07
Mar 18

Criptomonedas y las autoridades monetarias

Me sacaron una sonrisa las siguientes palabras del Superintendente de bancos: Ni el Banco de Guatemala, ni la Superintendencia de Bancos tenemos previsto aprobar al uso de las criptomonedas*.

Me causó mucha gracia porque, precisamente, una de las gracias de Bitcoin, Monero y otras criptomonedas es que esas monedas y sus usuarios, no necesitan, ni quieren la aprobación de autoridades políticas.

El Superintendente añadió: Creemos que no es recomendable que las personas se involucren en ese tipo de operaciones; pero están en su derecho.  Ciertamente, las criptomonedas no son para cualquiera; pero como ocurre con cualquier negocio, si te vas a meter en él, primero tienes que conocerlo.  Es una de las reglas básicas de Warren Buffet:  Nunca invierta en un negocio que no pueda entender.

Ahora bien, una cosa es que las autoridades chapinas recomienden, con respecto a las criptominedas como negocio, lo que recomienda Buffett con buen sentido común; y otra es que recomienden no usarlas como monedas.  Lo bueno es que el Superintendente ha sido prudente y no ha hablado de prohibiciones, ni de nada parecido.  La gente está en su derecho, ha dicho con mucha razón.

Las criptomonedas no necesitan de aprobación alguna por parte de las autoridades, y le gente está en su derecho de usarlas.  Todo eso es cierto.  Pero la historia nos enseña que el poder político aborrece la competencia.  A ver cuánto aguanta.

*Prensa Libre, página 16 del 6 de marzo de 2018.

Ilustración por Jaume de Oleza (Trabajo propio) CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons


13
Oct 08

Lo increible de ir al banco

Aveces me merezco lo que me pasa (Je je); y aveces lo que me pasa es por una razón. Por descuidado, hoy tuve que ir a cancelar mi cuenta de ahorros y a abrir una nueva. ¡Ochenta minutos perdí en el banco en el trámite ese! ¡Ochenta preciosos minutos desperdiciados en un trámite que no era irle a pedir plata al banco…sino irsela a entregar! Y no es que la chica que me atendió fuera ineficiente, sino que hay que llenar tantos papeles para la Superintendencia de Bancos que es increible.

Eso me lleva a los dos temas que más me escandalizaron de mi visita al banco; porque lo de los 80 minutos perdidos es sólo pecatta minuta.
Hoy me enteré de que mi cuenta de ahorros gana más cerca de 0.25% que de 1.75% de intereses. Eso quiere decir que, si la variación interanual del indice de precios es de 9.25%, al depositar mi plata en el banco mi dinero no gana intereses; sino que pierde 9%. Para hacer muy simples las cosas, al final de un año de depósitos el banco me da Q0.25 por cada Q100 que deposito; mientras que la inflación me quita Q9 por cada Q100 que deposito.
En esas condiciones, ¿qué sentido tiene depositar dinero en una cuenta de ahorros?
La otra cosa que me escandalizó, me indignó y me dio mucha rabia es que la chica que me atendió -muy gentilmente- me ofreció números de la rifa de una de las obras de caridad mas conmovedoras y populares entre los chapines. Yo dije que no, porque ya había comprado un número por ahí.
La cosa no hubiera pasado a más si yo no hubiera ido acompañado por mi amigo, Raúl. Al salir, Raúl me dijo, ¿sabés que les descuentan de su sueldo si no venden los números? Raúl me contó que eso hacen en los bancos y eso hacen en otras empresas, incluida una de telefonía y otra de comida rápida.
Al principio no me lo creí; pero llamé a una amiga que trabaja en un banco y, azareada, me confirmó que sí. ¡Vea usted que sinvergüenzada! Las empresas obligan a sus empleados a vender números de rifas y si no los venden se los descuentan de sus sueldos. Es una canallada de parte de las empresas y es una canallada de parte de la caridad que consciente que eso ocurra en su nombre.
La caridad forzada no es caridad. Y yo no vuelvo a darles un centavo, ni a las caridades que cometen esta bajeza, ni a las caridades que maman de la teta del presupuesto del estado. Así se lo hice saber a un asilo que tuvo el tupé de pedirme plata, luego de que ya había conseguido rentas parasitarias por medio del citado presupuesto.
Yo si creo que la caridad y la benevolencia son prácticas sanas; pero tomar dinero ajeno por la fuerza, ya sea por medio de una forma de chantaje que es darle a alguien empleo y luego obligarlo a contribuir; o ya sea por medio de impuestos, está más cerca de ser un crímen, que de ser virtuoso. ¡Es altruismo de la más despreciable clase de altruismo!
Al final, mis 80 minutos en el banco me enseñaron mucho. Ahora, me gustaría saber si los empleados tienen alguna forma de defenderse frente a este abuso. Quizás algún lector pueda ayudarnos con esto.

