13
Jul 09

Pinky y Cerebro, con la ayuda de Ratzinger

Dime, Cerebro, ¿qué vamos a hacer esta noche?, pregunta Pinky. A lo que Cerebro responde: Lo que hacemos todas las noches, Piky: ¡Tratar de conquistar al mundo.

Como las fantasías de pesadilla de estos personajes de caricatura, así me suena la siguiente frase: Para gobernar la economía mundial…urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial. Salgamos a conquistar el mundo, le dijo Cerebro a Pinky; y Pinky dijo: ¡Sí, establezcamos un gobierno mundial.

Pero ahí está que no fue Pinky, ni fue un diletante pasado de absinto el que dijo semejante disparate. El autor de la frase citada es Joseph Ratzinger que, en su encíclica Caritas in veritate, hace declaraciones perturbadoras.

Es que es naive, me dijo el cuate Christopher; pero yo no me creo esa explicación, porque Ratzinger no es un curita de pueblo ayudado en sus meditaciones por el tinterillo de la localidad. Yo creo que Caritas in veritate es deliberada, bien pensada y consistente. Tan perturbadoramente consistente que, la próxima vez que usted esté por echar sus 5 quetzales en el cepillo de la parroquia, debería pensar en ella.

Caritas tiene otras ideas de igual mala reputación; y, por ejemplo, Ratzinger propone que el proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes. Y uno podría estar de acuerdo con algo de esa megalomanía, si los conceptos de adecuadamente entendido y gestionado, no tuvieran que ser entendidos, necesariamente, en el contexto de gobernados por una autoridad política mundial.

De que Ratzinger quiere una autoridad centralizada y monopólica del poder, a nivel mundial, no hay duda cuando escribe acerca de cosas como el proceso de integración planetaria. Ratzinger quiere un gobierno mundial y una integración planetaria, pero recela de la inversión en el extranjero porque cree que si es por puro provecho personal, puede dañar a la la propia nación. Y claro, en la lógica de Ratzinger, el gobierno mundial, a la Piky y Cerebro, acabaría con las diferencias entre naciones; en tanto que la autoridad política mundial legislaría contra el puro provecho personal.

Hay un aspecto en el que Ratzinger podría verse naive; este es en que parece ignorar que aquellos mismos políticos que en nuestros países conocemos por corruptos, irresponsables, incapaces, arbitrarios, muchas veces tiránicos, y demasiadas veces asesinos, son los que se harían cargo de la autoridad política mundial que tanto lo entusiasma. Porque, dígame usted, ¿de dónde iban a salir políticos distintos a los que ya hay? ¿Por qué es que los políticos encargados del gobierno mundial iban a ser distintos a los políticos que roban y mal administran a niveles nacionales?

Si ese nivel de modestia intelectual es posible en el círculo de Ratzinger, no debe sorprendernos, entonces, que para él y sus asesores el mercado está sujeto a los principios de la justicia conmutativa, según la cual el valor de los bienes que se intercambian es equivalente. ¡Cree en la igualdad en el intercambio de bienes! Pero usted sabe que la equivalencia en el intercambio es absurda. Cuando uno intercambia da algo que valora menos, a cambio de algo que valora más; y recibe algo que valora más, a cambio de algo que valora menos. ¡Por eso es que el intercambio no es un juego de suma cero! ¡Vamos Ratzinger!

Imagínese usted si se hace realidad la fantasía de pesadilla de Ratzinger. Imagínese que la autoridad política mundial encargada de gobernar la economía mundial. y los intercambios. se guiara por los principios que promueve Ratzinger. Imagínese que nos viéramos obligados a intercambiar sin ganar. Imagínese cómo sería el mundo si todo intercambio tuviera que ser equivalente o un juego de suma cero

Si C.aritas in veritate fuera sólo una fantasía de caricatura daría risa; pero es el producto intelectual de un líder de talla mundial que está superando a Piky y a Cerebro. Caritas in veritate es una realidad de pesadilla que busca darle un espaldarazo moral a las ambiciones autoritarias y totalitarias de todos aquellos que quisieran formar parte de una autoridad política mundial a la que estuvieran la libertad y la dignidad de las personas.

