03
Jun 15

Reformas electorales para limitar el poder

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Posiblemente la edad de oro de los partidos políticos fue inmediatamente después de la II Guerra Mundial. Fue entonces cuando se fundaron y consolidaron aquellas organizaciones concebidas como plataformas ideológicas y prácticas que servirían como intermediarias entre mandantes y mandatarios para el manejo de la cosa pública. Los partidos dejaron de ser facciones tradicionales y se convirtieron en algo institucional. Empero, para finales del siglo XX y ciertamente que en lo que va del XXI, los partidos degeneraron en roscas electoreras cuya función es nada más que servir como el vehículo para llegar al poder, o por lo menos influir en él para conseguir acceso al presupuesto del estado y el dinero de los tributarios. ¿Sí, o no?

¿Con alguna exepción? -en Guatemala, por ejemplo- todos los partidos habilitados son poco más o menos lo mismo:  Se organizan alrededor de un propietario, o grupo de propietarios.  Puedes hablar del partido de Baldizón, el de Sandra, el de Alejos, el de Canela, el de Arzú, y así.  Sus declaraciones de principios son tan generales que porque abarcan todo, no dicen nada.  Sus objetivos, sus supuestos planes de gobierno y sus propuestas son como listas de Santa Clos con algo para cada grupo de interés imaginable: algo para los empresarios y algo para los trabajadores; para los indígenas, para las mujeres, para los ecologistas, para los migrantes, para los artistas, para los deportistas, y así.  En estas condiciones no es de sabios que un partido tenga principios que pudieran excluir las escalas de valores, o los intereses de otros.

Sería rarísimo, por ejemplo, que un partido político ofreciera trabajar para eliminar y prohibir todo privilegio.  Lo común es que los partidos ofrezcan repartir privilegios con equidad, o algo parecido. Esto último sería incluyente, en lugar de excluyente.

¿Estamos claros que el propósito de los partidos es controlar el poder, o influir en él? La experiencia de las últimas décadas es que el fin último de controlar el poder, o influir en él es usufructuar económicamente de ese poder.  ¿Has oído de algún partido que proponga limitar el poder? ¿Uno que proponga desmantelar las fuentes de poder? ¿Uno que prometa devolverle el poder a los electores y a los tributarios?

Los partidos políticos -y sus dirigentes, claro- se han vuelto cada vez más irrespetuosos de la ley.  Por ejemplo: les pela que la ley prohiba ciertos tipos de propaganda, pero la colocan exactamente donde les da la gana y al costo que sea.  Si tienen que pagar multas por eso, las paga, ¡¿y qué?!    Sus funcionarios electos prometen cumplir y hacer cumplir las leyes cuando llegan al poder; pero para llegar a él han violado toda ley que se se ponga en su camino y se deje.

Hasta ahora se los habíamos permitido; pero hay movimientos ciudadanos que les facilitan a los electores y tributarios denunciar y enfrentarse a aquellos abusos. Y eso es bueno.  ¿Cuánto tiempo aguanta, un pueblo, que le vean la cara de baboso?

Es tiempo de reformas electorales.  Las más urgentes son las que fortalezcan la autoridad del Tribunal Supremo Electoral.  Esa fortaleza debe ser jurídica, financiera, técnica y moral.  El tribunal electoral debe ser supremo.  Otras de urgencia son aquellas que hagan realidad la transparencia de los partidos y que los sujeten a la ley.  Aquellas que les quiten el monopolio de la nominación de candidatos.  Aquellas que no falseen la realidad y los dimensionen como potenciales abusadores del poder.

No estoy de acuerdo con que deba prohíbirsele -a un funcionario electo- renunciar a la organzación política con la que llegó al poder; sobre todo en atención a ese derecho individual que se llama libertad de asociación.  A la idea de las cuotas hay que huírle como se huye de la peste: los candidatos deberían se electos principalmente por sus capacidades y potencialidades personales e individuales y por sus ejecutorias de vida; y no por el grupo al que pertenecen.   Posiblemente sea buena idea incluir la posibilidad de rechazar a todos los candidatos de las papeletas porque en los comicios nadie debería ser obligado a elegir entre algo que no valora y la opción de rechazar a todos debería ser tomada en cuenta. Una elección con X porcentaje de votos nulos no debería ser un mensaje que pasara inadvertido; ni por quien resultara ganador, ni por el resto de la sociedad.

