19
Oct 21

Árbol de persimones, que alegría

 

Este año todavía no he comido persimones; pero, ¡Sorpresa!, ayer me encontré con un árbol de esas deliciosas frutas y es la primera vez que veo uno.

Los persimones siempre me recuerdan a mi abuela, Frances, en mi adolescencia.  En aquel tiempo no eran comunes, ni conocidos, y ella compartía conmigo los suyos que le llevaba su comadre, Queta, cosechados del jardín de su suegro don Manuel, en Panajachel.  La Abui, como le decíamos a mi abuela los comía crudos disfrutando de su dulzura y de su textura peculiar; o preparaba un pudding que sacaba lágrimas de emoción de lo delicioso que era. Freddy, que es primo de mi papá, me contó una vez que los primeros árboles de persimones que vinieron a Guatemala los trajo mi bisabuelo Federico y uno de esos arbolitos estaba en la casa de mi tía abuela, Olga, la mamá de Freddy.

Los persimones (junto con los chicos) son unas de mis frutas favoritas no sólo por su sabor, sino por sus color y textura. Esta es una caricia y, ¿sabes?, su pulpa tiene dos texturas distintas.


04
Oct 21

Batidoras Sunbeam retro

 

¿Vas a creer que he visto la batidora de la casa de mis padres en tres películas distintas?

Es una Sunbeam Mixmaster de finales de principios de los años 60. En realidad había dos que fueron regalos de bodas.  En esas batidoras hicimos muchas galletas, pasteles y otras delicias.

Me causa mucha gracia que aparecen tanto en películas ambientadas en los años 50.  ¿Sábes qué me gusta? Buscar en ese tipo de pelis artefactos con los que crecí en los 60 y 70.  He visto automóviles, mesitas para comer en la sala, térmos y otros objetos.


02
Oct 21

Pay de ruibarbo, recuerdos y rescate

 

Solemnemente declaro que en casa somos los dioses vivientes del pay de ruibarbo que, cuando yo era niño, no estaba en mi lista de favoritos; pero ahora lo hemos rescatado y ¡Ya!, ya está en mi lista de preferidos.

De cuando en cuando mi abuela, Frances, hacia rhubarb pie con esa maestría que tenía para los pays.  Quizás porque era algo ácido y porque su color no es atractivo nunca estuvo entre mis preferidos, yo me lo comía porque era sabroso, pero nunca se me hubiera ocurrido pedirlo.  A Nora, mi madre, no le gustaba, tampoco, de modo que ella no lo incorporó a su menú de pays; y voy a decir que tenía unos 38 años de no comerlo.  Pero andaba con antojo y desde hace ratos quería hacerlo.

Esta semana, Raúl llegó con un manojo de ruibarbos frescos y aromáticos, de modo que, anoche, Nora y yo hicimos el pay; pero primero, no hallamos la receta de La Abui y Nora no se acordaba exactamente de cómo se hacía el pay; segundo, busqué rectas en Google y las que encontré no se parecían a la de La Abui; tercero, Nora sugirió que exploráramos el Joy of Cooking y siendo que nos dio la impresión de que esa receta era la que usaba La Abui, pues Raúl sugirió que la interpretáramos.   Cambiamos ligeramente algunas proporciones (que hicimos a ojo de buen cubero) y salió delicioso el pay.  Justo de ácido y de dulce, justo de consistencia, justo de sabor y aroma.

La nota chistosa es que cuando yo era niño era…¿cómo se dice?…algo bravo…rascado; y no recuerdo si mi abuelita Juanita, o mi bisabuela, Mami, me daban polvo de ruibarbo; remedo que suelen tomar las personas enojonas.  Y ahora que publiqué mi desayuno en Facebook, don Manuel Figueroa, propietario de una farmacia en Jalapa, comentó: Esa si no me la sabía, el ruibarbo lo vendo en la Farmacia FAS para los de carácter bravo, espero no sea al caso. Pues vea, don Manuel, todavía me enojo cuando me incomodan, ja ja ja, pero no fue por eso que hicimos el pay en casa.

¡Estoy contento porque hemos rescatado el pay de ruibarbo para el menú de la casa!


16
Ago 21

Mi pastel de chocolate favorito

 

Mi pastel de chocolate favorito es el que hacía mi abuela, Frances. Estaba anotado en su recetario como Mother´s $100 chocolate cake y el turrón era de menta.

No es que la receta costara $100 hacerla, claro; sino que sabía como $100. Ya sabes…en sentido figurado, claro. La receta era de mi bisabuela, Adela.

