14
Dic 09

Indexación de salarios: una siembra de vientos

Propondrán indexar los salarios mínimos, es el titular de una noticia que que me paró los pelos.

Aunque a algunos no les guste, por las razones que sea, los salarios son precios; y como son precios, actúan de acuerdo con la naturaleza de los precios. Aunque a algunos no les guste, todos los precios, en todo el mundo y en todas las épocas se forman como consecuencia de la interacción de la oferta y de la demanda. Por eso es que si la oferta de aguacates es mucha y la demanda poca, los precios de los aguacates, en el mercado, son bajos; pero si la oferta de aguacates es poca y la demanda mucha, los precios de los aguacates, en el mercado, son altos.
Así: cuando la oferta de trabajadores es mucha, y la demanda de trabajadores es baja, entonces el salario (qua precio) es bajo; pero si la oferta de trabajadores es poca, y la demanda de trabajadores es mucha, entonces el salario (qua precio) es alto. ¡Por eso es que a los trabajadores les conviene que haya muchas fábricas, comercios y fincas compitiendo por ellos!; y por eso es que no les conviene que cierren las fábricas, los comercios y las fincas.
En un mercado, los salarios suben por la misma razón que suben los precios de los aguacates, de los tomates, y de los huevos: Porque hay mucha gente compitiendo por los trabajadores, los aguacates, los tomates y los huevos.
Dicho lo anterior, ¿qué tiene que ver eso con la indexación?
La inflación no es el alza generalizada en el nivel de precios, como generalmente malinforman los medios de comunicación, los políticos, y muchos técnicos y burócratas. El alza generalizada en el nivel de precios es una consecuencia de la inflación; y esta, propiamente dicha, es la abundancia de dinero sin respaldo. Y esa abundancia de dinero sin respaldo puede ocurrir por muchas razones: puede que el monopolio de la emisión de dinero emita muchos billetes y los meta en el mercado por medio de salarios, o de compras, por ejemplo; o puede que se indexen la inflación y los salarios.
De acuerdo con esta política, cada vez que suba la inflación, deben subir los salarios nominalmente. Y como en esas condiciones la gente tendrá más dinero para gastar, pues gastará más y demandará más bienes con lo que empujará los precios para arriba. Usted ya empieza a intuir qué es lo que ocurrirá, ¿o no? Sabe que así se generará una espiral casi incontenible en la cual la demanda empuja los precios hacia arriba, los precios halan los salarios, salarios nominales más altos permiten que la gente demande más bienes, la nueva demanda vuelve a empujar los precios, estos halan los salarios nominales otra vez y así es la de nunca acabar. La indexación y la inflación favorecen momentáneamente a los primero que reciben los billetes; y castiga espantosamente a los últimos en recibirlos.
El día que un aguacate cueste Q500 será porque la gente puede pagar Q500 y los paga. Pero…¿habrán subido los salarios? La respuesta es que no. Claro que la gente recibirá salarios nominales más altos; pero en términos reales, ¿de qué sirve que uno reciba un salario nominal alto, si en términos reales no tiene poder adquisitivo? ¿De qué sirve que parezca que uno gana más, cuando en realidad no está ganando más? Si se siembran los vientos de la indexación, se cosecharán las tempestades de la inflación.
La única forma sana de hacer que suban los salarios es propiciando un ambiente en el que los empresarios compitan por atraer a los trabajadores. Empero, si seguimos con uno en el que la fila de gente necesitada de trabajo es más larga que la fila de gente que lo ofrece, estamos perdidos. Pero más perdidos estamos si a aquella situación lamentable le añadimos la indexación. Dicha política es inmoral no sólo porque engaña a las personas, sino porque las condena a vivir la pesadilla de la inflación y sus consecuencias en los salarios reales y en los precios.
La noticia fue publicada el viernes, en Siglo Veintiuno; pero no puse enlace porque el sitio Web de ese diario no los permite.

29
Dic 08

Privilegios y salario mínimo: mira que eres canalla

Mira que eres canalla, es una frase que le cae como anillo al dedo a la administración socialdemócrata chapina. ¿Sabe, usted, por qué? Porque El Ejecutivo no ignora que el salario mínimo genera desempleo…y aún así ha decretado su incremento. ¡Hay que ser canalla para eso!, ¿o no?

