04
Abr 15

¡La tercera alfombra fue un éxito!

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Las tradiciones nos presentan la oportunidad perfecta para enriquecernos cultural y afectivamente.  Nos sirven para  aprender acerca de costumbres y prácticas que en muchos casos son inmemoriales; y que se han adaptado, o han permanecido prácticamente inmutables. Por eso es que practico algunas tradiciones -aunque no esté de acuerdo con la filosofía de muchas de ellas-.  Es que me gusta el encuentro entre generaciones; el establecimiento y fortalecimiento de vínculos culturales, históricos, familiares, y amistosos; la tarea en común y la recompensa alrededor de la mesa generosa.

Los lectores descuidados creen que porque uno es individualista debería rechazar las prácticas culturales colectivas.  Empero, no hay nada en el individualismo metodológico que apunte en esa dirección; y ciertamente no hay nada en el individualismo -como principio según el cual los hombres poseen  derechos inalienables que no les pueden ser arrebatados por ningún otro hombre, ni tampoco por cualquier número, grupo o conjunto de hombres- que apunte hacia aquella creencia.

Las tradiciones colectivas son parte de la evolución social y la enriquecen.  Son parte del largo proceso de prueba y error por medio de cual crece y prospera una sociedad.  No sólo de forma, sino también de fondo.  Las tradiciones dan un sentido de pertenencia: a este grupo de amigos, a esta familia, a este clan, o a esta tribu…en estas circunstancias particulares.

Dicho lo anterior, de verdad les agradezco a mi bisabuela, a mis abuelas, a mis padres, a mis amigos y a todos los que no sólo me enseñaron a disfrutar de las tradiciones y de la alegría de celebrarlas en compañía de quienes uno ama, respeta, o admira; sino que me permiten ser parte de ellas.  ¡Mi vida es muchos más rica gracias a las experiencias, y a quienes me acompañan en el camino de vivirlas!

Este año, como en 2013 y 2014,  hicimos alfombra con unos amigos en la Quinta avenida y Primera calle de la zona 1. Las alfombras son componentes propios e indispensables de las procesiones chapinas. En su libro, Alfombras de aserrín,  Amelia Lau Carling cuenta que La semana antes del domingo de Pascua…los vecinos crean alfombras de aserrín teñido, de flores y de frutas sobre el camino de muchas procesiones.  Año tras año las hacen con nuevos diseños.  Año tras año las procesiones marchan sobre ellas, destruyendo sus dibujos al pasar.  De niña en Guatemala, mi hogar era el de una familia china que se aferraba a sus costumbres.   Pero la semana santa era una temporada como ninguna otra hasta para una familia china tan tradicional como la nuestra.  Con los vecinos nos juntábamos en las aceras para admirar las alfombras antes de que los cortejos caminaran sobre ellas.  Viendo las procesiones, yo sentía que la historia que narraban ocurría ahí mismo.  Y la belleza de los breves tapices creados con tanto primor se ha quedado grabada en mi corazón.

Elegí este relato porque Amelia expresa muy bien mis propios sentimientos frente a las alfombras; porque la familia de Amelia vivía en la Quinta Avenida de la zona 1, a unas cuadras donde vivía mi tatarabuela, Gilberta y su familia, sobre la misma avenida en la que hicimos la alfombra del viernes; y porque este año –por tercera vez en mi vida– estuve involucrado en la elaboración de una alfombra de aquellas.

Al describir el proceso, Amelia cuenta que Primero puso una capa de aserrín natural y la regó con agua.  En seguida sus ayudantes dibujaron sobre ella las figuras de aserrín coloreado.  Se encaramaban sobre  tablas para alcanzar los lugares que debían adornar sin estropear lo que ya habían hecho.  Con un colador y unos esténciles de cartón, pasaban finas lloviznas de colores.  Cuidadosamente medían los diseños, siguiendo las instrucciones…luego otro ayudante pasaba por toda la alfombra con una regadera muy fina de agua, “pish, pish”, para que el aserrín quedara bien plano.  Ay, que linda era.  ¡Parecía una alfombra de verdad!

