23
Dic 07

Calzoncillos y focos ahorradores de energía

Cuando yo era niño, a una de mis parientas -a la que quiero mucho- le dió por regalarnos calzoncillos blancos, Red Point, a mis hermanos y a mí. Como no me engaño, a mí me gusta la Navidad por los regalos, porque se come rico, por el alboroto, por los cohetes y por la alegría. Y cuando era niño no era diferente. De modo que encontrar los calzoncillos entre una variedad de carritos, aviones, o un microscopio, por ejemplo, no era el climax de la fiesta.

De eso me acordé porque hoy he leído que a una fulana, en Austin, Texas, le dio por regalar focos fluorescentes, compactos y ahorradores de energía. En The New York Times, que trae Prensa Libre, me enteré de que la mentada señora “quería comunicar su convicción ambiental y hacer una conexión por medio de la tradición de dar regalos”.

Su hermana, sin embargo, planteó la pregunta correcta: ¿Es, la Navidad, el momento adecuado para predicar austeridad?

Yo digo que no. Y digo que es el momento para dar y recibir regalos y para darse gustos. Admito que no soy muy bueno para elegir los que doy; pero los doy con cariño. Y ciertamente que me encanta recibirlos, especialmente de aquellas personas que tienen el talento de agradar con sus obsequios.

Los que me conocen saben que no deben regalarme calzoncillos, a menos que yo haya indicado exactamente de qué tipo son los que quiero. Saben que me alegra más un buen mazapán, que un iPod. Saben que me entusiasman una botella de vino bueno, un CD de música barroca, una novela histórica, o algo para la cocina. Saben que no deben regalarme adornos para la casa, ni libros de motivación, ni cosas ecologístas, o dietéticas…y los focos ahorradores son totalmente inaceptables como obsequio navideño.


23
Dic 07

Historia de un Nacimiento

Ahora que se acerca la Navidad, una amiga iba por el supermercado, cuando vio una caja de galletas, de esas que son de cartón y que traen la ilustración de un Nacimiento* para que los niños lo recorten. Pensó que podría gustarle a su nieto, Martincho, y compró la caja.

“¡Ven Martincho!”, dijo mi amiga al llegar a su casa. “Ven que te traje algo”. Martincho corrió hacia ella y tomó la caja. “Mira, es un Nacimiento para que lo recortes y lo pongas en tu cuarto”, dijo mi amiga.

Martincho vio la caja, no le puso mayor atención y la dejó por ahi. “Martincho!”, dijo mi amiga., al ver la indiferencia del chico que, por cierto, tiene 4 años. “Sí sabes lo que es un Nacimiento”.

“Siii”, contestó el chico, en ese tono en el que los niños responden cuando alguien les pregunta algo que es tan evidente que la pregunta resulta estúpida. “Es cuando la mamá está panzona y le sacan al niño”.

*Un Belén.


22
Dic 07

Tucutícutu

En esta semana fui al Mercado Central a comprar un par de caparazones de tortugas y otros instrumentos para la orquesta navideña de mis sobrinos.Encontré tortugas abundantes y variadas. Grandes y pequeñas. Claras y oscuras. Con diseños evidentes y con diseños casi imperceptibles. Y compré dos grandes que le harán compañía a la pequeña tortuga que mi tía abuela La Mamita y mi abuelita Juanita me regalaron cuando yo tenía unos ocho, o nueve años.

Con mi pequeña tortuga acompañé docenas y docenas de villancicos tanto en la casa de las citadas abuelas, como en la casa de mis padres. Y en la casa de mi abuela Frances, tenía otra tortuga. Y bueno, como yo era el nieto mayor, no había quien me disputara el derecho a somatar la caparazón en cuestión. Porque, claro, yo no tocaba la tortuga; sino que la somataba. Una orquesta navideña guatemalteca necesita de tortugas y de otros instrumentos como chinchines, guacales y jícaras hechas de frutos del morro.¿Saben qué me sorprendió? Que me costó mucho encontrar chinchines, casi no había guacales y sólo había jícaras sin pintar. “Ya no las hacen”, me dijo uno de los vendedores.

Mis chinchines, guacales y jícaras favoritos son los que están pintados de negro y tienen diseños en forma de animales, o de plantas. Y el que más me cae en gracia es uno que tengo con cara de animalito.

El color negro de aquellas piezas es como un laqueado singular. Los artesanos chapines lo hacen con hollín y la grasa de un insecto parecido a la cochinilla, al que le dan el nombre de nij. Pero también hay chinchines, guacales y jícaras pintados de colores; y de estos, mis favoritos son los que combinan el rojo y el amarillo.

Ahora bien, estos instrumentos encantadores y primitivos, en manos de niños de entre 3 y 12 años, forman una orquesta atronadora que difícilmente puede llevar el ritmo, o si quiera “tocar” la misma pieza. Y sin embargo, es capaz de evocar recuerdos llenos de alegría y de extraordinarios momentos familiares. Al ritmo de tucutícutu, cada quién hace lo que puede y todos la pasamos contentos.