Esto último no quiere decir que esté a favor de votar nulo en esta elección que viene. Cuando existe la más mínima posibilidad de que un candidato como Manuel Baldizón llegue al poder estimo que mi obligación moral es defenderme de esa posibilidad y hacer todo lo que sea legalmente posible para evitar que un personaje así sea el jefe del gobierno y controle el monopolio del uso legal de la fuerza.  Estimo que mi obligación moral es votar por cualquiera otro (aunque luego haya que sacarlo a sombrerazos y exigirle la renuncia, como a Otto Pérez Molina), antes que permitir que el control de la policía, el ejército, los impuestos y todo el aparato estatal caiga en manos de alguien con el perfil de Baldizón.

De vuelta a las reformas electorales el objetivo último de estas debería ser el de limitar el poder de la clase política y someterla a la ley.  Si estamos hartos, pongámosles límites ya.  ¡Pero ya!  Hay que distinguir entre las reformas prioritarias y las que pueden esperar; no sería prudente tratar de reformar todo al gusto de todos los involucrados.


16
Jul 14

La reforma electoral y el transfuguismo

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Una reforma electoral es buena, o mala, no porque sea reforma, sino por su contenido.  Digamos que una reforma es buena si contribuye a consolidar, o por lo menos a fundar un sistema republicano, si acaba con los privilegios, si amplía y fortalezca la facultad de elegir que tienen las personas, si opera en favor de los mandantes y de los tributarios, si aprovecha la energía y el entusiasmo que la gente vuelca en las elecciones. Si apunta a disminuir el nivel de decontento que hay -entre los mandantes y los tributarios- contra una clase política privilegiada, abusadora, corrupta e inepta.  El régimen de Chávez/Maduro/Cabello no es casualidad…es la consecuencia de décadas de política privilegiada, abusadora, currupta e inepta.  Y de élites que la consintieron y se beneficiaron de ella.

Una reforma electoral que apaña las malas prácticas dentro de los partidos, que financia esas organizaciones independientemente de su valor frente a los electores, que reparte cuotas de candidaturas entre clientelas y grupos de interés.  Una que eleva el populismo a niveles sudamericanos, una que protege a la clase política e impide que esta sea responsable frente a los ciudadanos.  Una como la que parece que se está discutiendo actualmente en el Congreso es una mala reforma.

Bueno, diría Aristóteles, es lo que es bueno para alcanzar un objetivo particular.

Ahora, con eso de que el partido de Manuel Baldizón llegó a 52 diputados y tiene la bancada dominante en el Congreso, muchos están clamando contra el transfuguismo.  Empero…eso no me inquieta tanto.

El transfuguismo pone las cartas sobre la mesa y abre ventanas donde -de otra forma- habría oscuridad.  Hoy, en los diarios, están los nombres y las fotos de los diputados tránfugas.  Nadie debería invocar ignorancia cuando los vea en las papeletas en las próximas elecciones.  Nadie con dos dedos de frente debería apoyarlos, y votar por ellos.  Si el tranfuguismo estuviera prohibido…¿cómo sabríamos dónde están las lealtates? ¿Cómo sabríamos quien está con quien?  ¿Cómo sabríamos quien es de un color, y quien de otro?

Por otro si has sido electo diputado por un partido, y esa organización se corrompe…¿por qué no cabría la posibilidad de que abandones esa organización y te pases a una mejor?  O al revés.  Si has sido electo por un partido, pero te sientes incomodo porque prefieres algo más corrupto, ¿no es mejor que abandones la organización decente y que te vayas a echar pulgas a otra parte?  En ambos casos, si el llamado transfuguismo ocurre sobre la mesa tus electores pueden verlo y tratar de entenderlo, pueden echar pan en su matate y tu te enterarás en las próximas elecciones.

Bueno, diría Aristóteles, es lo que es bueno para alcanzar un objetivo particular.

Por otro lado…¿qué es peor que un grupo como el de Baldizón tenga una bancada mayoritaria?  Pues peor sería que hubiera concentración del poder.  Peor sería que los pipoldermos -cualquiera que sea su color- tuvieran el control del Ejecutivo y del Legislativo.  La distribución de poderes y funciones es una característica fundamental de una república sana.  Claro que la responsabilidad de los electores, a la hora de votar, tiene mucho que ver con entre quienes se distribuye el poder.  No tiene la culpa el loro, sino quien le enseña a hablar.

