04
May 11

Recuerdos de la máquina de escribir

¡Vaya!, la última fabrica de máquinas de escribir anunció el fin de su producción.  Yo me deshice de mi última máquina de esas a mediados de los años 90; una vieja Royal  reconstruida, que mi padre había comprado cuando yo estaba en la Secundaria.  En esa misma ocasión me deshice de una pequeña máquina portatil, cuya marca no recuerdo, que mi padre me había comprado cuando estudiaba Derecho.

Cuando eramos niños, mis hermanos y yo aporreábamos la Underwood eléctrica de mi abuela, seguramente de los años 50,  y yo disfrutaba mucho de cómo era que las téclas respondían fácilmente al toque de mis dedos.  Cuando estaba en Sexto grado traté de aprender a escribir a máquina con un método que me regaló mi tía Paty; pero no fui perseverante.

Ya en la Secundaria, y como parte del pensum tomé clases de mecanografía en el Instituto de Señoritas El Rosario…y perdí la clase.  Por esa razón tuve que repetir meca y creo que la gané raspado.  ¿Quién diría que luego me ganaría la vida escribiendo en un teclado?  Fue en el noticiario Aquí el mundo (ca. 1986) que di el brinco de máquina de escribir a MacIntosh; y de ahí nunca volví a usar máquina de escribir.

Aunque sí puedo escribir sin ver el teclado, no soy particularmente veloz; y algo que nunca aprendí es a usar el dedo pulgar izquierdo en el tabulador.  Siempre uso el pulgar derecho para apretar esta tecla.


19
Abr 11

Recuerdos entre humo de copal

El aroma inconfundible, mágico y seductor del copal inundó mi casa ayer.  Tenía ratales de no quemar copal porque,  principalmente,  para hacerlo hay que juntar fuego de carbón.

Cuando fui a El Mirador, nuestro guía, Darwin, tuvo la buena idea de llevar copal y quemar un poco mientras contemplabamos el atardecer sobre la pirámide de El Tigre.  Desde entonces, aquella resina me transporta a aquellos momentos que pasé en el Reino Kan y a la aventura que viví para llegar allá.

Conocí el árbol del copal, por primera vez, cuando caminé por la selva rumbo al sitio arqueológico de Waká-El Perú.  Que emoción sentí cuando el guía señaló el árbol y cuando hice el corte para extraer algo de aquella sustancia preciosa.

Y conocí el copal, por primera vez en mi vida, cuando una noche, en Cobán, saturamos un cuarto de La Posada con humo de esa resina.  Acompañado por un grupo extraordinario de amigos de la Asociación Guatemalteca de Orquideología, pasamos una velada inolvidable contando historias, riéndonos y disfutando de la buena compañía envueltos en humo del copal sagrado.

Al día siguiente corrí al mercado a comprar un gran bodoque de copalli; y aunque aquello ocurrió ca. 1979, todavía tengo lo que queda de aquel bodoque y parte de eso es lo que quemé ayer.  Aunque ya tiene como 32 años, todavía conserva su intensidad y su encanto.


13
Abr 11

Recuerdos del hipódromo

Alguna vez, seguramente a finales de los años 60, fui a ver carreras de caballos al hipódromo. Exactamente al Hipódromo del sur, en donde se hallaba la tribuna de la foto.

Fui con mis padres y estoy seguro de que en la visita estuvo involucrado mi tío abuelo, Jorge, que había sido jockey. Mi bisabuela, Adela, había criado caballos de carreras y el tío Jorge había sido uno de sus jockeys. El nombre de una de las yeguas más famosas de mi Mami era Lucky Lester, y todavía guardo una licorera que el presidente Jorge Ubico le dio a mi bisabuela, en esa tribuna, luego de una carrera.

La tribuna se halla abandonada ahora, y no creo que tenga uso práctico alguno ya que la nueva terminal del Aeropuerto La Aurora fue construida sobre la vieja pista.


