14
Mar 11

El zoológico, un paseo agradable

La última vez que visité a los animales del zoológico La aurora fue a finales de 2005.  Y es una lástima porque me estuve perdiendo de algo bueno.

El sábado pasado fui porque leí que hay un tigre de Bengala y canguros; pero no vi a ninguno de ellos.  En cambio, vi al jaguar, la pantera negra y a la elefanta, que son algunos de mis favoritos.  Me dió mucho gusto ver que había colas de gente para entrar y que el parque y los animales se ven cuidados.  La mera verdad es que pasé dos horas relajado y muy contento descubriendo cosas nuevas y recordando cosas de mi infancia.

Cuando era niño recuerdo haber ido bastantes veces al zoológico, y recuerdo que me gustaba muchísimo ir allá, especialmente para visitar a la célebre Mocosita.  Luego dejé de ir porque el lugar cayó en el abandono.

Creo que el estado actual de La aurora es una prueba de que las cosas se pueden hacer bien hechas.  Por cierto que, además de los animales, tienen una estupenda colección de reproducciones de estelas mayas sería bueno que estuvieran identificadas, como lo están los huéspedes del zoológico.

A mí, siempre me fascinan el jaguar y la pantera negra; y podría estarme horas viéndolos como hipnotizado.  La elefanta estaba en un foso y no fue posible apreciarla bien; y lo mismo pasó con el hipopótamo que estaba sumergido y sólo sacaba su cabeza enorme.  Me cayeron en gracia los camellos, uno de los cuales no dejaba de olerle el derrière a otro.  Las jirafas y lo que, aparentemente, les cuesta tomar agua son muy interesantes; igual que las zebras con sus pelambre tan característica son verdaderas maravillas. Como lo es ver descansar a los osos, con esa una hueva osuna inigualable.

En fin…me encantó ir al zoo y de verdad tengo muchas ganas de volver para ver al tigre de Bengala y a los canguros.


06
Mar 11

Picnic anual en la finca “El zapote”

El picnic anual del Museo Ixchel, en la finca El zapote, siempre es una oportunidad para pasarla bien, relajarse, comer sabroso y disfrutar de buena compañía y del jardín inglés exuberante de aquel lugar.  Esta vez, la novedad fue que escuchamos los retumbos del Volcán de Fuego, en cuyas faldas se encuentra la propiedad.

El toque bucólico lo puso el cuate Lucas, con la lectura de este poema de Ted Hughes:

Fern

Here is the fern`s frond, unfurling a gesture,
Like a conductor whose music will now be pause
And the one note of silence
To which the whole earth dances gravely.

The mouse`s ear ufurls its trust,
The spider takes up her bequest,
And the retina
Reins the creation with a bridle of water.

And, among them, the fern
Dances gravely by the plume
Of a warrior returning, under the low hills

Into his own kingdom.

Rico estuvo el día en compañía de Carolina, Sylvia, Marta Yolanda, Anna, Moisés, Lucas y Raúl.

El zapote una finca antigua en la que, en el siglo XIX, se cultivaba café; y ahora se dedica al del árbol del cual se extrae la quinina. Y esta es ingrediente importante para combatir la malaria y para hacer agua tónica, o Campari, entre otras cosas. La corteza de aquellos árboles es exportada a Alemania y allá es procesada y comercializada.


14
Feb 11

Monterrico: una de las mejores playas


Con razón, Monterrico fue seleccionada como uno de los mejores destinos con sol y arena, del mundo.

Ahora ya no voy muy seguido; pero hace unos 19, o 20 años cuando fui por primera vez, esas playas me ganaron el corazón. Y claro que las tortugas tuvieron mucho que ver. Pero también era encantador que eran playas remotas, que la gente que llegaba no era del montón, y que en el hotel donde me alojaba sólo tenía que tomar las cervezas y las gaseosas y apuntarlas yo mismo en mi cuenta. En un tiempo, Monterrico era como Blue Lagoon.

Para mí, todavía es impensable ir a aquella playa sin cenar pez sierra, fresquísimo, en El Divino Maestro, un comedor que queda en la calle principal de aquella población. Bien frito, con ajo y limón, un pez sierra de El Divino Maestro me gusta acompañado por un par de cervezas heladas.


