01
Abr 08

La Revolución exige rigor, por eso la Izquierda apedrea

Mi cuate Juan Carlos Hidalgo fue a Rosario, Argentina, para participar en una conferencia que califica de muy exitosa en ocasión del 20 aniversario de la Fundación Libertad.

“La crema y nata del liberalismo latinoamericano estuvo presente, y fue una experiencia única compartir tres días con mentes tan ilustres. Además, fue una magnífica ocasión para compartir en un solo lugar con decenas amigos que he hecho durante ya casi una década de lucha por las ideas de la libertad”, relata.

Sin embargo hubo un incidente lamentable y violento que vale la pena destacar: “El único punto negro en la actividad fue el encuentro que tuvimos con un grupo de manifestantes de izquierda el viernes por la tarde, cuando el bus en el que nos dirigíamos fue interceptado en la Plaza Ché Guevara (¿casualidad?) por unos 150 gamberros bolivarianos que apedrearon y destrozaron el vehículo”, cuenta Hidalgo.
“En el mismo se encontraban Mario Vargas Llosa, Mauricio Rojas, Cristián Larroulet, Otto Guevara, entre otros. Fue un momento muy tenso e innecesario, puesto que el grupo atacó al bus sin ningún tipo de provocación. Nuestro único pecado fue pensar diferente. Mi principal temor fue que, al haber roto las ventanas del primer piso del vehículo, alguien pudiera prenderle fuego al mismo (de hecho vi pasar cerca a un atacante con un aerosol en su mano).Por suerte el incidente no pasó a más. Sin embargo, esta situación refleja el grado de intolerancia y violencia que caracteriza a la izquierda carnivora latinoamericana, para parafrasear a los autores El Regreso del Idiota Latinoamericano (también presentes en el evento rosarino)”, añade Juan Carlos.

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“Son personas dispuestas a utilizar la fuerza contra aquellos que piensan diferente a ellos, situación que se agrava cuando logran llegar al poder–como en Venezuela, Bolivia y Ecuador–y cuentan con el aparato represivo estatal a su favor.En fin, el ataque fue reseñado por los principales medios latinoamericanos ayer. La Nación de Argentina sacó una nota con declaraciones mías (que por algún motivo que desconozco el periodista consignó que no quise identificarme ni compartir las fotos). Ya que no había periodistas cerca durante el momento de la agresión, las únicas imágenes disponibles del ataque son las que tomamos dos personas que íbamos dentro del bus”, concluye, antes de comentar que comparte las fotos del incidente.
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A mí no me extraña este tipo de violencia; y no se por qué, me recordó la foto que he puesto para ilustrar esta entrada. Es de una pancarta durante La Revolución de 1944 en Guatemala; y dice: La Revolución costó víctimas, su mantenimiento necesita rigor.
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La Revolución demanda severidad, dureza y acrimonia que se expresan en turbas de intolerantes, dispuestos a conseguir por la fuerza (o el engaño) lo que no pueden conseguir por la razón.
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La Revolución siempre ha necesitado rigor. Por eso es que su costo se cuenta en número de muertos. La Izquierda consecuente no dialoga; sino que apedrea, fusila, y encierra.

25
Feb 08

La historia del mítico (y asesino) Che

“El Che nunca trató de ocultar su crueldad, entre más se le pedía compasión, más el se mostraba cruel. El estaba completamente dedicado a su utopía. La revolución le exigía muertos, él mataba. Ella lepedía que mintiera, él mentía”. Estas son palabras de Javier Arzuaga, excapellan de La Cabaña, y se refieren a Ernesto “Che” Guevara.

Mi amigo, Benjamín me mandó un documento acerca de los asesinatos cometidos por Guevara. Si a usted le interesa se lo mando con gusto (sólo que tiene 4Mb, por las fotos). La verdad es que vale la pena verlo.


29
Nov 07

Amenazado por un oso y por los cheguevaristas

A finales de los años 80, yo era productor de la edición del medio día del noticiario Aquí el mundo. En esas estaba cuando una mañana abrí un sobre dirigido a mí. El sobre contenía un comunicado de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, y el mismo venía acompañado por una nota en la que se me conmimaba a publicarlo porque de lo contrario tendría que atenerme a las consecuencias.

