Mi amigo Warren anda esparciendo la siguiente especie: El exceso de industrialización en el hemisferio Norte está ocasionando un sobrepeso en esa parte del globo terráqueo; y, en consecuencia, el peso puede hacer que se desvíe el eje de la Tierra. Si eso llegara a ocurrir, el planeta podría salirse de su órbita alrededor del Sol y, una de dos: O nos alejamos del Sol y nos morimos de frío; o nos acercamos al Sol y nos freímos.
Cándido, que lo escuchó mientras comía mangos en dulce, está pasmado. Cánido no se pierde los programas apocalípticos del Discovery Channel, del NatGeo, ni del History Channel. Cándido colecciona las homilías contra la minería de Rodolfo Quezada y de Alvaro Ramazzini. Cándido celebró La hora de la Tierra, y en su automóvil tiene una calcomanía que dice Selva sí, petróleo no. Y ahora ya tiene otra cosa de qué preocuparse.
Warren leyó, en
The Wall Street Journal de ayer, un artículo por Bret Stephens titulado
What´s the Next “Global Warning”?; y en el, él autor explora la idea de que ahora que todo eso del calentamiento global ha muerto, luego del
Climagate y del fiasco de Copenague,
algo tendrá que tomar su lugar.
¿Y por qué? Pues porque el dinero fluye generosamente hacia las organizaciones y burocracias que se ocupan de elevar los niveles de alarma y de diseñar soluciones para resolver aquellos miedos. Los políticos socialistas -y sus aliados- viajan a todo tipo de seminarios para discutir presuntas soluciones, generalmente de orden totalitario, y generalmente costosísimas, para resolver los supuestos peligros.
Ya que el pánico por el calentamiento global se volvió aburrido y perdió credibilidad, arguye Stephens, el mundo necesita un pánico nuevo y mejor. Y aquí es donde entra el humor de mi amigo Warren. Como Stephens ofrece un premio para el que proponga el nuevo pánico, Warren se ideó ese de la industrialización.
Y Cándido ofreció soluciones: Primero: detener la industrialización en el Norte, por la fuerza si fuera necesario y cuando no se pudiera hacer mediante impuestos impagables; segundo, subsidiar la industrialización en el Sur, a cualquier costo y por la fuerza si fuera necesario; y, cuando se llegue al balance total, legislación férrea para que por cada fábrica que se ponga en alguno de los dos hemisferios, otra exactamente igual sea instalada en el hemisferio opuesto. Con esta última solución se evitaría que se vuelva a producir el desbalance.
No se vale que los del Sur eliminen toda traba a la industrialización, porque esa sería una solución neoliberal.
¿Y qué ganará Warren si su idea es la mejor? Stephens ofrece una hamburguesa y una cerveza en cierto restaurante de Nueva York.
…y a Cándido no le gusta la idea porque, según él, debería haber una ley que prohíba las hamburguesas y las cervezas ya que engordan a la gente y el costo de atender a los obesos pesa sobre el sistema estatal de salud.