10
Ene 08

¿Total? ¿No que los pobres iban a ser los más perjudicados?

En Guatemala hay más de 10 millones de usuarios de teléfonos móviles. ¡De cada 100 guatemaltecos, 75 poseen teléfono móvil! Un teléfono móvil, con 100 minutos de tiempo incluidos, cuesta sólo $13. Nueve de cada 10 líneas son de tarjeta. ¡Los más pobres, entre los pobres, tienen teléfono al cinto!

Esto, por supuesto, no ocurrió porque la telefonía móvil estuviera en manos de un monopolio estatal; tampoco ocurrió porque haya precios tope para los aparatos, ni para los servicios que prestan las empresas de telefonía. Tampoco ocurrió porque haya una legislación que segmenta la prestación de servicios, o que obliga a la prestación de los mismos.

Todo esto sucedió porque hay una legislación que respeta la libertad y porque hay competencia. Contrario a lo que auguraban los agoreros de la centralización, de la monopolización y de la colectivización, la libertad benefició a los más pobres. Ya no sólo los empersarios, los polítcos y los obispos pueden tener teléfonos móviles.

¿Qué cree usted que pasaría si se eliminaran los privilegios y las restricciones en el subsector eléctrico, en el seguro social, o en la educación, por ejemplo?


24
Abr 07

No son papos

Como los chapines promedio no son papos, cuando leo que “más de 18 mil pobladores Ixcán, Quiché, dijeron No a la construcción de la hidroeléctrica Xalalá”, entiendo que lo que quieren decir es que no desean que la energía eléctrica sea producida ahí; pero de ninguna manera renuncian al uso de la electricidad.

¿Qué significa eso? Que quieren gozar de los beneficios de la energía eléctrica, siempre y cuando sea producida en otra parte, enmedio de otra gente.

Eso se me ocurrió porque, aunque la noticia no menciona las causas por las cuales se rechaza la construcción de hidroeléctricas, he oído que la gente teme que las hidroeléctricas hacen desaparecer el agua y la convierten en electricidad. De ahí que yo suponga que la gente quiere gozar de la luz y de la electricidad, pero no le importa que la supuesta desaparición del agua, para ser convertida en energía eléctrica, le ocurra a otras personas.

¡Por supuesto que el agua no se convierte en electricidad!; pero eso es lo que la dirigencia popular y los grupos de interés que están detrás de estos movimientos le dice a la gente. Y la gente, que no es tonta, pero es ignorante, reacciona como bien puede.

Pregunto: Esa gente que se opone a la construcción de hidroeléctricas, ¿renunciaría también a usar energía eléctrica? Esos de las ONG que azuzan a la pobre gente, ¿tienen microondas en su casa? ¿Tienen licuadora? ¿Tienen luz eléctrica?


04
Abr 07

El reino de las tinieblas

De amigos y parientes -seguramente bien intencionados- he recibido la siguiente invitación: “Se esta haciendo una propuesta desde América Latina, de Venezuela a todos los habitantes de este mundo… para que apaguemos los focos, los bombillos , las luminarias, como se llamen, los televisores , las radios, las computadoras, todo aparato eléctrico o que genere consumo de energía…. el próximo X de abril de 2007 a las 7.53 p.m. por sólo 7 minutos, cada país en su horario. En ese tiempo nos uniremos en una oración por la paz y el amor universal. Esto produciría un efecto psicológico mundial de fraternidad y hermandad”; y hasta aquí la cosa no pasaba de parecer un mero New Age touchie feelie. Pero luego aparece el peine porque la invitación dice que también producirá “un gran ahorro de energía…se propone apagar todas las luces para darle un respiro al planeta. Si la respuesta es masiva, el ahorro energético puede ser brutal”.