No recuerdo exactamente cuándo fue que dejé de participar en la orquesta de niños de la familia. Y supongo que fue en algún momento cerca de cuando empecé a rasurarme el bigote inexistente, o cuando se abandonó la costumbre de cantar villancicos porque los niños de la nueva generación eran incapaces de esperar a las 12 de la noche para abrir sus regalos…y ¡pobrecitos!, había que dejarlos que los abrieran a las 5 de la tarde, del día 24.

Este año, sin embargo, con un nuevo batch de chiquillos me he propuesto revivir la tradición de cantar villancicos, en casa; acompañado por tortugas, chinchines y jícaras somatadas y agitadas por gente que no llega ni al metro de altura. Es que creo que el mensaje navideño de regocijo debe celebrarse con bulla y todo, especialmente cuando se está en compañía de la gente a la que uno quiere.

Para dicha de los chapines, la Navidad guatemalteca es rica en tradiciones e iconografía que la hacen una fiesta especial: tamales, cohetes, hojas de pacaya, pinabetes, manzanillas, gusanos de pino, gallitos, el estreno y el sabor inconfundible del ponche de frutas (con piquete). De esas costumbres son parte importante las tortugas, los guacales y las jícaras, y sin ellos, poco a poco, la celebración podría pasar a ser sólo una fiesta más. Indistinguible. O peor aún, sin todo el alboroto podría prevalecer el criterio de que la Navidad debería ser una ocasión políticamente correcta, o una propicia para sentimientos de culpa.

Esta Navidad, con alegría y agradecimiento, se la dedico a mis amiguitos de la zona 1. ¡Que sus sueños y sus deseos se hagan realidad! ¡Que cada tucutítutu de esta fiesta les de fuerzas y esperanzas! y ¡Que siempre guarden en sus corazones la alegría de ser niños!

Publicada en Prensa Libre el sábado 22 de diciembre de 2007


22
Dic 07

¡Galletas, galletas!

En casa de mis padres, una de las mejores tradiciones de la Navidad era la de hacer galletas. Mi madre hacía una variedad de aquellas y los niños ayudabamos…¿ayudabamos?

Hoy, después de varios años en los que yo no participaba de esa costumbre, porque mi hermano es el experto, hicimos galletas en mi casa.

Las de la foto son las tres variedades que hicimos: de mantequilla de maní con chocolate chip, de almendras con forma de arbolito, y de mosh con Corn Flakes.

Tardamos como cuatro horas en hacer tres tipos de galletas, lo que me llevó a recordar que mi madre solía hacer por lo menos 10 variedades. Las ya mencionadas, más galletas de nueces, de almendras y mantequilla con forma de gusanito, barras de nueces y dátiles, de chocolate, de café, de cardamomo, y de molasses. Muchas de ellas eran las que también eran hechas en la casa de mi abuela, Frances.

Eso significaba que nos llevaba unas tres tardes la elaboración de todas las galletas (aunque no siempre se hacían todas las mencionadas).


20
Dic 07

Tortugas para la orquesta navideña

Ayer fui al Mercado Central a comprar un par de tortugas y otros instrumentos para la orquesta navideña de mis sobrinos.

Estos son mis chinchines, tortuga, jícara y guacalito de cuando era niño.

Encontré tortugas abundantes y las dos grandes de la foto le harán compañía a la pequeña tortuga que mi tía abuela la Mamita y mi abuelita Juanita me regalaron cuando yo tenía unos ocho, o nueve años.

Una orquesta navideña guatemalteca necesita de tortugas y de instrumentos como chinchines, guacales y jícaras hechas de frutos del morro.

¿Saben qué me sorprendió? Que me costó mucho encontrar chinchines, casi no había gucales y sólo había jícaras sin pintar. Ya no las hacen, me dijo uno de los vendedores.


10
Dic 07

Luisfi y San Nicolás

Ja ja. Los convivios no son mi fuerte; pero este fue particularmente alegre. Aqui estoy con Santa (que en realidad es mi amiga Lucía). Y bueno…si vas a Roma, haz lo que hacen los romanos.

Como he sido bueno en este año, espero que San Nicolás me traiga regalos. Y si él no se apunta, talvez lo hagan el Niño, o los Reyes.

¡Felices fiestas a todos, y tres veces salud por la libertad!


10
Dic 07

El Nacimiento

Así quedó el Nacimiento que pusimos en casa hoy. A mi me gusta que esté bien iluminado y que incluya manzanillas, chichitas, gallitos y barba de viejo.

Además le añado la tortuga que yo tocaba cuando era niño, con los chinchines y guacales que amenizaban la festividad.

Hay dos Niños, uno que es parte del Misterio que nos hizo la Tía Paty y otro que me regaló mi abuela Frances.

