15
Nov 09

Así vi las luces del Arbol Gallo

Con el Arbol Gallo, que la Cervecería Centroamericana monta en el Monumento a los Próceres de la Independencia, comienzan las celebraciones navideñas públicas en la ciudad de Guatemala. Así vi las luces que fueron parte de la fiesta.

25
Dic 08

¿Cohetes sin cigarrillos?

A las 0 horas del 25 de diciembre, para celebrar la Navidad, los chapines quemamos cohetes. Y a la ensordecedora y luminosa quemazón de las 12 de la noche, le sigue el ritual de despenicar una ametralladora y de quemar uno por uno cada cohetillo.

Debido a que en Prensa Libre leí que “El Congreso aprobó ayer una ley que prohíbe fumar en lugares públicos —sean abiertos o cerrados—, y fija sanciones para las personas y establecimientos que incumplan esa disposición”, pensé que aquella práctica tan chapina iba a ser muy difícil cuando entrara en vigor la fascista ley antitabaco que nos recetó el Congreso. Esto es porque quemar cohetes con cigarrillos es muy práctico. En cambio, hacerlo con una candela, un encendedor, una brasa, o con un ocote, por ejemplo, resulta muy impráctico. Ya sea porque el viento apaga las llamas, o porque es más complicado conseguir y hacer brasas, que encender un chancoaco.

Yo no fumo, ni me gusta. Fumé, y no me gustó. Pero hice mis primeros tanes…para aprender que no me iba a gustar fumar, cuando mis padres me daban cigarrillos para quemar cohetillos. Y más tarde traté de fumar en serio…pero igual no le agarré el gusto.

Y bueno, sip. Confieso que yo era de esos chicos desesperantes que quemaban cohetillos uno por uno. Por eso es que anoche disfruté mucho viendo a mi sobrino cómo quemaba los suyos…y pensé mucho en cómo vamos a solucionar lo del cigarrillo sin correr el riesgo de ser multados. Claro que anoche no pasó ni un policía por la calle mientras quemabamos cohetes; ya me imaginaba yo que, si la ley hubiera sido como decía el reportaje, ¿habría patrulleros en busca de patojos delincuentes que, cigarro en mano, quemen petardos y violen la ley? Y si un chico es inimputable porque es menor de edad, ¿se lo llevarían a un tribunal de menores, o multarían a los padres…o a los tíos?

Si no se aplican la ley anticapuchas, ni la pena de muerte, ¿el estado niñera aplicaría las multas contra los niños que quemen cohetes y los encendieran con cigarrillos? ¿Cuánto costaría perseguir fumadores de Nochebuena? Una vez más, ¿quedaría en ridículo el estado niñera?

Menos mal que la prohibición no es tan absurda como decía el reportaje en cuestión; pero…¿cuánto falta para que fumar sea absoluta y totalmente prohibido? Quizás hasta dentro de la propiedad de uno. La realidad, siempre puede superar a la ficción.


25
Dic 08

Dicen que ha nacido un Niño

De mi amigo Amable Sánchez Torres, en Navidad:

¡Flor de Pascua, Flor de Pascua!
Toda mi Pascua florece
en tu corazón de Pascua,
Flor de Pascua…
Por la nieve
ronda el fuego de puntillas
con sueños de adolescente.
Entre la nieve y el fuego
el alma es un barrilete
de ilusiones que se apagan
y esperanzas que se encienden.

Sobre una tela de araña
danzan la vida y la muerte,
pascuales de lentejulas
e insomnes de cascabeles.

Va por el pinar la luna…

Por los carámbanos vienen
nostalgias de antiguos valles
alucinados de fuentes.

El silencio se levanta.
La noche dulce se tiende.

Dicen que ha nacido un Niño
tibio de musgo y relente.

Al son de liras y flautas
cunas y estrellas se mecen.


24
Dic 08

December boys, una peli de Navidad

Lástima que no la ví hasta hoy; porque de verdad me hubiera gustado recomendárselas antes. December boys es la mejor peli de Navidad que he visto en años. Esta historia, de cuatro chicos huérfanos que compiten por ser adoptados por una familia, se desarrolla en una hermosa playa de Australia; y no es la historia corriente de Navidad que acude a lugares comunes para despertar sentimientos de a diez la docena. December boys es una peli que se deja disfrutar y me alegra mucho haberla visto hoy, que es la Nochebuena.

La peli, por cierto, está disponible en Take One, la tienda de vídeos de Plaza Futeca, en la zona 14.


