18
Ago 14

Delicioso y chulo el pay de cebollas

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Delicioso y chulo me salió el pay de cebollas que hice el sábado.  Este es uno de los clásicos en las casas de mi abuela, Frances; y en la de mis padres.  El relleno salió estupendo; pero los que leen Carpe Diem con frecuencia saben que con lo que he tenido dificultades es con la pasta.

Esta casi, casi está a la altura.  No tuve dificultades al trabajarla con el estribo, ni al pasarle el bolillo.  La enfrié un poco, como hice con la del pay de manzanas y creo que eso ayuda a la hora de extenderla.  Como la pasta de este pay se hornea unos minutos antes de ponerle el relleno, ni se encogió, ni se elevó.  Por lo único que no le doy un 10 es porque los bordes no me salieron parejos como le salían a mi abuela y como le salen a mi madre; pero estoy muy contento con el resultado.

¡Me encanta la consistencia de este pay que es como de soufflè!  El sabor de cebollas es delicado y lleva pedacitos de tocino.  Desde que era niño me gustaban mucho su color y el hecho de que, al salir del horno, viene bien inflado y luego se baja para dejar formas caprichosas y de distintas tonalidades.

Estoy muy contento por el resultado de este pay.

 


11
Ago 14

Pay de manzanas…¿sin queso?

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Mi abuela Frances, decìa: Apple pie without cheese is like a hug without a kiss; así que a la siguiente porción le puse una rodaja de cheddar.  Este es el pay de queso que hice el sábado.  El relleno me salió delicioso -de acuerdo con la receta de mi madre y de mi abuela- Tuve menos problemas con la pasta; y tanto en casa, como con mi madre, hubo consenso en que me estoy aproximando…me estoy aproximando.

Mi sobrino, El Ale, me ayudó a pelar las manzanas y a hacer los palitos de queso que hacemos con los recortes de la pasta.

El pay de queso es muy sencillo en comparación con otros; pero en su sencillez es una magnifica comfort food y es un clásico.  Me gusta comerlo al tiempo; pero cuando le pongo queso me gusta que este esté derretido y que el pay esté por lo menos tibio.


04
Ago 14

Pay de pollo, y aguacates…un viaje a la nostalgia

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El sábado se me metió que quería hacer uno de los pays de pollo que hacían mi bisabuela y mi abuela, y hace mi madre.  Elegí uno cuya receta es de Abel, que fue uno de los cocineros de mi bisabuela, Adela, -en la Casa Contenta-.  La particularidad de esta receta es que lleva crema de tomate, aceitunas y pasas; de modo que es delicadamente dulzón.  El relleno me salió muy bueno y me trajo muchísimos recuerdos: las cocinas de mi madre y de mi abuela.  El hecho de que ambas permitían que los niños hiciéramos palitos de queso con los recortes de la masa de los pays.  Las hojas que mi abuela, Frances, y mi madre , Nora, dibujaban en la masa de los pays antes de hornearlos, ¡Sabores, texturas y aromas!  Los palitos también me salieron muy bien ahora; pero tengo que trabajar más en la masa porque todavía no estoy contento con el resultado.  No es que saliera mal; pero tampoco salió como debe ser.

Todavía recuerdo a Abel.  Recuerdo muy bien que -durante el desayuno- le pedí un cucharón para mi  mosh, queriendo decir una cuchara grande.  Y el se acercó con un tremendo cucharón de cocina de hotel, así como para emplatar sopas.  Y todos, en la cocina, se rieron de mí.  Recuerdo que en los años 80, en la casa de mi abuela, todavía comimos un mango chutney preparado por él, quizás a finales de los años 60.

En fin, me alegro de haber hecho el pay y quedé con ganas de hacer otro.  Mi madre es la diosa viviente de los pays, y espero que algún día la masa me salga tan bien como a ella…y a mi abuela y a mi bisabuela.

El almuerzo del sábado incluyó otra maravilla: un aguacate muy especial de La Antigua.  ¡Que cosa más deliciosa!  ¿Y de postre? Helado de laichis hecho en casa, con un topping de trocitos de aquella fruta conservados en licor de naranjas.

¿Y por qué se me metió lo de hacer un pay? Porque estoy leyendo El último príncipe del imperio mexicano, por C.M. Mayo, y ahí cuentan que a Alice Green, la madre del pequeño príncipe Iturbide -que era de inmediaciones de Washington, D.C.-, le gustaba mucho hacer pays.  Y ya sabes…una cosa lleva a la otra.  Y por cierto que el libro está muy bueno.


