08
Nov 07

La falsa institucionalidad chavista

Acabo de hablar con un cuate de Venezuela y me ha transmitido varias inquietudes que vale la pena compartir:

El régimen de Hugo Chávez avanza rápidamente hacia el totalitarismo y la parodia de legalidad que ha montado sólo sirve para engañar a los ingenuos y a quienes, en el ámbito internacional, se hacen la ilusión de que el dictador de Venezuela es un demócrata más; algo excéntrico pero aceptable para la comunidad de las naciones libres.

La oposición enfrenta un dilema serio: si recurre a las acciones legales, si concurre a votar en el referéndum, será burlada una vez más y arrastrará otra vez el estigma del fracaso y de la impotencia. Pero; si en cambio, quisiera pasar a la violencia, sería repudiada enseguida por quienes, diciendo defender los derechos humanos, omiten los crímenes de los dictadores y los insurgentes de izquierda; pero persiguen sin piedad a todos los que se les han opuesto o se interponen en su camino.

Creo que no podemos seguir convalidando la farsa de la institucionalidad chavista, comentó mi amigo.

No más peticiones ni reclamos a un congreso sumiso al amo todopoderoso, a unos magistrados genuflexos, a supuestos Defensores del Pueblo, Fiscales o Contralores que sólo son militantes del régimen, sin moral y sin respeto alguno por los derechos de los ciudadanos. Hay que desconocerlos, desconocer la legalidad mentirosa del régimen y actuar directamente, en la calle, sin vacilaciones ni falsos pruritos: a los esbirros del régimen, a los grupos armados que recorren las calles aterrorizando a la gente hay que enfrentarlos con valentía y decisión, jamás provocando la violencia, pero sin vacilar en actuar en legítima defensa cuando sea necesario.

No es la constitución de 1999 lo que hay defender, son los derechos inalienables de la persona humana los que están en juego, digan lo que digan los artículos de una constitución que se hizo a medida de Chávez y que ahora, por lo visto, ya le ha quedado estrecha; los derechos a la vida, la libertad y la propiedad, a la libre circulación de las personas y las ideas, a manifestarse pacíficamente y a tener elecciones libres y auténticas, no como las que organiza el régimen para convalidar los deseos del tirano que lo encabeza, son derechos superiores a cualquier texto escrito por alguna asamblea que se arrogue la representación del pueblo.

¿Dejaremos que, sin levantar un dedo, se imponga un régimen totalitario en Venezuela? ¿Permitiremos que se realice una votación en el clima de terror impuesto por las bandas parapoliciales que intimidan, agreden y matan? ¿No haremos más que marchar y seguir enviando petitorios y demandas a unos poderes públicos que sólo representan a una minoría? Esas preguntas, dice mi amigo, deben ser contestadas; y Venezuela, la libertad y la dignidad de todos sus habitantes, y de todos los latinoamericanos, así lo ameritan.

Esta puede ser la última oportunidad para los venezolanos (y para los latinoamericanos que no escaparemos a la influencia petrolera del tirano Chávez). Si dejamos pasar esta ocasión, la noche negra de la tiranía indefinida se cernirá sobre Venezuela…y quién sabe cuánto tardará en alcanzarnos por aquí.


25
Abr 07

Ahora que Castro se está recuperando

Ahora que algunos están contentos porque el dictador Fidel Castro está recuperando la salud, me acordé de aquello de que por sus frutos los conoceréis; y gracias a De todo un poco, me encontré con este vídeo.


07
Mar 07

¡Se fueron los cubanos!

Leo, y no puedo dejar de esbozar una sonrisa, que “Los 14 migrantes cubanos que habían solicitado refugio en Guatemala ya no se presentaron a Migración para continuar el trámite, lo que hace suponer que siguieron camino hacia EE.UU.” Pues a lo mejor estos no perseguían “el sueño guatemalteco”, sino “el sueño americano”.

El gobierno de Guatemala hizo bien en acogerlos ya que venían escapando de una tiranía; y si ellos decidieron no gozar de la hospitalidad chapina y buscar mejores horizontes, ¿se les puede juzgar mal? Yo creo que no. Por otro lado, ¿Debe, Guatemala, ser el cancerbero de la frontera con los Estados Unidos de América? También creo que no.


21
Feb 07

El caso de los cubanos, una decisión acertada

Leo que “Los 14 cubanos que estaban retenidos en el albergue de Migración desde el 25 de enero último, han podido salir por primera vez a las calles de Guatemala, mientras se tramita su petición de refugio por causas humanitarias”; y pienso que esa ha sido una decisión acertada de la Administración.