Caritas in veritate es una llamada de atención que debería poner a pensar muy en serio a todos aquellos que financian a la organización que la ha producido. La próxima vez que usted le gire un cheque a su párroco…piense en Caritas in veritate.


24
May 07

El Papa flip-flop

En Brasil, Benedicto XVI dijo que “el anuncio de Jesús y de su Evangelio no conllevó en ningún momento una alineación de las culturas precolombinas y no impuso una cultura extranjera”. El comentario papal fue un desatino, evidentemente; porque hasta las piedras saben que los españoles impusieron el cristianismo a hierro y fuego. ¿Quién ignora que Alejandro VI le dió licencia a la corona española para conquistar estas tierras con la condición de que “salvaran las almas” de sus habitantes”.

Benedicto XVI tuvo que tragarse sus palabras, entre otras cosas, porque Hugo Chávez le exigió que les pidiera perdón a los indígenas de América por haber negado “el holocausto aborígen”. El Papa reconoció ayer que esos “crímenes injustificados” fueron “condenados en su época por misioneros” y que, en todo caso, no deben hacer olvidar “la obra maravillosa llevada a cabo por la gracia divina entre sus poblaciones a lo largo de los siglos”. Las palabras del Pontífice fueron interpretadas por los expertos en temas vaticanos como una especie de redención para la Iglesia Católica en esos “crímenes” cometidos por “los colonizadores”.

Fray Matías de Paz consideraba que el “justo título” para la conquista era la donación papal; y que la guerra tenía como justificación última que los indios “abrazaran la verdadera fe de Cristo”. El clérigo Juan Ginés de Sepúlveda consideraba la guerra “justísima y obligatoria” con el objetivo de corregir la impiedad, los abusos y pecados de los indios. El Requerimiento, de Juan López de Palacios Rubios, amonestaba a los indígenas para que aceptaran el dominio español y “la verdadera fe”. Claro que personajes como el obispo Francisco Marroquín cuestionaban el trato que se les daba a los indígenas; pero prevaleció el criterio de que los conquistadores tenían el deber de cristianizar a los indios, a como diera lugar.

Esta no es la primera vez que el papa Ratzinger tiene que desdecirse en materia de su interpretación de la Historia.

En 2006, en Ratisbona, el discurso del Papa sobre las relaciones entre la fe y la razón provocó una oleada de indignación en el mundo musulmán por el presunto nexo que implicaba entre Islam y violencia. Benedicto XVI se defendió de esas críticas e hizo públicas algunas precisiones, pero no se excusó por las mismas. Ese mismo año, durante su visita a Auschwitz, el obispo de Roma habló de seis millones de víctimas polacas, sin precisar que la mitad fueron judíos. Nuevamente volvió a intentar arreglar las cosas cuando volvió al Vaticano hablando de “unos seis millones de judíos” exterminados en los campos de concentración nazis.


29
Nov 06

La moda papal

La revista italiana L´espresso opina que Benedicto XVI, en materia de modas, lleva un estilo entre neobávaro y wagneriano. Vea aquí la presentación multimedia que L´espresso ha preparado sobre la moda papal. Usted, ¿qué opina?


21
Oct 06

El Mundial y la ONU

Para los chapines que queman sus pasiones en causas de lo más dispares, la búsqueda de un lugar en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y las frustradas aspiraciones futbolísticas en el Campeonato Mundial, han desatado el mismo tipo de nacionalismo inefable.

Muchos se deprimieron cuando La Sele no nos pudo llevar al Mundial, y ¿cuántos se deprimirán si Gerth Rosenthal no nos lleva al Consejo?

