20
Dic 19

Regalos y fiestas de fin de año

¿Qué es lo mejor de las fiestas de fin de año? El espíritu benevolente casi generalizado no sólo entre la familia y con los seres queridos más próximos, sino con amigos viejos y nuevos, e incluso con desconocidos. Ese espíritu suele expresarse en regalos y yo soy el peor regalador que hay de este lado de la Vía láctea y anexos.

En casa de mis padres –y abuelas– había dos formas de entregar los regalos (siempre a las doce en la Nochebuena). Una era que se colocaban los de cada persona en montones separados y cada quién se ocupaba de su montón. Y eso era divertido cuando uno era niño y recibía muchos regalos.

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Soy de los que cree que las ceremonias y las tradiciones tienen mucho valor para tender lazos entre las generaciones y crear recuerdos.

Mi forma favorita era cuando los regalos estaban mezclados y mi padre iba repartiendo de forma aparentemente aleatoria mientras decía Para Fulano, de Mengano y todos esperábamos que el paquete fuera abierto y entre Ohs! y Ahs! agradecíamos el regalo (aunque el regalante no estuviera con nosotros). Era una ceremonia que le daba contexto a la alegría de recibir presentes. Soy de los que cree que las ceremonias y las tradiciones tienen mucho valor para tender lazos entre las generaciones y crear recuerdos. Creo que al abrir regalos deberíamos sentirnos agradecidos.

¿Sábes qué me entristece alguito y me incomoda otro poquito? Esos niños y sus padres que no pueden esperar a la media noche y abren los regalos sin contexto; es decir sin darle significado al acto de dar y recibir porque alguien les tiene cariño y los valora. También esos niños que atacan los regalos como pirañas en un frenesí de codicia.

Cuando era niño, fue mi tía Paty quien me enseñó a comprar regalos para mis abuelas, padres, tíos y hermanos; porque de niños estábamos acostumbrados sólo a recibirlos. Ella nos daba unos pesos y nos llevaba a comprar chalchigüites que comprábamos y envolvíamos con mucha ilusión.

Ahora, a mí me cuesta mucho elegir regalos y generalmente busco obsequios con significado, o con valor objetivo. Los niños de mi familia no disfrutaban mucho eso cuando eran chicos; pero ahora ya valoran mis regalos…creo. Eso sí, siempre van con cariño.

Te deseo paz y alegría en estas fiestas.

Columna publicada en elPeriódico.


19
Dic 19

Doña Estelita y los tamales

¿Te ha pasado que -sin proponértelo- llegas a tiempo para ser testigo de algo encantador y lleno de significado e historia?  Eso nos pasó el miércoles cuando llegamos a casa de doña Estelita de Alburéz a por nuestros tamales de la temporada.  La halllamos frente a la mesa, envolviendo tamales, en compañía de sus asistentes. Y tuvo le gentileza de dejarme grabarla.

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Los tamales colorados y negros de doña Estelita son mis favoritos en todo el universo mundo; y desde mediados de los años 80, en casa comemos sus tamales que son basados en  la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo. Nota el primor y la excelencia con la que envuelve los tamales, son los mismos primor y excelencia con la que prepara las masas y los recados de sus tamales negros y colorados.

Este año es una dicha especial contar con sus tamales porque enfermó y sólo hizo unos pocos.  Sirva esta entrada como una expresión de cariño, admiración y agradecimiento por tantos años de alegría que ha llevado a nuestra mesa del desayuno navideño y del desayuno del nuevo año.  ¡L`chaim por doña Estelita para quien van sólo buenas vibras!


14
Dic 19

Alegres toritos

¡Chispas!…este año por poco y nos quedamos sin toritos a causa de la lluvia.  Ya habíamos cancelado el paseo para buscarlos en el centro de la ciudad; pero a última hora dejó de llover y nos animamos a salir.  ¡Que bueno que lo hicimos porque los toritos estuvieron muy buenos.