08
Jun 08

No es cuestión de controles y más controles

Fo lo pone muy bien en su caricatura de hoy en Prensa Libre. En la administración pública chapina, los millones van y los millones vienen sin que los órganos contralores, como la Superintendencia de Bancos y la Contraloría General de Cuentas lo noten.

Uno puede suponer que el escándalo del Congreso, protagonizado por el equipo del presidente socialdemócrata de ese órgano, es sólo la punta del témpano de hielo; ¿quién está controlando qué ocurre en el resto de la administración?

Empero, la cuestión no es de contralores. En la caricatura de Fo podría haber dos, o tres personajes más con los ojos tapados; y la la corrupción, el desperdicio, y los malos manejos, seguirían como si nada. El meollo del problema reside en la falta de un verdadero estado de derecho, y en el hecho de que el sistema permite y alienta que ocurran cosas así; no sólo porque en arca abierta hasta el justo peca, sino porque al amparo del sistema prosperan el clientelismo y los buscadores de rentas parasitarias.

Por eso es pueril que algunas personas clamen por controles en la Bolsa de Valores, por ejemplo; ya que sin tribunales de justicia efectivos, sin un Ministerio Público efectivo y con el paternalismo que priva en la administración y no demanda responasbilidad de parte de los usuarios, los contralores no son nada más que un grupo de interés adicional, que generalmente actúa de forma política, o peor aún, de forma burocrática.

Total, ya hemos visto que en el sistema financiero regulado, los fraudes se le pasan a la Superintendencia de Bancos; y en la administración pública, los fraudes se le cuelan a la Contraloría General de Cuentas. ¿O no?


16
Feb 08

¿Qué clase de gallinas somos?

1.- ¡¿Qué clase de gallinas somos?! Alguien envía un correo electrónico desde alguna oficina y, como en un gallinero, los cacareos son ensordecedores.

La semana pasada circularon e-mails acerca de la supuesta quiebra del Banco Agromercantil, y el sistema financiero chapín fue puesto en jaque. ¿Qué dice esto, de la sociedad chapina?
Que haya un canalla capaz de iniciar aquellos rumores, no me extraña, pero lo que es embarazoso es que miles de personas estén dispuestas a ser cómplices, mediante el reenvío de los correos. ¿Saben qué voy a hacer la próxima vez que algún lector, conocido, amigo o pariente me mande uno de esos correos? Voy a publicar su nombre en http://luisfi61.blogspot.com/ Así voy a ayudar a ser responsables de sus acciones a los que, sin usar un poco de sentido común —ya sea de buena o de mala fe— colaboran para que funcione el terrorismo financiero.

Dado que la superintendencia correspondiente goza de una credibilidad que se cuantifica en números negativos, ha sido necesario que los clientes del banco perjudicado salgan en defensa de aquella organización bancaria. Uno mira los diarios y se encuentra con páginas de campos pagados cuyo precio es de por lo menos Q14 mil 500 cada uno. El total de estos gastos es escandaloso, si se toma en cuenta que no tendrían razón de ser si los chapines fuéramos un poco más responsables, o si la vez anterior, cuando ocurrió algo parecido con otro banco, alguien hubiera ido a parar a la cárcel por generar los correos pusilánimes.

