29
Jul 10

Sopa de tortuga

La sopa de tortuga es una de mis favoritas; y el domingo comí una  en el restaurante Paa Bank, de la zona 9.  El propietario, por cierto, contó que su madre compró la receta en los años 70 y pagó por ella Q1000 de aquel entonces.

A principios de los años 90 yo tomaba sopa de tortuga con mucha frecuencia porque la del Club Industrial era magnífica y mi oficina estaba en el Edificio de la Cámara de Industria. Luego la pedía en otros restaurantes hasta que mi amigo Carlos, que dirigía uno, me advirtió que en muchos lugares no usaban carne de tortuga, sino de gallina.

Mi padre tenía su proveedora de carne de tortuga en el Mercado de La Placita, a donde íbamos a conseguir insumos, principalmente los días sábado. De verdad no recuerdo una sola vez en la que yo no haya disfrutado de alguna de esas incursiones al mercado en busca de aquello que almorzaríamos en ese día, o al día siguiente. Allá íbamos a comprar los ingredientes para la paella, los anticuchos, los huevos de parlama, los pollos rostizados y otras delicias que preparaba mi padre.

¿Cuáles son mis otras sopas favoritas? La Minestrone y el Caldo de mariscos que hago; la Sopa de la nana, de mi amigo Raúl; la Sopa de cebollas que hacía mi padre; el Caldo de albóndigas, el Caldo de arroz y menudos, y la Sopa de ajos, de mi madre; la Sopa de frijoles del Hotel Cacique Inn en Panajachel; el Cak-ik, del restaurante Senahú en la zona 1; las Cremas de hongos, espárragos y arvejas, y el Clam Chowder que hacemos en casa; y el Caldo de patas, de la Tía Cony.

18
Jul 10

Cosas que ya no hacemos II

Hace poco publiqué una Lista de cosas que ya no hacemos; y ayer me acordé de estas dos cosas que me faltaron en la lista:

Jugar con las sorpresas que se recortaban de la parte de atrás de las cajas de cereales;
Jugar con las sorpresas que venían dentro de las cajas de creales; y
Jugar con las que venían dentro de las cajitas de gelatina.
Recuerdo que las cajas de cereal traían cosas como gorras de capitán de barco y bandas y una pluma (a la Piel Roja), que uno recortaba y se ponía en la cabeza. Las cajitas de geletina traían barquitos, submarinos y tanques de plástico, de los cuales yo tenía una bonita colección y que tontamente tiré a principios de los años 90.

13
Jul 10

Olga Guillot, "In memoriam"

Tu me acostumbraste a todas esas cosas; y tu me enseñaste que son maravillosas. Olga Guillot era de las infaltables entre los discos que amenizaban las fiestas en casa de mis padres y de mi abuela, Frances. Y a mí me gustaba mucho esta canción en particular, desde que era niño. Hoy falleció esta gran señora y bueno…me invade la nostalgia.

07
Jul 10

Los romeros de los montes le besan la frente…

Tanto en el hotel en el que estoy, como en el mall que queda enfrente, los arriates están hechos con romero. Cuando uno sale, especialmente en la noche cuando refresca un poco, el aroma de aquella hierba envuelve todo el ambiente. Yo, por supuesto, quisiera tirarme sobre uno de esos arriates y revolcarme.

El romero me trae a la mente tres cosas inmediatamente: El balcón de mi casa, porque ahí tengo un romero hermoso; la canción del toro enamorado de la luna; y el pollo con romero que mi padre solía rostizar en el jardín.

17
Jun 10

Tocadiscos, discos y grabadoras

Tocadiscos, discos y grabadoras vendía esta tienda, en ruinas, que estaba en la Sexta Avenida y 12 calle de la zona 1. Me causó mucha gracias porque hace ratos, un colega les mencionó a sus estudiantes un radito; y él tenía en mente uno de aquellos radios pequeños, de bolsillo y de transistores. Con lo que no contaba es con que en su audiencia, no había una sola persona que hubiera conocido uno de aquellos aparatos.