21
Dic 08

Mincemeat pie y otras delicias navideñas

Algo de lo que más me emociona de esta temporada son los postres. En casa de mis padres -y en la mía- en la Navidad se sirven una pequeña variedad de postres, elegidos de acuerdo con lo que plazca en ese año.

El de más raigambre es el Mincemeat pie, que era el favorito de mi padre (y es mi favorito). Este es un pie inusual en estas latitudes; y se hace con manzanas, almendras, nueces de Corinto, jerez y una variedad de especias. En la casa, y no se por qué, se sustituía el sherry por whisky.

Las más populares, sin embargo, son las galletas. Entre los niños las más buscadas son los árbolitos de almendras; pero mis favoritas son las de mantequilla de maní con chocolate chip, los gusanitos de almendras y las de Corn Flakes y Mosh, así como las de chocolate (de verdad). Esas eran (y son) las de ley; pero hubo, en distintos años, algunas que entraron y salieron del menú: las de cardamomo, las de nueces, las barras de dátiles y las de molasses aparecían de cuando en cuando. Las recetas de mincemeat pie y de galletas eran de mi abuela, Frances, y de mi madre.

A finales de los 70 apareció en el menú un pastel de frutas que descubrí en uno de los libros de cocina de mi abuela -y que fue mi aportación para las opciones navideñas-. Este no es un pastel de frutas de esos que se bañan en brandy durante meses, y tiene la ventaja de que puede ser hecho en el mismo día. Su sabor es bien intenso gracias a las nueces, las frutas, las especias y el sherry.

El stollen hizo su ingreso a finales de los 90 gracias a que lo probé en casa de mi tía Rita. Y lo que me gusta de este es su sabor delicioso a mantequilla y ron. El stollen forma parte de una triada de postres que nunca hemos preparado en casa; y que a mí me gustan mucho. Los otros dos son el pandoro, y el panettone. El stollen es originario de Dresde; en tanto que el Pandoro es de Verona, la ciudad de Romeo y Julieta y el panettone es de Milán. No recuerdo cuándo ni donde comí el primer pandoro; pero sí recuerdo que el primer panettone lo comí en la casa de Paco, un amigo de mis padres.

Este año romperemos la costumbre y haremos un postre que no está en el menú navideño tradicional: San Isidro Pecan Pie, de acuerdo con la receta de Aggie, una amiga de mi madre.

La ilustración es de la revista The Nortwestern Miller and American Baker, c. 1930.


16
Dic 08

Las fiestas llegaron a casa

¡Mi casa ya huele a manzanillas y a pinabete! Anoche pusimos el Nacimiento en casa; y desde que era niño, esa es una de las tradiciones chapinas que más me alegran.

En casa nos gusta que el nacimiento tenga carácter chapín; y por eso usamos manzanillas, pinabete, gallitos, chichitas, musgo verde y barba de viejo. En el Nacimiento siempre pongo mi tortuga de cuando usaba pantalones cortos y los correspondientes chinchines y guacalitos.

En nuestro Nacimiento siempre hay dos Niños: el de la foto, que me regaló mi abuelita, Frances; y el de un Misterio que nos hizo la Tía Paty. Es una lástima grande que el Niño del Nacimiento que nos hacían mi tía abuela La Mamita y mi abuelita Juanita no haya sobrevivido a nuestras descuidadas manos infantiles porque entonces ¡habría tres Niños!

Cuando yo era chico, en la casa de mi abuelita Juanita se ponían dos nacimientos, uno era el de los adultos que básicamente era un Niño antiguo de La Mamita, acompañado por pastores y ovejas. Y se ponía un Nacimiento divertido, que era el de nosotros, los críos. En ese se usaba un embreyado tradicional, con aserrin de colores, ranchos, ovejas, pastores, lago, río, cisnes, árboles y animales diversos. Un embreyado, por cierto, era un costal cubierto de brea seca, que servía para darle forma al Nacimiento.

El Nacimiento de mi abuelita Frances también era hecho con embreyados y era un poco más grande, lleno de accidentes geográficos, de personajes y de animales y plantas variados.

En casa de mis padres no se ponía un Nacimiento complejo. Durante un tiempo pusimos el tradicional de los niños en la casa de la abuelita Juanita; pero luego se fue reduciendo a Niño, ovejas y pastores; y ahora sólo es Niño y pesebre. Pero queda muy sobrio y elegante.