Como yo era patojo y era mi primera experiencia de esas, se lo enseñé a mi jefe directo que era Pedro Salinas. Pedro tomó la nota, la arrugó, la arrojó al basurero y con su tono de voz calmado y característico me dijo: “No se preocupe, estas vienen a cada rato”.

Yo tenía que haber guardado el comunicado y la nota porque nunca volví a recibir nada parecido. Ni siquiera después de que en México, previo a la grabación de un programa de Libre Encuentro, les dije a Gaspar Ilóm y a Carlos González que eran unos terroristas, secuestradores y asesinos.

Cuento esto porque dos de las entradas que puse ayer, en este espacio, generaron una reacción que no quiero dejar pasar porque es paradigmática. En la primera entrada comenté que “no respeto los anónimos, ni a las personas que los escriben. Por eso es que, a partir de hoy, en este espacio no publicaré comentarios de lectores que no tengan la hidalguía y la decencia de identificarse”. Y en el segundo comenté que “desde hace ratos uso Facebook porque me facilita mucho la comunicación con algunos de mis amigos y parientes. En días recientes ha circulado en ese medio un Osito Mortimer sin propósito aparente alguno. Y como el jueguito ese no tenía objetivo evidente, pensé que quizás tenía algúna finalidad ulterior”.

¿Qué tienen en común temas tan disimiles? En condiciones normales, nada; pero hoy recibí la siguiente nota de un lector:

Ese oso significa que te vas a morir, explotador hijo de puta. atte. cheguevaristas unidos. hasta la victoria siempre

¡Por supuesto que es un anónimo!, y se los cuento porque la nota en cuestión pinta de cuerpo entero al tipo de gente que manda, o deja esa clase de mensajes. Y se explica por sí misma.


17
Oct 07

Tu playera no es chilera, en El Diario Exterior

¡Mi columna titulada Tu playera no es chilera, acerca del carácter asesino de Ernesto Guevara, fue publicada en eldiarioexterior.com!

La misma fue publicada -originalmente- en el diario Prensa Libre; y luego aquí, en este espacio.

Gracias a mi amigo Ramón, por la pista.


16
Oct 07

Mi primo, el Che

“Ahora que se han aquietado algo las aguas de un nuevo aniversario de la muerte del Che Guevara, escribo sobre este personaje macabro con algún ingrediente que, en parte, introduce otra perspectiva.

En mi familia se ha hablado bastante del Che ya que mi padre era primo hermano del suyo. El abuelo del sujeto de marras era una persona excelente, Roberto Guevara, casado con Anita Lynch, hermana de mi abuela materna. En tren de genealogía, consigno que soy mas Lynch que Benegas ya que tanto mi padre como mi madre descienden de dos de los hijos de Patricio Lynch, de quien desciende también el Che.

De entrada este revolucionario nato reveló cierta inclinación por el incumplimiento de la palabra empeñada puesto que le prometió a su primera novia que saldría a comprar cigarrillos y nunca mas volvió. Mostraba también ciertas rarezas al esforzarse en dar diez pasos a la salida de todos los ascensores y caer con la pierna izquierda, cosa que si no lograba volvía al adminículo y repetía la operación hasta que daba en la tecla (ya lo de la pierna izquierda parecía anunciar algo de su futuro dogmático).

Mi padre solía repetir el conocido aforismo de aquello que los parientes no se eligen, se eligen los amigos. Si bien es cierto que en todas las familias hay bueno, regular y malo en proporción al tamaño de las mismas, siempre noté cierta dosis de vergüenza por el hecho de que se había filtrado en la nuestra un personaje de características tan siniestras.

En una oportunidad, una de mis tías me contó que de muy chico el Che se deleitaba con provocar sufrimientos a animales y, de mas grande, insistía en que la muerte (de otros) no era tan mala después de todo y que, en este contexto, se adelantó a la definición de Woody Allen: morir es lo mismo que dormirse pero sin levantarse para hacer pis.

