16
Abr 22

Bacalao y garbanzos

 

En casa, los platos estelares durante esta temporada son el bacalao a la vizcaína; y el dulce de garbanzos y la miel de garbanzos que son dos cosas distintas.

La receta tradicional de bacalao incluye cantidades generosas de aceite de oliva; cebollas rodajadas fino; tomates, ajos y pimientos del piquillo asados; y aceitunas y alcaparras.  Mi abuela , Frances y mi tía abuela, Baby discutían sobre si los tomates y ajos iban asados de acuerdo con la receta de mi bisabuela, Adela; y en casa optamos por asarlos.  Además, le añadimos chiles guaques asados (que era como una herejía para mi abuela) porque nos gusta el toque que le dan al platillo.  Siento mucho no dar cantidades; pero estas recetas familiares son así al gusto y así es como lo preparamos en casa: a puro ojímetro. Es muy, pero muy importante quitarle bien la sal al bacalao y para ello el pescado en cubos debe dejarse en agua la noche anterior y durante el día cambiarles de agua por lo menos cuatro veces.  También hay que remover las espinas.

El color de la salsa del bacalao es muy importante para nosotros.  Debe ser brillante y profundo, un rojo intenso. Lo comemos sobre arroz blanco y acompañado por cerveza.  Antes me gustaba acompañarlo con vino; pero ahora prefiero cerveza.  También es importante el tipo de pan para remojar en la salsa.

En mi familia -desde que yo era niño- nos gusta mucho el dulce de garbanzos y ahora preparamos la interpretación propia de la receta de mi tía abuela La mamita y de mi tío Rony.  Los garbanzos se dejan en agua y bicarbonato durante la noche para que sea menos trabajoso pelarlos.  Luego se cuecen en olla de cocimiento lento (o en olla de presión).  Mientras tanto se prepara una miel de azúcar y canela en raja y cuando están listos los garbanzos se vierten en la miel para que hiervan hasta que calan bien.  Salen de un color dorado hermosísimo, como la luz del sol.

Más recientemente nos mandan pan hecho en casa, de la costa sur.  ¡Ese pan cuyos aroma y sabor son hipnóticos!  Hecho con huevos de gallinas conocidas y leche de vacas conocidas. Nos gusta mucho remojarlo en la miel de garbanzos que es distinta a la anterior. La “miel” de la costa sur la preparamos con panela canche, agua y canela.  Es el mismo procedimiento que el dulce de garbanzos, pero con la miel citada.  El pan remojado así es una de las cosas más ricas del universo mundo.  Es la vida, dijeron unos amigos, Peruanos, que nos visitaron hace años el día en que preparamos este postre tradicional.

Para nosotros la parte culinaria de las tradiciones chapinas es muy importante, y en esta temporada incluye mangos en dulce, moyetes, encurtido y enchiladas, y a veces pescado seco envuelto en huevo…que se nos olvidó hacer este año.  ¿Cuáles son tus platillos favoritos de esta temporada?

Columna publicada en elPeriódico.


14
Abr 22

Un pueblo sin tradiciones…

 

Me encantó lo que acabo escuchar de un habitante de San Sebastián, Retalhuleu: Un pueblo sin tradiciones es un pueblo muerto.  Dichosamente, los guatemaltecos -a lo largo y a lo ancho de Guatemala- tienen las más variadas y ricas tradiciones.  Todas con tronco y raíces comunes; pero adaptadas e interpretadas de acuerdo con los sistemas de creencias de millones de individuos, familias y poblaciones.

Aquellas costumbres y tradiciones explotan durante el equinoccio de primavera y la pascua en colores, sonidos, sabores, aromas y texturas.  En procesiones, en representaciones y en bailes, tan solemnes algunas, como extraños e inusuales, otros.

El martes, en casa, almorzamos enchiladas guatemaltecas porque el encurtido suele ser uno de los platillos propios de la temporada.

También disfrutamos del dulce de garbanzos como se hacía en la casa de mis padres, basados en la receta de mi tía abuela La Mamita y en las exigencias gourmand de mi tío Rony.  El dulce de garbanzos se prepara con azúcar, agua y canela y yo, por su color y su brillo, digo que es como la luz del sol hecha postre.

También preparamos  miel de garbanzos al modo de la costa sur.  Raúl dice que en realidad es al modo del occidente guatemalteco; pero yo siempre lo asocio con la costa sur porque allá, en Villa Hermosa, en Flores Costa Cuca, lo probé por primera vez de manos de su abuelita Rosaura, cuando ella tenía más de 100 años de edad.