Uno de mis favoritos, en casa de mis padres, fue el que hicimos sobre un comal en el que habíamos hecho crecer chan. Las imágenes de barro de Chinautla se veían hermosa sobre el prado verde que hacía el chan.

El chan, por cierto es la semilla de un arbusto. Es pequeña como la semilla de amapola y, cuando se humedece, adquiere una textura muy agradable. Una limonada, a la que se le añade chan, se convierte en algo divertido. A una persona se le dice que parece refresco de chan, cuando es llena de babosaditas, o sea melindrosa o remilgada. Y el chan germina fácil y a nuestro Nacimiento le dio un aspecto muy fresco y natural.

Actualmente ya ni se consiguen embreyados. En ellos se adhería el aserrín de colores mediante el uso de un engrudo preparado con agua y harina. He visto que, en vez de embreyados, la gente usa un tipo de papel grueso como papel de envolver o de embalaje, o del que se conoce como papel Kraft. De todos modos, alguna vez, me gustaría hacer un Nacimiento con embreyados.


09
Dic 08

No son sólo galletas

Las galletas que generosamente me enviaron los chicos del Hogar Rafael Ayau, han sido las primeras de la temporada. No sólo son muy sabrosas, de gengibre; sino que en ellas aprecio mucho la alegria, la esperanza, y el cariño que esos chicos saben dar.

A ellos; a las madres Inés, Ivonne y María; al personal del Hogar y a todos los que lo hacen posible, les deseo que reciban muchas bendiciones, y que en 2009 se hagan realidad sus sueños.


12
Ene 08

El buen pastor

Algunas veces, en medio de hechos que podrían ser noticiosos, la presencia de la Prensa ocasiona que se alteren los ánimos y que las cosas se salgan de su justa dimensión.

“Estábamos en una calle haciendo tomas de los grupos que empezaban a congregarse. La gente sólo se reunía. De repente, uno de los que estaban al frente se dio cuenta de que mi compañero y yo estábamos grabándolos y empezó a vociferar y a saltar con violencia. Agitaba un palo y se dirigió al grupo que lo seguía; y en un momento todos le siguieron en sus gritos y en sus brincos. Gritaban muy fuerte, tomaron piedras y empezaron a destrozar vitrinas y automóviles”.

Hace años, después de una serie de disturbios ocasionados por migrantes haitianos en varias ciudades de los Estados Unidos de América, tomé un curso de producción de noticias por televisión. El curso lo dieron una productora y un camarógrafo de Miami y la anécdota anterior la relató el camarógrafo para ilustrar cómo es que la presencia de las cámaras tiene “efectos secundarios” que pueden ser perjudiciales y que pueden ofuscar la conducta de las personas.

Yo creo que algo así es le pasa a Rodolfo Quezada y que por eso es que domingo a domingo dispara homilías como cañón suelto. El Cardenal sabe que la prensa está ahí para llenar segundos y cuartillas, de modo que se siente presionado para opinar. Digo esto porque tengo cuates que creen que él hace esas cosas con mala intención; y porque por un momento creí que lo hacía por ignorancia. Ahora creo que sólo es porque el pobre se siente presionado.

El domingo pasado, por ejemplo, el Príncipe de la Iglesia especuló sobre las regalías que deberían recibir las empresas mineras, sobre turismo y sobre ambientalismo.

El último día de 2007, al purpurado hizo observaciones acerca de si José y María habían sido migrantes ilegales e incursionó en los campos de la economía y del salario para dar su opinión sobre aquellos temas. El 24 de diciembre no estuvo tan mal porque habló de Nacimientos; pero el 17 ya había dado una “cátedra” de economía al hablar sobre el consumismo y el mercantilismo, e hizo cábalas sobre la naturaleza del valor.

Así puede uno irse hasta no a saber cuándo y lo que se va a notar es que Quezada se luce, frente a las cámaras, comentando hechos de actualidad y difundiendo sus peculiares hipótesis sobre los campos más diversos del conocimiento humano. Su Eminencia llena cuartillas y ocupa segundos como pocos.

Yo creo que esa avidez mediática les hace daño a su organización y a su rebaño. Si no, ¿por qué es que la mayoría de chapines cree que la Navidad es el 24 de diciembre? Para el guatemalteco promedio, el 25, que es el verdadero día de la fiesta de la Natividad, no sirve más que para recuperarse de la goma y para levantarse tarde. ¡Hasta las misas del gallo se hacen bien temprano el 24!; práctica que pareciera confirmar, de forma imprecisa y algo velada, que la fiesta es ese día.