Esto último que puede parecer gracioso y ocurrente cuando proviene de ámbitos cinematográficos, resultó un una tragedia mayúscula para los cientos de asesinados por el Che quien finalmente transformó aquella definición en que el verdadero revolucionario debe ser una fría máquina de matar. Y todo por la manía de los Stalin, Pol Pot, Hitler y Castro de este planeta que en sus ansias por fabricar el consabido hombre nuevo han torturado, vejado, mutilado y asesinado a millones de seres humanos.

Y pensar que Cuba, a pesar de las barrabasadas de Batista, era la nación de mayor ingreso per capita de Latinoamérica, eran sobresalientes en el mundo las industrias del azúcar, refinerías de petróleo, cerveceras, plantas de minerales, destilerías de alcohol, licores de prestigio internacional; tenía televisores, radios y refrigeradores en relacion a la población igual que en Estados Unidos, líneas férreas de gran confort y extensión, hospitales, universidades, teatros y periódicos de gran nivel, asociaciones científicas y culturales de renombre, fábricas de acero, alimentos, turbinas, porcelanas y textiles. Todo antes de que el Che fuera ministro de industria, período en que el desmantelamiento fue escandaloso. La divisa cubana se cotizaba a la par del dólar, antes que el Che fuera presidente de la banca central.

Como no podía ser de otro modo el Che comenzó su carrera como peronista empedernido. Recordemos que la política nazi-fascista de Perón sumió a la Argentina en lodazal del que todavía no se ha recuperado y que, entre otras cosas escribió en 1970 que Si la Unión Soviética hubiera estado en condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel Castro del continente y, cuando estaba en el poder vociferó en 1947: Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores y, en 1955, sentenció que Al enemigo, ni justicia.

Es inadmisible que alguien con dos dedos de frente sostenga que la educación en Cuba es aceptable puesto que, por definición, un régimen tiránico exige domesticación y solo puede ofrecer lavado de cerebro y adoctrinamiento (y con cuadernos sobre los que hay que escribir con lápiz para que pueda servir a la próxima camada, dada la escasez de papel). Del mismo modo parecería que aun quedan algunas mentes distraídas que no se han informado de las ruinas, la miseria y las pocilgas en que se ha transformado el sistema de salud en Cuba y que solo mantiene alguna clínica en la vidriera para impresionar a cretinos.

Esperemos que los que siguen usando lo símbolos del Che como una gracia perciban que se trata de la humorada mas lúgubre, mórbida y patética de cuantas se le pueden ocurrir a un ser humano. Es lo mismo que ostentar la imagen de la tenebrosa cruz svástica como señal de paz”

Publicado por Alberto Benegas-Lynch (h), en LiberPress.


16
Oct 07

Cuarenta años sin Che

“Ernesto Guevara vivió y murió acorde con aquella cita bíblica: El que a hierro mata, a hierro muere. Ahora que se celebran 40 años de su asesinato en Bolivia, sus fans continúan venerando la figura de una persona que nunca dudó en imponer sus ideas por la fuerza, de asesinar como fue asesinado y de dejar una herencia de muerte, esclavitud y subdesarrollo disfrazada de liberación.

El Che –como le decían por su nacionalidad argentina– luchó por imponer, mediante una revolución violenta, la dictadura del proletariado en el marco de un gobierno marxista-leninista. A 40 años de su muerte, podemos evaluar cuán equivocado estaba y cuánto dolor y muerte provocó, y continúa provocando, una ideología tan caduca.

Los Vietnam, las Cubas, las Coreas del Norte, los países –ahora libres– que permanecieron cautivos tras la cortina de hierro impuesta por la Unión Soviética, etcétera; todos ellos y tantos otros son ejemplos de lo que el Che quería para toda la humanidad.

El Che aparece ahora como una figura mítica entre aquellos equivocados que continúan creyendo que la liberación está en el marxismo revolucionario que él promulgaba, no obstante que millones de personas, que lo han vivido también lo han rechazado.

Su presencia en camisetas y todo tipo de parafernalia es más un síntoma de la imperiosa necesidad de estar a la moda que de una conciencia revolucionaria. Sus aficionados han caído víctima del más superfluo consumismo que el Che tanto hubiera criticado. Igual se ha vuelto chic andar con un iPod que con una camiseta del Che.

