21
Ago 13

¡Rabo para el almuerzo!

130821_rabo

Gracias a mi amiga, Ana, hoy almorzamos rabo; y yo tenía añales de no comer un buen plato de rabo.  Ana lo hizo estofado, con un sabor intenso, dulzón como debe ser, ¿y cuál es el secreto además de su magnífica sazón?  El cariño y 8 horas de cocimiento a fuego lento.

La última vez fue en casa de mis padres, seguramente a principios de los 80.  Allá lo preparaban estofado y con chicha.  De la chicha se obtenía la sazón tan característica del rabo que preparaban en casa de mis padres y en la de mi abuela. Desde niño me gustaba mucho ese plato, no sólo por su sabor, sino por la gelatina de las coyunturas que a mi me parecía algo muy divertido y sabroso.

¡Que alegría!


19
Ago 13

Redescubrimiento del camote morado

130816_ate_de_camote_morado

¡No lo podía creer!, de verdad que no lo podía creer.  Después de unos 40 años me volví a encontrar con el camote morado.

Cuando yo era niño recuerdo que en casa de mi abuelita Juanita se comía ate de camote morado; recuerdo muy bien que la última vez que lo ví y lo comí fue en esa casa a finales de los años 60, o principios de los años 70.  Nunca más lo volvía ver a pesar de que en numerosas ocasiones, a principios del siglo XXI pregunté por esos tubérculos en los mercados Central y La Villa.   Mi madre, mi hermano recordaban muy bien el camote morado -en parte porque cuando era muy chico, mi hermano decía que su color favorito era el morado- ; y dos amigos recordaban vagamente haber visto y comido ate de camote morado; pero incluso algunas vendedoras de frutas y verduras en los mercados ni siquiera habían oído de tal producto.

Según yo el camote morado se había extinguido porque nadie lo cultivaba más.  Dispuse que era una leyenda familiar.

Pero ahí está que no.

Con mis amigos suelo ir a cenar y a escuchar muy buena música a un lugarcito que se llama El café del callejón, ubicado en el Callejón del Fino en el Centro Histórico de la ciudad de Guatemala.  La música de Mariel Castro y del doctor Antillón lo llevan a uno por profundos y abundantes laberintos musicales del recuerdo…y a mí me gustan mucho la sopa de frijoles, las baguettes y el refresco de moras que ofrecen.  ¿Y su único y célebre postre? Ate de camote.

Luego de la cena del viernes pedí mi plato de camote, que suele ser dorado, como los camotes normales y cuál sería mi sorpresa: ¡El camote venía morado!  Y llamé al propietario y le pregunté que por qué es que el camote venía morado (entre emocionado y temiendo que de debiera a algún truco culinario para poner distinto el camote).  Y me contestó -como disculpándose- que así vinieron los camotes: morados.

¡Yo no lo podía creer! Por fín, después de 40 años y de más de una década de buscarlos, tenía ante mí los legendarios camotes morados hechos ate.  ¡Por supuesto que pedí un plato extra y pedí uno para llevarle a mi madre!  y ¡Ja!, cuando se lo mostré y lo probó ella estaba tan maravillada y contenta como yo .

¿Será que volvieron los camotes morados? ¿Será que nunca desaparecieron y que sólo se me escondían?

Voy a averiguar…y mientras tanto estoy feliz como una perdíz.

La foto es por Raúl Contreras, de Asi es la vida.

Actualización: Vamos al mercado del barrio, preguntamos por camotes morados y la vendedora nos dice: Ay, si de esos han estado viniendo; pero la gente no los compra porque piensa que están malos.  Y, ¡Plop!, diría Condorito.


02
Ago 13

Casi extinto pito de un afilador, o remendero ambulante

¡Ala gran!, voy a decir que desde la primera mitad de los años 80 que no oía el característico y casi extinto pito de un afilador, o de un remendero ambulante en la ciudad de Guatemala.

Antes las calles de la ciudad eran recorridas por estos personajes que afilaban cuchillos, reparaban zapatos y soldaban ollas.  ¿Quién suelda ollas en estos días?  Se instalaban en las afueras de las casas de quienes requerían de sus servicios y ahí trabajaban hasta cumplir su cometido.

En casa de mis padres recuerdo que afilaban los cuchillos de la cocina; pero los de la mesa mi madre los llevaba a un afilador que tenía su negocio al lado del Mercado Central porque ahí se trabajaba muy fino.  Varias veces algún zapatero ambulante le dió un segundo aíre a algún par de zapatos míos; pero yo ya soy de la época en que no se reparaban las ollas.

