del Libro, acto que no ocurrió porque los integrantes del ejército no deben participar en actividades a las que se les pueda asignar una connotación de tipo político, dijo el presidente y comandante general de la institución armada, Bernardo Arévalo. Estoy de acuerdo con la decisión del Presidente y, ciertamente, la prohibición no constituye una violación a la libertad de expresión.

Los militares de alta deben respetar la naturaleza obediente y no deliberante del ejército. La ilustración es de Grok.
¿Por qué?
La Constitución Política de Guatemala , en su artículo 244, establece que el ejército es esencialmente profesional, apolítico, obediente y no deliberante. La participación de Rubio Castañeda en un foro público para discutir un libro que aborda temas políticamente sensibles, como el narcotráfico y la oligarquía, podría percibirse como una intervención en debates políticos, contraviniendo este mandato. El Mindef, al prohibir su participación, buscó proteger la neutralidad institucional del ejército, especialmente en un contexto donde el libro podría interpretarse como una crítica al gobierno, y a sectores poderosos.
El Código Militar de Guatemala (Decreto Número 2140, con reformas posteriores) y la Ley Constitutiva del Ejército (Decreto 72-90) establecen disposiciones claras sobre la apoliticidad y los deberes de los oficiales del ejército, incluyendo restricciones a la participación en actividades políticas y la expresión de opiniones que puedan interpretarse como deliberación política.
En términos hayekianos, el ejército es un taxis o un orden creado en el que sus miembros —en sus actuaciones como miembros del orden— tienen que atenerse a los objetivos y naturaleza del taxis. Cuando los miembros de un taxis acceden voluntariamente a ser parte de ese tipo de orden, libremente aceptan respetar el orden y sus normas particulares. Por ejemplo, ni los militares, ni los soldados pueden votar. De ahí que la obediencia a la jerarquía del taxis no sea una violación de la libertad.
El Código Militar y el Reglamento General de Deberes Militares exigen que los oficiales activos mantengan disciplina y eviten acciones que puedan generar divisiones internas, o cuestionar la cadena de mando. Rubio Castañeda, al identificarse como arbencista (una postura asociada al socialismo) y criticar estructuras de poder, podría generar tensiones dentro del ejército, una institución que históricamente ha enfrentado pugnas ideológicas. La prohibición del Mindef buscó evitar que un oficial en activo socavara la unidad institucional, especialmente tras las repercusiones de su libro anterior, Desde el cuartel, que llevó a recomendaciones de baja y denuncias por hostigamiento, según me cuentan amigos que saben de esto.
Guatemala tiene un historial de intervencionismo militar en la política. Los acuerdos de apaciguamiento de 1996 enfatizaron la subordinación del ejército al poder civil y su despolitización. Permitir que un coronel en activo participe en un foro público sobre temas políticamente cargados podría sentar un precedente para que otros militares expresen opiniones políticas, lo que podría debilitar la confianza en las instituciones democráticas y reavivar percepciones de un ejército politizado.
El Mindef no prohibió la publicación ni la venta del libro (no ha sido censurado), sino la participación de Rubio Castañeda en un foro público mientras estuviera en servicio activo. Esto sugiere que la restricción se centró en su rol como militar, no en su derecho como ciudadano a expresarse. La decisión se alinea con el artículo 248 de la Constitución, que limita ciertos derechos políticos de los militares en activo, como el sufragio, o la petición en materia política, para garantizar la apoliticidad.
En un país donde el sistema republicano aún no se consolida, preservar la neutralidad del ejército es crucial para evitar retrocesos hacia un pasado de injerencia militar. La disciplina militar no es censura, sino un pilar de la estabilidad republicana.