Propondrán indexar los salarios mínimos, es el titular de una noticia que que me paró los pelos.
salarios
14
Dic 09
Indexación de salarios: una siembra de vientos
29
Dic 08
Privilegios y salario mínimo: mira que eres canalla
Mira que eres canalla, es una frase que le cae como anillo al dedo a la administración socialdemócrata chapina. ¿Sabe, usted, por qué? Porque El Ejecutivo no ignora que el salario mínimo genera desempleo…y aún así ha decretado su incremento. ¡Hay que ser canalla para eso!, ¿o no?
Evidencia de aquel cojnocimiento es que hoy leemos que los empresaurios maquileros gozarán del privilegio de no aumentar el salario mínimo que les pagan a sus empleados, con la excusa de que no se pierdan más empleos y para evitar el desempleo en el sector textil.
¡Todos saben que el salario mínimo genera desempleo!; pero, ¿a quién le importa? ¿A quién le importan que se sigan multiplicando los privilegios a costa de la igualdad de todos ante la ley?
El salario mínimo afecta directamente a los más vulnerables entre quienes buscan y necesitan empleo. Perjudica a los jóvenes que aún no tienen experiencia, y andan buscando un primer empleo; y daña a los que ya están empleados, pero que son prescindibles porque ellos serán los primeros en ser despedidos cuando haya que ajustar costos en las fuentes de empleo.
A esa canallada se le suma otra: a Alvaro San Nicolás Colom, que fue presidente de la Asociación Gremial de Exportadores de Productos No Tradicionales, no le tembló la mano para privilegiar a sus compañeros maquileros.
Si San Nicolás no le subió el sueldo a los empleados maquileros, ¿fue para que los trabajadores de maquilas no perdieran sus trabajos, como sí los perderán los trabajadores de otros sectores? ¿O fue para que sus colegas maquileros no cargaran con costos que si cargarán los patronos de otros sectores?
Mira que eres canalla, por cierto, es el título de un disco con música de Luis Eduardo Aute, que disfruto de cuando en cuando. Y el desempleo que, en plena crisis, traiga el nuevo salario mínimo, ¿quién lo disfrutará? ¿Será para que haya más clientes para Sandra Evita Torres y su coersión social?
28
Dic 08
¡Por inocentes! Salario para agravar el desempleo
Una inocentada grosera es la noticia de que la administración socialdemócratá fijará el salario mínimo a Q52 diarios para todo el sector productivo.
La medida, que en apariencia busca “reducir la brecha entre el valor de la cansasta básica y el pago del salario mínimo en la ciudad y en el campo”, en realidad es el factor que más agrava el desempleo entre los jóvenes y entre aquellos que, o no tienen vocación alguna, o tienen poca educación. El salario mínimo perjudica a los más vulnerables; pero los prejuicios ideológicos prevalecientes se niegan a verlo.
Los trabajos de aprendiz, en los que el jóven sin educación y sin experiencia adquiría destrezas y aprendía oficios han ido desapareciendo porque se han vuelto muy costosos. El salario mímino hace que sea muy caro ofrecerles oportunidades de trabajo a los jóvenes inexpertos. Miles de empresas, que podrían entrenar y ocupar patojos, los han sustituido por nuevos procesos que no necesitan de esa mano de obra costosa. Un ejemplo de ellos son las gasolineras de autoservicio. No se necesita mucho para ser despachador de gasolina; pero para muchos jóvenes es un buen lugar para tener el primer empleo, adquirir conocimientos, obtener experiencia y disciplina laborales y para conseguir la primera carta de recomendación. Lo malo es que cuando contratarlos se hace muy caro, lo que queda es eliminar las plazas y cambiar los procesos.
Cuando yo era productor de un noticiario me opuse formal y judicialmente al salario mínimo para los periodistas. Esto es porque yo era testigo de cómo era que patojos chispudos, pero sin entrenamiento, entraban a trabajar como camarógrafos y hasta como editores e iban aprendiendo, entrenándose y creciendo mientras iba mejorando su situación salarial. En el momento en el que el salario mínimo hacía muy costos ese proceso educativo que les daba la empresa, en ese momento ya no era rentable contratar patojos inexpertos y había que contratar camarógrafos y editores en los que no hubiera que invertir, sino que ya vinieran entrenados. ¿Quiénes perdían? Los jóvenes que nunca tendrían la oportunidad de aprender aquellos oficios y educarse mientras trabajaban.
En tiempos de crisis, cuando las plazas de trabajo no sólo no están siendo creadas, sino que están siendo cerradas, ¿qué puede ser peor que encarecer artificialmente las pocas oportunidades que van quedando? Quienes defienden el salario mínimo ya tienen empleo, y me pregunto si harían lo mismo en el caso de que tuvieran la necesidad de encontrar uno.
En lugar de reconocer la realidad, quienes se aferran a aquellos prejuicios disfrutan con sinvergüenzadas como la de los empresaurios maquileros, que claman por el privilegio de no pagar el salario mínimo, sin que aparentemente les importe el daño de fondo que este le hace a los más pobres, y sin importarles el daño evidente que sus pretensiones le hacen al ideal de igualdad de todos ante la ley.
Yo estoy de acuerdo con que la mejor política social es un buen empleo; y entiendo que la única forma de elevar los salarios sanamente es elevando la productividad del trabajo. Cuanto más y mejor se produzca, más crecerá la riqueza de todos. Cuanto más productivo sea un individuo, tanto más valdrá su trabajo para los que ofrecen empleos. Si estas realidades no son reconocidas, y si seguimos haciendo lo mismo con la esperanza de obtener resultados distintos, seguiremos condenando a la pobreza y a la indignidad a todos esos miles de patojos inexpertos y ansiosos que quisieran trabajar, pero que no encuentran donde…porque es muy caro darles empleo.
Resumen publicado en Prensa Libre y en Siglo Veintiuno.