La miel de ese postre sirve, también para remojar el pan hecho en casa, que nos envían desde la costa.  Es un pan delicado rico en el sabor de las yemas de huevo, leche fresca y mantequilla.

Aquí en la ciudad de Guatemala no hay Judas pidiendo pan, ni hay Maladrones bailando, como en la costa; pero en casa -especialmente de noche- nos gusta salir a pasear a la zona 1, encontrar alguna procesión y cenar en la terraza de Proyecto Poporopo, que es uno de nuestros lugares favoritos en el Centro.

¿Sabes qué fue muy divertido el martes pasado? Que venden Dolo-Neuribión durante las procesiones, para el cucurucho adolorido.

Eso sí, ¡Mañana es el mejor día porque comeremos el tradicional bacalao a la vizcaína!  Ese es uno de mis platos favoritos en todo el universo mundo: El fiambre, la pella, la carne asada acompañada por aguacates y frijoles con chicharrones, y el spaghetti con pulpo.


10
Abr 22

¡El fiambre de abril!

 

En casa, al comenzar las festividades del equinoccio de primavera, que suelen ser cercanas a la fiesta de la pascua, en casa comemos fiambre. ¿Sabes por qué?

Cuando era niño, en la casa de mis padres era tradición que el primer día que almorzábamos en la playa, lo que comíamos era fiambre. La idea era comer algo frío y que no hubiera que cocinar luego de desempacar y de instalarnos.  Para que eso fuera posible, mi madre congelaba el fiambre de noviembre y en casa seguimos la tradición, aunque no vamos al mar.

La vida la celebramos con los frutos de la cosecha, con la abundancia, en compañía de las personas que amamos y respetamos, en recuerdo de las tradiciones que nos unen con las generaciones que nos han precedido y con las que vienen.


08
Abr 22

Bienvenidos a mi temporada favorita

 

Los chapines ya estamos en semanasanta mode; y cuando un extranjero me pregunta que cuál es la mejor temporada para visitar Guatemala, nunca dudo en asegurar que es cerca del solsticio de primavera, particularmente durante las conmemoraciones relacionadas con la pascua.

Es la temporada de la explosión de colores, especialmente del morado y el rosado que vemos en las jacarandas, los agapantos, los nazarenos y los matilisguates.  Es la temporada que huele a corozo y a jocotes marañones, frutas exóticas que disfruto mucho en refresco -estas últimas- y que muchos extranjeros no saben que les dan origen a las nueces homónimas. Es la temporada de mangos en dulce y de miel de garbanzos.  ¿Quién de los lectores no ha probado le dulce de garbanzos?  Es la temporada del pan de la costa, hecho en casa, cuyos aroma y sabor son casi hipnóticos. Esta temporada, incluso tiene su música particular, las marchas que son tan chapinas como las champurradas.

En casa, el platillo que es el rey de la fiesta es el bacalao a la vizcaína de acuerdo con nuestra interpretación de la receta de mi madre, Nora; que viene de mi abuela, Frances; y de mi bisabuela, Adela.  Pero el pescado seco, envuelto en huevo, también tiene su lugar de honor junto a dos que tres botellas de Cabro y moyetes rellenos de buena crema.

En estos días de calor fastidioso, en casa nos encanta recibir amigos.  No salimos de la ciudad para evitar las multitudes en las playas y en otros lugares turísticos.  Las mañanas son para haraganear tantito; y las tardes y noches son para caminar por las calles de la zona 1 persiguiendo procesiones, tomando fotos y comiendo en nuestros lugares favoritos del Centro.

Son para vivir las tradiciones -a pesar de su contenido místico- porque nos recuerdan la infancia y nos conectan con las generaciones que nos las compartieron; y tienden puentes con las generaciones que vienen…si quisieran recibirlas.  Son las tradiciones que le dan sabor chapín a la vida chapina.

Y recuerda…si bebes, no manejes.  No falta quien te quiera de vuelta.

Columna publicada en elPeriódico.


06
Feb 22

Alegre tradición de estudiantes

 

¡Que alegre es ver, de nuevo, una caravana de estudiantes que se graduarán en el año!  Hoy pasó por mi casa una de esas y me dio mucho gusto verla.

En algunos colegios es tradición armar una caravana vehicular y recorrer la ciudad con los autos adornados, música y la algarabía propia de jóvenes que están por terminar sus estudios de secundaria.  Fue un crimen robarle a dos promociones no sólo el año más feliz de la secundaria, que es el último, sino uno de los dos años más felices de la universidad, que es el primero.  ¡Que bueno que se está recobrando la tradición!

Seguramente en este año serán recuperadas otras tradiciones, en la media en que los chapines recobramos nuestra libertad.

