21
Abr 16

Otra perspectiva del caso TCQ

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Todo aquel que haya hecho negocios con el gobierno -de buena, o de mala fe- sabe que para venderle, o construirle (por ejemplo) hay que pagar mordida.  Si quieres venderle útiles escolares, mochilas, medicinas, suministros, o si quieres construirle carreteras, puentes, aeropuertos, o lo que sea al gobierno, tienes que dar comisión, o dar comisiones, dependiendo del tamaño del negocio.  Así es en las entidades centralizadas, como en las descentralizadas y demás.

Dos de mis amigos por eso es que no le venden, ni le construyen nada al gobierno. Podrían hacerlo; pero optan por no meterse en eso.  Esto de las mordidas no es nuevo, claro….es así desde que tengo memoria y seguramente es así desde siempre. ¡Siempre!

A veces el acuerdo puede ser entre un humilde jefe de compras y un proveedor; pero otras la cadena llega hasta los niveles más altos.  Dependiendo de la importancia y del tamaño del negocio.

Digamos, por ejemplo, que una empresa portuaria gubernamental (dirigida por políticos y burócratas) necesita, o quiere construir una terminal para contendores.  Los políticos y funcionarios hacen contacto con una empresa que podría construir la terminal y esta cumple con hacer el pago de la mordida necesaria para hacer realidad el negocio. Nótese que los políticos y funcionarios hace el contacto con la empresa y nótese que si no se da la mordida, no se hace el negocio.  ¿Quiénes tiene el poder de decidir si se hace el negocio o no?  Los políticos y funcionarios que controlan la portuaria estatal.  El asunto no es muy distinto a cuando un proveedor de papel, de llantas, o de cualquiera otra cosa le da comisión al jefe de compras de alguna dependencia estatal para seguir vendiendo.  Y el caso es que si el proveedor A se niega a participar en el negocio (como lo hacen mis dos amigos mencionados arriba), seguramente habrá un proveedor B dispuesto a dar la comisión.

¿Quiénes controlan si se hace el negocio, o no? Los políticos y funcionarios.  ¿Cuál es la llave para abrir la puerta? La mordida que piden los políticos y funcionarios.  Esto en algo se parece a las extorsiones en aduanas donde lo que ocurre es que la mercadería legítima de importadores legítimos no sale, si los burócratas a cargo no reciben la mordida que piden.

A veces, puede pasar que el negocio sea el producto de una trama entre políticos, funcionarios y empresaurios mercantilistas.  Eso puede pasar, ¡claro!  Pero, ¿cuál es el componente sine qua non para que haya mordida?  El componente político y burocrático que pide la mordida porque el negocio está allí, y se hace con unos, o se hace con otros; pero de que se hace, se hace.  ¿Habrá algún proveedor que, de entrada ofrezca la mordida? Seguramente sí, pero sólo si sabe que sólamente así se hará el negocio (aún si es legítimo); nadie en su sano juicio ofrecería mordida si supiera que esta no es necesaria de parte de los políticos y funcionarios que controlan el negocio.

En el caso de la Terminal de Contenedores en Puerto Quetzal, ya se hizo el negocio exactamente como suelen hacerse los negocios con el gobierno (políticos y funcionarios).  Lo de TCQ no es la excepción, sino la regla en el sector público que, no se te olvide, es el sector coercitivo de la economía.  Con todos sus vicios el hecho es que la terminal ya está construida exactamente con las mismas condiciones con que suele construirse todo lo que se construye en la esfera estatal.

¿Qué va a hacer el gobierno (cuyos políticos y funcionarios generaron e hicieron posible el negocio)?  ¿Va a proceder en busca de la intervención y el embargo y les va a enviar a los inversionistas futuros potenciales el mensaje de que ¡ni con mordidas! (ya no digamos decentemente) son seguras las inversiones con el estado en Guatemala? ¿Va a anular el negocio y dejar inoperante la TCQ y con ello va a privar al comercio y a la industria de infraestructura que es necesaria?  ¡Además de mandarles a los inversionistas futuros potenciales el mensaje citado arriba!  ¿Cuánto les van a costar a los tributarios un negocio del estado y con el estado que se hizo de acuerdo con las prácticas usuales?  El gobierno  está entre la espada y la pared.