Una de las cosas más difíciles en la vida, y ciertamente que en las políticas públicas, es actuar conforme a principos consistentemente; y estoy seguro de que esta decisión va en esa dirección. Si los chapines exigimos que a nuestros emigrados se les trate con dignidad en México y en los Estados Unidos de América, estamos moralmente obligados -si queremos ser consistentes y actuar conforme a principios- a tratar de igual forma a los emigrados de otros países que vienen a Guatemala en busca de refugio, o de trabajo, o de paso. Eso no solo se refiere a los cubanos y chinos que huyen de la dictadura; sino a los salvadoreños, los ecuatrorianos y otros vecinos que huyen de gobiernos ineptos.

La foto es de Prensa Libre, por Esbin García.


15
Feb 07

Balseros cubanos, migrantes y refugiados

Leo que “El 25 de enero fueron recibidos en Puerto Barrios, Izabal, 14 cubanos rescatados por una embarcación estadounidense. Tras 10 días de permanecer en el albergue de la Dirección General de Migración los balseros solicitan al Gobierno que los reciba como refugiados, algo que es analizado por las autoridades. Según la Cancillería, existen dos procedimientos para regularizar una situación migratoria de cualquier ciudadano de otro país: la vía del asilo político, el cual estipula una inmunidad y extraterritorialidad total para la persona, y la de carácter de refugiado.En la segunda entran los cubanos, quienes deben hacer la solicitud a la Dirección General de Migración, y ésta a una comisión interinstitucional que analiza el tema”.

Estos migrantes no agarraron sus tujas y salieron de la misma forma en que se van nuestros compatriotas que cruzan el Suchiate, o el Desierto de Mojave. Estos vienen escapando de una dictadura perversa que ya lleva como 50 años en el poder. La Administración guatemalteca y la sociedad chapina ¿actuarán como quisieran que se tratara a nuestros compatriotas migrantes, o aplicarán un doble estándar y vejarán, o mandarán de vuelta a estas personas que huyen de la tiranía?

Actualización: Siglo Veintiuno reporta que aunque las autoridades ya empezaron a atender a los cubanos “tras estar 20 días en Migración, ninguna autoridad les notificó a los balseros que podían optar por una condición de refugiados”. Adicionalmente, el diario Prensa Libre ofrece un muy buen editorial al respecto, que dice que “debe existir una congruencia entre lo que pide Guatemala cuando es exportadora de refugiados y cuando es receptora”, precisamente lo que he estado diciendo en este espacio.

La foto es por Paulo Raquec, de Siglo Veintiuno.


26
Ene 07

En camino a la dictadura total

Hace ocho días la Asamblea Nacional de Venezuela le dió, a Hugo Chavez, poderes para gobernar por decreto.

Hoy, leo que Daniel Ortega aumentó sus poderes en Nicaragua; y Evo Morales, por su parte, ya anunció que no dejará el poder fácilmente.

Seguramente algunos ya están celebrando que las dictaduras están regresando a América Latina. Yo no.

La foto es de http://www.confidencial.com.ni/2006-483/pic/chavez_ortega_index.jpg


18
Dic 06

Cuando se muera Castro

Cuando se muera Fidel Castro, los socialistas y sus amigos ¿armarán escándalos por los más de 9,000 cadáveres que él dejó atrás? (Sin contar a los miles que han muerto al tratar de escapar de su isla prisión.) Esos escándalos, ¿será iguales a los que han hecho por los 3,000 muertos que se le atribuyen a Augusto Pinochet? Claro que un sólo asesinado es un muerto de más; pero uno quisiera ver esa clase de consistencia, ¿o no?

Esta foto, ca. 1978, me la envio Pinochet cuando yo coleccionaba fotografías autografiadas de jefes de estado y jefes de gobierno. Y como yo sí soy consistente, también tengo una del dictador socialista Nicolae Ceaucescu. Hasta tengo una de Jimmy Carter (¡Yuck!).

He aquí el mejor obituario de Pinochet que he leído. Su autor es George Reisman, autor de Capitalism, A Treatise on Economics, www.capitalism.net:

On Sunday, December 10, General Augusto Pinochet of Chile died, at the age of 91. General Pinochet deserves to be remembered for having rescued his country from becoming the second Soviet satellite in the Western hemisphere, after Castro’s Cuba, and, like the Soviet Union, and Cuba under Castro, a totalitarian dictatorship.

