El viernes 17 de marzo amanecimos en Nebaj luego de una noche reparadora. Después de pasear un poco por la plaza central y de recibir el sabroso sol nebajense Lissa, Raúl y yo fuimos a desayunar. Estábamos muy ilusionados por agarrar camino rumbo al mítico Chajul; pero primero, lo primero.
La noche en el Hotel La Paz fue muy reparadora por lo buenas que son las camas y por lo deliciosas que son sus duchas. En el restaurante El´Sim nos echamos buenos desayunos y el mío incluyó una milanesa que allá las hacen sabrosas.
Luego del desayuno dimos un vuelta por el mercado de Nebaj y por algunas calles para identificar dónde compraríamos el queso y la crema de Acul cuando regresáramos el sábado. Ya sabes, primero, lo primero.
Es muy emocionante agarrar camino hacia Chajul porque es una población remota y casi mítica. Forma parte del fascinante triangulo ixil y desde que leí Ixiles y ladinos, por Benjamin N. Colby y Pierre L. van den Berghe, en la universidad, tenía muchas ganas de ir hasta allá. Hace un año que habíamos estado en Nebaj y ahora era el turno de Chajul. Además, tengo una cerbatana tradicional de aquella región. Vamos allá para explorar antes de la venida de nuestra amiga, Rachel, que investiga mártires durante el enfrentamiento armado y queremos ver los célebres murales centenarios que hay en algunas casas de la población.
El camino entre Nebaj y Chajul es bastante bueno. Hoyos por aquí y hoyos por acá pero una buena carretera en general. Me llamó la atención el cambio de geología al salir rumbo a Chajul y me sorprendió lo rápido que llegamos a esa población. Al nomás llegar uno nota que las casas y la disposición del pueblo son diferentes y nos dirigimos directo al hotel San Gaspar donde estacionamos mientras preparaban nuestras habitaciones. Y ahí empezó la aventura. ¿Sabes? Chajul tiene la reputación de ser el lugar donde se originó e cultivo del maíz.
Higinio Azicona, propietario del hotel nos recomendó con Felipe Rivera para que fuera nuestro guía en Chajul; y de verdad que fue una recomendación valiosa. Felipe dirige el museo de la localidad y el comité de cofradía. Ha vivido allá toda su vida, conoce las costumbres del lugar y es un anfitrión de primera. Para contactarlo, si algún día quieres visitar Chajul, su email es comitedecofradia@yahoo.es.
A Chajul llegamos en el cuarto viernes de cuaresma de modo que es día de fiesta. La calle principal está abarrotada con el mercado, los marchantes y los peregrinos que llegan a ver al nazareno y a que los curas les bendigan sus ramos de manzanillas y romero. El pueblo está animadísimo y el ambiente es de fiesta. La iglesia blanca está al fondo de la calle principal y se la ve cuando uno camina por el mercado. Quedamos de juntarnos en el atrio con Felipe y desde lo alto de la escalinata apreciamos la intensa actividad que hay en el pueblo.
Luego de presentarnos y saludarnos con Felipe él nos condujo hacia donde se encuentran los tuk tuks o toritos para ir en uno hasta en museo de la localidad. Dicho establecimiento es una colección variada de objetos precolombinos entre los que destacan un vaso inciso y una máscara del dios del maíz que es parte de una urna funeraria; también piezas y textiles antiquísimos que son de la cofradía entre los que destacan las imágenes del Cristo de Esquipulas y la Virgen de Guadalupe; así mismo objetos que recuerdan el enfrentamiento armado; una capa tradicional contra la lluvia o tziaj y una diversidad de objetos que llaman la atención. Felipe nos contó de la danza del colibrí, que ya no se hace en el área ixil.
Lo más, más divertido de esta visita fueron los inodoros dobles a modo de His and Hers, de Neiman-Marcus.
No recuerdo cuánto tiempo estuvimos en el museo pero fue bastante; y todo el tiempo escuchando las historias y la información que compartía Felipe. Cuando el hambre ya demandaba atención dispusimos regresar a la plaza del pueblo para encontrarnos con Tomás, compañero guía de Felipe, almorzar e ir en busca de los murales.
Tomás es agricultor y también conoce la vida y costumbres de Chajul. Nos llevó al restaurante Victoria en donde comimos nachos y nos refrescamos con coquitas frías para luego caminar por las calles del pueblo y visitar las casas con murales. Aquí hay que subrayar lo sonrientes y amables que son las personas en Chajul. En el mercado, en el atrio de la iglesia, en el museo, desde sus casas y en el restaurante, en el lugar de los toritos, y en todas partes los chajulenses nos saludan con gusto.
Los murales de Chajul fueron descubiertos en 2003 y se estima que fueron elaborados entre los siglos XVII y XVIII. Tienen elementos precolombinos y virreinales, muestran escenas de la Danza de la conquista y seguramente los hicieron los antiguos ixiles integrantes de cofradías. Se conservan gracias a la intervención de la Universidad Jaguelónica de Polonia y a fondos de Helena Zaleski.
Con Tomás visitamos tres casas y me enamoré de la arquitectura y de las casas tradicionales de Chajul. Casas de adobe, con patios y corredores amplios. Casas con elementos fascinantes como los tapancos y, sobre todo, unas figuras de barro chulísimas colocadas sobre los tejados a modo de acróteras. Esas figuras incluyen animales, personas, cruces y custodias. que le dan mucho carácter a las casas. Nunca antes había visto ese tipo de piezas y me encantaron.
Los propietarios de las casas que visitamos cobraron Q30 por persona para admitirnos en sus hogares y mostrarnos los murales; Tomás ayudó con las explicaciones y fue el intérprete necesario para facilitar las visitas. Mira este vídeo para conocer más sobre estas antiguedades fascinantes que forman parte de la historia de Guatemala.
Bien cansados, pero contentos, regresamos al hotel y nos despedimos de Tomás, muy agradecidos por sus buenos oficios.
Luego de refrescarnos en el hotel agarramos de nuevo por el mercado rumbo a la iglesia para visitar a los mártires que, aquí en Chajul son tres. Como se acercaba el atardecer había menos actividad en el mercado y ya casi no la había en la escalinata, ni en la iglesia. Conversamos con algunas personas, compramos roscas de pan y shecas de Xelajú y rondamos un rato por los alrededores.
En la noche volvimos al hotel para cenar algo lite y tomar un par de copas de vino antes de ir a dormir.
De Chajul me llevé muy buenos recuerdos de gente muy amable, clima delicioso, arquitectura hermosa y la valiosa experiencia de su museo y sus murales.
Si visitas Chajul te recomiendo contactar a Felipe, o a Tomás para que te guíen en el museo, para visitar murales e incluso para organizar un almuerzo con boxboles. Es recomendable reservar una habitación en el Hotel San Gaspar con el propósito de contar con un baño privado y un lugar para dejar cosas y estacionar. Nosotros siempre viajamos con vituallas por si acaso, pero si esa no es tu costumbre, lleva box lunches de El´Sim, en Nebaj. Cuando volvamos iremos a Chajul temprano en la mañana y volveremos a dormir a Nebaj porque el Hotel La Paz tiene buenas camas y buenas duchas, y porque la distancia entre ambas poblaciones no es mucha y la carretera es bastante buena.
Muy brevemente y en el minuto 20:53, Víctor Castillo habla sobre los murales de Chajul:
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