Tal vez no te acuerdes, pero para ponerlo en perspectiva… si ahora que la inflación cerró a 6.20 por ciento en 2011 cuesta llegar a fin de mes, ¡imagínate cómo era cuando la inflación llegó a 60 por ciento en tiempos de la Democracia Cristiana! Era desesperante para miles de familias.
Cuando hay muchos billetes circulando, sin que haya demanda de ellos, a los billetes les pasa lo que les ocurre a los aguacates cuando hay muchas de esas frutas y poca demanda de ellas. Los billetes, como los aguacates, pierden valor. Y por eso es que necesitas más billetes, para comprar las mismas cosas.
La inflación no es el alza de los precios; sino que esta es una consecuencia de aquella. La inflación es todo aumento en la cantidad de dinero, que no es compensado por un aumento correspondiente en la demanda del dinero, de modo que hay una caída en el poder adquisitivo del mismo.
Hay muchos aguacates en el mercado cuando los productores de aguacates llevan muchos de ellos a la plaza; y hay muchos billetes en el mercado cuando el productor de billetes lleva muchos de ellos a la plaza. ¿Quién es el productor de billetes? El Gobierno, por medio del Banco de Guatemala, que es estatal; y en su directiva hay un presidente, electo por el Presidente de la República; tres ministros del Ejecutivo, un miembro por el Legislativo, uno por la Universidad estatal, y uno por los bancos (que desde muchas perspectivas son agencias del banco estatal, en manos privadas); y un miembro por las asociaciones empresariales.
La actual administración está por presentar un presupuesto que es 13 por ciento mayor que el actual; y para el cual no tiene dinero. El alza de impuestos con la que acaba de castigar a los tributarios no le va a alcanzar. Los políticos y funcionarios que manejan ese presupuesto –del que se benefician muchos grupos de interés– necesitan, desesperadamente, más dinero. ¿Y cuál es la solución más sencilla? Imprimirlo. ¿Qué los detiene? No los detiene el respeto por los votantes y los tributarios. Los detiene el Artículo 133 de la Constitución que impide que el Presidente le ordene a la junta directiva del banco central que eche a andar la maquinita productora de billetes. Y tú ya sabes qué pasa cuando eso ocurre: tus billetes valen menos, las cosas se encarecen, y tu calidad de vida se desploma.
Esta columna fue publicada en El Periódico.