02
Nov 09

Visita al cementerio

Algo que siempre me cae en gracia, cuando voy al Cementerio General durante el día de Todos los Santos, son los músicos. Estos acompañaban a un joven y a la que supuse que era su madre, mientras ellos limpiaban una lápida y adornaban un nicho.


También me parecen fascinantes las familias que van a almorzar al cementerio; e incluso hay mausoleos que tienen mesa y bancas construidas para el efecto. La mayoría de los que van a almorzar, empero, tienen que contentarse con hallar un rincón verde y con sombra, aunque sin mesa.

Este año fui con Raúl Contreras y El Ale; con Marta Yolanda Díaz-Durán, Jorge Jacobs y Lissette de Jacobs; así como con Bert Loan, de New York y Carmen Tsai, de Taiwán. Fue muy agradable compartir esta costumbre chapina con los amigos de afuera, y pasar un rato entretenido en tan buena compañía.

Vimos algunas tumbas célebres, visitamos las de algunos de mis familiares y disfrutamos de un paseo cultural y educativo…para luego regresar con hambre y disfrutar el Fiambre en casa.

Cuando era niño, mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí al cementerio en esta fecha. Mi madre nos pasaba dejando a la puerta principal y mientras nosotros hacíamos la visita ella se iba a casa a terminar de preparar el Fiambre y regresar a recogernos a una hora pactada.

Con mi padre les llevábamos Nomeolvides a los difuntos de la familia y pasábamos juntos ratos muy agradables. Él, además, había inventado la historia de un lorito suyo, de nombre Vito, que había sido piloto. El avión de Vito había sido derribado durante la Liberación y se hallaba enterrado cerca de la tumba de mi abuelo. Así que mis hermanos y yo llevábamos flores para el padre de mi padre, y flores para el lorito caído.

En aquel entonces yo creía que los muertos velaban por uno y todas esas cosas; empero, el Ecleciastes dice que los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.

02
Nov 09

Con marimba y todo

El sábado estuve en una celebración con marimbón y todo. Me gusta mucho la marimba porque siempre me trae recuerdos agradables. Los cumpleaños de mi bisabuela, Adela y de mi tía Adelita, en Panajachel; y las fiestas en casa de mis padres (aunque fuera sólo con discos). Y tengo mis piezas favoritas de marimba: Tristezas quetzaltecas, Río Polochic, El Ferrocarril de los Altos y otras.


02
Nov 09

Fiambre en el camino al cementerio

Hoy, cuando iba en camino al Cementerio General nos encontramos con esta estupenda venta de Fiambre en la 18 calle de la zona 3.

Mis amigos Bert, de New York; y Carmen, de Taiwán gozaron mucho con esta vista magnífica de todos los ingredientes que lleva aquel plato chapín.

01
Nov 09

Hoy es el día del delicioso Fiambre

El Fiambre es un plato guatemalteco que se come con ocasión del día de Todos los Santos. De todos los platos chapines, este es mi favorito. Así, a grandes rasgos, es una combinación compleja de vegetales, carnes, embutidos y conservas cuyo elemento unificador es un caldillo.


El que hacemos en casa es la receta de mi madre que, a su vez es la receta de mi abuela y de mi bisabuela paternas. No hay una sola receta de Fiambre porque cada familia tiene la suya; y aunque dos, o tres recetas vengan de una misma, las tres serán distintas porque cada quién le pone su sazón y cada quién le quita, o le pone ingredientes a su gusto. En mi familia, por ejemplo, aunque los fiambres de mi abuelita Frances y el de mi tía Baby venían del de mi bisabuela Adela; el primero tendía a ser dulzón y el segundo tendía a ser ácido.

Hay cuatro tipos básicos de Fianbre: El verde, el blanco, el rojo y el rosado; y el que hacemos en casa es de este último tipo y del lado dulzón. Lo importante, sin embargo, es que no importa qué receta se haga, el Fiambre sea armonioso y balanceado.

El Fiambre es, por mucho, el plato más extraordinario y magnífico de la cocina chapina. El plato tiene sus detractores que yo pongo en dos cajones: el de los melindrosos, del cual no vale la pena ocuparse; y el de los que han tenido una mala experiencia con él, principalmente porque han probado alguno que, en vez de ser una combinación delicada y balanceada, ha sido una mezcla pretenciosa -o miserable-.