De los cuatro que vimos este fue el mejor; y en esa cuadra quemaron cualquier cantidad de pólvora; aún dentro de los estándares de esta fiesta, la cantidad de pólvora que hicieron tronar ahí -entre bombas, ametralladoras, misiles y otros fuegos artificiales- fue más que espectacular.

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Los que visitan Carpe diem desde hace tiempo saben que me encantan los toritos y que voy a buscarlos al centro de la ciudad cada 12 de diciembre.

Parte de la gracia de los toritos es correr por las calles para ir a su encuentro; y hacerse a un lado y correr cuando se aproximan fieros y echando luces y humo por todas partes.

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Cuando yo era niño, los relatos de mi tía abuela, La Mamita, acerca de toritos durante las festividades tradicionales me maravillaban. Yo tenía muchas ganas de ver toritos y no fue hasta hace relativamente pocos años que vi el primero en San Juan del Obispo. Desde entonces pocas cosas me divierten tanto y me ponen tan contento como salir a buscar toritos y verlos desplegando sus fuegos y sus colores entre la gente que se les acerca y les huye.

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Hay toritos en muchas fiestas chapinas; y los de estos vídeos son durante la fiesta de Guadalupe. Mis lugares favoritos para verlos son los barrios de las zonas 1 y 4 en el extremo norte de la Avenida Elena, digamos que entre el callejón de Maravillas y el INCA.


11
Dic 19

¿Qué se necesita para las fiestas chapinas de fin de año?

Gran parte del carácter tan propio de las fiestas de fin de año chapinas son las decoraciones que usamos en nuestras casas.  Muchas de esas decoraciones están íntimamente relacionadas con la naturaleza y lo que hay disponible para celebrar; y todas reflejan formas de cultura y costumbres. Aún si ocurre como en casa, donde celebramos el solsticio de invierno, el fin de año no sería igual de festivo sin toda la parafernelia chapina.

Haz clic en la foto para ver más fotos.

En la foto se ven mi tortuga, chinchines y jícara de cuando era niño.  ¡Esa tortuga y lo demás deben tener por lo menos 50 años!  En Guatemala, las tortugas, chinchines y guacalitos sirven para las orquestas que acompañan los ritos y cantos propios de la Navidad.

Mi caparazón de tortuga me la  compraron La Mamita y mi abuelita Juanita cuando yo tenía unos seis años. Con mi pequeña tortuga acompañé docenas y docenas de festejos de fin de año, tanto en la casa de las citadas tía abuela y abuela, como en la casa de mis padres. Y en la casa de mi abuela Frances, tenía otra tortuga que todavía era más antigua y que quién sabe a dónde fue a parar.

Una orquesta navideña guatemalteca necesita de tortugas y de otros instrumentos como chinchines, guacales y jícaras hechas de frutos del morro. Mis chinchines, guacales y jícaras que están pintados de negro y tienen diseños en forma de animales, o de plantas. Y el chinchin que más me cae en gracia es el que ves en la foto, con cara de animalito.

El color negro de aquellas piezas es un laqueado singular. Los artesanos chapines lo hacen con hollín y la grasa de un insecto parecido a la cochinilla, al que le dan el nombre de nij. Pero también hay chinchines, guacales y jícaras pintados de colores; y de estos, mis favoritos son los que combinan el rojo y el amarillo.

Ahora bien, estos instrumentos encantadores y primitivos, en manos de niños de entre 3 y 12 años, le dan sonido a una orquesta atronadora que difícilmente puede llevar el ritmo, o si quiera tocar la misma pieza. Y sin embargo, es capaz de evocar recuerdos llenos de alegría y de extraordinarios momentos familiares. Al ritmo de tucutícutu, cada quién hace lo que puede y todos la pasamos contentos si sabemos disfrutar del contenido cultural de las fiestas, aunque no lo compartamos todo.