La semana pasada traté de hacerlo y aunque tenía la apariencia de $4, sí tenía ese sabor y esas texturas que yo recordaba desde niño.  El chocolate magnífico y el sabor de la menta no me defraudaron.  Todavía no domino el arte de ese pastel del modo en que domino los pays de mi abuela y de mi madre; pero ya voy cerca.

Me encantan esas comidas que me transportan en el tiempo y en el espacio.  Esas comidas que con aromas, sabores, colores, formas y texturas me llevan a cocinas ocupadas, a mesas alegres y a las sonrisas y miradas de personas con las que tuve la dicha de crecer.  Me encanta compartir aquellas experiencias con las personas que amo y con las que comparto el camino.


06
Jul 21

Adiós a Rafaella Carrà

 

La música de Rafaella Carrà siempre estaba presente en las fiestas en la casa de mis padres; y a mí me alegraba y me alegra mucho escucharla. Tengo varias de sus canciones en mi playlist y siempre las disfruto.

Rafaella Carrà, foto por Sara B., CC BY-SA 2.0, via Wikimedia Commons.

Puntos extra para Carrà: su tema Tuca Tuca fue censurado por Giovanni Montini AKA Pablo VI, a raíz de una actuación polémica en la RAI, tras la cual el Vaticano emprendió una campaña de desprestigio contra ella por medio de de L’Osservatore Romano por considerar la canción demasiado provocadora.

Ahora que murió me sorprendió que también era actriz.  Entre mis canciones favoritas de ella, se cuentan:

Adiós Rafaella Carrà.


20
Jun 21

¿Tuviste una de estas?

 

Son vasos plásticos en forma de botas vaqueras.  ¡Bienvenidos al club de la nostalgia!

Tuve el mío ca. 1966. Fueron las sorpresas repartidas en mi cumpleaños que mis padres me celebraron en el colegio San José de la Montaña, en la Avenida Simeón Cañas..  La costumbre era que a la hora del recreo se rompía la piñata, se cantaba el Happy Birthday y se cortaba el pastes, se refaccionaba y tras la entrega de sorpresas todo volvía a la normalidad.  Es decir que volvíamos a clase.

En aquella ocasión las botas estaban llenas con dulces y algún chalchigüite.

Yo no era muy de celebrar mi cumpleaños con piñatas y fiestas de niños.  Recuerdo que en Segundo grado me hicieron una celebración parecida a la ya mencionada, en el Colegio Julia Camacho; y que al cumplir 10 años me organizaron una fiesta en la que el pastel era de astronautas, que es lo que estaba de moda.  Posiblemente a los 12 me organizaron otra en la que el pastel era una bandera de Guatemala porque mi cumpleaños es el 17 de septiembre. Es posible que esto lo tenga confundido. A partir de los 13, la costumbre fue que salíamos en familia a cenar a algún restaurante y yo de verdad disfrutaba de esa forma de celebración.

Dicho lo anterior, ¿cuáles eran mis celebraciones favoritas de cumpleaños? Las que caían en fin de semana y eran almuerzos largos con amigos de mis papás.  Esas fiestas eran muy alegres. También las dos, o tres que pasé en Panajachel…¡Ah!…como extraño el pastel de cumpleaños que hacían en el Cacique Inn.

Ayer vi la foto en una cafetería a donde pasé a tomar un té luego de los aguaceros que cayeron en la ciudad de Guatemala; y me dio alegría ver la bota porque me recordó aquel cumpleaños.

¿Qué cambió en las botas? Las espuelas.  En1965 eran más picudas y filosas.


17
Jun 21

¡Hoy es el Día del padre!

 

Mi padre -Luis- era un personaje divertido y alegre.  Generoso. Era un buen hombre y es una lástima que haya muerto antes de conocer a sus nietos y antes de ver que sus hijos y sus familias crecimos y somos  felices.  A veces… hasta extraño las discusiones que teníamos. No, eso no.

Un ejemplo de su espíritu juguetón era el juego de buscar el tesoro que armaba ya fuera cuando El ratón nos dejaba dinero a cambio de dientes, a mis hermanos y a mí; o cuando cumplíamos años.  Las fotos que acompañan esta entrada son muestras de uno de esos juegos.  Este fue en una ocasión en la que fui a pasar mi cumpleaños a Panajachel.  Al volver me estaban esperando en casa no con un regalo, sino con un sobre que contenía la primera instrucción: Happy Birthday Luisito, busque debajo de su almohada.

Haz clic en la foto para ver el resto del juego.

Luego de eso se desataba el recorrido por toda la casa en el cual yo (o cualquiera de mis hermanos) iba siguiendo las instrucciones y las pistas, y mis padres y los demás iban (o íbamos) detrás divirtiéndose como micos y emocionados por el misterio y la emoción.