Quizás los chapines deberíamos ser más creativos y positivos con nuestra capacidad de participación ciudadana. En vez de ser happy triggers para reenviar campañas negras, bien podríamos dejar claro que no toleraremos un alza a los impuestos, que nos indigna el desperdicio de recursos en el Congreso, o que urge una reforma constitucional integral que restituya el estado de Derecho. Usted no me crea, pero un cuate me contó que como consecuencia de los correos citados, una maestra reunió a los padres de familia de una escuela y les dijo que, si tenían cuentas en el banco citado, deberían cerrarlas. ¡No frieguen, muchá; hay formas más positivas de ejercer el liderazgo! ¡Hay causas más dignas de tanta energía!

2.— Armas sin registro: el viernes leí que en 85 por ciento de los delitos que son cometidos en Guatemala se usan armas que no están registradas. Pero ¿qué clase de delincuente pendejo registra su arma para luego salir y cometer crímenes?

Mi punto es que en la queja del Departamento de Control de Armas y Municiones, puesta como está, llevaría a pensar que un incremento en la calidad del registro de armas disminuiría la comisión de delitos mediante el uso de armas no registradas. ¡Y no es así!

La noticia nos revela que, aunque el Departamento de Control de Armas y Municiones (Decam) existe desde finales de los años 1980, en realidad es una dependencia inútil por su incapacidad técnica de cumplir con su cometido básico. Y la pregunta es: si no puede llevar registros apropiados, ¿para qué existe? ¿Para qué finge llevar registros, del todo?

Este es un mal típico de la administración pública. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) regula lo relacionado con los comicios, pero a la hora de hacerse respetar, como en el tema de la propaganda electoral, o en el del financiamiento de los partidos, el TSE es el hazmerreír de los políticos. El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, que debería de proteger a viudas y lisiados, no es más que la cueva de Alí Babá.

¡El colmo es que el Decam no tiene registradas, ni siquiera, las armas de la Policía y del Ejército! Este es otro caso de cómo es que la administración da el mal ejemplo y por eso carece de autoridad alguna para hacer que se cumpla la ley.

Al final, la solución para la violencia armada no es solo que haya un registro eficiente, y mucho menos que se prohíban las armas. Como los delincuentes prefieren víctimas desarmadas, parte de la solución es que los ciudadanos honrados puedan portar armas ocultas.

Publicada en el diario Prensa Libre, el sábado 16 de febrero de 2008


03
Feb 07

Los wikiobispos

1. Bajo el lema ¡Vence tú el mal a fuerza de bien!, los obispos chapines se reunieron en asamblea plenaria y se pronunciaron sobre el agrarismo, la energía eléctrica, la ecología, las deportaciones masivas, la educación, el conflicto en los hospitales, el crimen organizado, el narcotráfico, la violencia, la campaña electoral y la crisis bancaria. ¡Sus Ilustrísimas ya parecen la Wikipedia; porque uno encuentra de todo en sus pronunciamientos!

De aquel último tema, los prelados dicen: “Los obispos queremos unir nuestra voz a la de tantos clientes bancarios perjudicados que claman justicia y piden el esclarecimiento de los hechos. También urgimos a las autoridades financieras y bancarias del país para que actúen con la mayor responsabilidad y transparencia para restituir la confianza en el sistema bancario, confianza de la que se beneficia toda la sociedad y es esencial para el desarrollo de la actividad económica”.

Esto me llamó la atención especialmente, no sólo porque tienen razón, sino porque después de la experiencia del Banco Ambrosiano, estoy seguro de que los mitrados sí han de saber de banca y de finanzas.

En 1982, en Italia, quebró el Banco Ambrosiano; y el principal accionista de aquella organización bancaria era el banco del Vaticano, llamado oficialmente L’Istituto per le Opere di Religione, dirigido por el obispo Paul Marcinkus.

