19
Dic 10

Recuerdos de la lucha libre

Cuando era niño era aficionado a la lucha libre en la televisión.  Mis hermanos y yo, acompañados por Queta y Lidia, veíamos la lucha libre en el canal 7 y yo solía llamar por teléfono al canal para pelearme con el que contestaba.  El era rudo y yo era técnico, y cuando los rudos cometían alguna infracción, o acto de abuso, yo llamaba para reclamarle.

Todavía me acuerdo de varios nombres de luchadores: José Azzari, que era el Champion du Monde; y Jorge Mendoza.  También de El Cirujano (que usaba máscara blanca) , Mazámbula (que se ponía de cabeza antes de empezar a luchar), Taras Bulba (que era pelón y masivo).

Siempre le pedí a mi padre que me llevara a la lucha, pero ese deseo nunca se me cumplió; y no es que importara mucho, pero de verdad hubiera sido divertido ir a la lucha.

De aquello me acordé cuando vi el cartel de la foto.


18
Dic 10

Recuerdos de las Fuentes Georginas

La ruta a las célebres Fuentes Georginas, de Quetzaltenango, fue muy dañada por la tormenta Agatha; e igualmente fueron averiadas las instalaciones que había en aquellas fuentes de aguas sulfurosas.  Ahora las están reconstruyendo; pero ojalá que no sea en ni en el estilo neohaitiano, ni en el estilo pastel de quinceaños que caracteriza a muchas de las edificaciones que se construyen ahora en el área rural chapina.

La primera vez que visité esas fuentes fue cuando estaba en Segundo grado de primaria, y pasé por ahí con mis padres cuando veníamos de regreso luego de pasar las fiestas en una finca de San Marcos.  No volví hasta ca. 1999 cuando mis amigos Luis Adolfo y Octavio organizaron una excursión buenísima con sus familias y anduvimos por Xela.

De esa ocasión es la foto.  En el camino a las fuentes se encuentran numerosas fumarolas pequeñas y hay azufre en todas las paredes de la ruta.  Nótense lo verde intenso y espeso de la vegetación, la niebla densa y a mis amigos bajando hacia una de las fumarolas.

Hoy, Prensa Libre publicó un reportaje acerca de aquel lugar; pero en él hay un error.  Le atribuyen el nombre de Georginas a que ese era el nombre de la esposa de don Jorge Ubico.  Empero, si bien es cierto que aquel presidente visitaba esas fuentes, el nombre se debe a él: Jorge (George) y no a su esposa cuyo nombre no era Georgina, sino Marta; Marta Lainfiesta Dorión de Ubico.  Georginas, recuerda a Jorge, como Georgia, el nombre del estado de los Estados Unidos de América, recuerda a George II, rey de Inglaterra.


17
Dic 10

De aquellos tiempos cuando no había iPods

Esta hermosa caja de musica, con su playlist en la tapa, me hizo pensar en los tiempos aquellos cuando no había iPods, ni Walkmans, ni nada parecido.


16
Nov 10

Convención de modelismo a escala

Cuando yo era niño, y en mucha ocasiones, más de alquien me regalaba un modelo a escala para armar.  Generalmente recuerdo que eran aviones, pero también obtuve barcos.  Y siempre fui un fracaso para armarlos.  Supongo que mi falta de motricidad fina no me ayudaba; pero tampoco me ayudaba mi falta de paciencia.  Luego, tengo la impresión de que si en algún momento llegué a armar un modelo de forma apropiada -sin que me sobraran piezas, y sin que se viera particularmente torcido- todo el conjunto no duraba mucho tiempo armado.

Otra cosa que me regalaban, y en la que yo era particularmente inútil, eran aquellos cuadros que se pintaban con números. Ja ja ja. Esos sí me quedaban muy feos.

En fin, comparto con ustedes que el 16, 27 y 28 de noviembre, en la Anacafé, se celebrará la Convención de modelismo estático a escala.  Yo no expondré nada, por supuesto, ja ja; pero mi cuate Juan Francisco sí.


12
Nov 10

Ichintal, y la magia de comer en familia

El ichintal es bocatto di cardinale.  Anoche lo cenamos en casa, envuelto en huevo y con salsa de tomate.  En casa de mis padres y de mis abuelas se comía también en cubos, con tomate y cebolla picados.

Este tubérculo es la raíz del güisquil o chayote.  Tiene un sabor delicado y una consistencia muy agradable.  Podría decirse que recuerda a la papa; pero es más jugoso.  Definitivamente no tiene la consistencia de la yuca, ni la de la malanga.  El ichintal tiene su propia personalidad y yo me atrevería a decir que es la aristócrata de los tubérculos; únicamente comparable con los añorados y desaparecidos salsifíes.

A mí me gustaba desde niño y ahora tenía ratales de no comerlo.  Me dio mucha alegría comerlo y me trajo muchos recuerdos; especialmente de cuando todavía comíamos toda la familia en la mesa a la hora del almuerzo.

Hace ratos, por cierto, la revista Time publicó un artículo titulado The Magic of the Family Dinner; y el mismo sostiene que los niños que comen con sus padres son más sanos, más felices y mejores estudiantes; por lo que la tradición de comer en familia está volviendo a ser practicada.  A mí me hacía feliz cuando la mesa estaba llena de gente -y platos como el ichintal elevaban la calidad de la experiencia-.

Yo me creo lo de que comer en familia es buena idea porque uno aprende a conversar; la conversación es intergeneracional; se habla de los temas del día y de temas variados; y hace que el momento de comer no sea simplemente una sucesión de egulliciones.


