Oscuridad de la calle, y oscuridad de la casa

La reforma a la Ley Electoral -hecha para políticos, por políticos- pretende facultar a los partidos políticos para que sus estructuras, el número de sus afiliados y otros detalles de su organización sean secretos. ¡¿Como si hiciera falta más oscuridad de la que ya hay?! Y encima de eso, ¡encima de eso!, pretende cargarles a los tributarios el peso de los partidios mediante el incremento de la deuda política que subiría de $2 a $3 por voto válido.

Aquí en Guatemala, los partidos políticos no son más que maquinarias electoreras conformadas por roscas de amigos y clientes para llevar a determinadas personas a la Presidencia. Nunca han sido aquellos intermediarios entre el poder y los electores y tributarios; ni han sido aquellas plataformas programáticas y de principios que describen los libros. ¡Y por eso es que nacen, crecen, se reproducen y mueren como moscas! Por eso es que su existencia es artificial y por eso es que el divorcio entre la clase política y la gente es un lastre para el crecimiento republicano y democrático de la sociedad guatemalteca.

Si a usted le indignan estas pretensiones de aquellos a quienes -¡todos los días!- reconocemos en las páginas de los diarios como corruptos, ineptos, patanes, abusadores y sinvergüenzas, seguaramente le interesará hacer algo para detenerlos. Seguramente le interesa hacer algo concreto para cambiar la dirección del país y empezar a establecer un sistema que nos proteja contra la costra nosta política. Sin duda le interesa visitar y firmar ProReforma.

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