Rodolfo Quezada exhortó a su rebaño para que pague impuestos y yo me acordé del Evangelio según San Mateo: Al referirse a los escribas y fariseos, Jesús le habló a la multitud y a sus discípulos diciendo: No hagáis según sus obras porque ellos dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
El Cardenal dijo que es obligación aceptar el pago de impuestos y dijo que aunque a muchos no les agrada lo ideal es que quienes ganan más paguen más. La audacia del Príncipe de la Iglesia lo llevó a recomendar los impuestos directos; y advirtió que no quiere entrar en controversias. PL, 20/10/2008, P.10
Ellos dicen y no hacen; y ponen cargas pesadas sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
El de los impuestos es uno de los mejores ejemplos del fariseísmo en acción; pues resulta que con extraordinaria habilidad política la organización que Quezada representa consiguió estar exenta del pago de impuestos. Así, ¡¿cómo no?! Puesto de otra forma, haciendo uso de sus influencias en el poder, la Iglesia consiguió el privilegio de no pagar impuestos.
¡Con razón es que el Purpurado anda proponiendo ataduras y cargas para otros! ¡Con razón es que no quiere entrar en controversias! Y por supuesto que la Iglesia no es ajena al negocio ese de los privilegios. La Bula de la Santa Cruzada, por ejemplo, facilitaba indulgencias a los que le habían hecho la guerra a los infieles, y a los que socorrían los gastos de la Iglesia con limosnas. Quienes sacaba la Bula de la Santa Cruzada, mediante el pago correspondiente se libraban de penitencias, ayunos y abstinencias.
Pero veamos qué ocurre cuando la Iglesia sí está obligada a pagar impuestos porque no ha tenido la capacidad política de conseguir que se le exonere de hacerlo. En Costa Rica la Iglesia Católica trasladó fondos de inversionistas que mantenía en una sociedad off shore, en Panamá, para evitar los controles de la Superintendencia General de Entidades Financieras. Esta historia está bajo el titular de Iglesia católica de Costa Rica evade impuestos, publicada el 23/5/2008, en la página 39 del diario Prensa Libre.
Dicha Superintendencia “le ordenó a la Conferencia Episcopal de Costa Rica cesar las operaciones ilegales de intermediación financiera que efectuaba a través de sus cuentas bancarias en las cuales recibían inversiones de costarricenses y extranjeros y daban créditos”.
El Presidente de la Conferencia Episcopal dice que su organización fue víctima de una estafa; pero uno de los inversionistas relató que cuando los obispos se dieron cuenta de que no era bueno que la gente conociera que la iglesia tenía todas esas cosas “comenzaron a hacer todo a través de sociedades anónimas”. Ni la historia de MDF, ni las aventuras de Carlos Llort, o de Eduardo Meyer, aquí en Guatemala, tienen nada que envidiar a las maniobras de la Iglesia Católica tica.
Y por cierto, ¿qué tipo de impuestos directos debería pagar esa organización por los $58.9 millones que tiene invertidos en la sociedad financiera panameña?
Con razón es que Quezada no quiere entrar en controversias.
La Iglesia Católica ha tenido una historia interesante en materia de impuestos. Cuando pudo, porque tenía el poder político para hacerlo, le cobraba a su rebaño diezmos y primicias. Los primeros son un impuesto de 10% sobre los frutos de los propios bienes, o industria; y los segundos son los primeros frutos de la tierra, o de los animales, que había que entregar a al iglesia.
Eso sí, nada lentos, los dirigentes católicos hacían esos cobros por concesión; de modo que no eran ellos quienes tomaban diezmos y primicias del rebaño, sino los concesionarios que, por ello, ganaban un porcentaje.
A final de cuentas, la organización que dirige Quezada, cuando no puede cobrar impuestos para sí, hace todo lo que sea necesario para no pagarlos; pero eso sí -como los fariseos que oran de pié en el templo y limpian el exterior de la copa, o el plato- no dudan en recomendar que otros sí paguen…y mucho.