Ah, no se te olvide que el estatal Banco Mundial, por medio de la estatal Corporación Financiera Internacional también está involucrado en el asunto. Esta nota es importante para los que no conocen la escuela del análisis de las decisiones públicas y sueñan con que los organismos internacionales son ajenos a los vicios propios de lo estatal, lo político y lo burocrático. Así es en pequeño y en grande.  Así es aquí y en todas partes, hoy y siempre.

¡Estas meditaciones, por supuesto, no son justificaciones para la corrupción!  Son un llamado de atención y un recordatorio: Donde haya políticos y burócratas que decidan si se hace un negocio, o no y con quiénes, allí alguien pedirá mordida y alguien se verá tentado para darla. Los negocios como el de TCQ y quién sabe cuántos miles más a lo largo y lo ancho del sector estatal sólo son posibles porque hay políticos y funcionarios que tienen el poder discrecional de abrir la puerta, o no.

A lo mejor te interesa saber más sobre la naturaleza de la corrupción; y si ese es el caso, seguramente querrás ver Análisis económico de la corrupción, por mi cuate Osvaldo Schenone.

Actualización: ¿Será que los guatemaltecos aprendemos algo de todo esto?  Donde el poder y la discrecionalidad se mezclan con actividades que son ajenas a las funciones propias del gobierno, ahí es campo fértil para la corrupción.  Te recomiendo, y mucho, que veas esta conversación de Quique Godoy, Comisionado de Desarrollo Humano, Competitividad Local e Infraestructura Crítica en el Programa Nacional de Competitividad.

Foto por Stan Shebs, CC BY-SA 3.0, o CC BY-SA 2.5, via Wikimedia Commons.


07
Feb 14

Gobernar es gravar para gastar

Los pipoldermos, para quienes gobernar es gravar para gastar –como dice mi cuate, Osvaldo Schenone– están desesperados y su movida más reciente fue la de imponer un tributo de US$15 para los viajeros. Todavía no está vigente, pero si nos dejamos lo estará en unos meses.

¿Cuál fue el mejor argumento de los grupos que se manifestaron primero contra aquel abuso? El de que el impuesto le restará competitividad al país como destino turístico. La palabra técnica para argumentos tan malos y primitivos como ese es bullshit. ¿Quién va a dejar de venir a ver Tikal, La Antigua, Atitlán y la cultura maya viviente por unos dólares de más? Además, otros países también cometen expoliaciones y abusos de esa naturaleza.

Cuando los grupos de interés argumentan desde aquellas perspectivas, no solo hacen el ridículo, sino que no le hacen favor alguno a la causa de la libertad, no atacan las raíces del mal y solo fungen como negociadores de posiciones en vez de servir como defensores de principios.

El hecho es que todo impuesto es un robo. Los impuestos son dinero ajeno tomado por la fuerza, por los pícaros políticos que por el momento detentan el poder, para redistribuirlo luego entre su clientela –muchas veces contra los intereses y derechos de los legítimos propietarios del dinero expoliado–. Generalmente, parte de aquella redistribución se queda en los bolsillos de los que parten el bacalao.

El problema no es el de a cuánto va a ser la tasa que los publicanos le van a imponer a los viajeros; a las personas que viven del comercio y la industria en el Sistema D, o economía informal; o a los barriletes y a los colochos de guayaba. El problema de fondo es que somos una sociedad que no ve mal que haya expoliación y que no ve mal que los políticos financien intereses particulares con dinero ajeno, siempre y cuando no seamos nosotros los expoliados, o siempre y cuando los beneficiados de la redistribución seamos nosotros. Lo que debería ser inadmisible es el robo, no el porcentaje.

¿Qué dijo Henry David Thoreau para casos como este? Por cada mil personas atacando las ramas de un problema, hay una sola atacando sus raíces.

Columna publicada en El periódico.


