Aproveché que los comunitarios se descuidaron porque fueron a observar cómo les pegaban a otros rehenes (cree que eran los policías que había en el grupo de secuestrados) escuché los gritos, dijo el delegado de la Procuraduría de los Derechos Humanos que fue secuestrado, junto con otras 7 personas, en Tajumulco, San Marcos.
No se conoce el paradero de las armas que los secuestradores les quitaron a los policías: 5 pistolas y 2 fusiles.
El secuestro ocurrió para presionar a las autoridades para que liberen a un vecino sindicado de robar energía eléctrica y efectuar cobros ilegales por el mismo servicio; y para que fueran anuladas otras tres ordenes de captura relacionadas. Estas prácticas son comunes en el Occidente, y las autoridades no encuentran modo de frenarlas.
Cuando las autoridades llegaron a la población, los hombres se habían escondido; y sólo encontraron mujeres y niños.
El Obispo de Huehuetenango, que en este caso se ofreció como mediador, dejó ver un detalle que no debe ser pasado por alto: el funcionario ecleciástico expresó que se había complicado la situación y que ya no es sólo la petición que originó el conflicto sino que hay otros interses que van más alla de quienes comenzaron a hacer la primera petición de que revocaran las ordenes de captura y la libertad del personaje acusado de robar energía y hacer cobros ilegales. El Obispo dijo que hay otros intereses como mantener el control del territorio.
La foto que ilustra esta entrada la tomé en la Sexta Avenida del Centro Histórico de Guatemala luego de los disturbios del 20 de octubre pasado. Había varias a lo largo de esa vía a inmediaciones del Parque Centernario. ¿Es posible que esa imagen armada con un fusil tenga relación, no sólo con la violencia del 20 de octubre, sino con los secuestros como el de Tajumulco y con otras acciones violentas y delictivas como los bloqueos y las tomas de edificios?