Bueno, diría Aristóteles, es lo que es bueno para alcanzar un objetivo particular.


04
Abr 14

Pon la cantidad que quieras

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En Guatemala se vota por las personas, no por los partidos, dijo Arnoldo Medrano, alcalde de Chinautla, luego del procedimiento judicial en el que tuvo que pagar una fianza para no ir a prisión.  Para este período Medrano fue electo con la ficha del Partido Patriota, pero en otras ocasiones ha sido electo por otros 5 partidos.

La suya es una historia que confirma lo dicho, pero hay otras: El PAN  era el partido de Arzú y es nada sin él.  El FRG era el de Ríos Montt y es nada sin él.  La Gana fue el partido de Berger y es nada sin él.  Y ahí están los partidos de Alejos, de Colom/Torres y de Baldizón, para mencionar otras organizaciones personales, cuando no caudillistas.

La verdad es que lo que aquí llamamos partidos políticos no son más que maquinarias electoreras a las que la ley les da derecho de picaporte para colocar candidatos en las papeletas electorales.  Son roscas de amigos, compadres, clientes y patrocinadores que sirven para llegar al poder y medrar desde él.

La mayoría de chapines –a nivel municipal y a nivel nacional– vota por personas e intereses, y no por ideales.  Posiblemente la mayoría de votantes de Chinautla vote por Medrano, otra vez, sólo porque es Medrano.  Sospecho que la mayoría de electores –a todo nivel– quiere un dirigente, un pastor o un padre.  Quiere alguien que mande, alguien que chasquee el cincho y alguien a quien irle a pedir.  La democracia es eso: la libre elección del saqueador y mandamás de turno.

Todo esto es peligroso porque es personal y no es institucional.  Es peligroso porque –como no sea para conseguir privilegios en el mercado de privilegios que es el estado– no existe una relación sana entre mandantes y mandatarios.  Sin un sistema republicano que modere aquellas prácticas, cualquiera que alcance el poder con los votos de la mayoría del momento recibe un cheque en blanco.  Para el sistema político chapín –al que le urgen reformas de fondo– es apropiada la canción de Lucha Villa, que dice: Ay, me decepcionaste tanto/ que ahí te dejo un cheque en blanco/a tu nombre y para ti / Ay, pon la cantidad que quieras/…ese debe ser tu precio / y va firmado por mí

Columna publicada en El periódico.


11
Mar 14

Peligros en el ambiente electoral

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Por un lado los diputados -representantes de partídos políticos y por tanto de intereses particulares y de facciones, en vez de ser representantes del pueblo y dignatarios de la nación- están politizando la elección de magistrados del Tribunal Supremo Electoral.  Sospecho que la idea es que el Tribunal deje de ser un árbitro y se convierta en un instrumento.  Y eso es muy peligroso, sobre todo en el contexto latinoamericano en el que hay una ola evidente de uso de las instituciones para abusar del poder por medios legales.  Tal es el caso de Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia y Ecuador para mencionar los más notorios.  No dejes de observar los casos de Honduras, Costa Rica y El Salvador, para valorar la importancia de una autoridad electoral sana, neutral, independiente, fortalecida y comprometida con la construcción de un sistema republicano.

A aquel peligro súmale otro: Los partidos políticos -representantes de intereses particulares y de facciones- están tratando de pasar una reforma electoral a su medida.  No una que fortalezca los partidos como intermediarios entre mandantes y mandatarios; no una que facilite que los ciudadanos puedan fiscalizar a las organizaciones políticas; no una que las obligue a demostrar que tienen capacidad para elaborar plataformas programáticas y atraer miembros que compartan sus valores. No. Nada de eso.  Están tratando de pasar una reforma que les garantice la oscuridad en la que operan y les mantenta aislados de toda fiscalización.

Grupos que defienden la libertad de expresión expresaron su preocupación por las posibles violaciones a la Constitución que podría contener el paquete de reformas a Ley Electoral y de Partidos Políticos, aprobado hace más de cuatro meses por el Congreso y que se encuentra en la Corte de Constitucionalidad  para su consulta.

