A estas alturas, ¿qué chapín no ha visto la foto del derrumbe y la casa en el kilómetro 10.5 de la carretera a El Salvador? Cuando yo la ví dije ¡Ups!, si así son la vísperas, ¿como serán las fiestas? y en lo que estaba pensando es en el próximo terremoto.
Las siguientes son algunas, de más, recomendaciones del Estado del aspecto geológico en el diagnóstico de la prevención de desastres por terremotos en Guatemala, por el geólogo Sam Bonis, del Dartmouth College:
– Nos encaminamos a otra catástrofe porque los terremotos se repiten.
– La dimensión del desastre depende completamente de las acciones, o falta de acción de los humanos.
– Hay sistemas de fallas capaces de generar terremotos desastrosos en Guatemala: el Motagua-Polochic; el Pacífico; los de Mixco y Santa Catarina Pinula-Palencia y Jalpatagua.
– En el valle de Guatemala abundan fallas jóvenes que no se movieron en 1976 y están sujetas a desplazamientos.
– Para sorpresa de nadie, en 1976 hubo mucha destrucción y muerte en los barrancos. Se culpó a las fallas; pero en realidad las únicas fallas fueron de juicio, ética y responsabilidad al construir, o permitir construir en condiciones topográficas precarias.
– Preocupa la urbanización del borde oriental del valle. Por razones desconocidas esa área no se movió en el 76 y es de esperar que el sistema de fallas que hay ahí se active en algún terremoto futuro.
– En esa área hay elementos de inestabilidad propios de una zona de fallas. Taludes pronunciados, fracturas, alteraciones y filtraciones de agua, entre otros.
¡Es una irresponsabilidad construir a orillas de barrancos y taludes, fracturas, alteraciones y filtraciones de agua!
A aquellas advertencias del geólogo quiero agregar y compartir con ustedes las observaciones de dos amigos arquitectos:
Dice Kike: Hasta donde yo se todo el territorio de la ciudad esta fracturado, producto de nuestro proceso sísmico, hay estudios geológicos que lo demuestran. Eso de vivir en laderas es una chifladura extrema porque el suelo siempre está en constante acomodamiento. Y añade Claudia: Mi profesor de Tipología Estructural nos decía que no había que construir a una distancia de 1 altura desde la orilla del barranco, o sea que si la altura del barranco era de 100 metros, había que alejarse 100 metros de la orilla para construir; pero muchas veces la ignorancia de unos unido a la inconsciencia e irresponsabilidad de otros tiene consecuencias lamentables. El valle de la ciudad es un hundimiento muy antiguo, lo que quiere decir que las laderas a los lados, la carretera a El Salvador y Mixco están llenas de fracturas (fallas pequeñas, digamos) y no es recomendable construir tan cerca de la orilla. Se supone que en una ladera hay que retirar el equivalente de tierra al peso de la edificación para llegar al nivel del suelo que pueda “cargarlo”.
Como ha ocurrido en casos como los accidentes del transporte colectivo y con las muertes recientes en una feria, mucha gente clama por ¿dónde estaban los políticos y funcionarios para evitar las tragedias? Mi énfasis, sin embargo es en la responsabilidad de las personas; porque como dice Kike: es una chifladura extrema vivir en laderas. Héctor Monzón nos explica que no hay desastres naturales, sino desastres fabricados; son las personas las que incuban los desastres al ponerse en situaciones de riesgo.
Dicho lo anterior, son una irresponsabilidad los señalamientos del ministro Alejandro Sinibaldi en cuanto a que la construcción haya sido la causante del derrumbe. Eso tendría que ser probado técnica y científicamente por quien hace las acusaciones. Mi sospecha es que dadas las características del terreno, los deslizamientos sobre la carretera ocurrirían con, o sin construcciones. En la foto se aprecia, con claridad, cómo es que el desprendimiento empezó a ocurrir en la parte baja del talud (adyacente a la carretera) y no desde arriba. Sospecho que el derrumbe de arriba ocurrió luego de que esa parte del cerro perdió el apoyo que tenía en la parte de abajo.
La foto es de la Conred y la casa se ve inclinada por la perspectiva.