Mi primer radito me lo regaló una de mis abuelas, para mi Primera Comunión. Y yo lo cuidaba y lo quería muchísimo. Era marca Phillips, y era de colores beige y negro, aunque tenía una banda que imitaba madera entre dos líneas plateadas. Y traía su estuche de cuero, así como un audífono. Dos veces fue a parar al taller antes de silenciarse para siempre.

¿Quién tiene, todavía, un tocadiscos en su casa? ¿Quién tiene una radiocasetera? ¿Quién tiene una videocasetera, que no es tecnología tan antigua como la de un radito?

16
Jun 10

"La Guatemala de antaño II", un éxito

Muy emotiva, y muy bien producida, fue la presentación de La Guatemala de antaño II, organizada por la Cinemateca Universitaria Enrique Torres anoche en el la Sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Angel Asturias. Había que ver con qué emoción aplaudió la concurrencia, de pie, al final de la presentación

Durante aquella fueron proyectadas imágenes de Guatemala que comenzaron con tomas de 1915 en la Estación Central del Ferrocarril y concluyeron con tomas de cuando Miguel Angel Asturias recibió el Premio Nobel, en 1967; y las mismas forman parte de los archivos fílmicos de la Cinemateca. Y la exhibición es una muestra de los valores históricos, estéticos y culturales que caracterizaron a la sociedad guatemalteca en la primera mitad del Siglo XX.

La presentación fílmica ya era buena en sí misma; pero los organizadores la combinaron con las estupendas participaciones de la Banda Sinfónica Marcial, y con la Marimba de Conciertos y el coro de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Y la verdad es que el equipo de la Cinemateca, dirigido por Walter Figueroa, se lució. Ese equipo, por cierto, está integrado por Marco Antonio Alonzo, Javier Corleto, Marvin Duarte, Merlin Hernández, César Pozuelos y Edgar Dávila. La marimba es dirgida por Edgar Sosa; el coro lo dirige Edgar Muñóz; y la banda es conducida por Nery Cano.

El de 1915 es un año importante en mi familia porque es el año en que nació mi abuela, Frances; y en la presentación se vieron carruajes que podrían haber sido los del Establo de Schuman, que era propiedad de mi tatarabuelo. Las tomas de la Huelga de Dolores de 1928 fueron muy interesantes por cándidas y divertidas, y porque mostraban algunos aspectos de la ciudad. El vídeo que acompaña a esta entrada es de la Jura de la bandera, por los colegios de la capital en la Plaza de Armas, en 1929.

Las tomas de la Primera Conferencia en Honor a los Delegados Centroamericanos en la Escuela de Medicina, en 1934, son fascinantes por la solemnidad y la elegancia de la ocasión; y la visita de unos marinos franceses a la Plaza Barrios, en 1935 muestra interesantes aspectos de la ciudad.

El décimo segundo tema de La Guatemala de Antaño II fueron curiosísimas tomas de la Feria de Noviembre de 1939 y tomas del hipódromo en las que pudo haber aparecido mi bisabuela, Adela, que criaba caballos de carreras para ocasiones como aquellas. El décimo octavo tema fue un juego de béisbol junto al Templo de Minerva, monumento que fue destruido por La Revolución.

Las tomas de la Penitenciaría Central son abundantes e impresionantes. Yo todavía recuerdo ese edificio ominoso que quedaba en donde ahora están la Corte Suprema de Justicia y la Torre de Tribunales. El bus de mi colegio pasaba enfrente todos los días y, cuando los presos fueron trasladados a la Granja Pavón, y el viejo edificio fue abandonado estuvo abierto para visitas. Empero, con el cuento de que eso no era para niños, mi padre nunca quiso llevarme.

Hay tomas del aeropuerto viejo, mismo que mis padres y yo usamos varias veces para entrar y salir del país, y que ahora ocupa la Fuerza Aerea. Tengo recuerdos muy vivos de aquel edificio que todavía conserva algunos de sus encantos. Recuerdo que había murales de los caciques centroamericanos, recuerdo que las máquinas traganiqueles estaban a mano derecha y recuerdo que desde el balcón uno podía ver los aviones en la pista. Recuerdo que una vez, mi padre me llevó a la torre de control. Hay, también, tomas de la construcción del aeropuerto nuevo, edificio que es muy hermoso y cuyo techo tuve que medir en una de esas etapas extrañas de mi vida.