Guevara tiene una gran ventaja sobre otras figuras revolucionarias. A diferencia de otros déspotas, como Lenin y Stalin (URSS), Mao (China), Ho Chi Min (Vietnam), Castro (Cuba), Pol Pot (Camboya), Kim Il-sun (Corea del Norte), el Che nunca gobernó propiamente hablando.
Por lo tanto, no sufrió el desgaste político de haber sido el protagonista de las múltiples violaciones de derechos humanos que caracterizaron a esos regímenes y que hoy son juzgados por la historia.

Ese relativo aislamiento del gobierno y su muerte apenas a los 39 años le ha facilitado continuar como una leyenda, pura e impoluta, pero aun así, tan sólo una leyenda.

Y como todo mito, el Che seguirá con su aura entre una minoría, que siempre existirá, producto ya sea de una rebeldía propia de la juventud o de la frustración humana. Identificarse con la vida y fracaso personal de otro looser –como dirían los patojos– puede ser el consuelo que muchos buscan y que el Che les ofrece. Si a eso vamos, tenemos Che para largo. Hasta la derrota siempre”.

Publicado por José Raúl González, en Prensa Libre.


11
Oct 07

El mito del Che Guevara

“A cuarenta años de la muerte del Che Guevara, no me sorprende ver a jóvenes usando camisetas con su famosa imagen. Lo que conocen del Che es un mito cuyos valores y principios consideran propios. Sin embargo, desconocen la realidad, al verdadero Che.

Hace poco vi a un joven trabajador con una camiseta del Che y le pregunté por qué la usaba. Me contestó que estaba de moda. No me pudo decir más. Tal vez no quiso decir más por respeto o por pena. Yo hubiera esperado la respuesta común de muchas personas bien intencionadas pero ingenuas en la que explican el difundido mito del Che como un defensor de los pobres, la justicia y la libertad. El trabajador me conocía y sabía mi forma de pensar. Sin embargo, pienso que no me dijo más porque no sabía en realidad lo que significaba esa imagen en su camiseta.

Le pregunté si él se consideraba violento y agresivo, que si odiaba a los que pensaban diferente que él, que si detestaba al capitalismo, que si estaba de acuerdo en imponer a otros, por la fuerza, sus ideas y si estaría dispuesto a asesinarlos por el simple hecho de discrepar y oponerse a su pensamiento. Indignado me contestó que no, que él creía en la libertad, la democracia, la paz y la tolerancia.

Pues así era el Che, le dije. Más tarde, ese mismo día, volví a ver a este joven pero sin la camiseta con la imagen Che. Así como este joven existen muchas personas que se han creído el cuento del humanismo de un tipo que a todas luces fue la expresión viva de la intolerancia, la violencia, el odio y con la excusa de llevar a cabo sus fines no le importaba usar cualquier medio para lograrlo, aunque ello significara pisotear los derechos de los demás, secuestrando y asesinando cuando así lo decidiera.

El Che pensaba que había que cambiar la naturaleza humana para crear un “hombre nuevo”. Yo no tendría ningún problema con esto si quien piensa cambiar a los demás lo hace por la vía de la persuasión. Pero no, el Che no creía en la persuasión sino que la fuerza. El consideraba que cualquiera que pensara distinto a él debía ser eliminado y separado del camino para lograr su objetivo.

Esa visión de un nuevo mundo en el que todos somos iguales y que todos trabajamos felices produciendo y repartiendo equitativamente el fruto de ese trabajo es la utopía que más vidas ha costado a la humanidad. Un sistema así es insostenible porque va contra la propia naturaleza humana. No hay un solo caso en el mundo entero en que haya tenido éxito y mientras duran estos experimentos como en la antigua Unión Soviética, Cuba y Corea del Norte, entre otros, la fuerza es utilizada aplastando sin piedad cualquier idea que pueda amenazar esa visión romántica de un mundo igualitario.