Como los dos años anteriores, luego de elaborar la alfombra doña Yoli nos invitó a almorzar los tradicionales bacalao a la vizcaína, curtido y moyetes.  ¡Que le salen deliciosos!  Una buena recompensa por unas 5 horas de trabajo…que no cuentan como trabajo porque es un agradable encuentro entre viejos y nuevos amigos, acompañado por buenas bebidas y cositas variadas para comer. Cansados, claro, pero siempre dispuestos a reírnos y a disfrutar de todo lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacífico.  Le haim.

La foto de arriba es por Raúl, de Así es la vida; y el de la foto de abajo, por José Eduardo,  es el equipo que elaboró la alfombra frente a la casa de doña Yoli (aunque faltaron, en la foto, Erick y Andrés).

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01
Abr 15

¡Pero qué bacalao tan bueno!

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Este año el bacalao lo hicimos con cebollas cultivadas en nuestro balcón y con tomates frescos y bien maduros de la finca Bejo; y como dijeron Les Luthiers: el bacalao es alabao.  Por motivos de agenda, el bacalao que tradicionalmente se almuerza el viernes -en Guatemala-, en casa lo almorzamos hoy,  miércoles.   Y luego comeremos un poquito el jueves y otro poquito  el viernes y el sábado rasparé la olla con buen pan hasta que no quede nada de nada.  A veces me gusta comerlo frío, como boquita para un buen whisky.

En casa lo cortamos en cubos y le cambiamos de agua unas tres o cuatro veces a lo largo del día para quitarle la sal. Luego colamos los cubos y los secamos bien, bien y  los freímos en abundante (generosamente abundante) aceite de oliva, cebollas rodajadas finamente, ajos picados y tomates asados y licuados, con chiles guaque y chiles pasa asados; a esa salsa le añadimos tiras de chiles morrones, aceitunas rellenas de pimientos y alcaparras sin sal. Luego lo comemos sobre arroz blanco, y en su salsa remojamos pan francés de horno de leña. Con lo que hay que tener cuidado es con quitarle bien la sal.  ¡Es espantoso el bacalao salado!  Este año los comimos acompañados por tamalitos de viaje con queso, hechos por doña Rosa; y con pan de cebollas y semillas de amapola, hecho por nuestra amiga, Carmina.  La sangría para acompañar el almuerzo me salió magnífica, muy delicadamente sazonada con un toque de licor de pêche du Verger.  De postre hubo miel de garbanzos, de la Costa Sur.

Recuerdo que desde muy niño me gustaba mucho este plato emblemático de la temporada.  En aquel tiempo aún el bacalao de mejor calidad venía con espinas; de modo que a los niños nos vigilaban cuando comíamos el pescado y uno ya se sentía grande cuando podía comerlo por su cuenta.

No recuerdo cuándo fue la primera vez que preparé mi propio bacalao y voy  a aventurar la idea de que puede que haya sido muy a principios de los 90.  Antes de eso lo comía en casa de mis padres, o en las casas de mis abuelas, donde, además, a veces hacían el también tradicional pescado seco chapín, envuelto en huevo y con vegetales.   Ese también es una delicia.  En Guatemala le llaman bacalao a cualquier pescado seco y salado; pero el bacalao en casa es bacalao de verdad.


01
Abr 15

¡Que delicia el dulce de garbanzos!

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No hay duda; mi dulce favorito de la temporada es el de garbanzos.  El sabor de los garbanzos se combina deliciosa y delicadamente con la miel y la canela; y me transporta a mi niñez.  Me encantan su sabor y su aroma, su color y su textura.  Me divierte verles sus caritas de pollito a los garbanzos; y por eso es que se llaman chickpeas en inglés.  Pienso en Cicerón porque cicer significa garbanzo.

En mi casa hay dos tradiciones de dulce de garbanzos. Los de la foto cuya receta viene de mi madre, de mi tío Rony,  su tío abuelo Pancho y mi tía abuela La Mamita.  Y también hacemos la miel de garbanzos con frutas, que es la forma tradicional de la Costa Sur, especialmente si en la miel se remoja el pan de yemas.

