Galileo Galilei
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May 10
Ratzinger se pela
17
Feb 08
Yo no fuí, fué Teté
Rodolfo Quezada, cardenal guatemalteco, opinó que la pena de muerte no resolvará el grave problema de inseguridad que vive el país y generará más violencia. Dijo que la pena capital es un invento del diablo. Consideró que su organización debe defender siempre la vida y rechaza la pena de muerte*.
El dirigente católico dijo que la pena capital no es disuasiva y aseguró que “en los lugares donde todavía existe, siguen los asesinatos”.
El principal argumento del Príncipe de la Iglesia pierde todo sustento cuando uno lee La pena de muerte es disuasiva, columna de Luis Enrique Pérez en la que el periodista expone cuatro estudios científicos que claramente prueban que efectivamente, la aplicación de la pena capital si disuade a delincuentes potenciales.
Y bueno…¿qué decir de la segunda parte del razonamiento cardenalicio? ¡Claro que la delincuencia va a existir a pesar de que haya prohibiciones y penas para su comisión! Si el problema no es que haya delincuentes, lo grave es que no enfrentan las consecuencias necesarias de su conducta criminal. Por eso, más importante que la existencia de la pena de muerte en el Código Penal, es que se cumpla dicha pena luego de que es impuesta por los tribunales de justicia. De nada sirve la existencia de una pena que todos saben que nadie va a tener la entereza de aplicar.
¿Saben qué me extrañó, y no debería parecerme raro? Desde mi punto de vista, la mejor objeción contra la pena de muerte es que, como la vida es el valor supremo, nadie debe estar facultado para violarla; ni siquiera en ejercicio de las facultades judiciales del Estado, en cumplimiento de la búsqueda de la justicia. Y al Cardenal se le escapó este detalla importante.
Y no me extraña, por supuesto, porque Quezada es dirigente de la misma organización que no dudaba en quemar en la hoguera a filósofos y mujeres sencillas, sólo porque no estaban de acuerdo con sus dogmas, o porque “eran brujas”.
A manos de la Inquisición “El detenido era encarcelado en una cárcel especial. Se secuestraban sus bienes para su mantenimiento y los gastos de su proceso. Incomunicado, el reo ignoraba a menudo por completo los cargos que se le imputaban. El proceso consistía en una serie de audiencias en que se escuchaba a los denunciantes y al acusado. Este último contaba con un abogado que no la defendía sino meramente le amonestaba a que confesase sus culpas, o le asesoraba en cuestiones de procedimiento. Para obtener la confesión se podía utilizar la coacción; ya sea mediante la prolongación de la prisión, ya sea por la privación de alimentos, o bien, en útlimo lugar, por la tortura”.
“La condena podía ser leve o vehemente. En el primer caso el castigo podía ser una multa, una reprensión y llevar un sambenito para que la gente supiese que había sido penitenciado por el Santo Oficio y prestase atención a lo que decía por si volvía a cometer herejía. En el segundo caso, era, según la fórmula, relajado al brazo secular, esto es, entregado a la jurisdicción ordinaria para su ejecución. Si el reo a ajusticiar se arrepentía, se le ahorcaba, si era de baja condición social, o se le degollaba si era de condición social alta; si no abjuraba de sus errores, se le quemaba vivo“.
La organización de la que Quezada es un dirigente de primera línea quemaba, degollaba y ahorcaba a sus condenados; pero en su sabiduría infinita (o en su hipocresía) no lo hacía de propia mano, sino que los entregaba a la justicia ordinaria, para no mancharse las manos. A modo de Yo no fuí, fue Teté, la Iglesia mandaba a matar, pero no ejecutaba las penas. Y santos en paz. O quizás no.
En una cosa tiene razón el Cardenal chapín: otra de las objeciones válidas para la pena de muerte es que los tribunales se pueden equivocar; como se equivocó su organización cuando mandó a quemar a Giordano Bruno, cuando quemó y atormentó a brujas y hechiceras (aunque no fueran tantas como se cree), o cuando intimidaba y condenaba a Galileo Galilei.
No estoy a favor de la pena de muerte porque creo que la vida humana debe ser intocable y porque se pueden cometer errores; y por esas razones debe ser abolida. Sin embargo, mientras esté vigente y mientras los tribunales la hayan impuesto, aquella debe ser aplicada.