Así que ya se ve la propuesta va más allá de hermanar al mundo a tientas; es evidente que la misma sirve a una agenda política bien conocida. A ese respecto, mi amigo el filósofo Edward Hudgins, de The Objectivist Center ha escrito algo muy atingente:

New Cult of Darkness

Edward Hudgins

Since early men ignited the first fires in caves, the unleashing of energy for light, heat, cooking and every human need has been the essence and symbol of what it is to be human. The Greeks saw Prometheus vanquishing the darkness with the gift of fire to men. The Romans kept an eternal flame burning in the Temple of Vesta. Our deepest thoughts and insights are described as sparks of fire in our minds. A symbol of death is a fading flame; Poet Dylan Thomas urged us to “rage, rage against the dying of the light.”

Thus a symbol of the deepest social darkness is seen in the recent extinguishing of the lights of cities across Australia and in other industrialized countries, not as a result of power failures or natural disasters, not as a conscious act of homage for the passing of some worthy soul, but to urge us all to limit energy consumption for fear of global warming.

This is not the symbol of the death but, rather, of the suicide of a civilization.

Certainly most of the individuals turning off their lights saw their acts in a narrower perspective. They have been told by every media outlet that the warming of the earth’s atmosphere due to human activities will certainly cause a global catastrophe unless we act now to radically curtail our energy use. The case for disaster is still weak; but this matter, which deserves dispassionate and serious consideration, is being hyped like the problematic products aimed at an attention deficit disordered audience by the entertainment industry and by pandering politicians.
In our individual lives it is quite rational to want the most for the least. We want the highest quality food, automobiles, and houses for the lowest price. And we want to pay as little as possible to run our cars, heat our homes, and power our consumer electronics. This means we want to waste as little as possible because waste is money that could be spent on other needs. So turning off the lights in an unused room is an act of self-interest.

The goal of our actions should always be our own welfare. And in a fundamental sense, this means using the material and energy in the world around us for our own well-being. The means for doing so is the exercise of our rational minds, to discover how to light a fire, to create a dynamo to generate electricity by burning fossil fuels or to tap the inexhaustible energy of the atom. The standard by which to choose which means is best is economics. In a free market, if producers can generate a kilowatt of power for pennies by burning oil compared to dollars per kilowatt through windmills and solar panels, it makes no sense to use the latter.

Some will argue that the full costs of each means must take account of unintended adverse consequences such as pollution that measurably harms our lives, health, and property. But there are means for dealing with such externalities — usually involving a strict application of property rights — that will not harm us far more than the alleged ills they aim to alleviate by dampening creative human activities and innovations.

When the costs of generating energy via oil rises too high as supplies dwindle — still many decades if not centuries away — our creative minds in a free market will develop less costly ways to harness wind, wave, and sunlight.

Through short-sightedness, sloppy thinking, emotional indulgence and even a deep malice, many environmentalists today — especially in their approach to global warming — are perpetuating an ethos of darkness. Consider the harm of their symbolic acts, to say nothing of the policies many of them advocate.

Most individuals acquire their values through the culture, often through implicit messages that they do not subject to rational analysis. The implicit message for many of turning off the lights of a city is that we should feel guilty for the act of being human, that is, for altering and employing the environment for our own use.

In her novel Atlas Shrugged Ayn Rand describes the consequences of such an assumption in the view from a plane flying over a collapsing country:

“New York City . . . rose in the distance before them, it was still extending its lights to the sky, still defying the primordial darkness . . . The plane was above the peaks of the skyscrapers when suddenly . . . as if the ground had parted to engulf it, the city disappeared from the face of the earth. It took them a moment to realize . . . that the lights of New York had gone out.”


We must keep focused clearly on the fundamental issues in every discussion about the environment: the right of individuals to pursue their own well-being as they see fit; the requirement that man the creator utilize the material and energy in the environment to meet his needs; the rational exercise of our minds as the way to discover the best means to do so; and the exercise of that capacity as a source of pride and self- esteem
The spectacle of a city skyline shining at night is the beauty of millions of individuals at their most human.

Energy is not for conserving; it is for unleashing to serve us, to make our lives better, to allow us to realize our dreams and to reach for the stars, those bright lights that pierce the darkness of the night.

La foto es de la NASA y muestra la Tierra de noche. Si usted mira con atención, confirma evidentemente el punto de Hudgins.


