El domingo pasado muchos nos fuimos a la cama con la angustia de que la recicladora. Ecoplast, situada en la zona 7 de la ciudad de Guatemala se estaba quemando; y las imágenes de dron que compartió José Eduardo Valdizán daban cuenta de lo espeluznante e infernal de la situación.
Tanto la empresa como varia compañías de bomberos municipales y voluntarios colaboraron arduamente para apagar el incendio esa noche, y al día siguiente cuando volvió a activarse el fuego. Trabajaron arduamente para que las llamas no se propagaran en el vecindario. En aquel empeño también colaboraron la PNC, La PMT y el Cuerpo de ingenieros del Ejército, entre otros.
No hubo pérdida de vidas, aunque las pérdidas económicas son cuantiosas…y no digamos las emocionales. No sólo para los propietarios -que son personas buenas como pocas- sino para los colaboradores de la empresa, los clientes, los proveedores, las familias que dependen de las operaciones de la empresa y para los vecinos. Cuándo hay una tragedia -pequeña, o grande- mientras más próximas son las personas, más afectadas resultan.
Les cuento esto porque hoy leo, en un reportaje*, en el que el director de Obras de la municipalidad capitalina afirma que pese a que se le solicitó a la empresa que retirara el material que no se quemó, esta no lo hizo y que por eso es que el fuego se reactivó. En ese sentido, el portavoz de Tu Muni asegura que por falta de colaboración de la empresa, el ayuntamiento analiza acciones legales.
Un trabajador de la empresa, sin embargo, informó que lo que ocurrió fue un accidente y que se hace lo que corresponde, que es sacar el material de área. La empresa y su equipo ha colaborado en todo y las fotos que acompañan esta nota muestran no sólo la magnitud de la tragedia, sino las acciones para reducir los daños. Mientras escribo estas líneas, hay peritos españoles investigando cuál fue la causa del siniestro.
Al incendio y sus consecuencias hay que añadir que la empresa ha tenido que triplicar la seguridad porque los vándalos acudieron rápidamente a robar lo que fuera.
En accidentes como este -y como otros- la serenidad y la racionalidad son extremadamente necesarias. Primero para reducir el espectro de los daños, segundo para facilitar la recuperación, y tercero para no avivar el fuego del espíritu anti-industrial. Un emprendimiento es mucho más que máquinas y materias primas; es el resultado del ingenio, el ahorro, el trabajo, el esfuerzo y las ilusiones de las personas que lo conforman. No sólo es la forma de llevar el pan a la mesa, sino la mejor forma de elevar la dignidad de las personas mediante la oportunidad de tener un trabajo productivo.
Mis mejores deseos para todo el equipo de Ecoplast. ¡Adelante con ese espíritu emprendedor!
Fotos por Ramón Parellada.
*Prensa Libre, página 26. No lo encontré en su sitio Web.