Son indispensables, para las fiestas de fin de año chapinas, los hilos de manzanillas, chiribiscos, pinos, cipreses o pinabetes, musgo, paxte, barba de viejo o musgo español, chichitas, camarones, aserrín de colores, hojas de pacayas, patas de gallo, pascuas, portales, gallitos, piñas de pino, pino suelto y chorizo de pino, arena y piedrín, pastores y ovejas y otras figuras variadas, bricho brillante y otros adornos de lo más dispares, ranchitos, tortugasy chinchines, cohetes y fuegos artificiales, ponche de frutas o caliente y, tamales.

¿Cuál es tu parte favorita de estas fiestas de fin de año?


10
Dic 19

¡Otro año de Luces Campero!

Con un vaso del delicioso ponche de frutas hecho en la casa, rodeado de gente querida y entre ¡Ooohs! y ¡Aaahs! disfruté mucho de las Luces Campero.

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El niño que hay en mi se maravilla con los colores y las formas de los fuegos artificiales. Hay algo en los juegos pirotécnicos que me emociona mucho y me invita a aplaudir y a expresar mi asombro en el sentido aquel de Baila como si nadie te estuviera viendo, ama como si nunca te hubieran herido y canta como si nadie pudiera oírte…Quizás por eso es que me gustan tanto las Luces Campero, los toritos y las mariposas, los castillos y otras pirotécnias.

¿Sabes que durante unos 10 años, minutos más y minutos menos, nunca vi las Luces Campero?  En parte porque se me olvidaba estar pendiente de ellos y en parte porque trabajaba el día en que se celebraban. El primer año tuve la mala idea de subir a verlos al mirador de la carretera a El Salvador y fue un desperdicio de tiempo y de esfuerzo, sólo recuerdo que se veían bien pequeños y que el tráfico fue infernal.

Que dicha por los niños que los ven por primera vez; y que dicha por los adultos que los gozamos como si fuera la primera vez.


08
Dic 19

Loas en Ciudad Vieja

¿Por dónde empiezo?…la fiesta de anoche, en Ciudad Vieja fue una experiencia que sobrepasó todas mis expectativas.  Vimos dos loas, bailamos y cantamos, me la gocé con amigos queridos y participamos de las tradiciones en una población donde uno se siente muy bienvenido y la gente es muy atenta.

Ibamos en busca de la célebre loa o danza-drama de los veinticuatro diablos que ya habíamos visto en 2014; y aunque no la encontramos tuvimos la suerte de darnos con la loa  o danza-drama de El Apocalípsis.  Esta loa incluye a Lucifer, unos siete diablos, otros siete arcángeles, la muerte, un fraile el mico infaltable y por lo menos otro personajes gracioso.  La escenificación es acompañada por dos músicos que tocan una guitarra y un acordeón.

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Hace cinco años lo notamos pero anoche fue muy evidente: la gente de aquella población es muy amable y atenta.  Rápido nos dieron información y estacionamos a doscientos metros de dónde se iba a realizar la presentación.  Nos tomamos fotos con muchos personajes y disfrutamos del inicio de esta loa con la correspondiente chelita Gallo.

Como en las calles de toda la población están ocurriendo docenas de actividades dispusimos caminar en busca de los Veinticuatro diablos, o de quién sabe qué pudiéramos hallar.  No tuvimos que andar más de 500 metros cuando nos encontramos con la loa o danza-drama  El tirador, de los niños.  Esta loa incluye a un tirador con honda, y poco más de una docena de niños vestidos de animalitos y una marimba de tres músicos.  El personaje que se robó el show fue el niño más pequeño que -disfrazado de perrito- era muy aplaudido por el público; y la verdad es que hizo su parte con mucha gracia.

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Luego dispusimos agarrar para el parque central en busca de fuegos artificiales y música de marimba orquesta; pero como el hambre es canijo nos detuvimos en la panadería La esquina donde estaban preparando unos churrasquitos que resultaron deliciosos.  Además me comí una polvorosa riquísima.