Las sociedades modernas y más desarrolladas han prosperado gracias a la inmensa cooperación pacífica de sus ciudadanos en la que el intercambio libre y voluntario de las propiedades de cada quién genera un resultado de suma positiva, un gana-gana para todos sus miembros. La persuasión guía así las acciones de los individuos en un ambiente de paz y tolerancia. La democracia es la forma de cambio de poder y el Estado tiene la función primordial de garantizar la vida, la libertad y la propiedad. Estas sociedades han sido exitosas y son los ejemplos a seguir.

El Che odiaba este sistema capitalista o de libre mercado que acabo de describir. Fue un fracasado y ese destino le espera a quienes lo consideran su héroe”.

Este atrículo, publicado en Siglo Veintiuno, es de mi amigo Ramón Parellada.


11
Oct 07

San Che

“Se lo recuerda como un mártir, desprendido, incorruptible, lleno de amor por la humanidad, especialmente por los más pobres y los más oprimidos. Se lo rodea ya con la aureola de la santidad -una santidad laica, claro está- como un personaje noble e idealista que luchó por una utopía que proponía la creación de un hombre nuevo, revolucionario y altruista. Se evoca siempre su trágico final, asesinado cuando ya se había rendido, después de fracasar en un intento guerrillero que lo llevó hasta las selvas bolivianas al frente de un puñado de hombres. Se lo ensalza hoy, a cuarenta años de su muerte, convertido en un mito que apela a los sentimientos más puros de la juventud.

Sucede así porque El Che, y la extraña parábola de su vida, ofrecen el material propicio para construir a su alrededor la imagen mítica que los seres humanos siempre queremos tejer en nuestros sueños, porque parece apelar a ciertos valores que se presentan como puros, superiores, propios de un humanismo no contaminado. Pero la realidad, lo sabemos bien, poco tiene que ver con su supuesta santidad ni con esta imagen idealizada por el tiempo.
El Che nunca alcanzó el poder supremo y, por eso, puede ser más fácilmente canonizado que otras figuras que se convirtieron en despóticos amos de pueblos enteros: Mao, Lenin, Ho Chi Minh o Tito, por ejemplo. Pero Ernesto Guevara era sin duda uno de ellos, un revolucionario dispuesto a todo por imponer su visión del mundo, no por la persuasión sino por medio de la más descarnada violencia, ansioso de crear dictaduras totalitarias donde el ser humano pierde todo vestigio de libertad. Murió en una encrucijada trágica, no cabe duda, pero sucumbió cuando trataba de levantar en armas un pueblo que quería vivir en paz, cuando trató de subvertir el orden de un país que no lo había llamado, cuando su aventura fracasó del modo más estrepitoso ante la indiferencia o el profundo rechazo de esos mismos campesinos a los que quería incorporar a su guerra santa.

Sí, es cierto que se movió por ideas a las que entregó su vida y que no se detuvo ante ningún sacrificio. Pero no debiera olvidarse que en el camino no tuvo la menor piedad por quienes se oponían a su violenta cruzada y que no vaciló en matar, con su propia mano cuando llegó el caso, a quienes juzgó como burgueses o contrarrevolucionarios, escorias de un mundo al que quería destruir de raíz.

Su dureza y su pasión sin límites por esa utopía a la que quería arrastrar a los demás me parecen más las actitudes de un fanático o de un inquisidor que las de un santo o un modelo de humanismo. Su martirio no fue el de quienes se enfrentaron con sus manos desnudas a los leones del circo romano sino la del portador de una metralleta que quería llevar a una guerra implacable a todo un continente. Quería muchos Vietnam el Che Guevara, porque no le bastaban los millares de muertos que produjo la guerra en Indochina.

Y, por último, unas preguntas sobre su trágico final: ¿Valía más la vida del Che Guevara que la de esos jóvenes soldados indígenas que murieron por culpa de su descabellada aventura? ¿Por qué no recordarlos también a ellos, y a todos los cubanos y congoleños que tuvieron la mala fortuna de encontrarse con la dura realidad que provocaban sus utópicas visiones?”

Este artículo, publicado en infolatam.com, es de mi amigo Carlos Sabino.