11
Abr 11

Recuerdos de “El aeropuerto viejo”

El aeropuerto viejo de la ciudad de Guatemala se ve así al amanecer y a duras penas se ve frente a los edificios modernos que están en su vecindario.  Ahora es sede de la Fuerza Aerea Guatemalteca, pero entre los años 30 y los años 60 ese fue el principal puerto aéreo de la ciudad de Guatemala.

Construido en el estilo y en la época ubiquista, tenía una arquitectura característica con arcos, tejas y hermosos trabajos de herrería y ebanistería.  Yo use ese aéropuerto durante la primera mitad de los años 60.

Recuerdo que tenía una gran lámpara que a mí me parecía inmensa.  Recuerdo que tenía murales con los caciques centroamericanos: Tecún Uman, Nicarao, Lempira, Urraca y Atlacatl.  Las maquinitas traganíqueles estaban a mano derecha cuandouno entraba desde la Avenida Hincapíe.  Era costumbre despedir a los viajeros desde el balcón del segundo piso, en donde estaba la cafetería.  La aduana era un sólo mostrador que también quedaba en el ala derecha del edificio, atrás de las maquinitas.

Mi padre, recuerdo, me llevó una vez a la Torre de Control porque un amigo suyo tabajaba ahí.  Así eran aquellos tiempos, ja ja ja.  Esos eran los tiempos en los que los aviones olían rico (especialmente a una colonia que PanAm ponía en sus baños) y los tiempos en los que uno se entacuchaba para viajar.  Por ahí andan fotos mías, listo para volar con corbata, chaqueta…y sombrero. LOL.

Cuando fue construida la nueva terminal, uno le decía a esta El aeropuerto nuevo; y al viejo edificio le decía El aeropuerto viejo.


24
Feb 11

¿Quién no tuvo uno de estos?

¿Quién no tuvo uno de estos?  Aunque ahora tienen las cabezas más flacas, je je, la textura del plástico sigue siendo igual de particular y siguen siendo igual de coloridos.   Yo tuve por lo menos un caballito de palo con cabeza rellena de aserrin.

La foto fue tomada en el Mercado Central.


17
Feb 11

Viejo buzón del correo, en Xela

En Quetzaltenango, pero no apunté exactamente dónde, encontré este viejo buzón del correo que añado a mi colección.


16
Feb 11

Los templos de Minerva

 

Los templos de Minerva eran el escenario principal para las Fiestas de Minerva o Minervalias, con las que el presidente Manuel Estrada Cabrera celebraba a la juventud estudiosa. Desde su creación -en 1899- las fiestas de Minerva eran la máxima celebración de carácter nacional y había templos a la diosa romana de la sabiduría en muchos departamentos del país.

Mi bisabuela, Adela, y su amiga Clara Schippers en la carroza. Haz clic en la foto para ver más fotos.

El de la ciudad de Guatemala era el más suntuoso y fue dinamitado durante la administración de Jacobo Arbenz, cuando el alcalde de la ciudad era Juan Luis Lizarralde.  Los de Quetzaltenango, la ciudad natal de Estrada Cabrera, y de Barberena están muy bien cuidados y los visité recientemente.

Templo de Minerva en Chimaltenango. Foto de Guatemala del ayer.

Se que quedan en pie los de Barberena, Chiquimula, Huehuetenango y Salamá, pero esos no los conozco (Ah, si, si he estado en el de Barberena); y también lo hubo en Totonicapán, La Antigua, y Cobán.

Las Minervalias incluían deportes, arte, ciencia y tecnología. Según reportes de la época, no parecían sólo fiestas de propaganda para exaltar la persona del señor presidente, sino que eran una expresión “culta y civilizada” del progreso y del régimen.

Templo de Minerva en Sololá. Foto de Guatemala del ayer.

Para entender los alcances de aquella expresión, de verdad te recomiendo Minerva y el positivismo en Guatemala: una visión histórica reveladora.