The General is denounced again and again for the death or disappearance of over 3,000 Chilean citizens and the alleged torture of thousands more. It may well be that some substantial number of innocent Chilean citizens did die or disappear or otherwise suffered brutal treatment as the result of his actions. But in a struggle to avoid the establishment of a Communist dictatorship, it is undoubtedly true that many or most of those who died or suffered were preparing to inflict a far greater number of deaths and a vastly larger scale of suffering on their fellow citizens.

Their deaths and suffering should certainly not be mourned, any more than the deaths of Lenin, Stalin, and Hitler, and their helpers should be mourned. Had there been a General Pinochet in Russia in 1918 or Germany in 1933, the people of those countries and of the rest of the world would have been incomparably better off, precisely by virtue of the death, disappearance, and attendant suffering of vast numbers of Communists and Nazis. Life and liberty are positively helped by the death and disappearance of such mortal enemies. Their absence from the scene means the absence of such things as concentration camps, and is thus ardently to be desired.

As for the innocent victims in Chile, their fate should overwhelmingly be laid at the door of the Communist plotters of totalitarian dictatorship.

People have an absolute right to rise up and defend their lives, liberty, and property against a Communist takeover. In the process, they cannot be expected to make the distinctions present in a judicial process. They must act quickly and decisively to remove what threatens them. That is the nature of war. The fate of innocent bystanders, largely those who cannot be readily distinguished from the enemy, is the responsibility of the Communists. Had they not attempted to impose their totalitarian dictatorship, there would not have been any need to use force and violence to prevent them, and thus the innocent would not have suffered.
Contrary to the attitude of so many of today’s intellectuals, Communists do not have a right to murder tens of millions of innocent people and then to complain when their intended victims prevent their takeover and in the process kill some of them.

General Pinochet was undoubtedly no angel. No soldier can be. But he certainly was also no devil. In fact, if any comparison applies, it may well be one drawn from antiquity, namely, that of Cincinnatus, who saved the Roman Republic by temporarily becoming its dictator. Like Cincinnatus, General Pinochet voluntarily relinquished his dictatorship. He did so after both preventing a Communist takeover and imposing major pro-free-market reforms, inspired largely by Milton Friedman (who in large part was himself inspired by Ludwig von Mises). The effect of these reforms was to make Chile’s the most prosperous and rapidly progressing economy in Latin America, Thereafter, in the words of his New York Times’—largely hostile—obituary, he used his remaining power to “set limits, for example, on economic policy debates with frequent warnings that he would not tolerate a return to statist measures.”

General Pinochet was thus one of the most extraordinary dictators in history, a dictator who stood for major limits on the power of the state, who imposed such limits, and who sought to maintain such limits after voluntarily giving up his dictatorship.

When General Pinochet stepped down, he did so with a guarantee of immunity from prosecution for his actions while in power. However, the present and previous regime in Chile violated this agreement and sought to ensnare the General in a web of legal actions and law suits, making the last years of his life a period of turmoil. This was a clear violation of contract, comparable to the seizure of property in violation of contract. Not surprisingly the regimes in question were avowedly socialist. As a result of their breach, it is now considerably less likely that the world will soon see any other dictator voluntarily relinquish his power. The Chilean socialists will have taught him that to be secure, he must remain in power until he dies.

Dictatorship, like war, is always an evil. Like war, it can be justified only when it is necessary to prevent a far greater evil, namely, as in this case, the imposition of the far more comprehensive and severe, permanent totalitarian dictatorship of the Communists.

Despite the fact that General Pinochet was able to use his powers as dictator to enact major pro-free-market reforms, dictatorship should never be seen as justified merely as a means of instituting such reforms, however necessary and desirable they may be. Dictatorship is the most dangerous of political institutions and easily produces catastrophic results. This is because a dictator is not restrained by any need for public discussion and debate and thus can easily leap headlong into disasters that would have been avoided had there been the freedom to criticize his proposed actions and to oppose them. And even when his policies may be right, the fact that they are imposed in defiance of public opinion operates greatly to add to their unpopularity and thus to make permanent change all the more difficult.

On the basis of such considerations, when asked many years ago what he would do if he were appointed dictator, von Mises replied, “I would resign.”
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This article is copyright © 2006, by George Reisman. Permission is hereby granted to reproduce and distribute it electronically and in print, other than as part of a book and provided that mention of the author’s web site www.capitalism.net is included. (Email notification is requested.) All other rights reserved. George Reisman is the author of Capitalism: A Treatise on Economics (Ottawa, Illinois: Jameson Books, 1996) and is Pepperdine University Professor Emeritus of Economics.