¿Hace cuántos años que Joviel controla el sindicato de burócratas de la educación? ¿Una, o dos? ¿Qué tanto ha mejorado la calidad de la educación estatal desde que aquel dirigente empezó su gestión? ¿Poco, o nada?
Veamos: dos de cada diez niños en manos de los maestros estatales tienen fracaso escolar en primero primaria y solo uno de cada diez consigue leer con fluidez al finalizar el grado. ¡Los estudiantes, sus padres y encargados están siendo engañados! Defraudados, timados y víctimas de un embeleco.
Pero es un error juzgar la gestión de Joviel a partir de resultados como aquel; porque la función del sindicato de burócratas de la educación (con puestos de maestros) no es la de mejorar la calidad de la educación. Se engañan quienes parten de aquella premisa porque, como en la realidad no existen las contradicciones, no hay contradicción alguna entre el sindicato que nos ocupa y los malos resultados en materia de educación estatal.
Friedrich A. Hayek -que cree que los sindicatos tienen funciones legítimas- lo explica en Los fundamentos de la libertad (1959), con respecto a los sindicatos en gereral: Durante algo más de un siglo la política sindical se ha movido entre dos polos opuestos. De una situación en la que los sindicatos podían hacer bien poco dentro del ámbito de la liegalidad, si es que no les estaba prohibida cualquier actuación, hemos llegado a un estado de cosas en que las asociaciones obreras se han convertido en instituciones privilegiadas a las que no se aplican las reglas generales del derecho. Constituyen el únito e importante fracaso de los gobiernos en lo que respecta a su mas fundamental función: la prevención de la coacción y la violencia…aunque los flagrantes abusos de poder por parte de los sindicatos han irritado con frecuencia a la opinión pública en época reciente…el fundamento enterode nuestra sociedad libre se halla gravemente amenzado por los poderes que los sindicatos se han arrogado.
Esos poderes en el caso de los sindicatos de burócratas de la educación no se limitan a sus evidentes facultades de extorsionar, amenazar con el uso de la violencia y usar la fueza para conseguir sus propósitos; sino a la facultad de modelar las mentes de los niños y a modelar las mentes de los niños más vulnerables de la sociedad. Modelarlos, ¿para qué?
La respuesta la ofrece Ludwig von Mises en La acción humana (1949): Para los seguidores de Georges Sorel, el sindicalismo no es sino un conjunto de tácticas revolucionarias con las que se pretende implantar el socialismo.
En Guatemala el sindicalismo magisterial se concentra en exigir condiciones salariales y pactos colectivos extremadamente gravosos, imposibles de cumplir sin generar peligrosos problemas presupuestarios y tributarios; porque el propósito del sindicalismo magisterial ni siquiera es el de mejorar la suerte de sus afiliados, sino apelar a la action directe, que no es otra cosa que acudir a la violencia sin escrúpulos, hasta conseguir la destrucción completa del sistema.
¿Dónde se les enseña -a legiones de niños- el colectivismo? ¿Cómo, sino criando generaciónes y generaciones de jóvenes incapaces multiplicar y dividir, o de entender un texto complejo se destruye el sistema? ¿Cómo, sino criando multitudes de jóvenes cuyas expectativas no están a la altura de sus capacidades se crían las masas necesarias para manifestar con violencia y sin escrúpulos? ¿Cómo, sino creando caos, inseguridad e inestabilidad en las calles se cultiva el ambiente propicio para que el destruccionismo germine y produzca sus flores pestilentes? ¿Cómo, sino presionando el presupuesto y a los tributarios se cultivan el descontento y el hartazgo?
Joviel y el sindicato de burócratas de la educación no fracasan en sus propósitos, sino que estan teniendo un éxito que demasiada gente no sabe dimensionar.