22
Oct 13

El estado niñera contra las sodas y otros alimentos altamente calóricos

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Los consumidores de aguas gaseosas, y comidas como  confitería, chocolates, cremas de maní y avellanas, dulces de leche, así como de alimentos preparados a base de cereales, cayeron víctimas del estado niñera en México luego de que la Cámara de Diputados aprobó impuestos específicos para esos productos.

¿Cuándo vendrán los impuestos sobre las pizzas, el pollo frito, las torrejas, los buñuelos, los colochos de guayaba, las canillitas de leche y los mazapanes; así como las hamburguesas, los hot-dogs y otras comidas?  Pero…peor aún…¿habrá legisladores chapines que crean que aquello es buena idea?  Ahora que Otto Pérez anda de amores con los mexicanos, ¿regresará con esas ideas en la cabeza?  Los pipoldermos mexicanos creen que con impuestos pueden disminuir la obesidad…o tal vez es otra cosa.

La amenaza del estado niñera está íntimamente ligada a las actividades del estado benefactor. Hace años, David Boaz explicó que muchos creen que la obesidad es un problema crítico de salud pública.  Incorrecto.  La obesidad es un problema para muchas personas, pero no es un problema de salud pública.  Al llamarlo así, sin embargo, los que así lo creen propician que los tributarios paguemos por los programas de dieta, las cirugías estomacales y los psicólogos de los demás. Saquen ustedes sus billeteras.

Empecemos a usar lenguaje honesto: fumar y ser obeso son problemas de salud.  De hecho, son problemas de salud muy extendidos.  Pero no son problemas de salud pública.  No se les debería requerir a los tributarios que paguen por conductas que otras personas han elegido individualmente.   Aunque talvez, si nuestros impuestos suben lo suficiente, ya no tengamos para comer demasiado.

Al final de cuentas sospecho que esta otra confirmación, por si hacía falta, de que gobernar es gravar para gastar, como dice mi cuate Osvaldo Schenone.


13
Oct 10

30 iniciativas de impuestos tienen en Finanzas

Gobernar es gravar para gastar, dijo una vez Osvaldo Schenone; y ¡que cierto es eso por aquí!  Hoy nos enteramos de que le Ministerio de Finanzas tiene nada menos que 30 iniciativas en materia impositiva.  También nos enteramos de que la administración de Los Colom busca que paguen un impuesto extraordinario todas aquellas personas que reciban salarios de arriba de Q3000; empero, el Presidente dijo que el piso debrería ser de Q8000.

De cualquier manera, y partiendo de que la mayor parte de impuestos no son nada más que dinero ajeno tomado por la fuerza para repartirlo políticamente entre grupos de interés a los que muchos de los tributarios no les darían su dinero de forma pacífica y voluntaria, los impuestos son una forma de robo.  Empero, si ha de haber impuestos porque hay mucha gente que cree que existe cierta obligación social de contribuir a aquellos intereses, lo mejor es que los impuestos sean iguales y para todos.  O sea, que todos deben pagarlos.  Todos, no sólo algunos.

Muchos habitantes de la República creen que no pagan impuestos porque no les son cobrados directamente; empero, cada vez que el dueño de un comercio, el dueño de una fábrica, o el dueño de una finca -para poner unos ejemplos- paga impuestos que van a  parar al sector público, ese dinero no se usa en ampliar la tienda, ampliar la fábrica, o ampliar las siembras.  Y entonces, ese dinero no se usa en ampliar las oportunidades de trabajo.  Los pobres que dicen no pagar impuestos, los pagan porque no suben sus salarios y no mejoran sus oportunidades de empleo.

Por otra parte, como hay grupos de la población que no pagan impuestos directamente -y no están conscientes del efecto empobrecedor de los mismos- votan sin cuidado por políticos que que no dudan en hacer crecer el presupuesto y en demandar impuestos y endeudamiento para financiarlo.  Si aquellos grupos de población cargaran con la carga tributaria, en forma directa, seguramente serían un poco más responsables con su voto.

Por eso es importante que, si ha de haber impuestos, todos los paguen.  Y por eso es que un piso de Q3000, es más educativo que uno de Q8000.  Y por eso es que a San Nicolás no le conviene que el piso sea de  Q3000.


