Un mundo en el que las mujeres son marginadas es un mundo esteril, dijo Jorge Mario Bergoglio, dirigente de una organización religiosa que sostiene que las mujeres están al margen del sacerdocio.
Por supuesto que la marginación de las mujeres tiene una explicación elaborada; pero -parafraseando a Tito Monterroso- cuando Bergoglio se despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí. Es un hecho que en la organización que dirige el Papa, las mujeres no tienen cabida en el orden sacerdotal.
Esto no debería sorprendernos (aunque la declaración de Berglgolio sí) porque hay una larga tradición de ¿misoginia? en la organización que dirige Bergoglio; y para muestra, un botón: Que la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. 1 Timoteo 2: 11-14
¿No te convenció? Aquí va otra: Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. Al octavo día se circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación. Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre. Levítico 12:2-5
¿Te diste cuenta? Si la mujer pare un varón es inmunda durante siete días y debe purificarse 33 días; pero si pare una niña es inmunda dos semanas (el doble de tiempo) y debe purificarse durnante 66 días (el doble de tiempo). ¿De verdad una niña hace más inmunda a su madre que un niño? Las mujeres, ¿son inmundas por parir?
Tales ideas dan pie a prácticas culturales que lo ponen a uno a pensar: En la Costa Sur, por ejemplo, cuando una mujer pare un varón se gana su caldo de gallina. Pero si pare una niña, ni caldo, ni nada. Esto se explica de forma práctica porque a la madre que da a luz a un varón vale la pena alimentarla de modo que se fortalezca y tenga posibilidades de criar al hijo; pero la madre que da a luz a una niña y la niña no justifican el gasto. Mi cuate, Tono, cuenta que en su cultura (del altiplano guatemalteco) el ombligo de los niños se deposita en la parte más alta de un árbol; en tanto que el de las niñas de entierra en la cocina. Estas prácticas, ¿obtienen su sanción moral en la idea de que una hembrita es menos que un varoncito?
En fin…cuando Bergoglio dice que Un mundo en el que las mujeres son marginadas es un mundo esteril, antes de ver la paja en el ojo ajeno, debería ver la viga en el propio.
La ilustración es por Gustave Doré [Dominio público], via Wikimedia Commons