17
Feb 07

Electrizado: comentario de un lector

Del amable lector, Roberto Castro, he recibido el siguiente comentario sobre mi columna titulada Electrizado:

He leido con mucha atencion su articulo del sabado 19 de febrero y me parecen interesantes sus comentarios. Aunque me gustaria referirme a algunos.

Por ejemplo usted dice que se segmento el mercado entre generadores, transmisores(en realidad creo que el nombre correcto es transportistas) y distribuidores. Este proceso en todos los mercados de electricidad en el mundo se ha hecho y su nombre es Unbundling. El Unbundling tiene como fin todo lo contrario a lo que usted escribe en su columna, y es precisamente evitar los monopolios. Imaginese en Guatemala solo existen 2 transportistas, siendo el INDE el mayoritario diria yo con un 95% del transporte, asi tambien el INDE posee las generadores hidroelectricas mas grandes de Guatemala (Chixoy, Jurun Marinala, Aguacapa,… ). En otras palabras el Unbundling lo que quiere es separar la generacion, el transporte y la distribucion de energia porque sino fuera el caso en verdad si tendriamos un monopolio. Aunque en realidad existe porque en transporte no hay nadie quien compita con el INDE, y tampoco en generacion hidroelectrica. Mi punto es que la separacion de estos tres sectores es correcta. Que en Guatemala no funcione es otra cosa.

Coincido con usted en que se deben de hacer mas inversiones en el sector. Pero tambien imaginese que la demanda pico de Guatemala anda por ahi en los 1400MW, y la demanda minima es de 500MW o sea un cambio de mas del 100%. Quien va a invertir asi cuando solo entraria a generar en horas pico, entiendase de 18-22 hrs. He ahi un problema en el cual nadie tiene la culpa. Otro punto muy importante es que las inversiones en generadores de carbon y los derivados del petroleo (bunker, diesel) son mucho mas baratas (alrededor de 800 000US$/MW) y el de las hidrolelectricas de (2 000 000US$/MW). Creo que la solucion es la generacion descentralizada y por supuesto menos regulacion en las tarifas. En Guatemala pagamos la electricidad mas cara de latinoamerica casi lo mismo que los precios de la bolsa de electricidad en Alemania. (www.eex.de). Eso creo que es increible.

Creo que los agentes del mercados que no son estatales se aprovecharon de la privatizacion e hicieron contratos a termino muy elevados a los costos marginales de generacion. Es ahi donde deberia actuar la CNEE. Un ejemplo en Guatemala: el 7 de febrero el precio en el mercado SPOT alcanzo alrededor de los 70US$/MWh (www.amm.org.gt) y en Europa en la bolsa Alemana EEX el precio es de alrededor de 45€/MWh que seria alrededor de 58US$/MWh. No le parece sorprendente que en Alemania se pague menos por la electricidad que en Guatemala. Y eso que Alemania usted paga por emisiones de CO2, eficiencia de la planta y tipo de tecnologia lo cual sube hace subir los costos. En conclusion le puedo decir que con la privatizacion los generadores fueron los unicos ganadores de todo esto asi que creo que no valga la pena salir a defenderlos.

Siempre he admirado sus acertados comentarios y recientemente lo escuche en el programa Todo a Pulmon, mis mas sinceras felicitaciones. attRoberto Castro P.D. Disculpe por las tildes pero no es cosa mia.

Gracias por escribir, don Edwin. Coincidimos en mucho, pero debo referirme a dos puntos: Uno, es que no defiendo a los productores ni a nadie. Lo que defiendo es la apertura del mercado. ¡Esa es la clave para que haya inversionistas, incluso con el handicap que usted menciona con respecto a la hora pico! Ese es un caso típico que se soluciona contractualmente alrededor del precio correcto y en tanto no haya barreras (de precio, de regulación, o de otra clase) uno no sabe, ni puede imaginar, qué posibilidades de pueden dar; y dos, el unbundling es una barrera.

En esas mismas direcciones no creo que la privatización sea la causa de los precios altos. Si así lo fuera, eso hubiera ocurrido con el campo de las telecomunicaciones donde también hubo privatización, y, sin embargo, ahí los precios bajan y bajan y los servicios abundan. La causa de los problemas en el subsector eléctrico están en el marco regulatorio que no es tan libre y abierto como el de las telecomunicaciones.