A la primera instrucción seguía otras:

Manix tiene sorpresa, papás, Hnos, Nacho y Manix, etc. etc. etc.  Manix era uno de los perros de la casa y Nacho -era un gallo que nos habían regalado; ya sabes: Nacho, el gallo más macho.  Y la siguiente pista estaba en el collar de Manix.

Yu ju. Busque dentro de la caja de juegos de cuero.  Esa una caja con dados, barajas que había sido de mi bisabuela.

Dentro del congelador de la hielera hay ALGO.

ALGO tenía que encontrar, busque en el limonar del patio de enfrente.

Aquí como hiede, se orinó Manix, busque debajo de la almohada Nona.  Nona es mi madre y ese era uno de sus apodos…tiene varios.

Buscar capítulo XXVII Libro 1 de los Paralipómenos…y uno tenía que averiguar qué jodidos era Paralipómenos…antes de Google.

Me gustan las toronjas.  Busque.  Allí sí verá algo.

Verdad que yáatengo toronjas? Busque debajo de la almohada de papito.  Él era papito, claro.

Busque en la maceta de la flor de pascua.

Busque en horno de el comedor.

Te toca ir a la almohada de Guisela.  Guisela es mi hermana.

Dele un beso a La Chuchis, linda.  Ya casi, casi.  La Chuchis era Guisela…y habia que darle un beso.

Dale un beso a La Nona, y ya casi casi. Beto.  Beto era yo, por Alberto.  Me tenia varios apodos: Beto, Beto el recluta, Fray Junípero, Lalo, y algún otro que no recuerdo.

Ahora no recuerdo qué era el regalo.  Lo importante era el juego, el ambiente que se armaba, el cariño que se recibía.  El alboroto familiar.  Es una dicha que haya guardado los papelitos del juego porque en ellos estaba la clave de todo…  Estos son sencillos; pero otros eran más complejos e incluían dibujos: Un perico siendo perseguido por Simón, o por Manix, por ejemplo.

¡Feliz Día del padre a los papás que leen este espacio!


14
Jun 21

Adiós a “Los Alpes”

 

¡Que coincidencia…y qué triste! El domingo, en casa, hicimos de desayuno huevos fritos sobre hashbrowns, con tocino bien dorado, frijolitos volteados, crema y tostadas con mantequilla…¡Cabal, lo reconociste!…es el desayuno campesino de Los Alpes.

Lo hicimos porque teníamos antojo y no teníamos ganas de ir caminando, como lo hacemos de cuando en cuando. ¿Quién iba a decir que hoy nos enteraríamos de que ese restaurante/pastelería/chocolatería tan institucional en la ciudad de Guatemala iba a cerrar operaciones.  Es más, la semana pasada refaccioné ahí con dos amigos cuya compañía disfruto mucho y uno de ellos llevó el célebre pastel de peras, para celebrar el cumpleaños de su hermana. La noticia del cierre de Los Alpes es triste para muchos, estoy seguro.

De aquel lugar, mis pasteles favoritos eran el de peras, las tartaletas de fresas, el milhojas, y el stollen. Su chocolatería era magnífica.

Conocí Los Alpes a principios de los 80.  En aquel tiempo mis amigos de la universidad y yo solíamos reunirnos en La Casona (¿Te acuerdas?) en las tardes; pero de vez en cuando íbamos a Los Alpes precisamente por el pastel de peras. Luego cerró La Casona, y Los Alpes tomó su lugar. En los años 90, por mucho tiempo desayuné ahí casi, casi todos los domingos, siempre un Disch, que en aquel entonces era mi desayuno favorito ahí. En los 2000 dejé de ir con tanta frecuencia; pero siempre era mi primera opción dominical y me aficioné a los desayunos campesinos. Sus batidos de zapote con leche y de guanaba con agua eran riquísimos. A mi madre, que vivía a 100 metros del lugar le gustaba mucho la sopa de lentejas y si almorzábamos ahí a mi me gustaba pedir ravioli.

Lo que quiero decir es que desde hace unos 35 años Los Alpes fue un lugar confiable, donde uno se sentía bienvenido y donde se comía sabroso.

Lo que quiero decir es que al personal y propietarios les agradezco todas las buenas experiencias y los buenos ratos que pasé en sus mesas.

Lo que quiero decir es que me van a hacer falta.

Adiós a Los Alpes y a su gente.


20
May 21

En el Día de las abejas

 

Hoy es el Día de las abejas; y como esos son unos de mis animalitos favoritos, pues lo celebro.