10
May 14

Hoy, a todas las madres buenas

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Hoy, que es Día de la Madre, leo los diarios chapines y encuentro numerosas alusiones al sacrificio de las madres y a las madres sacrificadas. Y pienso…¿es a sacrificio a lo que se refieren? Por ejemplo, si una madre deja de comer para darle alimentos a sus hijos, ¿se está sacrificando?

La creencia general es que sí. Que si una madre deja de ir al cine con sus amigas para quedarse a cuidar a su hijo pequeño, eso es un sacrificio. Que si una madre deja de hacer cosas que hacía antes para ahorrar y tener plata con qué mandar a su hijo a la universidad, eso es sacrificio. Y así sucesivamente.

Empero, un sacrificio es, primero que nada, una acción a la que uno se sujeta con gran repunancia, o es sujetarse con resignación a una cosa violenta. Es abnegación, que a su vez es renunciar uno a sus intereses y a sus propias valoraciones. Hay sacrificio, por ejemplo, cuando uno entrega algo de más valor (para uno), a cambio de algo de menos valor (para uno). Ahora bien, si la madre valora (ama, quiere, respeta, admira y demás) al hijo y deja de comer por él, o deja de ir al cine con sus amigas, por él, ¿dónde esá el sacrificio? Si la madre valora y se interesa por su hijo más que por el cine, por decir algo, ¿dónde está la abnegación?

Es evidente, en aquel caso, que la madre cambia algo que valora (comer, o ir al cine), por algo que valora más (su hijo). No hay repugnancia, ni resignación frente a la violencia. Al contrario.

Entonces, ¿qué es eso que en los medios masivos y en la cultura popular se conoce como sacrificio maternal? Es costo de oportunidad.

Sí, por ejemplo, una madre gasta el tiempo y dinero que tiene en cuidar a su hijo, no puede gastarlos en ir al cine con sus amigas, y en otra cosa.  El costo de oportunidad es el valor del siguiente uso alternativo más valorado para los recursos escasos que una madre (o cualquiera) tiene.  El costo de oportunidad de ir al cine es el amor hacia el hijo (porque lo valora más).  Si el mejor siguiente uso alternativo de tiempo y dinero para cuidar al hijo amado es ir al cine; entonces el costo de oportunidad de cuidar al hijo es el placer de ir al cine. No hay tal sacrificio en este tipo de relación voluntaria y natural.  El costo de oportunidad se manifiesta, también, cuando una madre decide dejar de hacer cosas en el corto plazo, para conseguir o alcanzar otras mejores, en el largo plazo.

Claro que otro es el caso si se diera el uso de violencia; es decir, si la madre fuera obligada a cuidar a un hijo que no quiere, que no ama, que no respeta, que no admira. Entonces sí habría sacrificio, porque hay intervención de violencia que puede ser física, o no. Y claro, ese no es el tipo de relación que admiramos entre una madre y su hijo (o alreves).

En este Día de la Madre, ¡celebremos el amor! No celebremos el sacrificio, la repugnancia, la abnegación ni la violencia. Por mi parte, ¡celebró a mi madre! -Nora- cuyos amor, gozo por la vida, buen humor, generosidad y buen juicio han estado a mi lado tanto en los días de fiesta, como en los días adversos.

Este artículo lo publique, por primera vez, en 2008.  Lo publico de nuevo porque -de verdad- me parece inapropiada e indigna la forma en el que el concepto de sacrificio es usado en esta temporada.

Foto por: Carlo Facchinetti [Public domain or Public domain], via Wikimedia Commons.  Amor maternal, de Carlo Facchinetti.


27
Dic 13

Un regalo ingenioso para mi madre

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El libro de La Mamaish se llama el libro de recetas de cocina, de mi madre, que mi hermano Gustavo y su familia le regalaron a mi mamá en la Navidad.  El de la foto es el dummy; pero va muy bien. Todavía falta varias recetas y fotos que añadir; pero el proyecto estará listo pronto.

El mismo recoge recetas clásicas de mi madre como sus medallones de carne; y recetas tradicionales de la familia, como el fiambre y los pays entre muchas otras.

En la portada se la ve dándole los últimos toques a un fiambre, ayudando a hacer pastel de frutas, cortándole la orilla a una masa de pay, y haciéndo galletas.

Mamaish es el nombre de cariño que mi sobrino, Andrés, le dió a mi madre cuando era un niño pequeño.