Este es un plato que se come en familia y compartido. En la ciudad es algo difíl notarlo; pero en los pueblos es muy evidente. A lo largo de la mañana del día 1, platos van y platos vienen de una casa a otra. O bien, a la casa donde se hace el fiambre, llegan familiares y amigos a comer. Los invitados -y los invitados de los invitados- suelen llevar algo de su propio fiambre, o bien, aveces llevan otra cosa, como dulces de ayote, o de jocotes. Algunas cervezas y otras bebidas siempre son bienvenidas. Como el fiambre tiene algo de vinagre, hay que tener mucho cuidado con que vino se elige para degustarlo. Y si se tiene a la mano pan de horno de leña…¡¿qué mejor!?


La preparación del Fiambre consume mucho tiempo: Un día para picar las verduras, otro para picar las carnes, otro para mezclar el caldillo y todos los ingredientes, y otro para que la mezcla se curta antes de ser consumida. El Fiambre se sirve adornado con una variedad adicional de ingredientes.

Nadie conoce exactamente de dónde surgió la costumbre de preparar el Fiambre. Mi tía abuela, La Mamita, decía que habían tres posibilidades: que se hubiera originado debido a la práctica de ir a almorzar al cementerio e intercambiar platillos; que había tenido su génesis en la visita sorpresiva de un Obispo a un convento y de la necesidad de prepararle un almuerzo sin que hubiera suficiente de una sóla cosa; o que había sido un milagro en el que estaba involucrado cierto hambriento que halló muchos ingredientes en un monasterio. Incluso se atrevía a asegurar que la etimología de la palabra venía de fé de hambre.

Sea cual sea su órigen, el Fiambre es mi plato favorito en todo el universo-mundo. Y celebro con mucha alegría la dicha de poder prepararlo y consumirlo;…y mi plato me dura casi una semana.


La foto es del Fiambre que hicimos en casa este año.

31
Oct 09

Chiles chamborotes para el Fiambre

El Fiambre generalmente lleva dos tipos de chiles: Chamborotes, que son los de la foto; y Dientes de perro. Los Dientes de perro son picantes y sirven para darle ese toque al plato; pero los Chamborotes no pican y sólo sirven para adornar.

Por eso es que hay personas a las que les dicen de apodo Fiambre; porque tienen el chile de adorno.

26
Oct 09

La increíble Carrera de las animas

Allá por 1986 visité Todos Santos Cuchumatán para la fiesta de todos los santos, el 1 de noviembre. Con un grupo de amigos viajamos hasta Quetzaltenango, donde pasamos la noche, y de ahí agarramos para Huehuetenango y para Todos Santos. El camino fue espectacular y también todo el viaje. Pero nada nos había preparado para lo que vimos en aquella población.

Por supuesto que lo primero que deja boquiabierto es el colorido de los trajes típicos de Todos Santos; pero luego…casi todo el pueblo estaba borracho. Hombres, mujeres, ancianos, y preadolescentes estaban ebrios. Había varias marimbas en las calles y mucha gente bailaba más de forma ritual, que de forma lúdica. Nosotros compramos nuestro pulmón de aguardiente y disfrutamos de la fiesta. Un pulmón, por cierto, es un litro que viene en un envase que asemeja, precisamente, un pulmón.

Lo más impresionante, sin embargo, es ese rito que se conoce como La carera de las ánimas. Un reportaje nos cuenta que en la carrera cuelgan un gallo de las patas en un extremo de la pista, para que el montador más audaz le arranque la cabeza y luego ofrezca la sangre del animal a la madre tierra. Aparte de eso, la carrera constituye una forma de demostrar valor y coraje. Cada jinete alquila su caballo por Q1 mil. Aparte, desde el velatorio comienza el consumo de bebidas embriagantes. “Muchos participan ebrios en la cabalgata, y si alguien pierde la vida es señal de que será un buen año”.

Juan Mendoza, ex jinete que participó en varias ocasiones en aquella actividad, el ritual representa un orgullo para cualquier todosantero, porque es un sacrificio para los ancestros. “El jinete que sacrifica su vida, su nombre forma parte de la historia de las tradiciones del pueblo. Esa acción deja claro de dónde venimos”, explico.