El presidente del banco de los sacerdotes, como era conocido el Banco Ambrosiano, era Roberto Calvi, miembro de una logia ilegal llamada Propaganda Dos, conocida como P2. El obispo Marcinkus, por su parte, había sido director de la offshore del Ambrosiano, ubicada en las Bahamas.

El objetivo original del Banco Ambrosiano era financiar “organizaciones morales, trabajos piadosos, y cuerpos religiosos instalados para las ayudas caritativas”; pero Calvi amplió los horizontes y el banco de los sacerdotes ayudó a crear muchas empresas en Bahamas y en América del Sur, además de verse involucrado en algunas aventuras políticas. Sandinistas, Contras y el sindicato polaco Solidaridad, se contaban entre los beneficiados por la organización bancaria.

Las operaciones irregulares del Banco Ambrosiano llamaron la atención del Banco de Italia; pero cuando aquel estaba siendo investigado, el magistrado que dirigía la pesquisa, Emilio Alessandrini, fue asesinado por un grupo terrorista de izquierda.

Para hacer la historia corta el Ambrosiano se metió en problemas, Calvi huyó de Italia con un pasaporte falso, su secretaria se suicidó dejando una nota comprometedora, el cuerpo de Calvi fue encontrado colgando del puente Blackfrairs (Frailes negros) en Londres, los intereses de la operación offshore fueron suspendidos, el banco colapsó y el Vaticano tuvo que pagar millones de dólares sin aceptar responsabilidad alguna.

El obispo Paul Marcinkus, presidente del banco del Vaticano, murió en 2006 sin haber aclarado su nivel de responsabilidad en el mayor colapso bancario de Italia. Aunque las autoridades italianas trataron de capturar y procesar a Marcinkus por su posible vinculación a varios delitos financieros, el Vaticano lo protegió con el manto de la inmunidad diplomática y Su Excelencia acabó sus días tranquilamente en Arizona.

El escándalo de aquella quiebra dio tanto que hablar que es uno de los ejes principales de la trama de El Padrino III, película que si no ha visto, vale la pena ver.

Finalmente, gracias a la Wikipedia por los detalles para esta columna; porque yo me acordaba del clavo, pero no de sus intersticios. ¿Cuál es la moraleja? Que en todas partes se cuecen habas.

2. Ayer se celebró el natalicio de mi filósofa favorita, y novelista, Ayn Rand. Ella es autora de El Manantial y de La Rebelión de Atlas, que se venden en Sophos. Esta es una oportunidad para ver el documental Ayn Rand, a sense of life, que se encuentra en Take One, la tienda de vídeos de la Plaza Futeca, en la zona 14.

Publicado en Prensa Libre el sábado 3 de febrero de 2007.


27
Ene 07

¿Banco, o colchón?

La gente cree que un banco y un colchón son intercambiables. A lo largo de la crisis bancaria que se vive en Guatemala, no son pocos los comentaristas que –en diarios y en bitácoras– dicen que es mejor tener el dinero en el colchón, que en una organización bancaria.

Pero yo digo que si usted tuviera su dinero en el colchón, hay alguna posibilidad de que se lo lleve su primo, el calavera; y que se fugue con plata, colchón y todo.

La gente también cree que la función principal de un banco es tener el dinero ahí, guardadito, bajo siete llaves. Por eso es que los de entendimiento más modesto se sienten cómodos con el concepto del colchón como forma aceptable para guardar el dinero; y de ahí que la dirigencia popular atice con entusiasmo toda esta mitología sencilla, que supone que los bancos son, cuanto menos, un mal necesario, si no un engendro del mismísimo Chamuco. O del capitalismo rapaz, que para ellos viene a ser lo mismo.

Pero, ¿qué pasaría si todos guardáramos nuestro dinero bajo el colchón? En primer lugar, como el emisor monopolista es incapaz de mantener el valor de la moneda, nuestro capital disminuiría más rápido que si está en el banco, porque nadie nos pagaría intereses. En el colchón, la inflación devoraría nuestros ahorros.