La clave, pues, está en la apertura. Que nadie sienta que tiene un feudo, que todos se vean en lanecesidad de competir.

Saludos y gracias.


17
Feb 07

Electrizado

A principios de los años 90 en Guatemala había racionamientos de energía eléctrica que duraban más de cuatro horas. La situación era tan mala que hubo restaurantes de comida rápida que para operar tenían que tener sus propias plantas eléctricas; y no se autorizaban las aperturas de centros comerciales, o de fábricas porque no había energía para ellas.

Después de la Década Perdida en la que la inversión en nuevas fuentes de generación eléctrica fue insuficiente, los guatemaltecos llegamos al punto en que la demanda de energía superaba a la oferta.

En aquellas condiciones fue que el gobierno, que en aquel tiempo era el generador monopólico, se vio obligado a tomar decisiones de emergencia y a contratar energía eléctrica a precios de desesperación. (Que ironía, ¿no? El gobierno era el generador monopólico para garantizar el servicio. Mmmm, pone a pensar, ¿verdad?)

Por cierto que lo malo que podría tener un monopolio, propiamente dicho, no es que haya un solo oferente como se cree. Puede haber un monopolio con muchos oferentes, porque la actitud monopólica tiene más que ver con la existencia de barreras para entrar y salir del mercado, que con el número de oferentes. Y en aquellos años el gobierno impedía que otros tuvieran acceso al mercado de generación de energía y, como perro de hortelano, ni comía, ni dejaba comer.

Lo del racionamiento ya se les olvidó a muchos guatemaltecos porque ya hace bastante más de diez años de todo eso. Pero no se nos debería olvidar para no caer en los errores que nos llevaron a aquella situación.

Entre aquel entonces y ahora las cosas han cambiado porque ya no hay racionamientos. Esto es porque ya no hay un solo productor monopólico y porque ha habido inversión en la actividad productora de energía eléctrica. Es decir, porque fueron derribadas las barreras de entrada al mercado.

En los tiempos del racionamiento la mayoría de la energía eléctrica era producida por el sector público y 60% era producido por plantas hidroeléctricas. Ahora la situación ha variado y aunque 70% es producida por el sector privado, 65% es generado por plantas térmicas. Peor aún, se prevé que no estamos preparados para satisfacer la demanda creciente; y es obvio que la energía que se está produciendo en el país es más cara que la que se produce con hidroeléctricas.

Una dirigencia popular irresponsable tiene mucha culpa de que no estemos preparados para satisfacer la demanda creciente. Ecohistéricos, indigenistas y activistas de todo tipo, se ocupan de obstaculizar, o espantar nuevas inversiones en plantas generadoras. Pero también hay empresaurios que, en la mejor tradición mercantilista, buscan mantener, o levantar barreras de entrada al mercado y conservar sus feudos libres de competencia.

La culpa la tiene, también, una ley que a diferencia de la de Telecomunicaciones, hizo cosas como segmentar artificialmente el mercado entre generadores, transmisores y distribuidores; y no estableció un mercado verdaderamente libre. ¡Y ya no digamos el daño que hace la demagógica tarifa social!

Dicho lo anterior, y ahora que el regulador y los generadores tienen un zipizape, conviene: fomentar la competencia y la transparencia en la generación; no obstaculizar la inversión en nuevas líneas de transmisión; y actuar, no en defensa de intereses particulares, sino para garantizar que no habrá barreras para entrar y salir del mercado. Para evitar los costosos racionamientos.

Independientemente de aquellos intereses particulares (sean del sector público, o del sector privado), el momento para abrir Guatemala a nuevas inversiones en generación de energía eléctrica es ahora, antes de que se repitan las condiciones de 1990 y de haya que negociar entre la espada y la pared.

Electrizado, por cierto, es un juego infantil que consiste en que una persona debe perseguir a los otros participantes; y cuando los toca, estos deben quedar inmóviles, o electrizados.

Publicada en Prensa Libre el sábado 17 de febrero de 2007.