04
Oct 07

A 50 años del Sputnik

Recién me entero de que hoy, hace 50 años, fue lanzado el primer satélite artificial, conocido como Sputnik.

Cuando mi abuela, Frances, visitó la Unión Soviética le trajo a mi hermano una pequeña réplica del Sputnik. Un día de esos andaba yo jugando con el aparatito, lo separé de su base y lo rompí irremediablemente. Recuerdo con mucha pena y tristeza ese momento porque de verdad lamenté el estropicio.

Más tarde, el Sputnik apareció en mi vida de otra manera: En la extraordinaria película October Sky. Basada en una historia real, Homer Hickam, Jr. vive en un pueblo minero de West Virginia; y en 1957 ve al cielo, ve al Sputnik y decide liberarse de la vida de las minas y buscar las estrellas. Con el apoyo de su maestra y con el de tres amigos, Homer inicia la inspiradora tarea de diseñar y construir un cohete. A pesar de la oposición de su padre y de un ambiente adverso, Homer hace realidad su sueño. Esta es una historia de eperanza, determinación y triunfo que, a mi me gusta compartir con mis estudiantes; y que cada vez que la veo me saca la risa y me saca las lágrimas. De verdad se las recomiendo. Yo la compré en Amazon, pero para los que viven en Guatemala, está en Take One, la tienda de vídeos de Plaza Futeca.

En la foto estamos Luisfi y Warren Orbaugh durante un cine foro acerca de October Sky.

Gracias a http://www.kr105.net/, por la pista.


25
Jul 07

Crayones de cera y recuerdos

Acabo de encontrarme con crayones de cera y una hoja de papel; y mientras que un cuate dibujaba la casa que se ve en la foto, yo me dispuse a oler los crayones. Eso sí, a la espera de mi hamburguesa y de mi Coca-Cola.

Tenía añales de no sentir aquel aroma en particular y de inmediato me transportó al kinder. El olor me llevó al aula en el Colegio San José de la Montaña, donde estudié por primera vez.

Me pareció fascinante la forma en que me vi de cinco años, sentado en una pequeña silla. En el salón que recuerdo muy bien.

Bueno…me alegro de no haberme “detenido a oler las rosas”, sino de haberlo hecho para oler los crayones. Lo cual me hizo pensar en los olores más queridos que hay en mi vida: el del desayuno en la casa de mi abuelita Frances; el del caldo de fideos con tomate y el del ponche de Navidad en la casa de mi abuelita Juanita; el del closet de mis padres; el de las almohadas de mi bisabuela Adela; el de Jack, un oso de peluche; el de mis perros, Simón y Manix; y el de una chumpa de cuero que tenía hace unos 33 años y que no me quitaba ni a porrazos.


20
May 07

Exhumación y tradición

Ayer, de acuerdo con la tradición hawaiiana, los restos de mi abuelo, Luis, fueron exhumados y colocados dentro del féretro de mi abuela, Frances.

La foto la tomé mientras el encargado abría el nicho donde se hallaban los restos de mi abuelo, justo al lado del nicho que ocupan los de mi padre.
De acuerdo con otras tradiciones, yo le hubiera puesto a mi abuela una botella de vodka; un paquete de cigarros; muchos libros; varios crucigramas; una foto de su gato, Nicolás; varias novenas y un paquete con estambre y agujas de tejer.

18
May 07

Frances Ch. de Figueroa, In memoriam

A mi abuela, Frances (21 de octubre de 1915-18 de mayo de 2007). Ella fue una gran influencia en mi vida, y fue una abuela cariñosa y generosa. Y me va a hacer mucha falta.


14
May 07

La flor de Perdidos en el espacio III

Mi flor de Perdidos en el espacio sigue creciendo. Esta planta me la obsequió mi abuela, junto con una pequeña colección de cactos y suculentas.

Aquí se puede ver el tamaño del botón comparado con un teléfono móvil.


08
May 07

Mi abuela y la tercera dimensión

Los que siguen de cuando en cuando mis columnas habrán notado que menciono con alguna frecuencia a mis abuelas. Bueno…esta es Frances, mi abuela paterna, y lo que hace es ver una revista con anuncios en tercera dimensión. Ahí donde la ven, no es la primera vez que pasa por esa experiencia ya que mi abuelo Luis tenía por afición el cine y la fotografía y tomaba diapositivas en tercera dimensión.