Las tradiciones son importantes porque conectan a las generaciones, crean comunidad, nos dan sentido de pertenencia y estabilidad y sentido de propósito común…cuando ese hace falta.  De ahí que el valor sanador y constructor de las tradiciones sea consecuencia de un largo proceso evolutivo, y no pueda ser el resultado de imposiciones, ni de prohibiciones.

¡Celebro los éxitos de los chicos de esta caravana y de las otras!, y les deseo lo mejor.


06
Ene 22

¿Reyes magos, u hombres sabios?

 

En casa comemos el célebre roscón de reyes para darle fin a la tradicional fiesta chapina conocida como Guadalupe Reyes, en alusión a las fiestas continuas entre el 12 de diciembre y el 6 de enero.

Este año me ha asaltado una duda: ¿Por qué es que en español hay tres reyes magos y en inglés hay Three wise men (tres hombres sabios)? ¿Alguien sabe y nos cuenta?

Hay grandes diferencias entre los dos conceptos:  Los reyes son monarcas y sus títulos tienen implicaciones de poder político; además son magos y eso tiene implicaciones místicas y sobrenaturales. ¿Esto responde a características culturales relacionadas con el mundo hispanohablante?

Los hombres sabios, en cambio, son personas sin atributos de poder y sin atributos raros. Son personas como cualquiera; pero que tienen la capacidad desarrollada de aplicar la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo.

En otros casos los tres personajes son sólo magos, no reyes; empero, en las ilustraciones que acompañan estas meditaciones, todos están coronados.  En fin, la diferencia, ¿es un caso de traduttore, traditore, o uno de profundas y diferentes visiones del mundo?

Mientras tanto, en la oficina hubo tres roscas diferentes y a mí me tocó una de las criaturas, lo que significa que el 2 de febrero traeré algo rico para el equipo.  Mientras tanto el muñequito está adherido a mi puerta.

Esta celebración no era popular cuando yo era niño.  En casa pasaba inadvertida; pero de unos 25 años para acá se ha generalizado, sobre todo en las oficinas.

Las fotos del roscón y de la criatura son mías, pero la de los reyes, u hombres sabios, son de Tlatoani Cuauhtemoc.


01
Ene 22

¡Que venga el 2022!

 

Rompopo, marsala al huevo y vermouth; una pierna de cerdo horneada y ensalada de papas; algún turrón y galletas hechas en casa; y la encantadora compañía de mi abuelita Juanita y de mi tía abuela, La Mamita, eran característicos de mis primeros años nuevos que recuerdo. Mis padres eran jóvenes y fiesteros de modo que los niños nos quedábamos en casa con todo lo necesario para despedir el año viejo y darle la bienvenida al nuevo.

La fiesta de los niños incluía escuchar historias de la niñez de mi abuela y de mi tía abuela, y la cena; incluía la quema de estrellitas; una sola copita de cualquiera de las bebidas citadas; El brindis del bohemio escuchado por la radio; el grito de Happy new year por parte de La Juanis y coreado por los niños; las doce uvas y el rito de vestir y sentar al niño.

Siempre recuerdo con mucho cariño esas celebraciones; como me acuerdo con alegría de cuando mis padres volvían -acompañados por amigos- ya que había amanecido el primer día del nuevo año.  Una de las cosas que más disfruté, de siempre, fue ver a mis padres bailando cualquiera que fuera la hora.  En ocasiones como esa, mi padre solía preparar unos huevos horneados con jamón, queso y salsa de tomate, que todavía hago de cuando en cuando.

En tiempos de vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad como los que vivimos, el recuerdo de las tradiciones es valioso porque nos conecta no sólo con las generaciones que nos preceden y las que nos suceden; sino porque contribuyen a crear comunidad y tienen un efecto positivo en la necesaria recuperación emocional.  Quienes frecuentan este espacio habrán notado que no es la primera vez que menciono el valor de las tradiciones; pero por un lado es que la temporada es propicia para ello, y por otro es que muchas tradiciones están bajo ataque.

Ya sea que conserves las de tu infancia, o que estés creando tus propias tradiciones, es muy bueno no olvidar de dónde viene uno y evolucionar.  Y ya sea que 2021 te haya traído, o no una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra. mi familia y yo te deseamos paz, prosperidad, amor y salud en el año que empieza mañana. L´chaim.

Esta columna fue publicada en elPeriódico.

Actualización: Sospecho que este va a ser un año de resistencia; uno en el que nos va a ser muy útil y valioso reconocer aquello por lo que deberíamos estar agradecidos, frente a lo que damos por sentado, permanente y merecido


25
Dic 21

Tamales y fuegos artificiales

 

Un tamal colorado y otro negro son mi desayuno tradicional, para el 25 de diciembre, acompañados por el mejor café posible y algo de los postres que hayan sobrado de la nochebuena.