En segundo lugar, no habría dinero para que otras personas pusieran fábricas, comercios, fincas y demás. Y en consecuencia, habría desempleo y empobrecimiento general.

¿Qué hacen los bancos que no haga el colchón? Los bancos son organizaciones financieras cuya función más importante es tomar el dinero de las personas, de las empresas y de otras organizaciones para dárselo –por medio del crédito– a otras personas, otras empresas y otras organizaciones que lo necesitan. Captan plata y luego la colocan. Y por esas operaciones de crédito pagan y cobran intereses. Los intereses son el precio del crédito, no el precio del dinero. El precio del dinero es lo que usted compra con él.

Todas aquellas operaciones de intermediación, y la administración de dicha intermediación, implican riesgos. Y de esos riesgos debe estar conciente aquél que le da crédito a un banco, a cambio de los intereses que este está dispuesto a pagarle.

Como explica mi amigo Pedro, cuando usted compró su casita, ¿preguntó quién era el constructor? ¿Averiguó si este cumple con los proyectos y si no ha dejado a alguien bien clavado? ¿Indagó acerca del estudio de suelos? ¡Seguramente sí! No hizo falta que fuera ingeniero, ni experto en construcciones para informarse aceptablemente sobre la casa que iba a comprar. De igual forma no hace falta ser experto en dinero y banca para informarse si el banco en el que va a poner su plata es razonablemente seguro, o no.

Pero claro, en el caso de los bancos el estado niñera lo releva a usted de la responsabilidad y luego, cuando las cosas salen mal, la Super y el Super se hacen los suecos.

Es cierto que los bancos publican sus estados financieros a cada rato en los diarios; pero ¿quién entiende esa jerga y quién tiene la paciencia para descifrar tantos números? Allá por 1996, cuando yo dirigía una importante sección de economía en un diario guatemalteco, publicábamos una completa calificación de bancos con gráficas y todo. Entendibles para cualquiera porque, aunque uno no supiera de números, si veía que las gráficas de su banco iban para abajo, pues…al entendido, por señas.

No se analizaban tres, o cuatro aspectos de cada organización bancaria, sino varios. Y por eso es que a muchos no les gustaba, porque hacía transparente la información que, por razones políticas, ellos preferían manejar a su conveniencia.

Lo que hace falta para proteger a los ahorristas no son más leyes y más inspectores. Lo que hace falta es competencia, información y transparencia. Y muchísima menos irresponsabilidad de parte de la dirigencia popular que medra en el caos y en la confusión.

Publicada en Prensa Libre el sábado 27 de enero de 2007


20
Ene 07

El ñaque

Un ñaque, según mi amansaburros, es un conjunto o montón de cosas inútiles o ridículas. Propongo que a la Superintendencia de Bancos se le de el Premio del Ñaque del Año. No; mejor el del Ñaque de la Década.

Resulta que el superintendente, Willy Zapata, dice que “las operaciones (offshore) del Banco de Comercio nunca fueron detectadas por la Superintendencia de Bancos”.

¡Menuda superintendencia y menudo superintendente! ¡Una partida de ñaques es lo que son! En Guatemala, miles de gentes comunes y corrientes tienen, o han tenido dinero invertido, préstamos de operaciones fuera de plaza reguladas y no reguladas durante años y años; y ¡sólo la Super no lo sabía!

Esto confirma lo que implico en mi columna de hoy: el peor protector de los intereses de los tributarios y de los electores chapines es el gobierno (y la partida de ñaque que lo componen).


20
Ene 07

Lo que no se ve

Los que se robaron el dinero del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, ¿eran funcionarios? Los diputados que se fueron a París, ¿son funcionarios? Los que saquearon el Crédito Hipotecario Nacional, ¿fueron funcionarios?

