El domingo me di cuenta de que lo que más, más me emociona en el Día de mercado en la finca Bejo son los aromas. Los aromas de la tierra y de los vegetales. Paso por el área de apios, de cebollas, de chiles pimientos, de chiles jalapeños, de zanahorias y de remolachas, por ejemplo, y los aromas de la tierra mezclados con los que son propios de cada una de aquellas delicias me envuelve e ingresa a mi cuerpo y a mi mente. Es como un viaje fantástico que me lleva y me trae por caldos, guisos, encurtidos, y recuerdos.
No es que no me goce cosechar los vegetales, cortar los tomates y los chiles, desenterrar las zanahorias y las remolachas; pero lo de los aromas pone a mil mis sentidos y mi mente. Ah, y no digamos los aromas y sabores que me atraen a los asadores donde doña Paula y su equipo preparan sus deliciosos churrascos y otras delicias.
En general, el Dìa de mercado, en Bejo, es una fiesta para todos los sentidos. El tacto goza con las texturas de la tierra y de los vegetales; la vista se deleita con los colores y las formas; el oído se divierte con las risas de los niños y con los comentarios de la gente que -a veces- no termina de entender de qué se trata la experiencia; el gusto y el olfato -o más bien mi gusto y mi olfato- son los que más gozan, se deleitan y se divierten.
Esta experiencia anual me recuerda que uno siempre puede maravillarse y que uno siempre puede hacerse un poco niño.
¡Gracias, muchas, a mis amigos Los España por habernos invitado otro año a esta experiencia tan rica!, y gracias al equipo de Bejo por facilitar la cosecha. Cada año, en marzo, Bejo organiza el Día de mercado en su finca de Parramos, Chimaltenango. Durante ese día uno puede conocer el surtido de variedades hortícolas; y los interesados pueden intercambiar opiniones con expertos, agricultores, compradores, procesadores y exportadores; y seleccionar sus variedades de acuerdo a las necesidades de su mercado. Pero lo más hermoso de todo, además de los productos frescos y bellos, es ver a las familias gozando de un día agradable.
Lo que se recauda ese día, por cierto, es a beneficio de la Fundación Centro Educativo Agrícola Guatemala Melanie Beemsterboer; que provee educación básica a niños de entre 12 y 15 años, de familias dedicadas a la agricultura que no tienen medios para seguir una formación académica, en beneficio del sector agrícola para el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo.
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