02
Nov 10

Falleció periodista Pedro Salinas

Pedro Salinas, periodista, falleció el 31 de octubre pasado.  Pedro fue mi jefe directo en el Aquí el mundo cuando me inicié en el periodismo como editor de la Sección Internacional del medio día, en aquel noticiario legendario.  De él me impresionaba su serenidad, su seriedad y su memoria prodigiosa.  ¡Prodigiosa!  En la oficina que compartíamos guardaba largos y numerosos rollos de teletipo y él sabía exactamente dónde estaba qué.  Recordaba fechas y actores noticiosos de una forma impresionante.

Luego de dejar Aquí el mundo, Pedro se hizo cargo de la dirección del noticiario Tele Prensa; y cuando la administración democratacristiana consiguió el cierre de aquel noticiario, Pedro me invitó a formar parte del que dirigía.  Y fue por eso que me hice cargo de la Sección Internacional de TP donde luego también fui anchorman, como lo había sido en AEM.

Pedro y su hermano, Estuardo, con quien también tuve el gusto de trabajar, eran dos instituciones del periodismo nacional.  Mi anécdota favorita con Pedro es la de una vez que recibí una carta de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca en la que se me conminaba a publicar una especie de manifiesto o comunicado y se me amenazaba con atenerme a las consecuencias o algo así.  La cosa es que se la mostré preocupado a Pedro y el la tomó.  La arrugó y la tiró al cesto de la basura.  Y me dijo, con su voz que era característica: No se preocupe.  Estas vienen a cada rato.

Otra cosa que recuerdo de Pedro es que era capaz de producir el noticiario mientras hablaba por horas con don Tono Mourra, el propietario del Canal.  Pedro podría redactar, supervisar ediciones, dar instrucciones y llevar el control de la emisión nocturna -con total serenidad- mientras hablaba por teléfono con don Tono.


30
Oct 10

Las cajas fuertes del correo


Esta pequeña exhibición de cajas fuerte se halla en antiguo edificio de El Correo, en la ciudad de Guatemala. Las más viejas han de ser de principios del Siglo XX; en tanto que las más nuevas tienen todo el color y aspecto de ser de los años 70.

Mi bisabuela, Adela, tenía una caja fuerte negra y de principios del Siglo XX en su dormitorio; y mi abuela, Frances, tenía otra -gris y cincuentera- en su estudio. Mi abuelita, Juanita, contaba que en la casa de su madre había una caja de hierro en el último patio.  Mi tío Freddy importaba cajas fuertes; y durante un tiempo, en su oficina, hubo unas grandes como refrigeradoras que olían muy rico. Olor que contrasta con las de la foto que tienen un intenso olor a húmedad y moho.


25
Oct 10

…y hoy me encontré con otro buzón


Vaya…hoy me encontré con otro buzón viejo del correo. Este está en la 12 avenida y 10a. calle de la zona 1.


24
Oct 10

Recuerdos del correo

Aveces siento nostalgia por el correo.  Me recuerda mi niñez, en la casa de mi abuela Frances, porque ella recibía cerca de un par de cientos de tarjetas de Navidad y siempre era alegre ver cómo las abría y el gusto que le daba saber de quienes las enviaban.   Y me recuerda las horas agradables que pasaba limpiando y ordenando mi colección de estampillas postales, cuando me ocupaba de ella.

Durante algún tiempo yo también enviaba y recibía tarjetas navideñas; pero primero perdí la costumbre, luego desapareció el correo y luego apareció el correo electrónico.  Cuando estudiaba en la University of Maryland yo escribía a casa todas las semanas.  Buscaba un rincón agradable en el campus, o en D.C. y me sentía como un viajero del Siglo XIX contando mis aventuras y descubrimientos.  Lo divertido es que ninguna de las tres personas a las que les escribía, me contestaba.   Pero a mí no me importaba.  El acto de escribir, de elegir el lugar y tomar la pluma y el papel era, en sí mismo, un placer que no necesitaba reciprocidad alguna.

El fin de semana pasado anduve por el viejo edificio del Correo en la ciudad de Guatemala; y ahí hay uno de los buzones que, antes, estaban distribuidos por casi toda la ciudad.  Eran amarillos y al frente tenían un espacio para el aviso de las tarifas. No creo que todavía alguien los use…y si alguien depositara ahí sus cartas, ¿qué ocurriría? ¿Cuántos de estos hay, todavía, dispersos por ahí? ¿Alguien los inspecciona de cuando en cuando?


19
Oct 10

Orejas de Venus y recuerdos de otros tiempos

Mi padre preparaba los abulones u orejas de Venus con cebolla picada, aceite de oliva, mostaza y un poco de sal si hacía falta; y así lo hicimos el domingo, en casa.  El lo compraba enlatado y decía que el mejor era el abulón peruano que ofrecía resistencia al diente.  ¡Y que razón tenía!  Este que hicimos era mexicano y, aunque su sabor era muy parecido al que compraba mi padre, su consistencia casi estropeó la experiencia.

Con todo y todo, estuvo sabroso.  La última vez que comí abulón fue en Taiwán a finales del siglo pasado; y la última vez que comí uno preparado por mi padre fue antes de 1986, de modo que el del domingo me trajo muchos recuerdos.   La receta, por cierto, no era de mi padre originalmente, sino que a él se la dio su amigo y médico de la familia, el doctor Carlos Sánchez; y a mí me cae en gracia que a los abulones los llamen orejas de Venus porque ciertamente parecen grandes orejas, muy indignas de la diosa.  A mi padre también le gustaban en salsa de ostras, y así los pedía en sus restaurantes chinos favoritos que eran Cantón, en la Quinta avenida de la zona 1; y El encanto, en la Séptima avenida de la zona 4.