La exguerrilla y sus corifeos lo llaman el juicio del siglo; pero más bien es el linchamiento de lo que va del siglo. Me refiero a los procedimientos, por supuesto genocidio, contra Efraín Ríos Montt.
Si seguiste el proceso con atención te habrás dado cuenta de que el tribunal a cargo apresuró la sentencia, aunque había recursos pendientes de resolver y a pesar de que el procedimiento había sido anulado por una Corte superior. Confiados en que el apoyo internacional y mediático que reciben les permitiría hacer eso, con impunidad, los inquisidores se atrevieron a aquella monstruosidad que debería ser enmendada cuanto antes, si lo que se persigue es hacer justicia, y no solo satisfacer las demandas de una clientela vengativa y sedienta de totalitarismo.
La sed totalitaria se hizo evidente en esta semana cuando el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos demandó una ley mordaza para penalizar la discusión del genocidio. ¡Confirmado!, a nuestra oligarquía oenegera y de los derechos humanos le gustaría callar a los críticos de sus actuaciones. ¿Leíste que al acusado, de 87 años, el Tribunal le impidió leer su declaración y le ordenó que declarara de memoria? ¿No te inquietó ver la foto de la jueza levantando los brazos y saludando a su clientela que la aclamaba luego del veredicto? ¿Recuerdas que la jueza le impuso un defensor al acusado? Aquellos actos serían mal vistos en un juicio que no fuera político y en una sociedad que entendiera el valor del debido proceso. Pero, ¿serán ignorados, entre nosotros, porque se trata de linchar y de obtener venganza?
Ahora que estoy leyendo Pensar rápido, pensar despacio, por Daniel Kahneman, entiendo por qué es que la exguerrilla y sus corifeos mantienen la discusión de este asunto a niveles emocionales, cuando no logran silenciarla del todo. Cuando leas al respecto, no te dejes llevar por esloganes que producen respuestas automáticas y que requieren poco, o ningún esfuerzo. Pregúntate, ¿por qué? Por ejemplo, ¿por qué es que cuando aquellos grupos hablan de genocidio, convenientemente, eliminan de la discusión el elemento intencional que tipifica aquel delito? ¿Para qué?
Columna publicada en El periódico.