Como todos los años, anoche nos gozamos mucho los fuegos artificiales, la cena y la compañía de la familia y amigos que nos acompañaron en el open-house que acostumbramos celebrar en casa.

¡De verdad soy muy feliz cuando cuando abro las hojas de mashán  y me encuentro con los colores brillantes de los tamales!  Y al mismo tiempo, los aromas intensos de ambos tamales invaden el ambiente, mi cuerpo y mi mente y me llevan sobre olas de recuerdos y alegrías.  El momento culminante  es cuando las masas gentiles y los recados complejos y deliciosos llegan a mi paladar.

Los que visitan este espacio, con frecuencia, saben que valoro mucho las tradiciones como formas de mantener puentes con los recuerdos, el pasado y con quienes nos precedieron; así como con el futuro y quienes nos sucederán.  Ahora, también las valoro por sus facultades sanadoras, luego de los encierros y la incertidumbre a la que hemos sido sometidos durante casi dos años.

¿Sabes? Tengo la dicha de recordar los tamales que hacía mi bisabuela, Mami, y los de mi tía Baby.  Y los pequeños, de 2 x 2 pulgadas y perfectamente doblados que  mi tía abuela, La mamita, nos hacía a los niños.

Los tamales de Navidad, en Guatemala, son colorados y negros.  Cada región y cada familia tienen su propia receta de tamales; pero básicamente son de masa maíz y/o de arroz y el recado se prepara con tomates, chiles y aceitunas (aveces con semillas tostadas, como pepitoria y ajonjolí) y, en el caso de los negros, con chocolate y anís. Estos últimos son los más difíciles de hacer para que sean bien balanceados. También pueden ser de cerdo, pavo, pato, gallina y pollo e incluso de res.   Eso sí a mí me gustan más los de cerdo, y los de pato.  En ciertas regiones -especialmente en la costa sur- no se usa el recado del altiplano, sino una especie de mole. También hay diferencias entre los tamales que se cuecen sobre leños y los que se cuecen sobre estufa de gas.  Los tamales de la costa sur no responden, exactamente, a la diferenciación entre colorados y negros

Los tamales tienen raíces precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente de occidente. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de mashán en las que son envueltos.  Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las aceitunas, las almendras, las ciruelas y las pasas.

El arte de los tamales no está sólo en la masa y en el recado (o en el mole), sino en la forma de envolverlos y amarrarlos.   Son una experiencia para todos los sentido.  Un tamal que no ha sido envuelto y amarrado apropiada y elegantemente pierde algo de su encanto.  A mí, por cierto, me gustan más grandes que pequeños, y me gusta que la masa no sea muy espesa.

Hacer tamales requiere de cierta infraestructura y es algo muy elaborado. Hay que lavar y asar las hojas. La masa tiene su propia ciencia y es cocida tres veces de tres formas distintas.  El recado (o el mole, según el caso) lleva varios ingredientes que hay que asar y sazonar con talento.

Desde mediados de los años 80, en casa comemos los de doña Estelita de Alburéz que son basados en  la receta de su madre en San Martín Jilotepeque (en el altiplano), de modo que sus tamales son distintos a los de la Costa Sur y a los de Oriente, por ejemplo. Madame Tso, la señora que trabaja con nosotros en la casa ha enriquecido nuestra experiencia tamalera de una forma que merece una ovación de pie. También nos envían tamales de Huehuetenango y a veces conseguimos tamales de arroz, de Quetzaltenango.

Sostengo, que la nochebuena y las fiestas de fin de año chapinas, en general, son particularmente intensas y espectaculares.  Cuando los chapines nos ponemos en navidad mode, es en serio.

Por eso me alegro que en este año -como el anterior- difícil, duro y para algunos muy triste, el espíritu guatemalteco navideño no haya menguado.  Como en 2020,  la noche de anoche hubo fuegos artificiales en la ciudad de Guatemala y sus alrededores, y los fuegos de la media noche no tuvieron nada que envidiarles a los de otros años.   Cuando veo las luces y disfruto de los cohetes, el niño que hay en mi grita -para mis adentros- ¡Cuanto “cuete” Venado!, como  cuando yo tenía tres, o cuatro años y aquella era la marca de petardos más conocida.

¡Que ricos y reconortantes son los abrazos y el buen vino envueltos en nubes y aromas de pólvora fiestera!


