Hoy si estoy de acuerdo con Alvaro Velásquez, columnista que hoy escribió que quienes piensan que ser libertarios significa solamente defender la la propiedad privada y la libertad de empresa se equivocan. La libertad tiene muchas implicaciones y alrededor de ella, la coherencia entre teoría y práctica es una necesidad moral y científica.
Muchos críticos de la filosofía de la libertad, del liberalismo clásico y del libertarianismo (como usted prefiera llamarlo) creen que el liberalismo es un asunto propio de la ciencia económica, creen que se trata sólo de la facultad de usar, gozar y disfrutar lo que es propio, y creen que se trata sólo de la posibilidad de emprender. Velásquez tiene razón al subrayar que la libertad implica mucho más y que la coherencia es necesaria.
Coincido con los que advierten que la defensa de la filosofía de la libertad es un asunto de orden ético; y se explica de la siguiente forma: la alternativa fundamental que tiene todo ser humano es la de vivir, o morir. Si opta por la segunda posibilidad, no hay nada que discutir; pero si opta por la primera, hay que tomar en cuenta que para los seres humanos vivir es hacerlo qua seres humanos. Vivir, pues, no es sólo existir, sino vivir plenamente. Una orquidea, una gallina y una ameba existen en términos del vocablo griego zoe; pero los seres humanos vivimos en términos del vocablo griego bios, porque no sólo existimos, sino que los individuos humanos somos seres teleológicos y tenemos circunstancias. Y sólo vivimos plenamente si nuestras acciones, elecciones y decisiones están a salvo de la coacción arbitraria de parte de otros; presión que elimina al individuo como ser pensante que tiene un valor intrínseco y hace de él un mero instrumento en la consecución de los fines de otro. Friedrich A. Hayek, además, es clarísimo cuando dice que la libertad no significa la posesión de toda clase de bienes, o la ausencia de toda clase de males. Entonces, la libertad es un impertativo moral para la vida humana digna; y moralmente bueno es aquello que no impide la vida humana qua vida humana.
Lo de la coherencia entre la teoría y la práctica también es una observación valiosa de Velásquez. Un principio liberal, liberal clásico o libertario es el de que, en las relaciones sociales, los intereses colectivos no deben prevalecer sobre los derechos individuales. Si alguien se dice libertario; pero sostiene lo contrario, pues entonces no, no es libertario. Es al revés de aquello de que si algo camina como pato, tienes plumas de pato, tiene pico de pato y hace cuac como pato, entonces es pato. Es que si algo no camina como pato, no tiene plumas de pato, no tiene pico de pato y hace guau, como perro; a lo mejor no es pato.
Desde otra perspectiva, otro principio liberal, liberal clásico o libertario es el de la igualdad de todos ante la ley; y si se diera el caso de que alguien dice ser libertario, pero estima pertinentes, o útiles algunas excepciones o privilegios, pues entonces no es libertario. El hecho es que las partes no contradicen al todo. Y, entonces, no se puede criticar al liberatrianismo, o a los libertarios, por ideas que no sostiene el libertarianismo, o acciones que no haría un libertario.
La filosofía de la libertad tiene inmensas dimensiones éticas, jurídicas, estéticas y económicas; y por eso es injusto -e intelectualmente deshonesto- encasillarla en la facultad de tener, o en la libertad de emprender. Y por eso es muy atinada la observación de Alvaro Velásquez.