Parece increíble que en la antiguedad estas delicias fueran asociadas con la frugalidad e incluso con la rudeza.  Los griegos comían garbanzos en los banquete fúnebres, y me pregunto si es por eso que este dulce es tradicional de esta temporada chapina tan asociada con la muerte; o si bien, el hecho de que la receta de la Costa incluya frutas alegres se relacione con el aspecto más hermoso de la temporada que es el principio de la primavera y el retorno de los día soleados (frente al largo invierno del hemisferio norte).

En la ciudad de Guatemala, los garbanzos en dulce se preparan en una miel de agua, azúcar y canela. La noche anterior se dejan en agua, con un toque de bicarbonato y en la mañana se pelan laboriosamente, muy laboriosamente. Luego se cuecen y cuando están cocidos se cuelan y se apagan inmediatamente en la miel para que calen bien.

Hace dos años, ¡dos de mis fotos de garbanzos en dulce fueron publicadas por la Revista D!; y el año pasado ¡una de esas fotos apareció en el diario Siglo 21!


31
Mar 15

¡Ya vino el pan!

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¡Ya vino el pan que nos envían de la Costa Sur!  Es inconfundible al aroma que le dan el  horno de leña, la leche ordeñada el mismo día en que se hizo el pan, la mantequilla y los huevos de las gallinas de la vecindad.  Hecho, además, con cariño y a manopor mi cuata Shalvy.   ¡El aroma y el sabor de esos panes son la vida!

La tradición de hacer y compartir pan en esta temporada es una de mis favoritas. El aroma, el sabor y la textura del pan hecho en casa son primigenios y nos conectan con la historia, con la tierra y  con las costumbres que enriquecen nuestras experiencias de vida.  ¡Por eso es que el pan es bueno para celebrar la vida y lo que la hace buena!  En Occidente, el pan está vinculado a la civilización y la cultura.

En la Costa Sur de Guatemala, se acostumbra preparar pan para Judas. La costumbre es que, el miércoles, grupos de jóvenes van de casa en casa y por las calles con música y pidiendo pan. La gente le da pan a Judas y por unos pesos los jóvenes bailan con el apóstol y con quienes les dan dinero y pan.   Y…¿para qué quiere pan, dinero, chocolate, miel de garbanzos u otra especie que reciba Judas?   Para las conmemoraciones de la noche en las que participa todo el que quiera.

También es costumbre que la gente intercambie pan.   Sospecho que esta costumbre tiene sus raíces en  aquellos tiempos en los que  las panaderías cerraban durante el asueto de esta semana y, en consecuencia,  la gente tenía que hacer su propio pan. Y luego…la necesidad se hizo fiesta, como puede ocurrir. La comida se disfruta más cuando se hace compartida; y especialmente cuando se comparte con quienes se les tiene cariño, amor, respeto y admiración.  Sospecho que, en parte, la tradición de llevar y traer pan tiene que ver con una celebración de la abundancia; pero también de la generosidad, porque aún los que menos tienen…tienen algo de pan para compartir.

Hace cuatro años hicimos el pan en la casa y salió sabroso; pero como no tenemos horno de leña, faltó aquel toque especial.

En la Costa Sur chapina  la costumbre es remojar el pan en la miel de garbanzos; y a mí me gusta mucho así, o remojado en leche, o en chocolate…o sólo por pedazos.


31
Mar 15

Deliciosos moyetes para las fiestas

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Los moyetes son parte del menú de postres propios de muchas celebraciones chapinas: Del Día de los muertos, y de las de estas fechas, por ejemplo.  Los moyetes o molletes son uno de mis postres chapines favoritos.  No los hacemos en casa porque son algo complicados de preparar, y a mí no se me dan bien los envueltos en huevo.   Básicamente son panes de manteca o moyetes rellenos con crema y aderezados con pasas y ron, envueltos en huevo y remojados en una miel de azúcar.

