¡Pum! Hoy celebro mi cumpleaños 64 con la misma cara de ¿y esto cuándo pasó? que pongo cada vez que me toca soplar las velas. En Carpe Diem, siempre he dicho que la vida es para disfrutarla, y un cumpleaños es la excusa perfecta para hacer una pausa, festejar la vida, y, de paso, burlarme de lo rápido que pasa el tiempo.
Ser periodista guatemalteco con ideas objetivistas es como ser el único que lleva caites a una fiesta de traje. No encajas, ¡pero se siente rico! Cumplir años me recuerda que la vida es un relajo organizado: un día estás conversando filosofía en un café de La Antigua, y al siguiente estás peleando con el Wi-Fi para subir un post. Pero, ¿sabes qué? Cada tropiezo es una historia más para el blog. ¡Todo sea por la anécdota!
Este año, mientras miro el volcán de Agua desde mi ventana (porque, obvio, en Guatemala todo se ve mejor con un volcán de fondo), me río de mis propios dramas. ¿Que si el pastel engorda? ¡Que engorde! ¿Que si el cabello se pone más gris? ¡Eso es sabiduría acumulada! Un cumpleaños es para celebrar que sigo aquí, escribiendo, haciéndome preguntas y, sobre todo, viviendo con ganas y todo enamorado. Es para agradecer. Es para desearles larga vida y prosperidad a las personas que amo, a las que les tengo cariño y a las que me importan.
En Carpe Diem, siempre he creído que la libertad es hacer lo que te da la gana, siempre que no le hagas daño a nadie. Por eso, mi plan para este año es simple: más café, más vino, más sonrisas y menos estrés por lo que no puedo controlar. ¿La factura tal? Ya la pagaré. ¿El tráfico? Ya encontraré una nueva playlist de rancheras para soportarlo. La vida es demasiado corta para tomársela tan en serio.

Según esta publicación de Facebook, y de acuerdo con ese letrero de 1961, en el año en que nací no había ni 400 mil habitantes en la ciudad de Guatemala.
A ustedes, lectores, les debo un gracias del tamaño de un tamal navideño. Son ustedes los que hacen que este blog siga vivo, con sus comentarios en X y en Facebook. Cada mensaje es un recordatorio de que no estoy solo en esta aventura de vivir a mi manera como cuando esquiaba: mal pero contento, con un pie adentro de la estela y otro afuera.
Este cumpleaños no voy a pedir deseos profundos. Mi deseo es seguir siendo ese bicho raro que escribe lo que piensa, que se ríe de sus propias muladas y que no le tiene miedo a equivocarse. Porque, como dijo Sabina: Si la vida se deja, le meto mano.
Así que, ¿qué tal si celebramos juntos? Levanten su taza de café, su chela, o su atol de elote, y brindemos por un año más de en busca de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es pacíficio, de ideas libres y de momentos que nos hagan decir ¡valió la pena!. Gracias por leer, por compartir y por ser parte de este Carpe Diem. ¡Que vengan más años, más alegría y más aventuras!
Y para celebrar te comparto una Playlist que hice y llamé Vida. ¡Por supuesto que uno no puede estar de acuerdo con todas las letras, de todas las canciones! Pero todas ellas tienen versos y hasta estrofas que representan distintas etapas de estos 64 años dichosos.
¡L´chaim, y a seguirle dando con ganas a la vida!



