10
May 13

En celebración de la mía, y de todas las madres

Ayer* pasé por su casa, en la tarde, y se hallaba feliz porque estaba ayudando a uno de mis sobrinos con su álbum del Mundial. Si hubieras visto las chispas que salían de sus ojos cuando contó que ya sólo les faltaban 26 estampas, sabrías por qué es que es imposible no sentir admiración y cariño por esta septuagenaria que sabe como apasionarse como niña.

Lo de las estampas me llega porque cuando yo era niño, era ella la que me llevaba a la Sexta Avenida, a inmediaciones del antiguo almacén Marlin, a comprar las de mis álbumes. Se, como mi sobrino, que ella de verdad se goza lo de las estampas y lo de llenar los álbumes.
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La admiro mucho porque ha sabido llevar la adversidad con dignidad; porque cuando faltó mi padre no se intimidó y porque si lo hizo, sus hijos nunca nos enteramos. La admiro porque sabe ser la voz de la razón, en medio de la confusión; porque sabe conservar la serenidad, en medio del caos; y porque siempre tiene palabra de consuelo y cariñosas para cuando hacen más falta.
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La admiro porque es generosa, paciente, comprensiva y alegre. ¡Ah, como es alegre! Aunque fracasó miserablemente en enseñarme a bailar, nunca se desanimó en esa empresa. Y aunque ella baila fabuloso, nunca se avergonzó de que su primogénito tuviera dos pies derechos. Gracias a ella y a mi padre, en casa nunca faltaba la música.
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Nora debe tener, por ahí, un manual de cómo ser madre…y ahora lo aplica en su versión de cómo ser abuela. Sus nietos la adoran y yo se por qué. Porque contagia alegría, porque no pierde la cabeza y porque sabe lo que es la justa medida.
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Que sea divertida, generosa y paciente, no quiere decir que no sepa cuándo apretar el tornillo. Una mirada suya solía ser suficiente para evitar travesuras y otra conductas infantiles. Y si la mirada no bastaba, pues ahí iba un pellizco de dimensiones bíblicas seguido de la sentenciosa frase: Te es-tás luciendo.
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Ahora, con sus nietos, es incapaz de dar un buen porrazo; pero una de las anécdotas que estos más gozan que les cuente es cuando una vez, en la cocina, sin duda la tenía tan desesperada que agarró una paleta de madera y la levantó como para darme una nalgada con ella. Empero, la paleta  estaba algo quemada, y, con la fuerza del momento de levantarla se rompió. Y yo quedé mudo, y ella se echó a reír con muchas ganas.
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Nora cocina como…como…como…!cocina de una forma innenarrable! Por mencionar sólo cuatro cosas, ¡nadie! hace mejor fiambre, mejor lasagna, mejores pies, ni mejores galletas, que ella. Tiene un green thumb increíble para los culantrillos; y sabe disfrutar de la vida. Se goza igual, una tortilla con sal, que cualquiera de las comidas que he mencionado antes. Tiene un talento nato para navegar en los ambientes más diversos y para hacer que los demás se sientan cómodos, bienvenidos, valorados y queridos.
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A mi lado estuvo cuando me dieron varicela, hepatitis y malaria; estuvo de mi lado cuando perdí un año en el colegio y cuando perdí mi primer empleo; estuvo cuando perdí a mi padre y cuando me le escapé a la parca. Ha estado en todas las buenas, y se las arregla para estar en las malas. Sabe cuándo hay que abrir una botella de vino, y sabe cuándo es mejor que haya silencio. Nora se ve menuda, pero siempre ha sabido cuidar a sus cachorros.
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A mis hermanos, a mis sobrinos y a mi -¡y a quien se le acerque con cariño!- siempre nos ha ofrecido un hogar feliz y un lugar a su lado; y aunque aveces no todo ha salido bien, lo cierto es que donde ella está, siempre hay lugar para la alegría, para la luz, para las cosas algo locas, para los aromas y sabores olímpicos y para la generosidad.
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Amo a mi madre porque es como es; y porque me ayudó a ser como soy.  A Nora -y a todas las madres que, por dicha, tengo en mi vida- ¡Feliz Día de la Madre!
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* Este artículo lo publiqué por primera vez en 2010.

