¿Negocios en el ejército?

El Cuerpo de ingenieros del ejercito invertirá Q105 millones para la construcción de caminos rurales; y el Congreso recibió  una iniciativa de ley en la que el el presidente, Jimmy Morales, pretende la creación de la Secretaría del Sistema Nacional de Gestión Integral de Riesgo de Desastres, que sustituiría a la Secretaría de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres. Ambas son malas ideas.

Maquinaria que se usa para construcción de carreteras. La foto es de elPeriódico.

Debido a la reconocida eficiencia castrense y al reconocidísimo compromiso de la oficialidad y la tropa a la hora de desastres, emergencias y al de hacer rápido y bien las cosas, es tentador involucrar a las fuerzas armadas en tareas que le son ajenas. Tareas en las que está bien que sea auxiliar a la hora de los cuentazos; pero que no le son propias. Eso no es buena idea.

¿Cuáles son las tareas propias del ejército de Guatemala? Mantener la independencia, la soberanía y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior.

Habiéndo una Dirección General de Caminos, cuya misión es planificar, diseñar, ejecutar y supervisar las obras de  construcción, mejoramiento, ampliación, reconstrucción y mantenimiento  de las carreteras, es absurdo que esas tareas se dupliquen y se le encomienden al ejército. Quizás sea cierto que la DGC es ineficiente y quizás sea cierto que no tiene el apoyo presupuestario, el apoyo administrativo y el apoyo político necesarios para cumplir con su misión; pero aquello se resolvería dándole aquellos apoyos, en vez de distraerlos hacia la institución armada. Y en última instancia, en un mundo racional, ¿para qué querríamos que los burócratas y políticos hicieran carreteras?

Habiendo una Conred, cuya misión es  prevenir, mitigar, atender y participar en la
rehabilitación y reconstrucción por los daños derivados de los efectos de los desastres, es un despropósito encomendarle esas tareas al ejército.  Quizás sea cierto que la Conred es ineficiente y quizás sea cierto que no tiene el apoyo presupuestario, el apoyo administrativo y el apoyo político necesarios para cumplir con su misión; pero aquello se resolvería dándole aquellos apoyos, en vez de distraerlos hacia la institución armada.

El traslado de responsabilidades ajenas hacia la institución castrense no sólo desnaturaliza la administración pública (y a las fuerzas armadas), sino que pone en riesgo al ejército y a sus miembros en áreas donde no debería estar involucrado. La participación de oficiales del ejército en negocios, compras, contrataciones, repartición de rentas y otras actividades propias (o usurpadas) de la burocrácia eleva exponencialmentre las posibilid des de corrupción dentro del ejército. Al final del día, aquella exposición innecesaria mina la necesaria capacidad del mismo para mantener la independencia, la soberanía y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior, a la hora de rajar ocote

Yo le agradezco al ejército -a sus oficiales y a su tropa- haber evitado que en Guatemala se estableciera una tiranía al estilo de las que sangran a los venezonalnos y a los nicaragüenses, siervas -ambas- de la que ha sangrado a los cubanos.  Respeto a los buenos oficiales y a los buenos soldados que dieron sus vidas, sus integridades físicas y pusieron en riesgo sus honras para evitar que en Guatemala se estableciera el tipo de dictadura que los marxistas, leninistas y maoistas de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (y grupos afines) querían imponer a sangre y fuego.  Y por eso me preocupa que se desnaturalice a la institución armada (involucrándola en tareas que le son ajenas) y que se la exponga al cáncer de la corrupción propio de la arbitrariedad en la administración gubernamental.

Si los políticos y burócratas insisten en hacer carreteras (en vez de quitar obstáculos para que los interesados las hagan) y si es necesaria (que lo es) una coordinación en casos de desastres, lo que hay que hacer es fortalecer las dependencias que ya existen para esos propósitos.  El involucramiento del ejército en aquellos asuntos (y en los negocios que implican) sólo puede tener muy malas consecuencias no intencionadas.

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