03
Sep 08

¿Por qué no baja la gasolina?

“La caída de los precios del crudo aún no se refleja en el combustible”, es una de las quejas que se leen con frecuencia en los diarios. En New York el petróleo bajó $5.75 y los contratos de gasolina para entrega a futuro descendieron $0.125. Sin embargo, en Guatemala, el galón de gasolina súper sigue a unos $4.85.

Mucha gente se pregunta que si el costo del petróleo ha bajado, ¿por qué no baja aquí la gasolina? Esa gente cree que los precios son la suma de los costos; y que cuando los costos suman más los precios suben, así como que cuando los costos suman menos, los precios bajan. Yo creía eso cuando era pequeño.

Los precios cumplen tres funciones importantes:

a. Comunican información
b. Permiten hacer el cálculo económico para asignar recursos
c. Ayudan al racionamiento

y resultan, no de la sumatoria de costos, sino de las valoraciones de las personas, expresadas en su capacidad para demandar, que está determinada por lo que las personas pueden dar a cambio; en íntima relación con la oferta.

Todos los consumidores ordenamos nuestras prioridades de compras de acuerdo con nuestro poder adquisitivo. Por medio de nuestras compras empujamos los precios para arriba hasta eliminar del mercado a quienes ya a ese precio no están en disposición de comprar. Y al reves: Cuando las personas quieren menos o cuado al precio existente el número de compradores disminuye, empujamos los precios para abajo hasta eliminar del mercado a quienes ya a ese precio no están en disposición de vender.

En resumen: la gasolina no baja porque los consumidores todavía estamos en disposición de comprar. Nuestras compras de combustible le informan a los vendedores de gasolina que el precio está bien.

¿Qué puede hacer el gobierno al respecto? Puede dejar de inflar, para evitar que el dinero sin respaldo en manos de consumidores demandantes empuje los precios para arriba. Lo que no debe hacer es meterse a controlar el precio de la gasolina. Si lo hace, el precio controlado enviará información mentirosa a los demandantes y a los oferentes; y esa información falsa ocasionará asignaciones de recursos antieconómicas. Y en esas condiciones habrá desperdicio de combustibles…o escasez.

Los combustibles bajarán, si se dan las condiciones necesarias para que bajen.  

14
Jul 08

¿Se consuma la canallada de Petrocaribe?

Fíjese pues…que nos lo está diciendo el presidente Alvaro Colom: El dinero que la administración socialdemócrata obtenga mediante Petrocaribe, va a ir a parar a los proyectos de Cohesión Social; y ¿quién dirige esos proyectos? Sandra de Colom.

Nos lo están advirtiendo ellos mismos; y si los tributarios y electores pasamos por alto esa información, nos merecemos que nos esquilmen.

Veamos algo del Consejo de Cohesión Social: Ese “proyecto” presume de su programa Mi familia progresa; y esa piñata de la esposa del Presidente es el típico ejemplo de cuando sale más caro el caldo que la gallina. En el informe que presentó recientemente se nota que para repartir Q62 millones, se gastaron Q300 millones. Y yo digo, si así es cuando no tiene plata, ¿cómo será cuando la tengan en barriles?

Petrocaribe les venderá petróleo, a los socialdemócrata, a precio de mercado; cosa que los chapines podemos hacer, sin intermediación política alguna.

Aquella intermediación, sólo beneficiará a los políticos que se hagan cargo de la importación y de la comercialización del petróleo venezolano obtenido mediante la pignoración del futuro de los tributarios chapines.

Ellos obtendrán petróleo a crédito, lo venderán al contado, gastarán la plata en los planes de coerción social, y nuestros hijos y nietos pagarán la factura.

Sin aquella intermediación, usted compra combustible, lo usa racionalmente y lo paga sin dejar clavados a los demás.

En el largo plazo, Petrocaribe es el primer paso para la nacionalización de la distribución de combustible, un negociazo que ha de tener salivando a muchos allegados de la socialdemocracia.

En una economía aquejada por la inflación (exceso de liquidez), imagínese el daño que va a hacer el dinero fácil y barato de Petrocaribe

Petrocaribe es una sinergüenzada de Chávez y de Colom. Usted lo sabe ahora. ¿Qué está haciendo al respecto?


12
Jun 08

No hay tal factura petrolera

Hoy se nos informa que “de enero a marzo de este año, la factura petrolera del país ascendió a US$748.5 millones, un incremento de US$289 millones (62.9 por ciento) respecto a igual periodo del año 2007”; sin embargo, no es cierto que tal factura petrolera exista.

Lo que sí existen son millones de facturas que usted y yo, y cada uno de los millones de personas que compramos gasolina recibimos a cambio del pago que individualmente hacemos por el combustible que consumimos.

La creencia de que existe una factura petrolera nacional es un engaño peligroso que puede hacerles creer a las personas que su responsabilidad en la administración de sus propios recursos -en cuanto a consumo de combustible- es una responsabiliad colectiva. Y puede llevar a al falsa creencia de que es necesario hacer algo para reducir la supuesta factura común.