El gobierno hace mal cuando le hace creer a la gente que sus funcionarios les garantizan la seguridad y la certeza que la gente misma es supuestamente incapaz de buscar para sí y sus bienes. La pobre gente “descansa” en el IGSS y cree que este le va a garantizar una vejez digna, del mismo modo en que se engaña creyendo que la Superintendencia de Bancos va a sustituir su responsabilidad individual y va a velar por sus ahorros.

En el contexto de los problemas de algunos bancos guatemaltecos, los villanos han resultado ser los bancos fuera de plaza y los banqueros que los promueven. Por supuesto que cabe probar, en los tribunales de justicia, si algún banquero ha cometido fraude en el manejo de su negocio. Sin embargo, como se necesitan dos para bailar un tango, el depositante también es responsable de la elección que hace cuando le entrega su dinero a una organización bancaria, o a otra; a menos que el gobierno le quite esa responsabilidad

Los bancos offshore existen por razones que le convienen al depositante; y cuando alguien decide colocar su dinero en un banco que se asienta en el extranjero y someterlo a las regulaciones de otros países, lo hace porque quiere beneficiarse de las ventajas que eso ofrece.

Los primeros offshore de bancos chapines surgieron porque el gobierno les prohibía a las personas conservar sus dólares y depositarlos en bancos de aquí. Antes de la Ley de Desconcentración de Divisas, la gente era obligada a cambiar sus dólares valiosos por quetzales que se devaluaban y a depositarlos en bancos locales. Pues bien, los offshore les ofrecieron a los tenedores de dólares la posibilidad legítima de conservar el valor de su dinero. Por eso es que mucha gente tiene su plata en bancos de los EUA, en las Bahamas, o en otras plazas.

Muchos depositan sus dólares afuera, en busca de mejores rendimientos. Si un banco local ofrece un interés de 2% y un banco en el exterior ofrece 4%, u 8%, pues hay gente que se ve atraída por ello y deposita su dinero en la organización offshore. No hay nada mal en eso; pero el ahorrante debe saber, y es raro que no lo sepa después de Autocasa y otras malas experiencias, que las tasas muy altas son indicación de riesgos muy altos.

En cuanto a ganancias, ¿a quién no le gusta recibir rendimientos altos? Pero los rendimientos que verdaderamente cuentan son aquellos que quedan después de pagar impuestos; de modo que uno de los incentivos para depositar en bancos fuera de plaza es el de pagar menos tributos. Como el impuesto a los rendimientos del capital en Guatemala es de carácter nacional, el ahorrante tiene incentivos fuertes para guardar el fruto de su trabajo en donde los impuestos le afecten menos. Mucha gente deposita en bancos offshore para pagar menos impuestos y obtener mejores rendimientos.

Y hablando de rendimientos e incentivos, los altos costos de operar en Guatemala, para los banqueros, también les motivan para establecer operaciones fuera de plaza. ¿Por qué no? Si usted tuviera una tienda, ¿la pondría en el lugar que le ofreciera más ganancias?

Lo que no se ve, es que el gobierno y sus regulaciones están en la raíz del problema. El estado niñera le quita la responsabilidad a la gente, y la gente deposita en bancos fuera de plaza porque busca mejores rendimientos, porque quiere pagar menos impuestos, y porque quiere proteger el valor de su dinero; y todo eso tiene un precio en términos de riesgo.

El dinero local pierde valor porque el emisor monopólico, o sea el gobierno, es incapaz de garantizar dicho valor. Los impuestos altos y los costos elevados de operación, también los impone el gobierno. Y, encima de todo el gobierno asegura que se privaticen las ganancias mientras que se socializan las pérdidas de las operaciones bancarias. Entonces, ¿qué nos extraña?

Publicada en Prensa Libre el 20 de enero de 2007.


28
Oct 06

Sorbo amargo

1. Aquí van unas ideas impopulares, pero importantes, en torno al sorbo amargo que la suspensión del Bancafé les ha hecho tragar a muchas personas.