10
Oct 07

Yo no respeto a los anónimos…ni al Ché

No tengo respeto alguno por los anónimos; y menos por la gente que los escribe. Sin embargo, voy a ponerle atención a este porque sirve para ilustrar algo que sostengo en una de mis entradas anteriores. El anónimo dice:

“Recién un amigo comentaba, cuando me vio un ejemplar de De Bello Gallico, ah, ese es de Julio César, ese tipo era un matón, fíjese. Tal tipo de reduccionismo es el que usted aplica al Che. Con César es más fácil, porque el tiempo transcurrido permite un análisis objetivo. Siempre se ha rumorado que el Che era una piedra en el zapato para Fidel, porque no aceptaba con facilidad las directivas fidelistas y que por eso, lo mandaron a Bolivia a morir. Su perspectiva es hepática, de cubano de Miami, incapaz de alcanzar objetividad porque el filtro político no lo deja. Piensa en Reagan, o en Kissinger o en el mismo Churchill, todos, también, fueron cómplices de hechos que le costaron la vida a muchas personas, alguna inocentes. Y pocos, o nadie, usa camisetas con su retrato”.

Los adoradores del Ché no se consideran reduccionistas, por supuesto.; y como no tienen filtro político, son objetivos como ninguno. Supongo yo, luego de leer el anónimo.

Sin embargo a mi me llama la atención que casi siempre que se discute el asunto de Guevara como “máquina de matar”, sus admiradores distraen la platica y la orientan hacia Reagan, Bush, Kissinger, o Churchill, en este caso; pero creo que nunca he visto que se distraiga hacia Mao, Stalin, Pol Pot, o Lenin. Aquí hay algo de filtro político, ¿o no?

He aquí unas frases del Ché: “El odio como elemento de la lucha; el odio inflexible contra el enemigo, que empuja al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, haciendo de él una efectiva, violenta y selectiva máquina de matar, con la sangre fría”. “Arbenz no fusiló a suficientes personas”. “Siempre interroga a tus prisioneros de noche, de noche es más fácil doblegar a un hombre porque su resistencia está más baja”. Estoy “aquí en la jungla cubana, vivo y sediento de sangre”. “Resolví el problema con una pistola calibre .32 en el lado derecho de su cerebro…sus pertenencias ahora son mías”. El autor de estas frases de miedo, ¿es un héroe del idealismo?

Yo no digo que no haya otros peores. Lo que digo es que este sujeto era un ser despreciable y que sólo los ignorantes, o los perversos, pueden tenerlo como un ejemplo de algo bueno.

Llama a risa, pero a risa de perplejidad, que Ernesto Guevara sea un icono para la juventud rebelde; porque a esos “rebeldes” que usan playeras del Ché, Ernesto Guevara los hubiera sometido a la fuerza. ¿Qué clase de ídolo rebelde dice que “La juventud debería evitar todo cuestionamiento de los mandatos del gobierno”, y que en vez de cuestionar al gobierno los jóvenes deberìan “dedicarse a estudiar, a trabajar y al servicio militar”. “La juventud”, escribió Guevara, “debería aprender y a actuar como masa”.

¡No jodan! su ídolo no sólo es una ilusión, sino que es una pesadilla. La peor pesadilla. Hagan el favor de explicar: ¿Qué clase de héroe de la rebeldía juvenil aconseja a los jóvenes dedicarse al servicio militar y a actuar como masa?

El anónimo que mueve a estas meditaciones confirma que mucha gente usa playeras del Ché y no saben por qué. O peor aún…si lo saben.


08
Oct 07

A 40 años del asesinato de Ernesto Guevara

El Che estaba “con la cara flamante, como Cristo”, dice Susana Osinaga, la efermera que lavó el cadáver de Ernesto Guevara, en 1967 (PL, 8/10/2007, P. 60).

Ese es el Che que a fuerza de propaganda y de ocultar la totalidad de su persona, quieren sus fans que sea recordado. Sin embargo, hay otro Che que espanta, uno que repugna por su afición a la sangre y a la violencia. Uno que creía que la Revolución, en Guatemala, había fracasado porque no hubo suficientes fusilados. Ese es el Ché de verdad, el que describo en mi columna titulada Tu playera no es chilera.