24
Dic 21

Los regalos en estas fiestas

 

La tía Patty fue quien nos enseñó -a mis hermanos y a mí- a darnos regalos de Navidad entre nosotros, y a dárselos a nuestros padres y abuelas.  Nos daba unos quetzales y nos llevaba a El buen precio a comprar los obsequios, que eran objetos sencillos y utilitarios; pero recuerdo muy bien que para mi abuelita, Frances, solía ser un paquete de Viceroy; y para mi tía abuela, La Mamita, era uno de Payasos.

En casa lo habitual era que los abuelos, padres, tíos, tíos abuelos y padrinos nos regalaban a los niños; pero nunca se nos ocurrió que los niños nos diéramos regalos entre nosotros, ni dárselos a nuestros mayores.  Fue la Patty quien nos enseñó el hábito de regalar y el de ahorrar para ello.

Los regalos son importantes en las fiestas de fin de año; y ahora que celebramos el solsticio de invierno en casa, los obsequios no han perdido relevancia.  Nosotros los abrimos a la media noche, en la Nochebuena, para conservar la tradición.

El aspecto encantador de la Navidad, dijo Ayn Rand, es el hecho de que expresa buena voluntad entre los hombres de una manera alegre, contenta y generosa. Uno dice ¡Feliz navidad!, y no Llora y arrepiéntete.  Y esa buena voluntad se expresa en forma material y terrenal, dando regalos a los amigos y seres queridos, o enviándoles mensajes de cariño y buenos deseos.

El mejor aspecto de la navidad, indicó Rand, es el hecho de que se ha comercializado…es que estimula el ingenio y la creatividad para producir bienes que tienen un sólo propósito: darle a los hombres placer y felicidad.

¿Cuál fue tu mejor regalo de navidad que recibiste de niño? El mío fue una motobicicleta.  ¿Y el más conmovedor? Un juego de ajedrez que mi hermano y yo compartimos cuando mis padres estaban en apuros económicos.

Soy muy cleto para elegir obsequios; pero me da ilusión regalar.  Así como nos da ilusión, en casa, recibir a amigos y familia para intercambiar deseos de paz, prosperidad y salud en esta que es la mejor temporada del año.  A ustedes, lectores, les deseo lo mejor entre brindis, abrazos y fuegos artificiales, al lado de quienes aman y en recuerdo de quienes ya no están.

Columna publicada en elPeriódico.


18
Dic 21

Mis tesoros del solsticio

 

Guardo, con cariño, la tortuga, los chinchines y los guacalitos que me compraron mi abuelita Juanita y su hermana, La Mamita, cuando yo tenía unos tres años.  Los usábamos para la orquesta infantil en las fiestas de fin de año.  La tortuga es pequeña: pero tiene muy bueno sonido, de tal manera que el tucutícutu tradicional suena encantador.  De los chinchines, decorados con nij, mi favorito es el que tiene carita de animal; y los guacalitos son de Rabinal, con sus colores amarillo y rojo.  ¡Ah!, y también guardo la jícara en la que tomaba ponche.

Hay toda clase de tesoros del solsticio.  Los mejores, claro, están relacionados con mi familia y amigos.  Centenares de abrazos, risas y recuerdos…aunque no siempre haya sido todo risas.  A veces había que pasar temporales y hasta esos caen en el baúl de los tesoros porque algo se aprende.  Los tesoros son la cara de mi madre cuando encendemos el arbolito, el recuerdo de mi padre quemando cohetes, el alboroto de mis hermanos y mío al abrir los regalos y la alegría de mis sobrinos que -aunque ya no son niños- siguen siendo niños…aunque sea sólo para estas fiestas.

Los tesoros incluyen aromas, texturas, sabores y colores, como los del pinabete, las manzanillas, las mandarinas, las manzanas y las uvas.  Como los del relleno de pavo basado en una receta de mi bisabuela, como la ensalada Waldorf y como las galletas que hacían mi madre y mi abuela; como el mincemeat pie que es mi favorito.   Como el pastel de frutas que hacemos de cuando en cuando, como el stollen de mantequilla y ron. Como el pandoro y el panettone que no formaban parte de las tradiciones en la casa de mis padres; pero que integramos muy bien hace pocos años en casa. Como los turrones y polvorones. Tesoros que nos hacen viajar en el tiempo y en el espacio por medio de los sentidos.

Los tesoros son las tradiciones que no sólo fortalecen la comunidad, sino que nos conectan directamente con los que nos precedieron y con los que nos sucederán; las tradiciones también son sanadoras frente a la incertidumbre y a la desesperanza.  ¿Cuáles son tus tradiciones de fin de año? ¿Cuáles recibiste y cuáles estás creando?

Columna publicada en elPeriódico.