06
May 11

A Nora y a todas las madres

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Un día pasé por su casa y estaba feliz porque ayudaba a uno de mis sobrinos con su álbum del Mundial. Si hubieras visto las chispas que salían de sus ojos cuando contó que ya solo les faltaban 26 estampas, sabrías por qué es que es imposible no sentir admiración y cariño por esta septuagenaria que sabe cómo apasionarse como niña.

La admiro porque ha llevado la adversidad con dignidad; porque cuando faltó mi padre no se intimidó y porque si lo hizo, sus hijos no nos enteramos. La admiro porque sabe ser la voz de la razón, en medio de la confusión; porque sabe conservar la serenidad, en medio del caos; y porque siempre tiene palabra de consuelo para cuando hacen más falta.

La admiro porque es generosa, paciente, comprensiva y alegre. Aunque fracasó miserablemente en enseñarme a bailar, nunca se desanimó en esa empresa. Y aunque ella baila fabuloso, nunca se avergonzó de que su primogénito tuviera dos pies derechos.

Sin duda que Nora tiene un manual de cómo ser madre… y lo aplica en su versión de cómo ser abuela. Sus nietos la adoran y sé por qué. Porque contagia alegría, porque no pierde la cabeza y porque sabe lo que es la justa medida.

Que sea divertida, generosa y paciente, no quiere decir que no sepa cuándo apretar el tornillo. Una mirada suya solía ser suficiente para evitar travesuras y conductas infantiles. Y si la mirada no bastaba, pues ahí iba un pellizco seguido de la sentenciosa frase: Te-es-tás-lu-cien-do.

¡Nadie! hace mejor fiambre, mejor lasagna, mejores pies, ni mejores galletas que ella. Se goza igual, una tortilla con sal, que cualquiera de las comidas que he mencionado antes; y tiene un green thumb increíble para los culantrillos.

A mi lado estuvo cuando me dieron varicela, hepatitis y malaria; estuvo de mi lado cuando perdí un año en el colegio y cuando perdí mi primer empleo; estuvo cuando perdí a mi padre y cuando me le escapé a la parca. Ha sabido estar en las buenas, y se las arregla para estar en las malas. Sabe cuándo hay que abrir una botella de vino, y sabe cuándo es mejor que haya silencio. Nora se ve menuda, pero siempre ha sabido cuidar a sus cachorros.

A quien se le acerque con cariño siempre ha sabido ofrecerle un hogar feliz y un rincón a su lado; y aunque a veces no todo ha salido bien, lo cierto es que donde ella está, siempre hay lugar para la alegría, para la luz, para las cosas algo locas, para los aromas y sabores olímpicos y para la generosidad. A Nora, y a todas las madres: ¡Feliz Día de la Madre!

Esta columna fue publicada en El Periódico.


10
May 10

¿Por qué amo y admiro a mi madre?

Ayer pasé por su casa, en la tarde, y se hallaba feliz porque estaba ayudando a uno de mis sobrinos con su álbum del Mundial. Si hubieras visto las chispas que salían de sus ojos cuando contó que ya sólo les faltaban 26 estampas, sabrías por qué es que es imposible no sentir admiración y cariño por esta septuagenaria que sabe como apasionarse como niña.