En Ciudad Vieja todas las calles son fiesta y la gente está de fiesta.  En la medida en que nos acercábamos al parque en esa medida las ventas y la multitud se hacía más densa.  La plaza estaba abarrotada y la marimba orquesta se lucía con su música, sus coreografías y los colores de sus luces; y las juegos pirotécnicos iluminaban el cielo.  En el camino nos encontramos con una Imagen de previsualización de YouTubey para no engentarme dispusimos regresar a las calles aledañas, con la esperanza de encontrar otra loa.

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No la encontramos pero hallamos a Las primas; un grupo de balile femenino que va por las calles con un musicón y que la gente disfruta mucho.

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Es una lástima que hayan pasado cinco años sin que volviera a Ciudad Vieja después de los Veinticuatro diablos de 2014.  Hoy la fiesta sigue y habrá toritos.  No estaré allá porque en la ciudad de Guatemala son las Luces Campero y hay fiesta en casa.  ¡Pero como quisiera volver!  De cualquier manera de ayer en ocho también hay celebraciones allá. Llama mucho la atención el hecho de que los jóvenes tienen una gran participación en la conservación de las tradiciones en aquella población.  Uno como visitante se siente muy bienvenido en esta fiesta.

¿Alguno de los lectores sabe detalles sobre El Apocalìpsis y El tirador, de los niños?  De verdad me gustaría saber más sobre esas representaciones.  Se, porque mi tía abuela La Mamita me contaba, que las loas son representaciones teatrales que los frailes escribieron durante la conquista para indoctrinar a los indígenas; pero me gustaría conocer detalles. En este enlace hay algo que escribió Celso Lara, al respecto.

Para mí fue una experiencia cautivadora la que tuve en Ciudad Vieja; y estoy seguro de que para Mayra, Marta Yolanda, Mario y Raúl fue igual de deleitosa y enriquecedora.  ¡Que dicha!


07
Dic 19

¡Ya tenemos arbolito en casa!

En casa celebramos el solsticio de invierno y otras fiestas de fin de año con arbolito y decoraciones tradicionales de Guatemala.  El arbolito tiene que ser pinabete; y no pueden faltar la manzanilla, los chinchines, la tortuga, los gallitos, el musgo, las luces y todo aquello que nos conecta con nuestra infancia y con las generaciones que nos han precedido.

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El niño que incluimos entre aquellas decoraciones representa nuestra confianza en un universo benevolente, nuestra esperanza por un futuro mejor y la alegría que traen a casa las nuevas generaciones.

En las casas de mis padres y de mis abuelas no siempre había pinabete. De cuando yo era niño recuerdo varios árboles memorables. En casa de mi abuelita Juanita me es imposible olvidar unos chiribiscos hermosamente adornados con cabello de ángel (aquel cabello de ángel, de verdad, que era de fibra de vidrio) y con luces en tonos pastel. También recuerdo los pequeños árboles que ella, y mi tía abuela La Mamita, solían montar -con primor extraordinario- para mi hermano y para mí, junto a nuestro propio nacimiento (o Belén) en miniatura.

En la casa de mi abuela, Frances, recuerdo que los árboles eran generalmente pinabetes, o cipreses. A veces eran adornados con nieve elaborada en la casa con un jabón que venía en escamas; árboles siempre llenos de figuras variadísimas y algunas muy antiguas, así como con luces multicolores. Allá los árboles eran tan altos que mi padre y mi tío Freddy tenían que usar escalera para llegar hasta arriba y distribuir bien las luces y las figuras.

En la casa de mis padres tuvimos toda clase de arbolitos. Aunque los favoritos eran los pinabetes, tuvimos pinos, cipreses. Los pinos no me gustaban porque, a pesar de que olían rico, se ponían tristes rápidamente y también tuvimos algún chiribisco. En algún momento de principios de los años 70 se pusieron de moda unos árboles que ya venían nevados y tuvimos uno de esos. Y en los malos tiempos tuvimos un árbol prestado, y un árbol simbólico, hecho con chorizo de pino, en la pared.