¡Que gusto me dió escuchar este pito que yo creía que ya no se oía!


26
Jun 13

Hondas o resorteras

130623_hondas_luis_figueroa

Mira que hermosas estas hondas o resorteras que encontré en el mercado de San Juan Sacatepequez.   Hay varias aves: quetzales, guacamaya, tucán y águilas; hay jaguares,  un cocodrilo, un personaje que no llego a identificar y un soldado.  Ve pues, un soldado.  Me pegué una arrepentida de no haber comprado algunas de esas figuras.

Cuando era niño, en Panajachel y durante las vacaciones, mis primos y amigos y yo solíamos comprar hondas para entretenernos.  Nunca tuve buena puntería; pero uno pasaba horas tirándole a latas y otros objetos.


25
Jun 13

¿Todavía hay telegramas?

130624_telegrama_luis_figueroa

¿Alguien sabe si todavía hay telegramas en Guatemala?  El de la foto es el último telegrama que recibí en mi vida.  Me lo envió mi padre, en nombre de él y de mi familia, cuando cumplí 16 años.  Todo esto viene a que en la India, luego de 163 años de existencia, el telégrafo sucumbió a las nuevas tecnologías y el gobierno decidió dejar de ofrecer el servicio.

Aquí en Guatemala había dos servicios de telegramas.  El tradicional que ofrecía la Dirección Nacional de Correos y Telégrafos, y los radiogramas que ofrecía el monopolio de las telecomunicaciones, Guatel.

Recuerdo que aprendí a enviar telegramas y cartas cuando estaba en Tercer grado de primaria como parte de la clase de Idioma Español. Era graciosa la redacción de los telegramas porque, como cobraban por palabra, cuando fuera posible había que unirlas.  Por ejemplo, en vez de Te recuerdo, lo que se ponía era recuérdote.  También era muy particular la forma en la que eran doblados los telegramas para ocultar el texto y permitir que se viera bien el destinatario.

Mi tío Freddy y mi padre importaban telégrafos y recuerdo que en su oficina había uno instalado.  ¡Cómo me gustaba su sonido!  Traté varias veces de aprender el Código Morse; pero nunca puse empeño y solo me divertía escuchando su sonido.


17
Jun 13

En el Día del padre, un recuerdo del mío

130617_luis_figueroa_ch

Esta es la nota que, sobre mi padre, escribí para el 17 de junio de 2006; la comparto con ustedes porque hoy es el Día del Padre y porque me gusta recordar al mío:

“En 1986 las campanas doblaron por mi padre, que dejó de existir casi a la misma edad que tengo ahora; y desde entonces, el Día del Padre no ha sido lo mismo para mí.

Extraño a mi padre cuando tengo un éxito, y lo extraño más cuando tengo un fracaso. Lamento mucho que no esté aquí para ver a sus nietos creciendo y para ver sus caras de felicidad cuando gana su equipo en el Mundial de Futbol.

Mi padre me enseñó a limpiar calamares, a sentarme a leer tranquilamente al final de la tarde, a montar moto, a cangrejear en la playa, a preparar Bloody Marys, y a cantar En un bosque de la China yPajarillo barranqueño.

Me enseñó a hacer castillos de arena y me construyó un invernadero cuando yo era orquideólogo. Me enseñó tiro al blanco y seguramente hubiera preferido que yo fuera beisbolista, a que fuera orquideólogo; pero recuerdo que estaba muy contento cuando gané mi primer Mención Honorífica en una exhibición nacional.

Con mi padre íbamos a La Placita Quemada a comprar mariscos, donde una señora que tomaba sangre de tortuga.

Íbamos cada 1 de noviembre al Cementerio General a visitar la tumba de su padre, y con mis hermanos entrábamos a pie. Él, además, había inventado la historia de un lorito suyo, de nombre Vito, que había sido piloto. El avión de Vito había sido derribado durante la Liberación y se hallaba enterrado cerca de la tumba de mi abuelo. Así que mis hermanos y yo llevábamos flores para el padre de mi padre, y flores para el lorito caído.

Al final de sus días discutíamos mucho. Él, sin lugar a dudas, era un constructivista irredento; y yo, soy un convencido total de la existencia de órdenes espontáneos. El era un apasionado con un corazonote así de grande; y yo que soy un objetivista, que sin duda le parecía exageradamente racional.

