El bálsamo de Fierabrás

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En Don Quijote de la Mancha, el bálsamo de Fierabrás es una poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo.  Con aceite, vino, sal, romero y conjuros, el caballero hace y bebe la pócima que lo curaría de una paliza, no sin antes ocasionarle vómitos y sudores.  A Sancho, por no ser caballero andante, el bebedizo le produjo efecto laxante.

Hace ratos, la exguerrilla y sus organizaciones satélites encontraron su bálsamo de Fierabrás.  Aquella poción que les resuelve el problema de su irrelevancia; y que –aunque les genere los vómitos y sudores que ha de producir el hecho de poner en riesgo y hasta sacrificar vidas humanas– los cura al darles el tipo de palanca política y mediática que sólo la violencia puede conseguir.

En San Mateo Ixtatán, dos persona murieron baleadas (y uno de ellos era menor de edad), mientras que dos fueron heridas durante un enfrentamiento protagonizado con los destruccionistas que se oponen a la construcción de una hidroeléctrica.  Una de las víctimas fue sacada de su casa –por la fuerza– por 12 sujeto. La familia del asesinado responsabilizó a los que se oponen a la hidroeléctrica.

En Sanarate, cinco policías fueron heridos y un civil murió durante un zafarrancho que  organizaron grupos destruccionistas en el marco de dos días de bloqueos de carreteras.  La policía actuó para acatar la resolución de la Corte de Constitucionalidad que ordena despejar las vías en protección de los derechos de las personas.

¿Quién se acuerda del soldado que fue asesinado en Barillas? Recién ocurrió; pero, ¿es posible que ya se nos haya olvidado la matanza en San Juan Sacatepequez?  En aquel municipio muchos trabajadores y familias han sido víctimas de hostigamiento y de violencia frecuentes porque los destruccionistas se oponen a una cementera.  No me digas que ya se te olvidó que los destruccionistas llegaron a la casa de la familia Pajoc Max y luego de asesinar a cinco ocupantes de la vivienda cometieron actos infames contra otras personas y quemaron el inmueble.

Los destruccionistas se benefician de su bálsamo envenenado; y a las víctimas indefensas les produce efecto laxante.

Columna publicada en El periódico; y la foto es de Prensa Libre.

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  1. A mí no se me han olvidado los actos terribles que han cometido la guerrilla y los delincuentes a sueldo a lo largo de tantos años. Lo deprimente es que los años pasan y todo sigue igual o peor. No hay autoridad que los controle.