Por ejemplo, el reformado artículo 220 le pone límite a la cantidad de espacios que pueden ser contratados en los medios de comunicación, pero el principal problema no es tanto el límite, sino que también limita a ciertos medios de comunicación y no permite que se pueda colocar pauta en el medio que lo desee el partido político, declaró el Presidente de la Cámara de Medios de Comunicación.  Si todos los partidos políticos tienen derecho a media página diaria en los periódicos o 10 spots diarios en televisión o radio, la pregunta es ¿a quién pone primero? No es lo mismo un espacio en una sección premium de mayor lectoría de un periódico o un espacio después de terminar un noticiero. Eso es diferente, cómo se va a seleccionar eso, simplemente es impráctico, indicó.

Haz clic aquí para ver detalles de los artículos peligrosos en el proyecto de ley electoral.

De paso…¿algún lector sabe si ha avanzado la absurda y abusadora idea de que sean prohibidas las encuestas?

Lo cierto es que los políticos están empeorando su relación con los electores y con los tributarios.  Es peligroso que esto ocurra porque una clase política inepta, corrupta, aislada del electorado y que medra en la oscuridad es caldo de cultivo para las dictaduras.  La gente se cansa de los abusos y pide dictadura.  Es peligroso lo que están haciendo los políticos y es más peligroso que nosotros se los permitamos.

La ilustración -que tomé de Facebook- lo pone claro.  La gente no distingue entre políticos honestos, y políticos deshonestos.  No distingue entre políticos colectivistas y políticos individualistas.  Decimos los políticos y todos se van en la misma canasta.


05
Dic 13

En peligro el Tribunal Supremo Electoral

A lo largo de los últimos 15 años, poco más, o menos, los chapines hemos vivido una pronunciada degeneración de las instituciones del estado.  Hay muchos factores que explican ese fenómeno; pero el que nos ocupa hoy es uno de los principales: la avidez de facultades arbitrarias por parte de quienes ejercen la función pública.  La avidez de poder, podría decir alguien, o el desprecio absoluto por el artículo 152 de la Constitución, que dice que el poder proviene del pueblo.  Su ejercicio está sujeto a las limitaciones señaladas por esta Constitución y la ley.  Ninguna persona, sector del pueblo, fuerza armada o política, puede arrogarse su ejercicio.

Más recientemente aquella avidez y desprecio han medrado en un ambiente local en el que quienes ejercen el poder público han encontrado poca resistencia de parte de los electores y tributarios -que siguen confiando en ellos- y en un ambiente internacional en el que gobernantes como Maduro, Ortega, Kirchner, Morales y Correa han extendido la amplitud y la profundidad de sus mandatos casi a su antojo -contra la ley, o usando la ley- y con éxito.

En medio de aquel estado de cosas, aquí en Guatemala hay una institución que se ha resistido a la degeneración; y esta institución es el Tribunal Supremo Electoral.  El TSE y sus integrantes han resistido los embates de políticos ambiciosos e inescrupulosos.  Personajes que saben que el Tribunal es uno de los últimos bastiones de decencia dentro de la administración pública. Y, como se vió recientemente en Honduras, un tribunal electoral independiente, moralmente solvente y fortalecido, es un pilar imprescindible para la conservación de la república.

Por eso es muy alarmante la advertencia que acaba de hacer María Eugenia Villagrán, presidenta del TSE: Me preocupa que esta reforma, lejos de fortalecer, esté debilitando la autonomía y la supremacía del Tribunal. Con estas palabras se expresó con respecto a las modificaciones a la Ley Electoral y de Partidos Políticos  que el Congreso ya aprobó en tercera lectura.

Al parecer los políticos han diseñado una reforma a su medida, destinada neutralizar al Tribunal y a fortalecerse ellos mismos. Y eso debería ponernos los pelos de punta.


22
Dic 12

En defensa del “transfuguismo”

No nos engañemos.  Para comenzar, los partidos políticos guatemaltecos no son las organizaciones que median entre mandatarios y mandantes; ni son las plataformas filosóficas y programáticas que describen los textos de ciencias políticas.  Aquí son maquinarias electoreras y roscas que sirven para llegar al poder.

Cuando fuiste a sufragar, ¿conocías a todos, o a la mayoría de los candidatos a los que les diste tu  voto?  ¿Sabes, ahorita y sin tener que pensarlo mucho, a quiénes les diste tu voto en cada una de las planillas de diputados?  Si conocías a dos, o tres de aquellos candidatos…¿tenías idea de qué piensan de asuntos tan importantes como las reformas constitucionales, la reforma política, la eliminación de privilegios, o  la ley de telecomunicaciones?