Mis padres eran muy jóvenes, y nada me daba más gusto y orgullo que el mío me presentara como su hermano y que cuando iba por la calle, con mi madre, alguien silbara y me dijera, ¡Adiós, cuñado!

Su última foto se la tomé junto a su Mustang, el mismo en el que hizo su viaje final. Y por cierto que, pocos años antes, había pasado por una crisis financiera. Eso lo lastimó mucho; pero nunca perdió su magnífico sentido del humor. De hecho, para pasar el aguacero vendía contratos funerarios; y en sus tarjetas, ¿qué cree usted que decía? Luis Figueroa, asesor en viajes celestiales.

La última vez que lo vi yacía bien rasurado, todo conectado a tubos, inconsciente, y aparentemente tranquilo.

Y no alcancé más que a decirle, muy quedito y entre dientes: ¡Gracias, fuiste un padre divertido! y te voy a extrañar.

…y en efecto…lo extraño.


22
Abr 13

Algo de nostalgia me dio ayer

139420_casa_antigua_luis_figueroa

En un rincón de esta casa viví…en otra vida.  Ayer pasé por ahí y me dio algo de nostalgia.  Me dio mucha pena ver el inmueble abandonado e invadido por malezas.  Me dio tristeza verlo invadido por el silencio; y sus claroscuros me sobrecogieron.

Es maravilloso cómo es que un solar es capaz de atesorar recuerdos, imágenes, sonidos, aromas, texturas y sabores.  Me vi entrando y saliendo por ese zaguán.  Me vi entrando por primera vez, y me vi saliendo por última vez.  Un desfile de caras y risas pasó frente a mí, y una lágrima se coló.   Y no es que añore esos días, para nada.  Es sólo que les tengo cariño.  Es sólo que mi vida se enriqueció tanto, que el abandono de esas paredes, ese patio y esas ventanas me produjo algo como…como aquí adentro; y lo que se me vino a la mente fue Oriental, de Enrique Granados.


11
Abr 13

¡El correo abierto en domingo!

130224_correo_luis_figueroa

Siempre he sido un fan del correo; y por eso me alegró ver que hay agencias del correo abiertas en domingo.  La de la foto es la de La Pradera.

Cuando era adolescente enviaba tarjetas de Navidad; y cuando estudiaba fuera del país, todas las semanas les enviaba cartas a las personas más importantes en mi vida en aquel momento.  Eso sí, en aquellos días, el correo estatal había colapsado y usaba el P.O. Box de mi tía Sylvia para hacer los envíos.  También, durante mi adolescencia fui algo filatelista.

En fin, cuento esto oporque crecí en los tiempos en los que el correo sólo abría de lunes a viernes; y en los que era imposible conseguir una fotocopiadora en día domingo.  Por eso me emocionó que haya correo abierto 7 días a la semana.  Y quién sabe, quizás hasta me den ganas de enviar tarjetas de  fin de año.


28
Mar 13

Teléfono “vintage”

130325_telefono_lui_figueroa

¿Quién -entre los lectores- tuvo, o usó un teléfono así? Me lo encontré en La Antigua y calculo que es de finales de los años 90.  Estos aparatos se veían modernísimos en su tiempo. ¡Eran de botones! y sustituyeron a los de disco.


28
Feb 13

Falleció Van Cliburn


Van Cliburn, destacado pianista clásico estadounidense  que disfrutó de estatus de astro del rock, falleció ayer, a los 78 años tras una lucha contra el cáncer óseo.   Yo tenía su Concierto No. 1 para piano de Thaikovsky, acompañado por el director ruso Kirill Kondrashin y ese fue el primer álbum de música clásica en obtener un disco de platino.  Se hizo famoso, a los 23 años luego de ganar una competencia prestigiosa en Moscú.

Sabemos que la música clásica es eterna y perpetua, y precisamente son las verdades eternas inherentes a la música clásica las que se mantienen como un ejemplo espiritual para personas de todo el mundo, dijo Cliburn una vez

Escuché su grabación del Concierto No. 1  docenas y docenas de veces. Era parte de la colección de discos de música clásica de mi abuela, Frances, que ella me fue regalando poco a poco durante los últimos años de la década de los 70.  Desafortunadamente nada de aquella colección sobrevivió a la adquisición de mis primeros CD;  en parte porque supuse que con la nueva tecnología los discos viejos no valían la pena, en parte porque estos ocupaban espacio que necesitaba para aquellos y en parte porque de tanto uso muchos estaban rayados y estropeados.

En fin…de nada sirve llorar sobre la leche derramada.