27
Dic 06

Terremotos

Hace poquito más de un año, con mis amigos Ami, Hue-ying, Ho-don, Raúl y Alejandro, volvimos de nuestra aventura en la ciudad maya de El Mirador, Petén. Ahora que hubo un terremoto en Taiwán, espero que mis amigos taiwaneses y sus familias se encuentren bien.

Curiosamente en el Oeste de El Salvador ya van 10 días seguidos de sismos; y ha estado temblando en Nicaragua.

¿Qué edad tenía usted cuando fue el terremoto de Guatemala, el 4 de febrero de1976? Yo tenía 14 años.

Recuerdo que me despertó el sonido horrible, y luego el estremecimiento de la tierra. Mi cama se agitaba y yo tardaba en despertar del todo. Cuando cesaron los movimientos me levanté y me vestí.

Mientras lo hacía escuchaba los llamados confusos de mis padres y mis hermanos. Una librera había caído sobre la cama de mi hermano, Gustavo. Pero había sido detenida por la cabecera y no lo había lastimado. Mi madre, o mi padre habían sacado a mi hermana, Guisela, que era la más pequeña; y mi hermano Juan Carlos estaba sano y salvo.

Salimos a la calle y todo estaba en orden. Mis padres sacaron los carros a la calle y empezaron a sacar de la casa agua, colchas, y seguramente algo de comer.

Al día siguiente todo estaba bien a nuestro alrededor. Parecía que no había pasado nada porque todas las casas estaban en pie y el único daño en la nuestra lo había sufrido una botella de Emulsión de Scott que se había caído en el comedor.

No había teléfonos y no había forma de comunicarse con mis abuelas que vivían del otro lado de la ciudad así que temprano, con mi papá, fuimos en su busca.

Cuando salimos de la zona 15 y llegamos a la bajada de Vista Hermosa vimos los primeros y alarmantes daños. La carretera estaba quebrada. Más adelante había una pared colapsada.
En la medida en que nos adentrábamos a la ciudad veíamos más destrucción, y el corazón se me aceleraba. Recordaba las historias que mi tía abuela, La Mamita, contaba acerca de los terremotos de 1917 y 18. De la ciudad devastada, de cómo habían tenido que ir a acampar al Parque Concordia. De la escasez y de la Gripe Española. Todo eso daba vueltas en mi cabeza.
Llegamos a la zona 3 donde vivían mi abuelita Juanita y La Mamita. Ahí la devastación era casi total. Había casas totalmente destruidas y había escombros en las calles. Yo me imaginaba sacando los cuerpos de las dos viejitas y en fin…fue un inquietante caminar a lo largo de tres, o cuatro cuadras de ripio esparcido en las calles.

Cuando llegamos a la casa las viejitas estaban bien. La casa estaba totalmente quebrada pero en pié. Ellas y unas amigas, tomaban café en la sala y todo estaba bien. Sacamos a las señoras y nos llevamos lo más necesario antes de cerrar la casa y luego nos fuimos a la casa de mi abuela Frances.

Al llegar a la Avenida Independencia nos enteramos que varias casas se habían ido al barranco y que había muertos. Rápidamente llegamos a la casa que estaba en perfectas condiciones. Ahí estaban mi bisabuela Mami, mi abuela Frances, una amiga de ella y mi tía Patricia y mis primos. Luego de constatar que todo estaba bien pasamos gasolina del carro de mi abuela al de mi padre y como yo tragué un poco de combustible, en el proceso, fui al enorme congelador de mi abuela y me comí dos panes congelados. Y ese fue mi desayuno.

Entonces volvimos a nuestra casa, con la abuelita Juanita y La Mamita, y mi madre ya tenía todo organizado allá.

Para hacer la historia corta, durante varios días las viejitas durmieron en la sala mientras la demás familia dormíamos en el jardín en carpas que nos enviaron de Nicaragua unos amigos de mis papas. Yo dormí con mi ropa a la mano durante casi tres años.

El terremoto de Guatemala, en 1976 costó más de 23,000 vidas.