En fin…si se presenta la oportunidad y usted puede ver este magnífico trabajo de la Cinemateca, ¡no se lo pierda! Y, muchas gracias a Así es la vida, por la invitación.

05
May 10

Recuerdos de camioneta

Así eran los boletos o tickets del transporte colectivo urbano en la ciudad de Guatemala. El primero es de 1958, el segundo es posterior a 1945, y el tercero es de 1977. En los casos del 1 y el 3 esto se sabe por los números de serie; y en el caso del 2, se sabe por la inscripción que tiene atrás el boleto y que alude a un Acuerdo Gubernativo del año citado.

Los boletos más antiguos venían en libros que me obsequió mi tía abuela Baby; en tanto que el de 1977 lo encontré en uno de los libros que yo usaba en el colegio.

Los tickets los entregaba el piloto; y de cuando en cuando subía a la camioneta o autobús un inspector que los cortaba a la mitad. La leyenda decía que si uno no entregaba su boleto era bajado del vehículo por el inspector; así que, en mis primeros días de camioneta, yo cuidaba mi boleto como un objeto precioso. Luego descubrí que si por algún motivo lo perdía, bastaba con decir se me perdió, y nada pasaba.

Otra leyenda decía que si el número del boleto (no el de serie) sumaba 21, ese boleto era uno de la buena suerte. Sin duda por eso es que guardé el de 1977.

Algunas personas le devolvían el boleto al piloto, con la idea de que este podía revenderlo y así ganarse los 5 centavos que costaba el pasaje. Yo hice eso durante algún tiempo, hasta que, precisamente mi tía Baby, me explicó que eso era como robarle al propietario del autobus.

Mis camionetas eran la 2 que unía La villa de Guadalupe y Ciudad Nueva (barrios en los que transcurrió la mayor parte de mi vida) y la 1, que me llevaba de Vista Hermosa a la zona 1. Ambas contrastaban mucho. Mientras que la 2 tenía buses muy viejos y destartalados, y tardaba muchísimo tiempo en pasar, la 1 tenía buses más nuevos y pasaba con más frecuencia. La 7, que me llevaba de Ciudad Nueva al Centro Histórico, también era bastante buena. Y mi primer viaje, sólo, en camioneta, fue cuando estaba en quinto grado de primaria, al anochecer, entre la casa de mis padres y la casa de mi abuela Frances.

Hubo un tiempo en el que, para ir a la universidad, tenía que tomar la 1 a la hora en que salían los albañiles; de modo que, para cuando la camioneta pasaba por mi parada, ya venía llena y normalmente no se detenía. Eso me obligó a pasarme del otro lado del boulevard de Vista Hermosa, tomar la camioneta que subía hasta el entronque con la carretera a El Salvador y regresar de nuevo (y a salir unos 10 minutos antes de mi casa). Pero los pilotos empezaron a reconocerme y, cuando me veían, tampoco paraban. ¡Ah, cuantas maldiciones espantosas lancé contra los conductores de camionetas! Entonces tuve que cambiar de estrategia y salir media hora antes de mi casa para no coincidir con los albañiles.

En las camionetas no había asaltos, ni disparos. Uno podía dormir tranquilamente, y más de una vez me pasé de mi parada porque iba bien dormido, especialmente cuando entraba a la universidad a las 7 de la mañana. Tenía que bajarme frente al Campo de Marte, y aveces no despertaba hasta que íbamos por el el Gimnasio Teodoro Palacios Flores. Aunque aveces subían algunos cantantes, o guitarristas, generalmente eran mendigos educados que hacían lo que mejor podían para ganarse unos centavos. También se subían jóvenes de una secta, que repartían volantes y pedían contribuciones.

El negocio del transporte colectivo urbano, en la ciudad de Guatemala, siempre fue muy corrupto por la intervención de los gobiernos, por los monopolios de rutas y por el subsidio; pero hubo un tiempo en el que ir en camioneta no era peligroso.