18
Oct 10

El paso de la montaña rusa…que no fue

El plan era el siguiente: Que los carros de la montaña rusa pasaran por el vídeo en cuestión de menos de un segundo…pero no me salió la toma, por andar haciendo las cosas a la carrera.  De cualquier manera, lo pongo porque igual me dio risa.

Hoy en la tarde fui a pasear a Galerías Primma en cuyo interior se halla una montaña rusa.  La idea era subirme, pero andaba algo indispuesto así que opté por dejarlo para otro día.  A mí me gustan mucho las montañas rusa y he subido varias veces a la de Xetulul.  Me encanta dejarme ir y gozarme los adrenalinazos.

La mejor en la que he estado, porque es enorme y es de madera, es en la Texas Giant, en Six Flags over Texas, hace como 13 años, ja ja ja.  El sonido de las montañas rusas de madera es extraordinario y supera en mucho al que hacen las de metal.


19
Abr 10

Contacto básico con la tierra y el agua

Lo primero que me impresionó -al entrar en contacto con el barro- fue la sensación de un encuentro directo, íntimo y sensual con la tierra y el agua. Algo básico y primordial, como cuando uno hace pan. Ayer tuve mi primera experiencia en un torno de alfarería gracias a la gentileza de Kira Sapper, y a la paciencia y la guía de don José León.
Don José León centró la pella en el torno, me enseñó como colocar mis pies y hacer girar la máquina (que él construyó), me mostró como mojar mis manos y cómo usar los dedos. Y por supuesto que manejar el torno es como comer con palillos chinos, o como pararse en una hamaca: parece fácil, pero no lo es.
Me emocioné mucho cuando sentí el contacto del barro con mis manos, cuando sentí que estas le daban forma a la pella y cuando esta respondía a los movimientos y las presiones de mis dedos. Valga la metáfora: el barro cobra vida y se da generoso. Y como todo en la naturaleza, para ser gobernado, debe ser obedecido.
Don José León hizo una pequeña escudilla y un pequeño jarro que debería haber imitado; empero, mi escudilla pareció salir de una pintura de relojes de Salvador Dalí. Pero eso no era lo importante. Lo que de verdad contó…y mucho, fue el descubrimiento de esta experiencia.
Además, la pasamos re bien con mi amigos Marta Yolanda, Carol, José y Raúl.

18
Abr 10

Los 95 octanos de "Barrage"

¿Se puede volar por el escenario y al mismo tiempo tocar el violín con virtuosismo? ¡Sí!, y la prueba la vimos ayer, con el espectáculo que ofreció el grupo Barrage, en la Universidad Francisco Marroquín.

Barrage abrió el espectáculo con bluegrass, música irlandesa y música country; y luego nos llevó por mariachi, tango y música rusa, pasando por el tema de Los picapiedras y por Viva la vida, de Coldplay. ¡Y, por supuesto, el grupo toca música propia!
A la andandada musical y emocional de Barrage, el público respondió con entusiasmo y agradecimiento expresados en aplausos atronadores y gritos de alegría pura. El programa de mano dice que el de este grupo es un espectáculo de alto octanaje y ciertamente que sí. Ayer, Barrrage y la Organización para las Artes de la UFM nos dieron un mínimo de 95 octanos.

08
Abr 10

Los matilisguates en mi camino


Esta calle, con matilisguates, es una de las razones por las que me gusta ir en bicicleta a la oficina, sobre todo en las mañanas.

08
Mar 10

Día de campo, acariciado por la naturaleza

Cada año, el Museo Ixchel del traje indígena organiza un día de campo en la finca El Zapote en las faldas del Volcán de Fuego, entre Escuintla y La Antigua.