De vez en cuando una abeja cansada, o dos, caen en mi balcón y si tienen suerte me doy cuenta.  Me gusta prepararles agua con miel para que beban, se repongan y alcen el vuelo.  ¡Ni te imaginas lo alegre que me pongo cuando veo que vuela y se va!

En casa siempre hay miel y la usamos para comer waffles, panqueques y crepas, para comer con bananos, como golosina y para cocinar.  Siempre andamos en busca de mieles y tenemos preferncia por las que tienen sabor amaderado.  ¿Sábes qué es delicioso? Comer la miel con una astilla gruesa de madera recién cortada. ¡Que cosa rica el buen pan francés con miel!  ¿Has comido queso chancol, o queso manchego con miel?

El año pasado dos amigas nos regalaron cuatro mieles distintas, muy distintas, para catar y fue una experiencia encantadora.

Desde que en la Primaria estudié a las abejas, las colmenas y la miel -en la clase de Ciencias naturales, agropecuaria y salud y seguridad, con Miss Estercita- valoro mucho el trabajo de aquellos animalitos.  Pero ya antes, desde la preprimaria cuando mi abuelo Jorge volteaba la botella de miel y subía la burbuja y él decía que era el paracaidista, la miel llamaba mi atención y despertaba mi imaginación, y se me antojaba.

Cuando era niño, mi tía abuela, la Mamita hacía turrón a mano y cuando le ponía miel caliente a las claras de huevo para preparar aquel postre tradicional, a la cocina llegaba multitud de abejas que revoloteaban en el lugar; y a mí me fascinaba ese espectáculo.

Una vez, cuando tenía unos 14 años estaba viendo un documental de abejas en casa de mis padres y me entró un deseo irresistible de comer miel.  Fui a la despensa y me llevé la sorpresa de que no había miel de abejas.  Había de maple y de caña en el refrigerador, ¡Pero no había miel de abejas!  Lo que se me ocurrió fue dirigirme a la casa vecina de una amiga de mi abuela, y pedir que me regalaran miel.  ¡Así me quité el antojo!…y decidí que nunca debe faltar aquel producto en mi casa.

Gracias a mi amigo, Bobby, cuyo padre tenía colmenas en Amatitlán, una vez –ca. 1979- participé en el proceso de sacar las colmenas, ponerlas en la extractora centrífuga y extraer el producto precioso y dulce elaborado por las abejas.  Me gocé lamer y chupar trocitos de colmena.

¿Cuándo fue la última vez que me picó una abeja? Creo que fue cuando estaba en Quinto año de primaria, minutos más, minutos menos, y fue en la finca Florencia durante un día de campo con mi familia, durante la temporada en la que mi papá corría en moto. Creo recordar que mi abuela me puso tabaco en la picadura, luego de sacar el shute de la abeja que me picó.

En otro orden de ideas, las abejas eran el símbolo personal de Napoleón I, emperador de los franceses.  Las abejas son símbolos muy antiguos relacionadas con la dinastía merovingia, símbolos del trabajo y de la inmortalidad.

Hoy celebro a las abejas y al magnífico producto de sus afanes.


17
Abr 21

Adiós a Lee Aaker, el “cabo Rusty”

Lee Aaker -que falleció el 1 de abril de 2021- fue el cabo Rusty, y ¿quién de mi generación no quiso tener un Rin tin tin?

El cabo Rusty, Rin tin tin, el teniente “Rip” Masters y el cabo Randy Boon. Foto por Robert R. Blanch, dominio público, vía Wikimedia Commons.

Rinti, era el perro del cabo Rusty, un niño huérfano a causa de una incursión de indios en el oeste de los Estados Unidos de América.  Rusty fue criado por los soldados del Fuerte Apache y él y su perro pastor alemán ayudan a los soldados a mantener el orden en la frontera. Ya sabes…siempre había entuertos y Rin tin tin siempre salvaba la situación con compañía del pequeño cabo, al grito de ¡Ahora, Rinti!  Aunque la serie es de los años 50, yo la veía en los años 60 y posiblemente en los primeros de la década de los 70.

La historia de Aaker es menos alegre. El actor murió víctima de un infarto, y falleció sólo y sin reclamar, listado como un indigente fallecido.

Cuando vivíamos en Costa Rica, mi familia tenía una pastor alemán a la que mi padre llamó Mandy, en recuerdo de una perra homónima que él había tenido cuando niño.  Yo era muy chico y nunca establecí una relación con Mandy; pero la recuerdo bien y fue lo más cerca que estuve de tener un Rin tin tin en mi vida.