Evidencia de aquel cojnocimiento es que hoy leemos que los empresaurios maquileros gozarán del privilegio de no aumentar el salario mínimo que les pagan a sus empleados, con la excusa de que no se pierdan más empleos y para evitar el desempleo en el sector textil.

¡Todos saben que el salario mínimo genera desempleo!; pero, ¿a quién le importa? ¿A quién le importan que se sigan multiplicando los privilegios a costa de la igualdad de todos ante la ley?

El salario mínimo afecta directamente a los más vulnerables entre quienes buscan y necesitan empleo. Perjudica a los jóvenes que aún no tienen experiencia, y andan buscando un primer empleo; y daña a los que ya están empleados, pero que son prescindibles porque ellos serán los primeros en ser despedidos cuando haya que ajustar costos en las fuentes de empleo.

A esa canallada se le suma otra: a Alvaro San Nicolás Colom, que fue presidente de la Asociación Gremial de Exportadores de Productos No Tradicionales, no le tembló la mano para privilegiar a sus compañeros maquileros.

Si San Nicolás no le subió el sueldo a los empleados maquileros, ¿fue para que los trabajadores de maquilas no perdieran sus trabajos, como sí los perderán los trabajadores de otros sectores? ¿O fue para que sus colegas maquileros no cargaran con costos que si cargarán los patronos de otros sectores?

Mira que eres canalla, por cierto, es el título de un disco con música de Luis Eduardo Aute, que disfruto de cuando en cuando. Y el desempleo que, en plena crisis, traiga el nuevo salario mínimo, ¿quién lo disfrutará? ¿Será para que haya más clientes para Sandra Evita Torres y su coersión social?


28
Dic 08

¡Por inocentes! Salario para agravar el desempleo

Una inocentada grosera es la noticia de que la administración socialdemócratá fijará el salario mínimo a Q52 diarios para todo el sector productivo.

La medida, que en apariencia busca “reducir la brecha entre el valor de la cansasta básica y el pago del salario mínimo en la ciudad y en el campo”, en realidad es el factor que más agrava el desempleo entre los jóvenes y entre aquellos que, o no tienen vocación alguna, o tienen poca educación. El salario mínimo perjudica a los más vulnerables; pero los prejuicios ideológicos prevalecientes se niegan a verlo.

Los trabajos de aprendiz, en los que el jóven sin educación y sin experiencia adquiría destrezas y aprendía oficios han ido desapareciendo porque se han vuelto muy costosos. El salario mímino hace que sea muy caro ofrecerles oportunidades de trabajo a los jóvenes inexpertos. Miles de empresas, que podrían entrenar y ocupar patojos, los han sustituido por nuevos procesos que no necesitan de esa mano de obra costosa. Un ejemplo de ellos son las gasolineras de autoservicio. No se necesita mucho para ser despachador de gasolina; pero para muchos jóvenes es un buen lugar para tener el primer empleo, adquirir conocimientos, obtener experiencia y disciplina laborales y para conseguir la primera carta de recomendación. Lo malo es que cuando contratarlos se hace muy caro, lo que queda es eliminar las plazas y cambiar los procesos.

Cuando yo era productor de un noticiario me opuse formal y judicialmente al salario mínimo para los periodistas. Esto es porque yo era testigo de cómo era que patojos chispudos, pero sin entrenamiento, entraban a trabajar como camarógrafos y hasta como editores e iban aprendiendo, entrenándose y creciendo mientras iba mejorando su situación salarial. En el momento en el que el salario mínimo hacía muy costos ese proceso educativo que les daba la empresa, en ese momento ya no era rentable contratar patojos inexpertos y había que contratar camarógrafos y editores en los que no hubiera que invertir, sino que ya vinieran entrenados. ¿Quiénes perdían? Los jóvenes que nunca tendrían la oportunidad de aprender aquellos oficios y educarse mientras trabajaban.