03
May 09

Gobernar es gravar para gastar

El hecho de que para algunos gobernar es gravar para gastar, queda probado con la necedad del presidente socialdemócrata guatemalteco, Alvaro San Nicolás Colom, en el sentido de que antes de que el Congreso apruebe una ley que serviría para sanar y hacer más transparentes las comisiones de postulación para la elección de magistrados en el Organismo Judicial, San Nicolás demanda que sea aprobada su alza de impuestos.

Es evidente que para Los Colom gravar y gastar es mucho más importante que contribuir a la construcción del casi inexistente estado de derecho chapín.  
La frase que titula esta entrada es de una magnífica conferencia por Osvaldo Schenone, que le recomiendo que vea.

18
Abr 08

¿Precios acordados?, pueblo baboseado

Una de las mayores recompensas que se obtienen cuando uno estudia algo de ciencia económica es que lo ayuda a uno a poner los pies sobre la tierra. Hoy leo que el presidente socialdemócrata, Alvaro Colom Prepara lista de precios acordados; y que El gobierno espera estabilizar precios, y no puedo dejar de pensar en que alguien se está engañando a sí mismo, y está tratando de engañarnos a todos.

Las leyes de la economía, como la de la gravedad, pueden ser evadidas. Algunas personas, por ejemplo, podemos volar; pero sólo lo podemos hacer por tiempo limitado, no todas al mismo tiempo y a un costo. Algunos, por andar volando, se dan platanazos. Y tarde, o temprano, hay que regresar a la tierra.

Igual ocurre con fenómenos económicos como el de los precios. Algunos precios pueden ser alterados e intervenidos; pero sólo por tiempo limitado, no todos al mismo tiempo y a un costo. Meterse a manipular precios, generalmente termina en somatones. Y tarde, o temprano, los precios reales se manifiestan.

El costo de no contar con precios reales y de acordarlos es que se dificulta, o imposibilita el cálculo económico (que nos indica dónde colocar nuestros recursos escasos), y que genera fenómenos como escasez, mercados paralelos, criminalización de acciones que de otra forma no tendrían por que ser delictivas, mengua moral de las personas, desautorizacion de la autoridad, incremento en la necesidad del uso de la fuerza en las relaciones sociales, y otras consecuencias muy negativas para la convivencia social pacífica.

La falta de educación económica y no haber leído a Federico Bastiat, lleva a la mayoría de las personas a desconocer que en economía, lo que no se ve es tan importante, o más importante que lo que no se ve. Por eso es que la gente más sencilla cree que los precios los ponen los productores. Por eso es que Colom cree que puede acordar precios con los industriales, los agricultores, los comerciantes, y demás.

Empero, el fenómeno de precios no escapa a las leyes de la economía y de la teoría general de la acción humana; y resulta que los precios son consecuencia de millones y millones de interacciones individuales que conocemos como oferta y demanda. Y por eso es que el precio de las manzanas no lo fija el productor cuando dice que las frutas que vende valen Q15 la mano; sino que lo hace el comprador cuando le dice que no le pagará más de Q10; y ambos acuerdan que las manzanas se van por Q12.

Eso sí, si el comprador le paga Q15 al vendedor, sin chistar. ¡Entonces es cuando las manzanas valen Q15 la mano! El valor de las cosas lo determina aquel para quien son valiosas. Y el precio, si no está manipulado por terceros, generlamente refleja aquel valor.

Es cándido que la administración socialdemócrata crea que puede acordar precios con un grupo de productores, simplemente porque esos acuerdos son total y absolutamente irrelevantes. Es como sacrificar una gallina para que la cosecha del año entrante sea abundante, porque no hay relación causal. Y es patéticamente cándido que se lo crean la Prensa y algunos que se dicen intelectuales. Es una sinvergüenzada que engañen a la gente con esto de los precios acordados y que creen expectativas falsas entre la población más vulnerable.

Si usted está genuinamente intersado en saber cómo se crean los precios y sobre cuál es su función, seguramente disfrutará esta conferencia del maestro Osvaldo Schenone. Dura una hora y 40 minutos pero vale la pena si su inquietud es la de curiosidad intelectual.