El nieto del Che, Canek Sánchez Guevara, escucha con entusiasmo Porno para Ricardo, un grupo punk cubano que critica y denuncia, sin eufemismos, la dictadura totalitaria de Fidel Castro. Canek describe a su abuelo como un hombre de su tiempo, y dice que tiene mil críticas que hacerle. “No me gusta su concepción del hombre nuevo, su concepción del socialismo del Estado, de dictadura del proletariado”. Así lo leí en el Diario de Mallorca del 9 de mayo pasado. Lo anterior lo dijo Sánchez en compañía de Jorge Masetti, hijo del guerrillero guevarista Masetti. Jorge dice que el Ché era autoritario y que trató de crear un sistema autoritario. Pero autoritario, claro, no es lo mismo que asesino. Y Ernesto Guevara era una “maquina de matar”.

Cito a Alvaro Vargas Llosa cuando relata que en abril de 1967 y hablando de su experiencia, Guevara resumió su idea homicida de justicia en su Mensaje a la Tricontinental: “El odio como elemento de la lucha; el odio inflexible contra el enemigo, que empuja al ser humano más allá de sus limitaciones naturales, haciendo de él una efectiva, violenta y selectiva máquina de matar, con la sangre fría”.

En una carta a Jacobo Arbenz, Guevara escribió que “fue divertido que, con bombas, discursos y otras distracciones, se rompiera la monotonía en la que estaba viviendo”. En otra carta, a su esposa, dijo estar “aquí en la jungla cubana, vivo y sediento de sangre”. En su diario, en la Sierra Maestra, al referirse a un problema con un delator, dice: “Resolví el problema con una pistola calibre .32 en el lado derecho de su cerebro…sus pertenencias ahora son mías”. Según Humberto Fontova, citando a Enrique Ros, Guevara explicó el triunfo de la Liberación, en Guatemala, a que “Arbenz no fusiló a suficientes personas”.

Con el triunfo de Castro, cuando el Ché estuvo a cargo de la prisión La Cabaña y tenía la misión de defender la revolución contra la infección. “Las ejecuciones tenían lugar de lunes a viernes a la media noche”, dice un testigo. Guevara sabía lo que hacía y recomendaba: “Siempre interroga a tus prisioneros de noche, de noche es más fácil doblegar a un hombre porque su resistencia está más baja”. No se sabe exactamente cuántas fueron las víctimas del Ché y algunos hablan de hasta 2000; sin embargo, un estudio documentado, de Armando M. Lago, cita 14 en la Sierra Maestra; 23 en Santa Clara; y 164 en La Cabaña.

A eso, claro, habría que añadir a los muertos en combate, fuera de Cuba.Ernesto Guevara fue ministro de Economía, relata Fontova; y a los pocos meses el peso cubano, que estaba a la par del dólar de los Estados Unidos de América y estaba respaldado por las reservas de oro cubanas, era prácticamente inútil. Luego fue ministro de Industrias y consiguió que su país, que antes tenía un ingreso per capita más alto que los de Austria y Japón, que tenía un elevado ingreso de emigrantes y que era el tercer consumidor de proteínas en el hemisferio, se convirtiera en un país en el que había racionamientos de comida, cierre de fábricas, y en del cual la gente huía despavorida.

Muchos jóvenes llevan playeras con la imagen de Guevara como símbolo de rebeldía. Esos mismos jóvenes hubieran terminado en campos de trabajo forzado, si se hubieran topado con el Che. En un discurso de 1961, Guevara denunció todo “espíritu de rebelión” como “reprobable”. “La juventud debería evitar todo cuestionamiento de los mandatos del gobierno”, dijo. “En vez de eso, deberían dedicarse a estudiar, a trabajar y al servicio militar”. “La juventud”, escribió Guevara, “debería aprender y a actuar como masa”. Así lo relata Fontova en su Carta a Johnny Depp acerca del verdadero Che Guevara.Eso ya pasa, claro, porque muchos jóvenes pueden decir, ¿con orgullo?: “Llevo una playera del Che, y no se por qué”. Yo, por mi parte, me he unido a un grupo de Facebook que se llama Che Guevara was a murderer, and your T-shirt is not cool; o sea “El Ché Guevara era un asesino, y tu playera no es chilera”.

Publicada en Prensa Libre el sábado 14 de julio de 2007