*Prensa Libre, página 3, del 16 de febrero de 2008. No pongo el enlace porque no está funcionando http://www.prensalibre.com.gt/
29
Sep 07
La celebración de lo ordinario
Aún reconociendo que nadie es perfecto, es recomendable que uno a lo largo de su existencia encuentre héroes y modelos a seguir. Los héroes y modelos son fuentes de fortaleza, de inspiración y de ideales; no sólo cuando tenemos que remontar problemas concretos en la vida, sino para sobrevivir en una sociedad rasera que tiende a devaluar el éxito y a celebrar la mediocridad.
Ejemplo de aquellas actitudes negativas lo vemos en la película Los Increíbles cuando Dash se queja de no poder participar en las carreras de su escuela. Él le dice a su madre: “Papá dice que somos especiales”; y ella le contesta: “Todo el mundo es especial”. Y Dash murmura: “Esa es sólo otra forma de decir que nadie lo es”.
Los héroes y los modelos a seguir nos vacunan contra el desprecio por los que son mejores y contra la celebración de lo ordinario.
Libros como The Agony and the Ecstasy, The Star Gazer, La Columna de Hierro y The Razor´s Edge, me dieron en Buonarroti, en Galilei, en Cicerón, y en Larry Darrell, a héroes y modelos inspiradores. La tele me dio a El Zorro, el de Guy Williams; y la vida real me dio a Thomas Edison, a Charles Darwin, y a Manuel F. Ayau.
Cicerón me ayudó a afirmar mi confianza en la consistencia; y me aliviaba saber que la integridad de Cicerón era algo que ponía furiosos a sus contemporáneos. Larry, en The Razor´s Edge me planteó la cuestión de si la vida que yo estaba viviendo era la que quería vivir. Un ejemplo es cuando él le dice a Isabel Bradley “I can`t darling. It would be death to me. It would be the betrayal of my soul”.
Ningún héroe, ni ningún modelo para seguir en mi vida, han superado a Howard Roark de The Fountainhead: “mi respeto por cada creador que sea conocido, y por cada creador que vivió, luchó y pereció desconocido antes de alcanzar su logro”. Pero hay una novela que me es muy querida porque la leí en lo mejor (¿o en lo peor?) de mi adolescencia. En Demian leí que “la vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo”. Max Demian va en la vía contraria a la masificación de los individuos, reconoce la existencia de individuos dignos de emular y reconoce la individualidad de las personas.
Como Dash, de Los Increíbles; y como Rand, de The Fountainhead, Demian sabe que hombres como Howard Roark sí existen. Al hablar de Caín, Demian dice que llevaba una marca. “No se trataba de una auténtica señal sobre la frente, de algo como un sello de correos; la vida no suele ser tan tosca. Probablemente fuera algo apenas perceptible, inquietante: un poco más de inteligencia y audacia en la mirada”.
Los guatemaltecos tenemos ahora un modelo en Carlos Peña; y vale la pena destacar uno de los muchos aspectos valiosos de su triunfo: Es magnífico que un chapín haya tenido el éxito que él ha alcanzado; sobre todo porque el suyo es un éxito de él y no nos ha costado ni un centavo a los tributarios. Su triunfo se debe al reconocimiento que le otorgan sus admiradores de forma voluntaria, sin que medie la acción coercitiva del estado; y eso lo hace particularmente meritorio. Peña ha perseguido su meta, ha trabajado duro para alcanzarla, y no ha forzado a nadie más a pagar para conseguirla.
Me uno a la celebración de Peña, como no me he unido a otras celebraciones, por ese motivo. Debe de haber una diferencia, que no tiene por qué ser sutil, entre aquellos que alcanzan su éxito con el apoyo voluntario de otros, y aquellos que lo consiguen mediante la transferencia forzosa de recursos.
Modelos a seguir son aquellos que materializan nuestros valores, que son fieles a sí mismos, que son consistentes y que persiguen sus metas propias; y repito que los héroes y los modelos a seguir nos vacunan contra el desprecio por los que son mejores y contra la celebración de lo ordinario.
Publicada en Prensa Libre el sábado 29 de septiembre de 2007
24
Dic 06
Mi meme
Encontré esta sugerencia mientras navegaba sin destino alguno: Crea un meme sobre un libro; y aquí van las instrucciones:
1. Toma el libro que esté más cerca de tí.
2. Abre la página 123 y busca la quinta línea.
3. Pon el texto de las siguientes tres líneas en tu blog.
4. Pon el nombre del libro y de su autor.
5. Avísale a algunas personas.
“Cuando sintió el deasosiego de la inminente marcha de su padre hacia Roma, temió que la separación fuese muy larga y se asustó de verse privada de sus atenciones”.
La hija de Galileo, por Dava Sobel.
Bueno…no estoy leyendo ese libro, que es buenísimo, por cierto; pero es el que tenía más cerca ahora.