Dicho lo anterior, la prohibición del llamado transfuguismo sólo sirve para conservar aquel estado de cosas en beneficio de una clase política inepta y corrupta que requiere del uso de la fuerza para mantener su poder e influencia.  Sólo sirve para blindar un sistema podrido.  Y además…¿qué tal si hay un buen candidato, o un buen diputado que ya no soporta la corrupción y la farsa que hay en la organización a la que está vinculado?  Yo digo que esa persona debería tener la facultad de decir Hasta aquí e irse sin pena.

En mi opinión, los ciudadanos deberían tener la posibilidad de ver -con claridad- que el actual sistema es insostenible.  Deberían poder ver -con claridad- a qué clase de gente eligen.  Y el transfuguismo facilita estos dos procesos.  Si la libertad de conciencia para los diputados fuera bien vista, los electores podríamos ver que uso hacen de ella los que dicen representarnos.  Yo opino que para la educación cívica de mandatarios y mandantes es más provechoso que haya libertad de conciencia y de movilidad, que que se fuerce una permanencia artificiosa y engañosa disfrazada de lealtad.  Es mejor que los desleales y los camaleones sean fácilmente identificables, que amarrarlos por la fuerza y crear un espejismo de solidez y confiabilidad del sistema político.

Si entendemos que los partidos chapines son lo que son, es difícil y es moralmente inexplicable que tratemos de pedirles lealtad y coherencia a los candidatos y funcionarios vinculados a esas organizaciones.  Más bien, como en el jiu-jitsu, habría que utilizar el sistema contra sí mismo y exponer la realidad.  La responsabilidad, entonces, sería de los electores, a quienes les correspondería separar la paja del grano y no darle su voto a los que no lo merecen.  Así es en el mercado.   Tu no compras donde te dan libras de 14 onzas, ni regresas a donde te metieron tomates podridos entre los tomates buenos.  ¿Por qué es que sí haces eso en el terreno del poder?

Finalmente…¿te acuerdas de aquel derecho individual que se conoce como libertad de asociación? Pues, eso.  Nadie debe ser obligado a asociarse con quienes no quiere. La libertad de asociación debe prevalecer sobre el interés político.


11
Sep 12

Reformas a la Constitución: primero en tiempo, primero en derecho

La Asociación de Constituyentes publicó un manifiesto en el que recomienda que, en la discusión de reformas a la Constitución se siga el principio de Primero en tiempo, primero en derecho; y que habiendo propuestas de reforma pendientes de discutir y resolver en el pleno del Congreso, estas deben ser analizadas y aprobadas, o rechazadas antes de que aquel órgano entre a conocer las propuestas que hizo el presidente Otto Pérez Molina.

En su comunicado, los Constituyentes también recomiendan que para la realización de reformas constitucionales legítimas -y legítimas es la palabra clave- es necesario un clima político maduro y de amplio consenso, lo cual se logrará sólo con la reforma política previa.  En las actuales condiciones no se garantiza el debate de altura requerido.  Por lo que antes del debate de las reformas propuestas por el Presidente se debe entrar, de lleno, a la reforma del sistema pol+itico actual mediante la actualización de la ley electoral y de organizaciones políticas.

Y yo estoy en total acuerdo con el manifiesto:

El Presidente debe hacer cola.

¿Qué clase de reforma política?


07
Ago 12

Reforma electoral, otra oportunidad que se va por el caño

La versión final de la iniciativa de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos propone que el financiamiento de los partidos por parte de los tributarios se dividiría en dos para los partidos nacionales: $5 serían entregadso para la vida partidaria  en actividades permanentes y, $5 para la época de campaña. Supuestamente es porque parte de ese dinero debería servir para capacitacion…y yo sospecho que va a servir para que los dirigentes de los partidos se lleven de vacaciones a sus familas a Disney, para que cambien de automóvil, o para que amplíen sus casas.

La propuesta incluye la participación en la lista de postulación de candidatos a puestos de elección popular, en forma intercalada a mujeres y hombres. Las listas que no cumplan con ese requisito no serían inscritas; y lo que eso implica es que las personas ya no serán seleccionadas por sus capacidades como individuos, sino sólo por su sexo y para cumplir con las cuotas.  Ya tu sospecharás que esto no contribuirá a la mejor calidad de los candidatos en los puestos de elección popular.

