El blog Wachik´aj se ha ocupado de ProReforma; lo cual es una oportunidad buena para iniciar otra discusión seria acerca de esta importante propuesta de reforma constitucional.
Esto es, claro, si logramos quitar algo de la paja abundante que Martín dejó entre el trigo de sus críticas a ProReforma. El autor de Wachik´aj dice que se ha propuesto hacer un análisis de los principios del proyecto; pero empieza con dos costumbres despreciables que muchos chapines tienen cuando pretenden animar un intercambio de ideas: Empieza descalificando y se queda en la superficie.
W ningunea a ProReforma porque según él, “es el ideario neoliberal de una parte retrógrada de la élite guatemalteca”; y bueno…a partir de ese argumentum ad hominem, Martín hace lo que puede, y establece el tono del resto del análisis que prometió.
Dice, por ejemplo, que él pasó cinco años de su vida leyendo “todo lo que ha podido sobre el liberalismo de Hayek, Misses y Ayau”; pero uno se pregunta qué tanto ha comprendido, si ni siquiera puede escribir correctamente el nombre de Ludwig von Mises. ¡Hombre!, no es que sea un nombre difícil como Keirkegaard, o como Schopenhauer; Mises, sólo tiene cinco letras. Y no hago esta observación para hacer chanza del buen Martín; pero sí para poner en perspectiva lo que viene de sus críticas y para poner en evidencia que así se puede ir uno en una discusión, pero que así no se llega a nada bueno.
W se queja porque ProReforma dice que “no es partidista porque no buscamos el poder; no lanzamos candidatos a presidente ni a diputados”. Acierta, cuando dice que “la parte clave” de un partido político es la de servir de intermediario entre la ciudadanía y el Estado (frase que yo preferiría poner como intermediario entre gobernados y gobernantes, esto es porque todos los ciudadanos son gobernados, pero no todos los gobernados son ciudadanos). Acierta cuando dice que, en Guatemala, el sistema de partidos políticos es precario. Empero, su crítica falla cuando se niega a ver que, precisamente por esa precariedad, en Guatemala los partidos son meras maquinarias electoreras, o roscas de amigos, constituidas para llevar a alguien al poder. Eso explica que el FRG sea de Ríos Montt; que Maíz sea de Rigoberta Menchú; que el Unionista sea de Arzú; y que la UNE sea de Colom, por ejemplo. Y falla la crítica de W porque, precisamente por esa precariedad y por ese carácter electorero, no son intermediarios de nada; y sólo sirven para alcanzar el poder, o para que sus propietarios influyan en él. ¡Por eso, precisamente, es que los gobernados buscan vías alternas para facilitar la intermediación! Seguramente, el ciudadano promedio se siente más representado por su sindicato, su cámara empresarial, su asociación cívica, su asociación gremial, ¡y hasta por su mara!, que por partido político alguno. A usted, ¿qué partido lo representa?
A mí me parece obvio que se puede tener participación política, sin que esta sea partidista, y me parece evidente que los partidos sirven más para alcanzar el poder, que para otra cosa, como no sea para conseguir empleo. Por eso es que es útil destacar el carácter no partidista de ProReforma, y es útil hacer énfasis en que no es una organización establecida para ofrecer candidatos a puestos públicos.
Y a estas alturas quizás valga la pena imaginar un ejercicio: que Martín organice un partido político; pero que les diga a las personas que no es para alcanzar el poder y que el partido nunca va a proponer candidatos para nada. Que les diga a los afiliados potenciales, que su partido sólo va a ser para intermediar entre los ciudadanos y el Estado. ¿Cuántos afiliados calcula usted que va a conseguir?
En entradas posteriores continuaré comentando las críticas de Martín.