Lo que ocurre, en realidad, es que usted y yo decidimos cómo nos las arreglamos para pagar la gasolina que podemos pagar. Ya no salimos de la ciudad cada fin de semana, ya planificamos mejor nuestros recorridos para aprovecharlos al máximo, ya le pedimos a alguien que pase por nosotros o pasamos nosotros por alguien y, en fin, cada quién ahorra de acuerdo con sus posibilidades y con sus necesidades.

Lo que no debe ocurrir es que se colectivize la responabilidad individual del consumo de gasolina. Basados en ese desatino, los ticos están por cometer un error.


03
Abr 08

Combustibles: soluciones a medias, no son soluciones

De todas las cosas que se les ocurren a los funcionarios, cuando se ven obligados a hacer algo para suavizar el alza en los precios de los combustibles, la única que es verdaderamente útil es la de eliminación del Impuesto a la Distribución del Petróleo.

Esto es porque los impuestos específicos, con nombre y apellido, son antitécnicos. Distorsionan el mercado, complican el calculo total de la tributación y generan costos que de otra forma serían inexistentes.

La exoneración del Impuesto al Valor Agregado, aunque generosa en apariencia, desnaturaliza aquel tributo y dificulta su pago.

La Comisión de Energía y Minas del Congreso chapín está planeando reducir el primer impuesto (no eliminarlo); y exonerar del IVA a los combustibles. Asi como se perfilan las cosas, los legisladores están concinando un gallo-gallina que sólo distorsionará el mercado y, como casi siempre, responde a la ignorancia y los prejuicios más que al sincero deseo de sanear las finanzas públicas y aliviar las cargas que pesan sobre los tributarios.

Por cierto que, en Honduras, el gobierno optó por una de las peores posibilidades y se inclinó por prohibir la circulación de ciertos vehículos en ciertos días, alla “Hoy no circula”. Muy atinadamente, el Alcalde de Tegucigalpa ha instado alapoblacióna no acatar la disposición gubernamental que, obviamente, atenta contra la libertad individual y distorsiona mucho la toma decisiones económicas por parte de las personas.

Una medida así, siempre es arbitraria y no hay forma de que no resulte en corrupción y en descontento.


25
Mar 08

Hay que resistir a la tentación

A como están las cosas, los políticos deben resistirse a la tentación –y a la presión– de hacer algo para minimizar los efectos negativos que ocasiona el alza del precio del petróleo.

Veamos las opciones que se plantean hoy en las noticias:

  • Promover una campaña para concientizar a la población para que gaste menos en combustible, o recomendarle que lo use con más eficiencia.
  • Reducir el impuesto a la Distribución del Petróleo para que los combustibles sean vendidos a mejor precio.
  • Adherirse a Petrocaribe.
  • Fomentar la producción de etanol y de biodisel.
  • Escalonar los horarios de entrada de establecimientos educativos y de empresas.

La primera opción parece interesante; pero si la vemos de cerca notaremos que esas campañas son más un desperdicio de recursos y un paliativo para que no se diga que no se hace nada. En realidad muchos de nosotros ya estamos racionando el uso del combustible porque nos hemos dado cuenta de que está carísimo y de que hay que usarlo mejor. La gente no es tonta y racionaliza el uso de los recursos sin necesidad de campañas costosas.

La segunda opción es la mejor, porque el citado impuesto encarece artificial y políticamente el precio de los combustibles. No es una consecuencia de las condiciones del mercado, sino un gravámen antojadizo que puede ser fácilmente eliminado. Dicha eliminación no sólo bajaría el precio de los combustibles, sino que obligaría a las autoridades fiscales a racionalizar sus gastos y a priorizarlos, para enfrentar la ausencia de los recursos que proveía el tributo citado.

La tercera opción es inaceptable; no sólo porque no ha tenido los efectos esperados en países firmantes, como Nicaragua; sino porque es venderle el alma al diablo.

La cuarta opción también es una idea mala. En primer lugar porque no tiene un impacto en los precios; en segundo, porque encarece los precios de la caña de azúcar y de los otros productos alimenticios que se usan para producir el etanol y el biodiesel; y en tercero, porque privilegia a los productores de etanol y de biodiesel. Los exonera de impuestos, o desvía, para ellos, recursos que de otra forma no les correspondería.

La quinta también es inaceptable porque interfiere artificialmente en las decisiones y necesidades de los afectados por la disposición. Altera la asignación de recursos y la toma de decisiones económicas. Hará que unos sean beneficiados y otros damnificados por una decisión política centralizada. Resultará en un juego de suma cero en el que unos ganarán y otros perderán, arbitrariamente.

Al final, es erróneo partir de la idea de que “el país” está gastando mucho en combustibles. En realidad, la gente y cada uno de nosotros gastamos más en combustibles y somos los responsables de administrar nuestros recursos y de usarlos racionalmente. Esa responsabilidad también es del gobierno y de los pipoldermos; pero no debe suponerse que lo que es bueno para unos -en términos de cómo administrar sus recursos- es bueno para todos. Eso sería un abuso y la mediciona resultaría peor que la enfermedad.