Cuando visité Todos Santos, en aquella ocasión, vi caer varios jinetes, pero no vi muerto alguno; y claro que vi al gallo colgado.

El Todos Santos de ahora es bastante distinto al de 1986; pero estoy seguro de que la celebración del 1 de noviembre será algo inolvidable para quienes tengan la oportunidad de vivirla.

La foto es por Mike Castillo, de Prensa Libre.

11
Oct 09

Procesión en la Villa de Guadalupe

Mi barrio siempre está activo con festividades populares. Ayer hubo esta procesión y hoy había marimba en la plaza. La Villa de Guadalupe tiene vida propia. Ahora mismo, en la plaza, hay un coheterío que parece como de Año Nuevo.
La procesión recorre las calles del barrio en donde la esperan las alfombras tradicionales de flores, frutas y aserrín. La acompañan escolares, bandas, devotos y los quemadores de cohetes y de incienso. La siguen los vendedores de golosinas.

08
Oct 09

El chiclero

En Guatemala, El chiclero es un vendedor callejero de golosinas; pero no es ambulante, sino que tiene su esquina. Me pregunto si los chicleros son comerciantes individuales y emprendedores, o si en realidad hay alguien que es dueño de todos los puestos de chiclero en la ciudad y emplea a los dependientes.

Durante mi pre adolescencia tuve mis productos de chiclero favoritos: galletas Cremas, de Pozuelo; chocolates Crispín, de Sharp; pastillas de menta y de violeta, y tapitas de Gallito; unas pastillas con sabores muy delicados que venían envueltas en papel como celofán y que posiblemente eran de algo así como marca Lister; chocolates Polo, de Granada; y Tortrix, por supuesto. Gracias a mi amiga Lucía por su contribución a esta entrada.
En los comentarios, un lector me ha recordado -muy atinadamente- que aquí también son chicleros los recolectores de chicle; lo que me trajo a la memoria la siguiente anécdota:
Mi amiga, Mayra, tomó un atajo en Tikal y se perdió en la selva. Ella y sus acompañantes pasaron una noche en la jungla y al día siguiente fueron localizados por un grupo de chicleros. Cuando ella contó su aventura, mi amigo Toño preguntó muy sorprendido: ¡¿Y qué hacían unos chicleros en la selva?! Porque él -muy urbano que es- estaba pensando en los expendedores callejeros, y no en los recolectores de chicle.
Por cierto que la novela chapina de chicleros es Guayacán, de Virgilio Rodríguez Macal, y me gusta mucho.
La foto es por mi amigo, Raúl.

05
Oct 09

Una zopilota, dos aplausos…

Una zopilota, con dos aplausos y un hombre adentro; mis padres contaba que así se pedía una sopa de frijoles, con dos tortillas y un huevo en un lugarcito que frecuentaban en San José, Costa Rica, a principios de los años 60.
De eso me acordé cuando vi a este par de zopilotes frente a mi ventana. También me acordé de que mi tía abuela, La Mamita, cantaba algo que iba así: Ya murió la cucaracha,/ ya la llevan a enterrar./ Entre cuatro zopilotes/ y un hermoso gavilán.
Los zopilotes también sirven para piropos…aunque no sean piropos muy agradables. Mi padre contaba de uno que, apropiado para una chica vestida de negro, decía: Adiós zopilotío lindo, aquí está tu chucho muerto.

04
Oct 09

Hoy nos bailó el convite

Un convite tradicional de mi barrio, La Villa de Guadalupe pasó por mi casa. La gente organiza este convite para recaudar los fondos necesarios para la procesión que saldrá el próximo sábado.
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A mí me divierten los convites y por unos pesos el cortejo se detiene y los integrantes bailan una pieza. El primer convite que vi, fue en Panajachel cuando yo tenía unos 6 años. Recuerdo que no me lo esperaba y que me impresionó mucho lo grandes y cabezones que se veían los personajes. Recuerdo que seguí al cortejo hasta la cocina del Hotel Casa Contenta en donde nos dieron gaseosas y pastel.