Hoy que vi el titular que dice La CICIG desmantela en 12 meses más de 14 estructuras criminales, me dije: Pues…la CICIG de Iván Velásquez parece que resultó distinta a la de Carlos Castresana y a la de Francisco Dall´anese. Me pregunté si eso se debía a las preferencias personales de los jefes de la Comision, o si se debía a un cambio profundo en la naturaleza de aquella; y pensé que, sin embargo, los peligros de esa comisión siguen siendo los mismos:
- Cuando en el sector público chapín no funciona algo, en vez de eliminarlo, o de corregirlo, creamos otra instancia para que haga lo que la primera no hace.
- Al depender de una organización internacional para que resuelva nuestros problemas, abdicamos de nuestra responsabilidad y descansamos en que otros resolverán lo que a nosotros nos toca resolver.
Más tarde leí que Velásquez recomendó la creación de un impuesto especial y temporal para supuestamente fortalecer al Ministerio Público y mejorar la situación de la justicia en el país. ¡Con razón es que mi cuate Oswaldo Schenone dice que gobernar es gravar para gastar!
Estoy totalmente de acuerdo en que el sistema de justicia de Guatemala (Policía Nacional Civil, Ministerio Público, tribunales y sistema penitenciario), donde se estima que el 95% de los homicidios queda en la impunidad debe ser fortalecido política, legislativa y presupuestariamente. Pero, ¡carajo!…¿con más impuestos? No.
Está clarísimo…y más desde abril pasado, que el dinero tomado de los tributarios sobra y abunda. Sobra y abunda para que los funcionarios que lo maladministran y se lo roban disfruten de yates, viajes, casas de playa y campo, lujos estrafalarios y más. Es evidente que lo que hay que hacer es acabar con la corrupción y racionalizar el dinero que el sector público toma por la fuerza de la gente que trabaja y lo produce. Si se cierran todas las dependencias públicas innecesarias y que sirven a intereses privilegiados, si se identifican y se cancelan todas las plazas fantasma e innecesarias, si se eliminan todos los privilegios del Presupuesto, si no se presupuesta lo que no se puede ejecutar, si se deja de comprar caro y de mala calidad, si se acaba con las canonjías y prebendas para socios, cuates, amantes, parientes y patrocinadores, si se recupera el dinero de los tributarios que han robado los funcionarios seguro que el dinero de los impuestos resulta suficiente.
¡Ya basta con esa maña fea de exigir más y más impuestos!
Por otro lado, y para poner las cosas en perspectiva…¿no estaremos contando los pollos antes de que revienten los huevos? Habrá que ver si los señalamientos resultan en condenas, y si las condenas no son de tres, o cinco años para que los saqueadores del país salgan de prisiones cómodas a gozar de los impuestos que se robaron con la tranquilidad de ya haber pagado su deuda con la sociedad.