El de la foto es de Nutripunto, una de las cafeterías de la Universidad Francisco Marroquín.  Doña Paca los prepara delicados y deliciosos.  La miel les cala hasta adentro y son un sueño.  Los moyetes se distinguen de las torrejas chapinas porque estas no tienen relleno, aunque son muy sabrosas.  Este moyete me lo desayuné acompañado de un exquisito jugo de zanahorias.

La palabra moyete o molllete se refiere tanto al tipo pan que se utiliza para preparar este postre, como al postre mismo, de modo que puede ser confusa.  Moyete le apodaba, mi hermano Gustavo, a mi sobrino Luis Andrés cuando era un bebé; y moyete es el nombre de un negocio de mi amiga querida.


17
Mar 15

Mangos en dulce, otro anuncio de la temporada

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El aroma y el sabor de los mangos en dulce, así como los de los jocotes marañones y el dulce encanto de los corozos son anuncios inquívocos de que hay que sacar las bermudas y las sandalias.  ¡Llegó la época de calor a Guatemala!

A algunos los llama la playa y a mí me llaman las montañas. Esta es la temporada en la que los cinco sentidos explotan con los estímulos más variados e intensos.

El sabor y el aroma de los mangos son inconfundibles y se infusionan en la miel que, en casa, sazonamos con canela, clavos, pimientas negras y pimientas de Chiapas.  Yo me imagino que los mangos amarillos y brillantes son frutos que han capturado  luz del sol y la traen a mi mesa para que me la goce.


25
Dic 14

Maravillosos fuegos artificiales de Nochebuena

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¡Que cantidad de pólvora queman los chapines en la Nochebuena!  Es maravilloso el espectáculo de miles y miles de juegos pirotécnicos que se encienden desde las 11:45 hasta casi las 0:30 durante esta fiesta.   Lo mejor, claro, es a la media noche.  El cielo oscuro de toda la ciudad de Guatemala se enciende con luces de colores y formas creativas e impresionantes.

Este año tuvimos la buena idea de subir al tejado para ver el espectáculo.  El vídeo muestra casi 360 grados de hermosos colores, formas y estallidos.  Algunos muy cercanos -digamos 100 metros- y algunos hasta en los últimos rincones de la meseta que ocupa esta ciudad.

¡Por supuesto que no hay Navidad chapina sin cohetes!  Cuando yo era niño los cohetes y fuegos artificiales no eran tan complejos e impresionantes.   Había unas varas y unas candelas romanas que arrojaban luces; pero nada parecido a lo que disfrutamos ahora.  A mí me gustaban mucho los volcancitos, los silbadores y las estrellitas.  También unas bolitas de colores que tronaban cuando uno las arrojaba contra el piso.  Me gustaba quemar cohetillos de ametralladora uno por uno y -a principios de los 80, con mi amigo Bobby- hicimos con un tubo de metal y el cabo de una escoba, sendas pistolas para arrojar cohetillos.  Los copiamos de unos niños que los tenían en San Lucas Tolimán y eran muy divertidas.  Lastima que me deshice de la mía.


25
Dic 14

La alegria del desayuno de Navidad

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¡Como me disfruto mis dos tamales para el desayuno de Navidad! Uno negro y el otro colorado; este año acompañados por algo que no había probado antes: la torta de recado, tradicional de la Costa Sur de Guatemala. Un desayuno digno de la Saturnalia.

Este año he gozado de buenos tamales: los de Majito, los La Yoli, y los de Ana María; estos últimos según la receta de su mamá: Chabe, a quien recuerdo con mucho cariño.

¡Gozo muchísimo cuando abro las hojas de maxán y de plátano y me encuentro con los colores brillantes de estas delicias de la cocina guatemalteca!  Los aromas intensos de ambos tamales invaden mi cuerpo y mi mente y me llevan por una montaña rusa de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando la masa gentil y el recado poderoso llegan a mi paladar.  A mí me gustan los tamales de masa suave de maíz.

Tengo la dicha de recordar los tamales que hacía  mi bisabuela, Mami y los de mi tia Baby.  Y los de mi tía abuela, La mamita, que  nos hacía tamales pequeños para los niños.   A estos los recuerdo pequeños, como de 2 x 2 pulgadas, bien doblados y bien amarrados.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz.   El rrecado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más delicados de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina, pollo y res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la Costa Sur- no se usa el recado propio del altiplano, sino una especie de mole.

