La legislación sobre obtenciones vegetales es la nueva manzana de la discordia entre los chapines. Su objetivo es proteger el derecho de propiedad intelectual sobre semillas u obtenciones vegetales. Aquellas normativas les reconocen –a los creadores de nuevas variedades vegetales– un derecho sobre su creación, derecho que les permite explotación exclusiva por tiempo determinado. La legislación se refiere a las variedades desarrolladas que cumplen son nuevas, distintas y homogéneas, y que sean registradas como tales. No se refiere a todo el maíz, por ejemplo. Solo al que ha sido desarrollado o creado y es nuevo, distinto, homogéneo y está registrado como tal.
En brochazos gruesos, hay dos grandes posiciones dentro de la tradición liberal: una es que la propiedad intelectual merece la protección del Gobierno porque es una consecuencia del trabajo intelectual de quienes la producen. En resumidas cuentas, el hombre tiene derecho al producto de su mente una vez este adquiere una forma material. Esta es la posición que favorece mi formación objetivista. Claro que uno no puede patentar las notas musicales, como no puede patentar los genes; pero sí puede patentar ciertas combinaciones de notas, o ciertas combinaciones de genes (para producir melodías nuevas, o semillas distintas).
La otra posición es que la propiedad intelectual es distinta a otras formas de propiedad. Por ejemplo: Puedes defender tu casa sin la intervención de esa combinación de políticos y funcionarios que llamamos Gobierno. En tu casa puedes poner una pared alta y así evitar que sea invadida, sin intervención del Estado. Pero no puedes hacer eso con tus canciones, o con las semillas que desarrollaste. Para protegerlas necesitas, inevitablemente, que los políticos emitan leyes específicas y destinen impuestos. No se puede proteger la PI sin la intervención del Gobierno. En ese sentido, el de PI se parece más a un privilegio, que a un derecho. Esta es la posición que inquieta al anarco-capitalista que hay en mí.
Lástima que la discusión no es a este nivel y que grupos interesados la han convertido en algo mitológico y barricada.
Columna publicada en El periódico. Foto por Así es la vida.