La primera, es que quienes depositamos nuestros ingresos y nuestros ahorros en organizaciones financieras, de cualquier naturaleza, debemos ser responsables por las decisiones que tomamos. ¿Sabe si el banco en el que tiene su plata es sólido? ¿Cómo lo sabe? ¿Se deja llevar por la publicidad del banco? ¿Le cree a lo que dice la Superintendencia de Bancos? ¿Qué es más seguro, un banco con activos elevados, o uno que es muy rentable? Debería haber una calificación de bancos, independiente, como la que se publicaba cuando yo dirigía una importante sección de Economía, en otro medio informativo.

La existencia de contralores como la Super, o la Junta Monetaria (integrada, esta, por políticos y por representantes de grupos de interés), no nos releva de la responsabilidad individual de analizar en dónde depositamos nuestro dinero.

La segunda, es que la existencia de mecanismos como el Fondo de Protección del Ahorro engaña a la gente, privatiza las ganancias y socializa las pérdidas.

Engaña porque se generaliza la creencia de que su dinero les es devuelto sin que eso implique un costo para terceros. De hecho, el Fopa es una de las causas por las cuales es profunda la diferencia entre los intereses que paga un banco y los que cobra. Esto es porque es un costo para los bancos sanos y al final lo pagan por medio del precio de los créditos que otorgan.

Privatiza las ganancias y socializa las pérdidas porque si un banco es exitoso los que se enriquecen,son sus accionistas; pero si un banco fracasa por las malas decisiones de aquellos mismos accionistas, estos son relevados de su responsabilidad y de la presión de los depositantes cuando “otros” (que somos los tributarios, o los depositantes y deudores de otros bancos) tenemos que “aportar” para pagar las pérdidas.

La tercera y la cuarta son: No pongas los huevos en la misma canasta; y cuando el río suena, es porque piedras lleva. En la medida de lo posible es bueno poner algo de plata aquí, y algo de plata allá. De esa forma, si colapsa una organización, lo que no está en ella se libra del desastre.

Sin dejarse llevar por chismes y con prudencia, hay evidencias que no hay que dejar pasar. Si la organización financiera en la que usted tiene su plata perdió mucho dinero en bonos rusos y tuvo que ser rescatada por el gobierno; y si luego perdió mucho dinero a causa del fracaso de otra organización financiera y tuvo que volver a ser rescatada, pues hombre, hay que ir saliendo de ahí.

La quinta, es que a mayor tasa de interés, mayor riesgo. En general, las organizaciones financieras seguras no tienen necesidad de ofrecer tasas de interés elevadas para atraer a su clientela.

La sexta, es que se comprueba, otra vez, que la intervención socialista y mercantilista del estado, en el mercado, hace que mengüe la vida ética de las personas (vea Tópicos de Actualidad No. 821). Políticamente, los entes supervisores y reguladores se sienten obligados a decir que nada malo está pasando, hasta que ya no pueden seguirlo ocultando y es demasiado tarde. Los empresarios que fracasan se alivian de la presión y de las consecuencias de sus actos, detrás de mecanismos que socializan sus pérdidas. Los clientes y los depositantes relajan su propia responsabilidad individual, o renuncian a ella y la depositan en los políticos y en los representantes de grupos de interés.

Finalmente, ojalá que los guatemaltecos aprendiéramos que no es bueno darle nuestra plata a cualquiera sólo porque es mero chispudo, o porque ¡está pagando 14%!, o porque siempre sale en los diarios. Ojalá que los chapines aprendiéramos que un banco no es bueno sólo porque regala pelotas, porque tiene un lujo de edificio, o porque así lo dice (ambiguamente) el ente contralor.

2. Mojito: Castro llama a Chávez y le pregunta: “Compañero Hugo, ¿qué estás haciendo? Y Chávez le contesta: “Aquí, compañero Fidel, bolivarizando al pueblo venezolano; y ¿qué estás haciendo tú?”. Y Castro contesta: “Yo aquí, marti-rizando al pueblo cubano”.

Publicado en el diario Prensa Libre el sábado 28 de octubre de 2006.