03
May 10

Recuerdos que trajo una luciérnaga audaz

El sábado nos alegró mucho la visita audaz de una luciérnaga, en casa. El pobre insecto debe haber estado algo nervioso por la atención que recibió; pero no por eso, la gentil visitante dejó de regalarnos su luz y seguramente por eso es que no dejó de moverse, ni siquiera para la foto.
Desde hace unas dos semana, el pequeño bosque que mi vecino tiene en su terreno -y el cedro que destaca en él- han estado adornados con las miles de pequeñas luces intermitentes que emiten las luciérnagas que lo habitan. El espectáculo es hermoso y yo había deseado que alguna de aquellas criaturas se acercara a mi casa. ¡Y ocurrió!
Las luciérnagas me gustan mucho desde que era chico. Me embobaba viéndolas aparecer y desaparecer, y también me llamaba la atención lo mansas que son. Como la de la foto, aunque inquietas, uno puede tomar una y tenerla en la mano durante bastante tiempo sin que alce el vuelo. La primera vez que tomé una creí que quemaban, pero claro que no y estaba fascinado con ella en mi mano.
La luciérnaga, algo apropiadamente, se llamaba un drive-in al que mis padres solían llevarnos los domingos para la cena. El local se hallaba donde hoy se encuentran las torres del Banco Industrial; y, ¡ah, cómo nos gustaba ir a ese lugar! El nombre le iba porque el área era oscura y árboles grandes, y la luz del drive-in se veía tenue entre la oscuridad. Y ahora, cuando ya no tengo la inocencia que tenía a los 9 años, pienso que debe haber sido interesante lo que ocurría en algunos de los autos que llegaban a buscar refugio en aquel ambiente encantador. Y pienso que les debe haber parecido fastidioso un auto con dos adultos divertidos y tres, o cuatro niños bulliciosos.

17
Mar 10

Cosas que ya no hacemos

He aquí una lista de cosas que uno ya no hace:

Regresar cassettes, con bolígrafos
Discar en el teléfono
Esperar a que haya línea en el teléfono
Darles vuelta a los discos de música
Cambiar la aguja del tocadiscos
Escuchar radio en AM
Coleccionar boletos de camioneta cuyos números sumen 21
Ver la lucecita que quedaba en medio de la pantalla cuando uno apagaba el televisor
Zurcir calcetines
Calentar el carro
Copias en Ditto
Mandar tarjetas físicas de Navidad
Ir al Correo
Poner telegramas
Ir a pagar el agua, la luz y el teléfono
Regresar las cintas de los videocasttes alquilados para no pagar multas
Pedirle al interlocutor que hable rápido porque también se cobran las llamadas entrantes
Andar como el biper al cinto
Recibir llamadas, por cita, en las oficinas del monopolio de las telecomunicaciones
Revelar rollos de fotos y luego ir las a recibir a los 5 días
Tomarse fotos, al estudio de algún fotógrafo, para los documentos de identificación
Salir a comer golosinas, en el cine, durante el intermedio en una película
Reparar cassettes con esmalte de uñas
Mandar recados con un propio
Mandarle un papelito a la chica, o el chico que te gusta
Esperar las 3 de la tarde para que empiece la transmisión de la televisión
Quedarse en el aire, cuando a las 12 de la noche se despedía la transmisión
Comprar revistas para ver la programación del cable
Leer, en los diarios, la programación de la televisión local
Ponerles a los bebés pañales de gasa y de ojo de perdiz
Almacenar la información en diskettes, o floppys
Usar relojes digitales con números rojos
Emplasticar la licencia de conducir
Llevar el móvil al cinto
Gracias a mi amiga, Mafer, por la inspiración; y a mi amigo, Raúl por sus contribuciones. ¿A alguien se le ocurren más? Sigue en este enlace.

07
Ago 09

Cosas de números: 123456789

El cuate Juan Pablo Chaclán llamó la atención sobre el hecho de que hoy se alinearon los números 12:34:56 pm del 7/8/09. Kewl!

Eso me recordó que c. 1977 mi escritorio en Segundo Básico estaba al lado del del cuate Oscar; y que en ese tiempo, siendo los relojes de cristal de cuarzo líquido una especie de novedad, a las 10:01 am de cada día, siempre estábamos atentos para ver quién le pegaba un trancazo al otro, al grito de capicúa. Una mulada, claro; pero se explica porque era divertido.