La finca cuenta con un hermoso jardín al estilo inglés, con lagunas y cascadas; así como con una flora muy variada. Es una actividad familiar en la que cada quien se relaja y disfruta de la generosidad de los propietarios del lugar y de la naturaleza, con sus aromas, colores y sonidos maravillosos. Igual puede uno aislarse en un rincón encantador, como unirse al bullicio, pasear, nadar, hacer la siesta y/o pescar.
A mí me gusta sentarme a platicar, tomar buen vino, comer sabroso, pasear y tomar una siesta bajo algún árbol, mientras me acaricia la brisa fresca de la bocacosta.
La foto es de cerca del atardecer, cuando grupos de garzas regresan a su dormitorio en la isla que hay en una de las pequeñas lagunas del jardín.
Esta es una finca antigua en la que, en el siglo XIX, se cultivaba café; y ahora se dedica al del árbol del cual se extrae la quinina. Y esta es ingrediente importante para combatir la malaria y para hacer agua tónica, o Campari, entre otras cosas. La corteza de aquellos árboles es exportada a Alemania y allá es procesada y comercializada.

10
Oct 09

La noche del narghile

No soy mucho de fumar. Los cigarrillos me parecen totalmente sin gracia y los cigarros, que podrían ser mucho más emocionantes, me marean. El narghile o la shisha, sin embargo, me parece absolutamente un deleite. No sólo porque es sabroso, sino porque es divertido y porque se fuma en grupo.

Gracias a mis amigas sibaritas, el sábado pasado cenamos rico y el final lo coronamos con buen tabaco y el narghile.

27
Sep 09

Excursión por el Centro Histórico

La guinda del pastel, en la excursión que ayer hice por la zona 1, fue una visita a ese lastimoso amontonamiento de cosas que lleva el nombre pomposo de Museo Nacional de Historia.

El museo se halla en un estupendo edificio neoclásico francés que fuera construido originalmente para alojar al Registro de la Propiedad Inmueble, en tiempos de José María Reyna Barrios. La colección tiene desde cosas muy hermosas como un aguamanil en forma de pez (que es mi pieza favorita), las coronas de laurel (hechas de plata) que eran de los autores del Himno Nacional, hasta cosas que a duras penas tienen sentido, como un amontonamiento de ladrillos y tejas que pretende ilustrar la destrucción de la ciudad durante los terremotos de 1917 y 18, y grupos de cerámica típica guatemalteca casi apilada en vitrinas.

En algunos casos, como ocurre con los amueblados de Jorge Ubico, se ve que hay un intento de ambientar la exhibición; y claro que el museo está organizado por épocas: Colonial, Independencia, Rafael Carrera, Justo Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico, por ejemplo. Sin embargo, la falta de cédulas en las piezas, y lo viejas y mal hechas, de algunas de las que hay, dan la impresión de que, al final, todo es inconexo e incoherente.

Vi esa colección, por primera vez, a principios de los años 70 cuando estaba en un sólo salón en el edificio que ocupan la Biblioteca Nacional y el Archivo General de Centroamérica. En algún momento de los años 80 la colección fue guardada y no volvió a aparecer hasta que lo hizo en el edificio que ocupa actualmente. De los 70 para acá, he visto cómo se deteriora y por eso usé como ilustración de esta entrada una alegoría de Guatemala.

Esta pieza es un collage cuyos colores se han ido destiñendo con el tiempo. La recuerdo brillante y ahora luce mustia junto a una ventana por la que le da la luz del sol. Y así ha ido pasando con muchas piezas a las que parece evidente que no se les da mantenimiento. Eso se nota, principalmente en los lienzos y en los retratos. Y a mí que no me digan que es por falta de presupuesto porque de verdad no puedo creer que en 30 años las cédulas sigan siendo las mismas. Que no me digan que, si ese fuera el caso, no pueden juntar un poquito de recursos para ir limpiando y organizando sala por sala, aunque sea una cada año.

Ir de paseo por la zona 1 y por rincones como este Museo siempre es une experiencia grata; pero sería muchísimo más enriquecedora si se hiciera más cuidado y si los lugares a visitar ofrecieran más que cosas viejas amontonadas. El tour, por ejemplo, nos lo dio un muchacho que tenía todas las buenas intenciones del mundo; pero cuyas explicaciones estaban tan llenas de nimiedades, que hicieron que rápidamente perdiera el interés en ellas.

Al final del paseo, y por nuestra cuenta -gracias a uno de los 15 cuates con los que hicimos la excursión- vimos la Plaza de la Constitución desde lo alto del Edificio Elma. Y de allí, nos fuimos a almorzar al Mercado Central, donde doña Mela.