14
Feb 11

Lo sublime de los tejidos indígenas

Haz clic en la foto para ver más fotos

Durante mi visita de la semana pasada a Xela, una de las mejores experiencias que viví fue la visita al Museo Vibo´z, de don Oscar Boj.  En ese lugar encantador, don Oscar mantiene viva la excelencia y la tradición de los mejores textiles indígenas.

Antiguamente, su padre, don Víctor Boj, tenía ahí un taller con entre 12 y 14 telares; pero ahora sólo hay dos que se mantienen ocupados todo el tiempo en la producción de textiles de altísima calidad.  Don Oscar está involucrado en esta actividad desde que tenía 10 años de edad y ayudaba en las tareas a su padre y al equipo que trabajaba en el taller.

Vibo´z es un museo interactivo en el que don Oscar, con pasión y con paciencia, le cuenta a uno los detalles más íntimos de la producción de cortes, huipiles, sobrehuipiles, servilletas, tzuts y otras piezas importantes del vestuario tradicional indígena.

En Vibo´z uno puede vivir la complejidad, la profundidad y la belleza de los equipos, los materiales y los diseños.  Y si uno ya sentía admiración por estos textiles antes de visitar este espacio, cuando uno sale de él esa admiración adquiere caracteres sublimes.

Los textiles indígenas me hay llamado la atención desde niño, en parte por haber pasado muchas de mis vacaciones en Panajachel; y en parte porque tanto mi bisabuela, Adela, como mi abuela, Frances, integraban piezas indígenas a sus vestidos occidentales.  Ayer mismo fui a visitar a mi tìaabuela, Adelita, y tenía puesto un bellísimo huipil en el que predominaba el color morado.   Nunca fui ajeno a los colores variados de sus diseños, ni a la rica  iconografìa que incluye quetzales, aves diversas, flores, cuerpos celestes y una extraordinaria abundancia de formas.

Mis amigos y yo pasamos un rato muy agradable aprendiendo acerca de los textiles y don Oscar nos permitió hacer uso de su equipo y tener la experiencia de producir canillas de hilo.

Vibo´z queda cerca del Puente de los Chocoyos, en Xela; y seguramente cualquiera del vecindario lo puede guiar a ese lugar hermoso, cuando usted ande por Quetzaltenango. A don Oscar también se lo puede encontrar en la Casa No´j, frente al Parque Centroamérica en aquella ciudad.


20
Ene 11

La Guatemala de 1940 y el club de la nostalgia

Toc, toc, toc.  El club de la nostalgia se reúne aquí para ver un vídeo de la  Guatemala de 1940.  En él se ven escenas del bloqueo de una línea férrea a causa de un derrumbe y la gente acarreando sus cosas; se ven escenas indígenas; festividades cívico-militares; niños en la sede de la Universidad de San Carlos en La Antigua; escenas de Sololá; de mercados y escenas aéreas de volcanes; y muchas otras tomas de aquellos tiempos.

El material es propiedad del University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology Films; y usted puede verlo si hace clic aquí, gracias al Internet Archive.


28
Dic 10

La historia de una revista que se fue, y volvió

A lo largo de buena parte de los años 70 mi padre me compraba a revista National Geographic; y durante algunos años mi dormitorio estuvo decorado con mapas de aquella revista.  Cuando empecé a interesarme en la astronomía, en los años 90, ya no estaba suscrito a ella; pero tanto los viejos ejemplares como los nuevos que conseguía eran muy útiles.   Y luego dejé de ponerle atención cuando la línea editorial se volvió insoportable.  Tan molesto estaba con el giro que había dado la revista que, cuando estudiaba en la University of Maryland. no fui  a visitar la sede de la NGS a pesar de que, en los años 70, era algo con lo que yo soñaba.

Entonces, en algún momento me deshice de mis revistas.  Las regalé para que fueran revendidas…y, ¿saben qué? Hace unas semanas mi amigo, Mario, se encontró con una, la compró y me la vino a regalar. Es de septiembre de 1973, fecha en la que yo tenía 12 años de edad y ahora no tengo corazón para volver a salir de ella.