Si los que tienen el poder político para hacerlo no quisieran que los niños ingirieran comida chatarra y se alimentaran mejor en la escuela pudieran, ¿prohibirían la comida chatarra en las escuelas? Y si esta prohibición se hiciera realidad, ¿comerían mejor los niños?
La respuesta a la primera pregunta es un sí rotundo; pero la respuesta a la segunda es un no aplastante. Y ¿qué cree usted que pasó luego de la prohibición? ¡Surgió el mercado negro de golosinas! ¿Le sorprende?
La Hunger-Free Kids Act intentó mejorar la calidad de la alimentación de los niños gringos en las escuelas; pero ¿qué consiguió, en realidad? Ahora prospera una red de chicos que satisfacen la demanda de sus compañeros en cuanto a gaseosas, dulces otras golosinas…actividad que ha sido criminalizada. Una vez más, para humillación de los prohibicionistas, una regulación bien intencionada ha producido consecuencias que, aunque son no intencionadas, eran perfectamente previsibles. Does it ring a bell?
La comida chatarra, en el mercado negro, se vende a precios más altos que los normales; y algunos de los dealers ganan hasta $200 semanales. Does it ring a bell?
Las golosinas disponibles en todos los ambientes en los que están prohibidas. Does it ring a bell?
Algunas autoridades son cómplices en la violación de la normativa de prohibición. Does it ring a bell?
Cuando yo estaba en la primaria no es que hubiera una prohibición de comida chatarra en el colegio; pero el monopolio lo tenía la tienda oficial del establecimiento. Empero, una de las concerjes, de nombre Gaby, nos vendía dulcitos baratos. Gaby era una anciana (o yo la veía como anciana) que gentilmente satisfacía nuestro deseo de dulces a precios cómodos y claro…cumplía con su importante función al amparo de la clandestinidad y de cuando en cuando sufría las reprimendas de las autoridades del plantel, mismas que nunca pasaban de ser meras reprimendas.
Eso, claro, no ocurre cuando los políticos disponen administrar las vidas ajenas. Uno puede ir a parar a prisión por contravenir las exigencias del estado niñera.
Gracias a mí amiga, Mary White, por la pista.