En casa es tradición que cada año compramos un adorno nuevo y lo incorporamos a los que ya tenemos. Hay adornos variados: dos hawaiianas, uno que muestra a Odin, otro de La rebelión de Atlas, uno del barco Estrella de la India, varios con motivos propios de la temporada, unos con mapas, y así.

Este año como en otros-gracias a doña Mireya, don Ronald y al Rafa que los cultivan hermosos y con mucho carácter- tenemos un árbol hermoso, aromático que nos llena de magia y de alegría la casa. Ese arbolito me trae gratísimos recuerdos de decenas de alegres festejos, y promete muchos más. Si quieres tu pinabete, los hay galanes en la 30 calle 11-42, zona 12, colonia Santa Rosa II; teléfono 2476-0496.


29
Nov 19

Fue un Día de Gracias diferente

Mi abuela decía que Es de bien nacido ser agradecido y en el Día de Gracias, que se celebró ayer, muchos agradecimos el trabajo, la salud, la familia, los amigos, el amor, y que no nos faltan techo y una mesa servida.  Eso es bueno, por supuesto, porque ser agradecido nos ayuda a ser conscientes del mundo que nos rodea y de nuestros contextos; y nos recuerda que la realidad existe.  Ser agradecido nos conecta con la cadena de causalidades que hacen posibles nuestras vidas.

Pavo es la comida tradicional en esta fiesta.

Escucha el podcast aquí.

El miércoles, sin embargo, mi amigo Ramón me llamó la atención sobre dos de esas causalidades que parecieran ser las causalidades olvidadas que pocos agradecen. ¿Cuáles crees que son? Pues son la propiedad privada y el afán de lucro, que hacen posible la abundancia; idea que expone muy bien Lawrence W. Reed, en un artículo titulado Why the Pilgrims Abandoned Common Ownership for Private Property.

Por cierto, la idea de tener un día de agradecimiento no es exclusiva de los gringos.  En Guatemala tenemos el día del fiambre o Día de los muertos en el que agradecemos la vida, la abundancia y la posibilidad de compartirlas con familia y amigos.

De vuelta al Día de Gracias, suelo recomendar en estas fechas una miniserie que se llama Saints and Strangers, que te acerca y te muestra las penurias espantosas que sufrieron los pilgrims -en la colonia de Plymouth- durante los primeros años de asentamiento. En esos años, la propiedad era común, las cosechas eran centralizadas y luego repartidas de forma igualitaria y había obligación de trabajar para la comunidad, en vez de para uno mismo, durante cierto tiempo.  El resultado no debería sorprender a nadie: hambre, enfermedades y muerte.

¿Qué salvó a aquellos colonos? El acuerdo moral de respetar la propiedad, que no es el derecho a tener bienes; sino el respeto a la posibilidad de actuar y hacer lo que es correcto para producir, u obtener bienes. No es la garantía de que uno obtendrá propiedad alguna, sino sólo la de que poseerá los bienes si los obtiene. Es el derecho a ganar, conservar, usar y disponer de valores materiales.

¿Qué piensas?

Columna publicada en elPeriódico.


17
Nov 19

¿Por qué me gusta tanto la fiesta del Árbol Gallo?

Como en casi todos los años, ayer fuimos a pasear a la fiesta del Árbol Gallo ¡que alegría da ver a las familias y a los niños gozando del ambiente y de las expectativas!  Hay que ver las caritas de los niños para entender la naturaleza de esta celebración popular.

Las familias se juntan para celebrar junto al Árbol Gallo y el ambiente es muy festivo.

Es alegre ver a las familias que se instalan desde temprano y hacen picnic en la Avenida de la Reforma y en otros espacios.  Tienden sus mantas, sacan sus comidas y bebidas, hacen la siesta, departen, se ríen y gozan de una tarde fría y agradable.  También es alegre ver a las familias y a los jóvenes que llegan a poner sus negocios con la esperanza de hacer unos centavos.  Ayer tuve la suerte de estar ahí en el momento en el que los vendedores se instalaron en la avenida y la cinta asfáltica cobró vida.