Lo de las estampas me llega porque cuando yo era niño, era ella la que me llevaba a la Sexta Avenida, a inmediaciones del antiguo almacén Marlin, a comprar las de mis álbumes. Se, como mi sobrino, que ella de verdad se goza lo de las estampas y lo de llenar los álbumes.
.
La admiro mucho porque ha sabido llevar la adversidad con dignidad; porque faltó mi padre no se intimidó y porque si lo hizo, sus hijos nunca nos enteramos. La admiro porque sabe ser la voz de la razón, en medio de la confusión; porque sabe conservar la serenidad, en medio del caos; y porque siempre tiene palabra de consuelo y cariñosas para cuando hacen más falta.
.
La admiro porque es generosa, paciente, comprensiva y alegre. ¡Ah, como es alegre! Aunque fracasó miserablemente en enseñarme a bailar, nunca se desanimó en esa empresa. Y aunque ella baila fabuloso, nunca se avergonzó de que su primogénito tuviera dos pies derechos. Gracias a ella y a mi padre, en casa nunca faltaba la música.
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Nora debe tener, por ahí, un manual de cómo ser madre…y ahora lo aplica en su versión de cómo ser abuela. Sus nietos la adoran y yo se por qué. Porque contagia alegría, porque no pierde la cabeza y porque sabe lo que es la justa medida.
.
Que sea divertida, generosa y paciente, no quiere decir que no sepa cuándo apretar el tornillo. Una mirada suya solía ser suficiente para evitar travesuras y otra conductas infantiles. Y si la mirada no bastaba, pues ahí iba un pellizco de dimensiones bíblicas seguido de la sentenciosa frase: Te es-tás luciendo.
.
Ahora, con sus nietos, es incapaz de dar un buen porrazo; pero una de las anécdotas que estos más gozan que les cuente es cuando una vez, en la cocina, sin duda la tenía tan desesperada que agarró una paleta de madera y la levantó como para darme una nalgada con ella. Empero, la paleta sin duda estaba algo quemada, que, con la fuerza del momento de levantarla se rompió. Y yo quedé mudo, y ella se echó a reír con muchas ganas.
.
Nora cocina como…como…como…!cocina de una forma innenarrable! Por mencionar sólo cuatro cosas, ¡nadie! hace mejor fiambre, mejor lasagna, mejores pies, ni mejores galletas, que ella. Tiene un green thumb increíble para los culantrillos; y sabe disfrutar de la vida. Se goza igual, una tortilla con sal, que cualquiera de las comidas que he mencionado antes. Tiene un talento nato para navegar en los ambientes más diversos y para hacer que los demás se sientan cómodos, bienvenidos, valorados y queridos.
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A mi lado estuvo cuando me dieron varicela, hepatitis y malaria; estuvo de mi lado cuando perdí un año en el colegio y cuando perdí mi primer empleo; estuvo cuando perdí a mi padre y cuando me le escapé a la parca. Ha estado en todas las buenas, y se las arregla para estar en las malas. Sabe cuándo hay que abrir una botella de vino, y sabe cuándo es mejor que haya silencio. Nora se ve menuda, pero siempre ha sabido cuidar a sus cachorros.
.
A mis hermanos, a mis sobrinos y a mi -¡y a quien se le acerque con cariño!- siempre nos ha ofrecido un hogar feliz y un lugar a su lado; y aunque aveces no todo ha salido bien, lo cierto es que donde ella está, siempre hay lugar para la alegría, para la luz, para las cosas algo locas, para los aromas y sabores olímpicos y para la generosidad.
.
Amo a mi madre porque es como es; y porque me ayudó a ser como soy.
A Nora -y a todas las madres que, por dicha, tengo en mi vida- ¡Feliz Día de la Madre!

23
Dic 09

Mi pastel de frutas predilecto

Mi madre vino ayer, a casa, a ayudarme a hacer el pastel de frutas para la cena de Navidad. Esta delicia que lleva jerez, miel de abejas, especias, nueces y frutas es de una receta que descubrimos en los años 70. A mí me gusta mucho porque su sabor es bien balanceado y por el aroma del sherry. Y la otra ventaja es que se puede hacer en el último momento.
En casa, este pastel de frutas forma parte del repertorio de postres navideño; mismo que incluye el Mincemeat Pie, que era el favorito de mi padre y una de las especialidades de mi abuela Frances; y una variedad de galletas. A mí me gusta alternar año con año y algo que no he hecho, pero que me gustaría hacer, es un puding de ciruelas. Recuerdo, por cierto, que una vez mi abuela preparó un puding con persimones que estaba delicioso. Ojalá y encuentre la receta.
También me gustan mucho el stollen, el pandoro, y el panettone; pero esos no los preparamos en casa.
Mientras tanto…entre ayer y hoy nos bajamos uno de los pasteles que hicimos y espero que el que está programado para la Nochebuena sobreviva.

09
Dic 09

Historias de cebollas

Manix era hijo de Simón y era uno de nuestros mejores perros en la casa de mis padres; y Manix tenía la manía de robarse las cebollas de la cocina.

En el colegio se decía que si uno se ponía unas cebollas en las axilas le daba fiebre; y que esa era una forma efectiva para capearse de clases.
Mis cebollas favoritas son las Vidalia. Así asadas, u horneadas sólo con un chorrito de aceite de oliva.
El pie de cebollas que hacían mi bisabuela, Adela; mi abuela, Frances; y que hace mi madre, es uno de los mejores de todo el universo mundo.
Robert Louis Stevenson escribió estos versos:
First let the onion flourish there,
Rose among roots, the maiden-faire
Wine-scented and poetic soul
Of the capacious salad bowl!
La cebolla de la foto fue cultivada en mi balcón y el fin de semana formó parte de un vindaloo de pollo que estuvo de chuparse los dedos.