Además, se sugiere que el Tribunal Supremo Electoral contrate los tiempos publicitarios en radio, televisión y prensa. Ello implica que organizaciones políticas insignificantes, que no cuentan con apoyo electoral serían mantenidas vivas de forma artificial en los medios de comunicación.

Y, finalmente, la iniciativa prohibe las encuestas y estudios de opinón ocho días antes de los comisios.  Con ello priva de información a los electores.

Nada de esto contribuye a una reforma que consolide el sistema republicano, que acabe con los privilegios, que fortalezca la facultad de elegir que tienen las personas, que opere en favor de los mandantes, y que aproveche el entusiasmo que la gente vuelca en las elecciones. No es una reforma para antes de que el descontento sea violencia.


03
Ago 12

A las puertas de una reforma electoral

El sistema político se está deteriorando al ritmo en que se están deteriorando otras instituciones. Esto es peligroso, porque ese es el ambiente en el que se cultivan la violencia y la dictadura; y por eso urge una reforma electoral que fortalezca el sistema republicano.

Se dice que en chino, la palabra crisis es la misma para oportunidad; pero a sabiendas de que es cliché y de que no es cierto, deberíamos aprovechar que los chapines hemos madurado bastante en algunos aspectos cívicos (después del serranazo, después de las jornadas de mayo de 2010 y luego de las amenazas que sufrió la Constitución antes de los comicios recién pasados).

Urge una reforma que consolide el sistema republicano, que acabe con los privilegios, que fortalezca la facultad de elegir que tienen las personas, que opere en favor de los mandantes, y que aproveche el entusiasmo que la gente vuelca en las elecciones. Una para antes de que el descontento sea violencia.

Digo que los partidos deben ser financiados por sus simpatizantes y adeptos; y no por tributarios. Si los partidos solo pueden vivir de la teta del presupuesto del Estado, esas organizaciones no tendrán incentivos para ponerse serios y atraer verdaderos patrocinadores que se sientan comprometidos –hasta con sus billeteras– con los valores de las organizaciones a las que apoyan.

El número de diputados debe ser reducido y no es cierto que un Congreso de 150 diputados vaya a ser menos comparsa que uno de 200. Hay que trabajar en la calidad de los diputados y en la de las organizaciones políticas que los llevan al Congreso, antes de cualquier otra cosa.

No hay que temerle al bipartidismo, o al multipartidismo si son consecuencias de las preferencias de los electores y de la maduración del sistema político; en cambio, hay que sospechar de cualquiera de los dos si son consecuencias de incentivos artificiosos.

Las campañas deben durar lo que deban durar. Los electores, con sus votos, serán los que premien, o castiguen a los políticos; y parte de lo que entusiasma, o decepciona a los que votan es la calidad y la cantidad de información que reciben de aquellos que quieren sus votos. No es sano establecer límites arbitrarios a la cantidad de tiempo y espacio que deben ocupar las campañas.

Esta columna fue publicada en El Periódico.


17
Jul 12

Algo sobre la reforma electoral

El sistema político chapín se está deteriorando rápidamente -al mismo ritmo que se están deteriorando otras instituciones-.  Eso es peligroso porque ese es el ambiente en el que se cultivan la violencia y las dictaduras.  Prueba de que la situación es precaria es que las elecciones pasadas fueron más violentas y más precarias que en otras ocasiones.  Por eso urge una reforma electoral.  Pero no una reforma cualquiera, debe ser una que fortalezca el sistema republicano.

En los comicios recién pasados fue evidente que los partidos ningunearon al Tribunal Supremo Electoral, al Registro de Ciudadanos y a la Ley Electoral. La absurda prohibición de hacer campaña antes de la convocatoria oficial fue ignorada. ¿Quién cumplió en 100 por ciento la obligación de hacer transparente su financiamiento? ¿Qué pasó con los límites fijados para los gastos de campaña?  Hubo candidatos inscritos sin finiquitos.  Los partidos siguen siendo roscas electoreras, y no intermediarios entre mandantes y mandatarios.  En el interior, las pasiones agarran fuego.