Los tamales tienen raices precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente occidentales. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de maxán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las almendras, las aceitunas y sospecho que también las ciruelas.

La gracia de los tamales no está sólo en la masa y en el recado, sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado elegante y apropiadamente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy dura. Hacer tamales el algo complejo y elaborado que requiere de muchos procesos.   Hay que lavar y asar las hojas.  La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con mucho talento.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre enSan Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo.  Si quieres un tamal memorable, el  teléfono de doña Estelita  es 2474-0260.


16
Dic 14

Veinticuatro diablos en Ciudad Vieja

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La escena del vídeo es una de la tradición de los Veinticuatro diablos que tuve la dicha de ver en Ciudad Vieja el 7 de diciembre pasado.  Normalmente en ese día participo en la, también tradicional, quema del diablo; pero este año hubo cambio de planes y pude disfrutar de la hospitalidad de aquel pueblo vecino a La Antigua Guatemala.

Yo había oído de la famosa tradición de loas en Ciudad Vieja y tenía muchas ganas de ir y conocerla.  El baile de los 24 diablos, o de la Legión de los 24 diablos es un representación evangelizadora virreinal en la que Satanas y su legió se disputan el alma de una pecadora.  Independientemente de su contenido religionista, es una clásica representación de la lucha del bien contra el mal.  En este caso el diablo se gana el alma de la pecadora y la idea de fondo es meterle miedo a la gente para que no se opusiera a las enseñanzas de la Iglesia.

Me impresionaron la calidad de las máscaras y los trajes; así como el hecho de que los participantes eran mayoritariamente jóvenes.  La música de guitarra y acordeón lo transporta a uno en el tiempo; y la orquesta de diablos es encantadora.  La iconografía es impresionante: la muerte con su guadaña de huesos, o los diablos que portan atributos como una quijada de burro, o un báculo con una bola 8.  Me alegró mucho la hospitalidad de la gente de Ciudad Vieja, que nos hizo sentir muy a gusto.  Lo que no puedo quitarme de la cabeza porque me pareció particularmente encantador era el gruñido que hacían los diablos en vez de aplaudir las palabras de su rey Lucifer.  Era un gruñido muy especial.

El 7 de diciembre, en Ciudad Vieja, hay más que fiesta.  Vimos, también, un gran desfile de por lo menos 39 carrozas con musicón para acompañar igual número de coreografías, siendo la mas emblemática el Baile de los viejitos, que puede ser visto en el vídeo de abajo.

Quedé con muchas ganas de volver el año entrante.

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15
Dic 14

¡Que maravilla las Luces Campero!

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Lo que más me gusta de las Luces Campero es que hacen que me maraville como cuando era niño.  ¿Sabes? Esa sensación de que estás en la presencia de algo admirable y extraordinario.  No es sólo la pirotecnia con sus luces y sus formas; sino las reacciones de la gente alrededor de uno.  Es lo grande de los fuegos artificiales.  Y cuando el niño da paso al adulto, son el arte, la tecnología y la ciencia que hay detrás del espectáculo, lo que me deja boquiabierto frente a las luces.

Las luces se dejan ver durante 30 minutos, son más de 75 mil y suben hasta 250 metros.  Este año estoy seguro de que vi muchas innovaciones.  Estoy seguro de que las luces eran más complejas.  Hubo muchas sorpresas.

Me gustan los retumbos de los estallidos y la sorpresa detrás de cada uno.  ¿Qué forma tendrá? ¿De qué colores será? ¿De qué tamaño?  Así una tras otra y cada tanto, una de ellas hace que uno exclame un ¡Ah!, un Wow!, o un ¡Oooh!  No importa si eres un niño de brazos, o si a los 80 todavía puedes ver el mundo con ojos de crío, las Luces Campero son capaces de sacar lo mejor de ti del mismo modo en el que lo sacan lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacífico.