09
Oct 22

Descubrimiento del Milano-Torino…y algo más

 

Como no sea del Amargo de Angostura,  no soy fan de las bebidas con aquel sabor.  Por eso nunca le hallé el gusto al Campari, por ejemplo.  ¡Pero mi vida ha cambiado desde el jueves pasado! Desde que conocí el cóctel Milano-Torino.

Cóctel Milano-Torino.

El Milano-Torino es un cóctel preparado con una parte de Campari y otra de vermuth italiano rojo.  Servido con Artisan Ice, me ha descubierto un mundo que no conocía.  Siempre me ha gustado el Vermú, especialmente mitad rojo y mitad blanco con un twist de mandarinas.  Pero el Campari no se ganaba mi corazón.

El vermú era una de las bebidas que mis padres nos dejaban, para celebrar el Año Nuevo cuando ellos se iban a parrandear y mis hermanos y yo recibíamos el nuevo año con mi abuelita Juanita y su hermana, La Mamita.

Al Campari lo conocía desde siempre porque en casa de mi tía Sylvia siempre había y yo veía a mi madre tomarlo con jugo de naranja; pero me parecía demasiado amargo.  Amargura que disminuye y toma carices delicados cuando se mezcla con el vermouth. Además, el Artisan Ice, un hielo cristalino sin burbujas de aire, le añade magia a la bebida.

Campari, con “Artisan Ice”.

El jueves también conocí el Negroni, un cóctel que se hace con una parte de Campari, una de vermouth y otra de ginebra.  Esta última no me era ajena porque mi padre era el dios viviente de los martinis, que preparaba shaken, not stirred, como para James Bond.

El Negroni se me atravesó en los años 80 cuando mi abuela, Frances, era bar tender en el Hotel Cacique Inn, de Panajachel (que era de su hermana, mi tía Adelita); pero no quise probarlo por mis prejuicios contra la amargura (en las bebidas, en las comidas…y en la vida).  Un error lamentable que ha sido enmendado.

…ah, no olvides cáscara de naranja para el Mi-To y para el Negroni.

¿Por qué te cuento esto? Porque nunca es tarde para descubrir y aprender y para enmendar errores; y por lo importante que es la familia para aprender a disfrutar de los placeres, con moderación y joie de vivre.


25
Sep 22

Familia que celebra la hora del cóctel unida…

 

Familia que celebra la hora del cóctel unida, permanece unida.  Aquello se me ocurrió mientras, en casa, tomábamos un Licor 43 al atardecer.

El Licor 43 siempre me da algo de nostalgia porque era uno de los que había en casa de mis padres, y como a los niños se nos permitía un plus, o algo parecido de cuando en cuando, nos lo servían con hielo, o con leche.  Era delicioso el toque de 43 en la leche.

También me cae en gracia porque un día andaba yo por el aeropuerto de la ciudad de Panamá cuando pasé a una tienda de licores duty free en busca de Licor 43 porque en ese tiempo no estaba de moda, ni se conseguía en Guatemala. Me acerqué al dependiente y le pregunté: ¿Tiene 43? y me contestó . Acto seguido fue a la trastienda y trajo una botella.  El ver la botella el hombre que estaba a mi lado, en el mostrador se rió con ganas y me dijo: Pensé que estaban apostando y que usted le había apostado al número 43.

Ahora el Licor 43 está de moda para hacer carajillos y me alegro porque siempre me trae recuerdos gratos. ¿Qué otros licores parecidos me traen recuerdos gratos?

  • Apry, de Marie Brizard
  • Calisay, que no se si todavía se consigue
  • Pastis, de Pernod Ricard

04
Nov 13

El “guifiti”, un regalo de la cultura garífuna

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El sábado fui introducido al misterioso mundo del guifiti o gifiti; un licor medicinal tradicional del pueblo garífuna.  El guifiti es una mezcla de hierbas, especias y raíces que se dejan en buen ron durante varias semanas para luego ser degustada.  Al guifiti se le atribuyen propiedades afrodisíacas, reconstituyentes y digestivas entre otras.

A mí me supo sabroso y me recordó -a lo lejos- algunos licores de monjes como el Benedictine, o el Chartreuse.  Mi cuate, Mario, hace unos sus guaritos de hierbas y especias que también recuerda al guifiti.

Todavía no se si el guifiti sirve bien para los otros propósitos que se le atribuyen; pero luego de un almuerzón delicioso con pescado frito y rice and beans, aquel licor es como mano de santo para la digestión y ciertamente es una forma muy agradable de concluir una comida memorable.  Nos lo sirvieron con limón y sal, como se sirve el tequila; pero a mí me gustó más beberlo solo y sospecho que si se bebiera tibiecito, como el brandy, sería todavía más rico.

Por otro lado me encanta el concepto de licores medicinales y no por el sabor, sino por el concepto,  me recordó el jarabe de morros que mi bisabuela nos daba a los niños cuando teníamos tos.


05
Jun 12

El gusto por el “guaipe”

En buen chapín, el guaipe es el guaro; o sea…el licor.  ¿Sabes cuáles son los 12 países en los que la gente chupa más?  Chupar, por cierto, es gustar del licor en exceso, en buena lengua chapina.  Moldavia, la República Checa, Hungría, Rusia, Ucrania, Estonia, Andorra, Rumania, Eslovenia, Bielorusia, Croacia y Lituania.  En estos países la gente bebe entre 18.04 y 21.86 litros anuales de alcohol por habitante.

España e Italia, reputadísimos productores de vino, no están en la lista de los 20 más bebedores; pero Portugal y Francia sí.  Los polacos que tienen fama, no están en la lista; pero los irlandeses sí.

¿Qué tienen en común once de las 12 sociedades más bebedoras? Todas formaron parte del entorno soviético.  Todas, menos Andorra, tuvieron regímenes de una u otra expresión del socialismo real entre los años 40 y los años 80.

Beber licor es un placer, y no es malo per se; en tanto que hacerlo con irresponsabilidad sí es intrínsecamente malo.  También lo es consumir licor para evadir la realidad, cosa que, sin fundamento científico alguno, creo que es lo que ocurría con las víctimas del socialismo…o de cualquier dictadura.  Por eso es que a Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura, se le atribuye la frase de que en Guatemala sólo se podía vivir borracho durante la dictadura de Jorge Ubico.