En cuanto a los candidatos, abundaron las nominaciones de carácter familiar y clientelar. El populismo adquirió dimensiones sudamericanas. Muchos tienen la impresión de que para la segunda vuelta se presenta un dilema entre dos males. Con todo y  todo, la magia de las elecciones se hizo presente en el entusiasmo de las multitudes que se entregan en las Juntas Receptoras de Votos, en el Centro de Cómputo y entre los miles de voluntarios.  La magia estuvo entre los votantes que acudieron a darles sus votos a los candidatos, o a expresar su rechazo legítimo a un sistema que se está agotando. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la mayoría ponga, en todas las papeletas, las groserías que pone en las del Parlacen? ¿Llegaremos a ese momento antes de que el descontento se vuelva violento?

Es un cliché recordar aquello de que, en chino, la palabra crisis es la misma que oportunidad, pero a sabiendas de que es cliché y de que no es cierto, mi opinión es que deberíamos aprovechar que los chapines han madurado bastante en algunos aspectos cívicos (después del serranazo, después de las jornadas de mayo de 2010 y luego de las amenazas que sufrió la Constitución en estos comicios) y empezar a trabajar en una reforma electoral y de partidos.

Una que consolide el sistema republicano, que acabe con los privilegios, que amplíe y fortalezca la facultad de elegir que tienen las personas, que opere en favor de los mandantes, y que aproveche la energía y el entusiasmo que la gente vuelca en las elecciones. Una para antes de que el descontento se vuelva violencia.

Yo digo que los partidos políticos deben ser financiados por sus simpatizantes y adeptos; y no con el dinero de los tributarios.  Si no es así y si puden vivir de la teta el presupuesto del estado, los partidos no tendrán incentivos para ponerse serios y atraer verdaderos patrocinadores que se sientan comprometidos -hasta con sus billeteras- con los valores de las organizaciones a las que apoyan.

La ley electoral -y los políticos- deben respetar el derecho de propiedad en los medios de comunciación; y aquellos no deben tener la facultad de utilizar espacio y tiempo ajenos para difundir su propaganda.  Este es un caso típico en el que los derechos individuales deben prevalecer sobre los intereses particulares.

El número de diputados debe ser reducido y no es cierto que un Congreso de 100, o 150 diputados vaya a ser menos comparsa que uno de 200, o 250.  Hay que trabajar en al calidad de los diputados y en la de las organizaciones políticas que los llevan al Congreso, antes de pensar -siquiera- en elevar su número.

Las campañas políticas deben durar lo que deban durar.  Al final los electores, con sus votos, serán los que premien, o castiguen a los políticos y parte de lo que entusiasma, o decepciona a los que votan es la calidad y la cantidad de información que reciben de aquellos que quieren sus votos.  No es sano establecer límites arbitrarios a la cantidad de tiempo y espacio que deben ocupar las campañas.

Las encuestas no deben ser prohibidas.  Prohibirlas equivale a privar a los electores de información.  Es como ejercer censura.  Mantener a los electores desinformados y en la ignorancia no contribuye a formar mejores electores.

Las cuotas de poder favorecen a grupos de interés; pero perjudican a los electores.  Las cuotas reparten puestos por criterios de sexo, étnia, y otros en vez de depender de los logros individuales de los aspirantes a los cargos públicos.  Obligan a los electores a elegir entre los designados de los grupos de interés, en vez de facilitar que elijan a los mejores por sus características individuales.  Las cuotas pervierten el proceso de selección de canditados.

La votación uninominal es buenísima idea.  Los electores deben poder seleccionar a sus candidatos no como parte de un colectivo, sino como personas individuales.

Los diputados deben poder cambiar de partido porque deben responder no sólo a sus electores, sino a sus conciencias electorales.  Los partidos no deben ser propietarios de las conciencias de sus diputados.  Los partidos deben mejorar sus métodos para elegir candidatos, y los candidatos deben mejorar sus métodos para elegir quién les da el boleto para estar en una casilla electoral   El transfuguismo prostituto es una plaga; pero los partidos no deben tener la facultad de obligar a alguien a quedarse, si esa persona no está de acuerdo con el rumbo que ha tomado la organización que lo llevó al Congreso.

Al final hay que recordar que los objetivos de la reforma política debe ser el de fortalecer el sistema republicano, limitar el poder de los que ejercen el poder y contribuir a la maduración cívica de los electores y elegidos.