Los pordioseros que en tiempos de El señor Presidente se arrastraban perdidos en las sombras a lo ancho de calles tan anchas como mares en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola y se juntaban a dormir en el Portal del Señor, ¿han vuelto para dormir en el Portal del comercio?
Pregunto porque la semana pasada pasé tres veces por el Portal, junto a la Plaza de la Constitución, y me pareció escuchar ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podredumbre!
Esto es porque, luego de añales de que no había mendigos durmiendo en el Portal y añales de que ese lugar se mantenía bien limpio e iluminado, ahora es el dormitorio del Pelele y de Patahueca. Otra vez.
Desde hace rato el Parque Centenario y el viejo edificio del Banco Metropolitano son nidos de mendigos y hasta de delincuentes sin que las autoridades tengan la autoridad moral necesaria para removerlos, y sin que hacerlo implique sólo trasladar el problema a otro lado. En consecuencia, los que podrían ser espacios encantadores de la ciudad sólo son espacios desagradables, peligrosos y hediondos.
¡Hasta el adefesio tenía habitantes la semana pasada!