A mi me da igual; pero si ganara Venezuela, se volvería a confirmar que algo está bien podrido en la ONU; ese foro en el que la URSS era tratada como si no hubiera sido el Imperio del Mal y donde el régimen de Beijing goza de respeto, como si no fuera una dictadura obscena.

Pensando en los anhelos chapines, me acordé de algo que escribió don Clemente Marroquín Rojas en una de las brillantes discusiones periodísticas que sostuvo; misma que está recopilada, junto a otras, en un libro titulado En el mundo de la polémica.

Esa obra es un cajón de perlas, y entre mis favoritas están las relacionadas con las pretensiones grandiosas del gobierno de La Revolución, encabezado por Juan José Arévalo. En la polémica que sostuvo con el canciller Enrique Muñoz Meany, don Clemente dijo: “Enrique pensaba que desde las alturas del gobierno de nuestra aldea adorable, podían realizarse algunos atrevimientos”.

En eso pienso cuando la administración de Oscar Berger manda guatemaltecos a Congo para que se mueran en operaciones oscuras de la ONU. En eso pienso cuando los soldados chapines van a Líbano. En una paráfrasis marroquiniana: esta administración no barre su casa; pero sale a barrer casas ajenas.

Guatemala y Venezuela compiten por un puesto en el órgano más poderoso del mundo, que discute y decide sobre asuntos que amenacen la seguridad y la paz mundial. Cosas como las amenazas nucleares de Corea del Norte y de Irán, el genocidio en Sudán y las guerras civiles en Africa.

Pero yo digo: Aquellas fuerzas de seguridad, ¿no son más necesarias para que aquí mismo, en la casa, no maten a cualquiera por robarle un teléfono, un reloj, o un automóvil? Y yo digo: las demencias de Kim Jong Il y los aquelarres africanos son una desgracia; pero ¿no sería mejor que nos concentremos en sacudir nuestros propios desmadres? Digo…antes de ir a barrer casas ajenas, o de deprimirnos por no poder hacerlo.

Aquí tuvo que pasar que los gringos se empecinaran en su guerra contra las drogas, para que la administración dispusiera hacer algo con las plantaciones de amapolas en San Marcos. Aquí tuvo que pasar que apareciera un Alejandro Giammatei, para que se pusiera orden en Pavón. Y entonces, ¿qué hacemos, desde esta aldea adorable, permitiéndonos atrevimientos como el de Congo, o el del Consejo?

Yo sugiero que la administración chapina se concentre en protegernos la vida, la libertad y la propiedad. Que se enfoque en garantizarnos la justicia y el cumplimiento de los contratos. Que se revierta el colapso del Estado. ¡Que sea reformado el Estado!, antes de que pretendamos imponer el orden en patios ajenos. Si esta administración no es gendarme en su propia tierra, ¿qué hace metida a gendarme del Globo?

Y antes de deprimirme, yo quisiera saber, si se puede, cuánto nos ha costado, a los tributarios, esta aventura en la ONU Y quisiera saber, si se puede, cuántos mejores policías, cuántos mejores fiscales y cuántos mejores jueces podríamos tener, si aquellos recursos hubieran sido invertidos en algo útil y menos pretencioso.

2. Fiat lumen: No conozco al excomulado Eduardo Aguirre; pero por lo que se lee en los diarios, se entiende que fue castigado así de duro por no alinearse con Quezada y con Benedicto XVI. Lo que me lleva a pensar en lo paradójico de que a Mario Orantes le sea llevada la comunión a su celda, siendo uno de los protagonistas de Quién mató al obispo (De La Grange y Rico, 2003).

3. Mojito: Se murió Celia Cruz y en el cementerio, durante el entierro, Castro lloraba y decía: “Mi Celia, mi Celia”. Un chino que estaba cerca y lo oyó, le dijo: ¡¿Mi Celia?! ¡Miselia, hamble y dictadula!

Publicado en el diario Prensa Libre el sábado 21 de octubre de 2006