Algo así ocurre con la festividad de la Pascua. El chapín promedio recuerda con solemnidad y a grandes costos la pasión y muerte de Jesús. Por eso es que el Viernes Santo es el la cúspide de la Semana Mayor. Tres fastuosas procesiones recorren las calles capitalinas, además de una multitud de pequeños santoentierros, de barrio. La Antigua Guatemala se pone sus mejores galas y el mensaje de llorad y arrepentíos cunde en los corazones.

¿Y qué pasa en el Domingo de Resurrección? Niente. Ese es el día en que los guatemaltecos se curan de la cruda adquirida como consecuencia de la parranda del Sábado de Gloria. El chapín promedio conmemora la muerte; y deja pasar la oportunidad de celebrar la vuelta a la vida.

En vez de hacer tantas homilías sobre política y economía, Quezada y su equipo ya podrían concentrarse en cuestiones religiosas que contribuyeran a la formación y al crecimiento espirituales de su rebaño. El prelado seguramente no saldría tanto en los medios; pero su grey se lo agradecería.

Publicada en el diarioPrensa Libre el sábado 12 de enero de 2008


25
Dic 07

Tamales, y una Navidad felíz.

Uno de los mejores componentes de la fiesta de la Natividad es el de desayunar tamales. Mucha gente prefiere cenarlos; pero a mí, me gusta desayunarlos el día 25. Bien acompañados con café y, en esta ocasión, con stollen. Aunque también me gusta acompañarlos con turrón de yemas, o con mazapán.

Hay distintos tipos de tamales; y hay tanto variaciones regionales, como variaciones familiares. Es decir, que cada familia tiene su receta.

Por desgracia, en mi familia nadie hace tamales. Pero tenemos la dicha de haber conocido los de doña Estela de Alburez (2474 0260), que son magníficos, y la de vivir cerca de La Carmelita, una tienda que es famosa por los suyos.

Para la Navidad yo no me hallo sin mis tamales para el desayuno. Y me como dos, uno colorado y uno negro. Los primeros son salados y los segundos son dulzones. Los tamales tienen raices precolombinas, y fueron elevados a la décima potencia cuando se le añadieron ingrediente adicionales. Del Nuevo Mundo son el maíz, los tomates, los chiles, y las hojas de plátano y de maxán en las que son envueltos. Los tamales negros, además, llevan chocolate. Del Viejo Mundo son las aceitunas, las alcaparras y las almendras. Aunque hay tamales de pollo, de pavo, y de pato, a mí los que me gustan son los de cerdo.

Los tamales de mi bisabuela, Adela, eran extraordinarios; y yo todavía tuve la buena fortuna de comerlos cuando tenía como 12 años. Mi tía abuela, La Mamita, también los hacía; y ella elaboraba unos tamales particularmente pequeños para nosotros, los niños. Mi Tía Baby, también hacía tamales muy buenos. Uno de estos días…uno de estos días…voy a animarme a hacer, aunque sea seis.

¡Feliz Navidad!


24
Dic 07

De Luisfi para Luis

El cuate, Luis Godoy, dejó una pregunta muy interesante en mi entrada anterior, y creo que vale la pena comentarla. Tengo tres razones para que me desagraden los focos ahorradores como regalos navideños: 1. No me gustan los regalos puramente utilitarios, es como regalar una resma de papel toilette, o 6 latas de yuquilla. Mientras más hedonistas son los obsequios, mejor; 2. No me gusta la luz de los focos ahorradores, por eso sólo los tengo en el área de servicio; y 3. No me gusta ese tipo de activismo.

Por cierto que el The New York Times, que publica Prensa Libre, trajo un hermoso reportaje sobre qué tan beneficiosos son los productos verdes. Los que se interesan por estos temas deberían leerlo.

Este chiste ya lo conté hace ratos, pero creo que es atingente para ilustrar la ocasión: Una vez le preguntaron al embajador de los Estados Unidos de América en la ONU que qué quería para la Navidad; y el representante diplomático contestó que quería paz y prosperidad para todos. La misma pregunta se la hicieron al representante de la extinta Unión Soviética y el embajador contestó que quería igualdad y justicia social para todos. Cuando le preguntaron al jefe de la legación británica, el embajador de Su Majestad contestó que quería un pudín de ciruelas.

Ese sujeto y yo, nos entenderíamos.