Cuando yo era niño, en la casa de mi abuela Juanita se ponían dos nacimientos, uno era el de los adultos que básicamente era un Niño antiguo de mi tía abuela, La Mamita, acompañado por pastores y ovejas. El divertido era el de los niños en el cual se usaba el “embreyado” tradicional, con aserrin de colores, ranchos, ovejas, pastores, lago, río, cisnes, árboles y animales diversos.

El de mi abuela Frances también era con “embreyados”, grande, lleno de accidentes geográficos, de personajes y de animales y plantas variados.

En casa de mis padres generalmente no se ponía un Nacimiento muy complejo. Durante un tiempo pusimos el tradicional de los niños en la casa de la abuelita Juanita; pero luego se fue reduciendo a Niño, ovejas y pastores. Ahora sólo es Niño y pesebre. Pero queda muy sobrio y elegante.

Ahora ya ni se consiguen “embreyados”. Estos eran sacos de brin cubiertos con brea y secados. En ellos se adhería el aserrín de colores mediante el uso de un engrudo preparado con agua y harina. Ahora he visto que, en vez de “embreyados”, la gente usa un tipo de papel grueso como papel de envolver o de embalaje, o del que se conoce como papel Kraft.

De todos modos, alguna vez, me gustaría hacer un Nacimiento con “embreyados”.


03
Dic 07

Mi árbol y yo; recuerdos navideños

¡La navidad se acerca; y hoy pusimos el árbol navideño en casa!

Aquí ponemos un pequeño nacimiento y pinabete que, combinado con las manzanillas, producen el aroma que inmediatamente identifico como el de esta temporada.

El nacimiento es decorado con la tortuga, los chinchines y los guacales que yo usaba cuando era pequeño. Y tiene dos Niños. El árbol es adornado con una variedad de luces, bombas y figuras alusivas a la festividad.

De mi infancia recuerdo varios árboles importantes. En casa de mi abuelita Juanita es imposible olvidar unos chiribiscos hermosamente adornados con cabello de ángel y con luces en tonos pastel. También recuerdo los pequeños árboles que ella y mi tía abuela La Mamita solían montar -con primor extraordinaria- para mi hermano y para mí, junto a nuestro propio nacimiento en miniatura.

En la casa de mi abuela Frances recuerdo que los árboles eran altísimos. Generalmente pinabetes, o cipreses. Aveces adornados con “nieve” fabricada con un jabón que venía en escamas; y siempre llenos de figuras variadísimas, algunas muy antiguas, y luces multicolores. Allá los árboles eran tan altos que mi padre y mi tío Freddy tenían que usar escalera para llegar hasta arriba y distribuir bien las luces y las figuras.

En la casa de mis padres tuvimos toda clase de árboles. Aunque los favoritos eran los pinabetes, tuvimos cipreses, pinos y chiribiscos. En algún momento de principios de los años 70 se pusieron de moda los “árboles nevados” y tuvimos uno de esos. Y en los malos tiempos tuvimos un árbol prestado, y un “árbol simbólico”, hecho con chorizo de pino, en la pared.

Este año, gracias a los cuidados de doña Mireya y de Rafa tenemos un árbol bien peinado y bien gordito, que nos llena de aroma y de alegría la casa. Ese arbolito me trae invaluables recuerdos de decenas de alegres festejos.

¡Chispas!, ya llegué a esa edad en la que uno puede decir que ha vivido decenas de navidades. ¡Je je!, ¿o debería decir Jo, Jo, Jo?


14
Feb 07

San Valentín y el intercambio de golosinas

A mi me encanta lo comercial de las celebraciones. Me gustan lo comercial de la Navidad y lo comercial de la Semana Santa, por ejemplo. Y el día más comercial de todos es el de San Valentín.

Dicho lo anterior, hay pocas cosas tan sencillas y disfrutables como intercambiar golosinas con las personas que tienen el detalle de comprar algo pensando en uno.

¡Gracias a todos los que hacen posible que suba de talla 33 a talla 34; y muchas gracias a todos los que me honran con su cariño.


14
Ene 07

Esquipulas, Niño y antorcha

Guatemala es rica en tradiciones. A pesar de que la ciudad capital es una urbe hecha y derecha, constantemente se ven en ella costumbres pueblerinas que adornan la vida agitada y cotidiana. Aqui hay una. Mi primera suposición fue que era una “procesión motorizada” dedicada al Cristo de Esquipulas cuya fiesta celebran los católicos devotos mañana lunes. Pero el Cristo Negro va acompañado de ángeles y si uno lo ve detenidamente también va un Niño Dios; así que mi acompañante en el auto, desde donde tomó la foto, supuso que también es la devolución de algún Niño que fue sustraído durante las celebraciones de la Navidad y que será devuelto en medio de una fiesta. Pero la “procesión” iba precedida de chicos y chicas que portaban una antorcha al estilo de las que se acostubra llevar en una forma parecida para la celebración del Día de la Independencia.

Anoche me encontré con este singular evento, cerca de las 8:30 p.m. en la Calzada Aguilar Batres; y adivne qué: Era lo único que obstaculizaba el tránsito que, de otra forma, hubiera estado aceptablemente fluido.