En tiempos de crisis, cuando las plazas de trabajo no sólo no están siendo creadas, sino que están siendo cerradas, ¿qué puede ser peor que encarecer artificialmente las pocas oportunidades que van quedando? Quienes defienden el salario mínimo ya tienen empleo, y me pregunto si harían lo mismo en el caso de que tuvieran la necesidad de encontrar uno.

En lugar de reconocer la realidad, quienes se aferran a aquellos prejuicios disfrutan con sinvergüenzadas como la de los empresaurios maquileros, que claman por el privilegio de no pagar el salario mínimo, sin que aparentemente les importe el daño de fondo que este le hace a los más pobres, y sin importarles el daño evidente que sus pretensiones le hacen al ideal de igualdad de todos ante la ley.

Yo estoy de acuerdo con que la mejor política social es un buen empleo; y entiendo que la única forma de elevar los salarios sanamente es elevando la productividad del trabajo. Cuanto más y mejor se produzca, más crecerá la riqueza de todos. Cuanto más productivo sea un individuo, tanto más valdrá su trabajo para los que ofrecen empleos. Si estas realidades no son reconocidas, y si seguimos haciendo lo mismo con la esperanza de obtener resultados distintos, seguiremos condenando a la pobreza y a la indignidad a todos esos miles de patojos inexpertos y ansiosos que quisieran trabajar, pero que no encuentran donde…porque es muy caro darles empleo.

Resumen publicado en Prensa Libre y en Siglo Veintiuno.


16
Jun 08

El socialismo está cambiando

Sólo hay que vivir suficiente y uno lo mira todo. El régimen cubano le puso fin al principio socialista de igualdad en los salarios; y apunta hacia la productividad como medida para la fijación de aquellos.

Raúl Castro autorizó a pagarle más a los cubanos que produzcan más y mejor. “No hay cosa más injusta -y desigual a la vez- que el igualitarismo”, aseguraba recientemente Salvador Valdés Mesa, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, el sindicato único de la isla. Acabar con esa situación que desmotiva a los trabajadores cubanos es una de las prioridades del gobierno de Raúl Castro, que en varias ocasiones ha llamado a la disciplina, a “producir más para tener más”.

Parece capitalista, ¿o no?


11
Abr 08

Chantaje y estulticia en economía populista

Leo con más detenimiento las propuestas “clave” de la administración socialdemócrata para aliviar el alza de precios que castiga a los guatemaltecos.

No voy a referirme a los precios tope y subsidios que ya he comentado en la entrada anterior. Lo que me llama la atencion, ahora, es la malignidad evidente de las medidas que pretende poner en marcha la administración.

1. Aplicar un impuesto a las líneas de telefonía celular. La tasa que se maneja tentativamente es de Q0.05 por minuto. O sea: para bajar el costo de la vida, los socialdemócratas van a elevar el costo de las llamadas por teléfono móvil. A ver…otra vez, porque no entendí. Para aliviar la situación económica de la gente, le van a encarecer las llamadas telefónicas.

2. Liberar los contingentes extranjeros de los productos de la canasta básica cuyo precio tope no fuera aceptado por la cúpula empresarial. O sea: si la cúpula empresarial no se somete al chantaje de la administración, esta liberará el comercio. A ver…otra vez, porque no entendí. En vez de liberar el comercio de una vez, para que la gente pueda optar a productos más baratos -aunque sean extranjeros- los pipoldermos chantajean y negocian con la cúpula empresarial.

3. Aplicar un bono salarial a los trabajadores del Estado . O sea: indexar esos salarios. A ver…otra vez, porque no entendí. Es típico de la inflación -como fenómeno monetario que es- que en la medida en que la moneda pierde poder adquisitivo, quienes se benefician del poder adquisitivo que va quedando son aquellos que reciben primero las nuevas inyecciones de dinero. Esto en perjuicio directo de aquellos a los que el dinero les llega más tarde, ya devaluado. Con la indexación, el resultado es que se genera una espiral inflacionaria que puede alcanzar niveles de espanto.

Talvez yo soy muy inocente; pero…¡¿en qué cabezas cabe?!

Reproducido en El Independent y en el Espacio Abasme.

La fuente de estas informaciones es El Periódico, de hoy, en su página 3. No pongo enlace porque no encontré la nota en su página Web.