Este Día de Gracias será triple. Comienza con un almuerzo con el equipo del Michael Polanyi College, sigue con cena familiar en casa de mi hermana y concluirá el viernes con cena entre amigos en el volcán Tolimán. Ah…y de paso, dentro de un momento me desayuno un tamal.
A mí me gusta celebrar el Thanksgiving Day porque, ¿a quién no le gusta una comilona epicúrea con la familia y con amigos queridos? Pero, además, aprecio muchísimo su significado profundo. El Día de Gracias, festeja el exito de la libertad, del individualismo, de la propiedad y de la productividad.
Antes de que el gobernador William Bradford y los pilgrims abandonaran el colectivismo, no tenían más que escasez y hambre. Pero una vez que optaron por que cada quién fuera responsable de sus siembras y de sus necesidades; y una vez que optaron por un sistema que proveyera los incentivos necesarios para mejorar la productividad y evitar la hambruna, las cosas cambiaron. El colectivismo fue sustituido por la cooperación social y el hambre fue sustituido por la abundancia.
¿Cómo no tener respeto por una celebración así? Este festejo de la vida y de la productividad contrasta con el tipo de cosas que celebramos en otras culturas. Por ejemplo, aquí le damos prioridad al Día de todos los santos (que están muertos). Y eso, seguramente, dice mucho de nosotros. Sin embargo el significado es bastante similar: No se puede hacer buen fiambre sin los valores que se recuerdan y celebran en el día de hoy.
La abundancia, la alegría y el optimismo que caracterizan al Día de Gracias, junto a la compañía de la familia, y la de amigos viejos y amigos nuevos, hacen que esta fiesta sea una de mis favoritas.