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Normalmente está adornada con luces la Avenida de las Américas, pero este año las luces cubren abrazan los árboles de la Avenida de la Reforma.  Por un rato nos quedamos viendo el show de los payasos y nos reímos mucho junto a docenas de niños, padres y abuelos que gozaban las ocurrencias.   La música coronaba muy bien todo el ambiente festivo.

Cuando paseo entre la gente, en aquel entorno de festival, vivo lo que es ser niño y la capacidad que uno tiene de maravillarse con la felicidad de otros, con las luces, con la música, con juguetes y con el mero hecho de estar vivos y de gozar la vida. De alguna manera  es algo como bailar como si nadie estuviera viendo.

Colores. música y alegría se viven en “El Obelisco” y junto al Árbol Gallo.

Al caer la noche nos fuimos a la casa de mi hermana, que se acaba de mudar, y vimos los fuegos artificiales desde la terraza; y ¡que dicha estar vivos y compartir con quienes amamos!

Admito que es una lástima que la misma gente que tanto disfruta de la fiesta sea la gente inmunda que deja el lugar y sus alrededores hecho un asco; pero date una vuelta en la madrugada del 15 de diciembre por la 18 calle; o date una vuelta por La Antigua en la noche del Viernes Santo y vas a ver bastante de lo mismo.  Date una vuelta por cualquier fiesta de pueblo y ¿qué crees que vas a encontrar? La cultura de la inmundicia está bien enraizada.


01
Nov 19

Fiambre para celebrar la vida

La fiesta del fiambre es el Día de gracias chapín.  Es una festividad que celebra la vida (como en el Día de los muertos), los frutos del trabajo productivo y la dicha de tener con quienes compartirlos. Hace unos años leí, en Twitter, que la verdadera soledad es no tener quién te regale un buen plato de fiambre.

Escucha el podcast aquí.

¡Fiambre!

No es posible un buen fiambre sin trabajo y sin productividad, sin ahorros, sin productos y sin familia y amigos para compartirlo.

Cada familia tiene su propia receta de fiambre, y ¿sábes cuál es el mejor fiambre? El que sabe como el de la casa de tus padres, o como en la de tus abuelos; pero también es el que tiene tu toque personal.  El que te recuerda tu niñez, tu adolescencia y tu proceso de maduración, y el que tiene tu carácter.  El mejor fiambre es el que es acerca de tus raíces y acerca de tus ramas…para usar una metáfora como cualquiera otra.

Hay fiambres rojos, blancos y verdes; y en casa el caldillo de nuestro fiambre es rosado.  El fiambre es un plato tradicional de la cocina guatemalteca y es muy complejo por lo que requiere de todo el buen juicio, la pasión y la sazón que puedan tener quienes lo preparan.  Las claves de un buen fiambre son la armonía de los sabores, de sus formas, sus texturas y sus colores, así como la calidad de los ingredientes y tener con quién compartirlo.

La preparación del fiambre lleva semanas de planificación y de ejecución.  La fiesta del fiambre no es sólo acerca de comerlo (que ya es bastante bueno); sino acerca de la expectativa de seleccionar las carnes, los embutidos y los adornos; es sobre la compra de las verduras y sobre el proceso de hacerlo en familia, con amigos y en buena compañía. Es sobre lo que se goza haciéndolo y sobre recordar y recordar las anécdotas relacionadas con su elaboración.

A mí me gusta el fiambre desde niño, y recuerdo muy bien la emoción que sentía cuando llegaba este día y nos dirigíamos a casa de mi abuela, para almorzar.  Recuerdo muy bien lo feliz que estaba el primer día que mi madre preparó el fiambre en casa y la ilusión con la que preparamos nuestro primer fiambre, en mi casa.

Columna publicada en elPeriódico.