Buenísima experiencia el Seminario de Eprigrafía Maya

 

Que agradable experiencia fue participar en el VI Seminario Internacional de Epigrafía Maya en Guatemala.  Aprendí un montón gracias a los expositores, y también gracias a mis compañeros.

Atentísimo estoy en el taller. Fotos por Museo Popol Vuh.

Mi parte favorita fueron los primeros tres días durante el taller que impartieron Ana García Barrios y Alejandra Martínez.  El tema de ese taller fue Claves para reconocer el arte maya y fue un tour de force por íconos y símbolos, por dioses y seres sobrenaturales, animales, plantas y objetos. Me encanta cómo se puede entrenar el ojo y recordé que cuando era orquideólogo desarrollé la capacidad de identificar géneros y especies gracias a la práctica constante y tesonera.  Además, Ana y Alejandra tienen muy buen material y mucha gracia -y paciencia-  para ofrecer juntas esta experiencia.

Entre las conferencias mis favoritas fueron la de cocodrilos, por  Nicholas Hellmuth porque Nicholas conoce bien a esas criaturas no sólo en el arte maya, sino en persona tan cerca como se puede estar de un cocodrilo.  Ademas Nicholas es muy generoso con su material y sus conocimientos.

Parte de mi examen al finalizar el taller.

También me gustó mucho la conferencia Mujeres y rituales de final de periodo: análisis epigráfico e iconográfico de la representación femenina en el Usumacinta Las autoras Ana García Barrios, Alejandra Martínez y María Elena Vega ofrecieron información abundante sobre papel que desempeñaron las mujeres en celebraciones rituales y ceremonias por medio de estelas, tableros y dinteles entre los mayas clásicos.  Además, María Elena es autora de Los señores de Dos Pilas. El linaje Mutu´l en la historia maya antigua, un libro que me estoy disfrutando.

Camilo Luin (organizador del Seminario),Dmitri Beliaev y Sergei Vepretskii ofrecieron una conferencia titulada Las vasijas estilo códice del Museo Popol Vuh, UFM y dieron a conocer aquellas vasijas que -caracterizadas por su fondo crema, con trazos finos de color negro y bandas rojas que enmarcan las escenas, son una de las tradiciones pictóricas más hermosas en el arte maya del período clásico.

En Comer, tomar agua, bañarse, guardar cosas secas y calientes. Signos de guaje en la escritura jeroglífica maya, Albert Daveltshiny habló sobre  la importancia de los guajes como alimentos y como recipientes para almecenar y tomar agua, bañarse y lavarse, guardar cosas secas, y evitar que se enfríen las tortillas.

La conferencia final fue La inscripción jeroglífica del Trono 1 de Piedras Negras: una revisión, por Dmitri Beliaev.  En ella se echó un vistazo a aquel trono -que me encanta ver cuando voy al Museo Nacional de Arqueología y Etnología de la ciudad de Guatemala- y que fue encontrado por arqueólogos de la Pennsylvania University en 1930.  

Como soy cocinero y me gustan mucho las tradiciones relacionadas con la cocina, una información -de mis compañeros de taller- que me pareció encantadora, es lo que se come con ocasión de los fenómenos astronómicos que marcan la duración del los días y noches de acuerdo con la cantidad de luz solar que recibe cada hemisferio en la tierra:

Equinoccio de primavera, en marzo: chuchitos. Elaborados a base de masa de maíz, y generalmente va mezclado de un recado o salsa de tomate y con un relleno que puede ser de carne de pollo o de cerdo.

Solsticio de verano, en junio: tamalitos de chipilín. Similares a los chuchitos; pero sin recado, ni relleno.  Sazonados con hojas de chipilin y mejor si llevan queso.

Equinoccio de otoño, en septiembre: xepes. Tamalitos de masa de maíz mezclada con frijoles camaguas, Se suele acompañar con salsa de tomate y queso duro.

Solsticio de invierno, en diciembre: tayuyos. Parecidos a los xepes; pero con frijoles sazones y algunas personas les añaden chicharrones molidos.

No queda claro, sin embargo, cómo es que los mayas antiguos identificaban los equinoccios; porque los solsticios son fáciles de identificar: El día más largo y el día más corto; pero los fenómenos de marzo y septiembre no porque en estas latitudes no hay estaciones propiamente dichas.  En fin, lo de los tamalitos es una curiosidad chula.

Mi engase con los mayas empezó en Iximché cuando visité aquel sitio arqueológico durante una excursión del colegio cuando estaba en Cuarto grado de primaria -¿o fue Sexto?; y creció exponencialmente las primeras dos veces que visité Tikal, también con el colegio, pero ya en la secundaria.  No te imaginas lo emocionado que estaba cuando visité El Perú-Waká y luego El Mirador, en el reino Kan. 

Nicholas Hellmuth es El señor de los cocodrilos.

Recuerdo que cuando fui de vacaciones a Panajachel, luego de haber visitado Iximché, fui donde un anticuario a comprar piezas mayasMami, mi bisabuela, me regañó por gastar mi dinero así y me dijo que posiblemente no eran originales; y me regaló una cabeza de barro, con tocado, que todavía guardo con mucho cariño. 

El Seminario se celebró en la Universidad Francisco Marroquín, organizado por Camilo Luin y el Museo Popol Vuh

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